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Catra se sentía bastante satisfecha consigo misma. Había logrado localizarlos a todos para entregarles la copia del informe, ya que estaban alojados en los cuarteles de la horda. No le sorprendía que tuvieran resaca, las camas de ahí no eran muy buenas para descansar.

Como tenía la tarde libre, decidió ir a ver a Adora, que seguramente aún trabajaba en Mara. Cuando llegó al garaje, no la encontró a simple vista, así que supuso que estaba dentro de la nave. La llamó, pero la rubia simplemente no aparecía.

Llegó a la sala de control, y no estaba allí. Estaba empezando a preocuparse cuando sintió que Adora, en su forma de She-ra, la abraza por detrás.

—¡Catra! —grita emocionada. Se sentía feliz de verla por alguna razón.

La felina, sin embargo, se sentía pequeña en comparación a la rubia, pero a la vez, se sentía protegida. Sus sentimientos eran un tanto contradictorios, pero se rindió cuando sintió el intenso olor de Adora. Le gustaba mucho su olor. Le sorprendió, de todas formas, que no le rompiera todos los huesos con su abrazo.

Se quedaron un rato así, Catra se sentía en calma y relajada. Le gustaba ser abrazada de esa manera. Adora la soltó cuando notó que estaba brillando más de lo normal. Como si la presencia de Catra desatara algo en ella. La felina se giró, para luego sonreírle con dulzura.

Adora no pudo resistirse y la besó con ganas. La tomó de tal manera que Catra rodeó con sus piernas su cintura, mientras la rubia la sujetaba desde su trasero con ambas manos. La felina abrazó su cuello, intensificando más el beso. Adora parecía perderse en ese vaivén sensual de sus lenguas.

Al tocar a Catra sentía todo más caliente, como si su cuerpo ardiera. La deseaba, quería desnudarla y devorarla ahí mismo. Besó y jugueteó con su cuello mientras la llevaba hacia un cubículo de la nave. La depositó con suavidad sobre la cama. Catra se recostó y miró a Adora, que seguía en su forma de She-ra, y brillaba de una forma inusual. Tragó saliva al ver su cuerpo atlético y mucho más grande.

Adora, en una especie de trance, comenzó a arrancarle la ropa a Catra. Besó y lamió la cara interna de sus muslos. Su olor era lo único que podía sentir. Catra jadeaba ante el toque de su lengua. Su cuerpo comenzaba a calentarse. Cada vez se sentía más alejada de la realidad, y se preguntaba si era porque Adora estaba en su forma mágica.

De pronto la rubia se detuvo, y miró fijamente a los ojos de la felina.

—Catra, ¿quieres que me detenga? Me dejé llevar un poco, yo... lo siento.

—Por favor, no te detengas —contestó, respirando con dificultad.

Adora sonrió y volvió a la carga. Arremetió con su lengua el interior de su sexo, lamiendo y sorbiendo como si de un elixir se tratase. Catra gemía descontroladamente, Adora se movía demasiado bien en su interior, haciendo que se humedeciera más y más. Se aferró a las sábanas, rasgándolas, mientras el placer se extendía desde su vientre al resto de su cuerpo.

Adora percibía las sensaciones de Catra, gracias a la magia de She-ra. Catra ya estaba lista para recibir sus dedos. Los introdujo suavemente, excitándose más aún al ver a Catra contraerse de placer y arquear la espalda. Su lengua se enfocó entonces en ese nodo de placer, mientras sus dedos se movían cadenciosamente.

La felina no sabía cómo lidiar con ese placer, y comenzó a rasgar no sólo las sábanas, sino que también la colcha. Adora estaba tan concentrada, que no notó cuando un halo dorado se extendió al cuerpo de Catra también, el mismo que le rodeaba a ella al transformarse.

La felina sí lo notó, ya que un calor extrañamente reconfortante envolvía su cuerpo, y así vio lo que pasaba. Pero no podía pensar con claridad con Adora ahí abajo. Se dejó llevar sin preguntarse por lo que pasaba hasta que alcanzó el orgasmo.

Una vez que la rubia notó que acabó, volvió a su forma normal, sonriendo coquetamente. Se recostó al lado de Catra, abrazándola y dándole besos secretos en el cuello, mientras ella intentaba calmar su agitado pecho. La felina se volteó, dándole la espalda a Adora, pero apegándose a ella. Su cola envolvía la pierna de Adora.

La rubia la envolvió con su cuerpo, el calor que le brindaba Catra la hacía sentirse muy feliz, casi dichosa. Era una lástima no poder pasar más tiempo así. Aquella misión debía llevarse a cabo, a pesar de los riesgos. Ambas se quedaron dormidas en esa posición, y al cabo de unas horas despertaron un tanto desorientadas.

Volvieron al apartamento, sin decir una palabra, pero tomadas de la mano. Adora iba muy feliz y la sonrisa boba que tenía no se la quitaba nadie. Sin embargo, Catra tenía ocupada la mente en otras cosas que le preocupaban, pero a pesar de eso, al ver lo feliz que estaba la rubia, no podía evitar reírse para sus adentros.

Una vez que llegaron a su hogar, Adora decidió darse un baño, ya que sería el último baño decente que tendría en un tiempo. Catra la esperó en su habitación, revisando el informe con atención, como también la ficha de la espía con la que se encontrarían en Titán.

Perfuma era un usuario de magia de plantas, con las cuales podía percibir y escuchar enemigos, una habilidad muy útil para el espionaje. Además era experta en venenos de toda clase, y podía fabricar antídotos e incluso medicina también. Pero lo que más llamó la atención de Catra, fue que ella era la heredera al trono del reino del Bosque Secreto, pero había renunciado al trono, cediéndoselo a su hermana.

Luego se unió al rey Hordak, para trabajar como mercenaria en las misiones de paz por Etheria. A Catra le parecía un poco extraño renunciar a una vida de privilegios para trabajar como mercenaria. A pesar de esto, Perfuma tenía un amplio historial de misiones secretas cumplidas, por lo que en realidad no había nada que sospechar.

Y aquello no era lo único que le preocupaba a Catra. Las notas que Perfuma había enviado sobre el ejército de Titán no eran muy esperanzadoras que digamos. Envió una lista de posibles laboratorios secretos, además de las numerosas bases militares alrededor del planeta.

Dada la experiencia de Catra, lo único que se le ocurría pensar cuando en un planeta tenían "laboratorios secretos" era una cosa: clones. Le había tocado un par de misiones así junto con Adora, y con suerte sobrevivían ellas dos. Casi siempre el resto del escuadrón moría o sobrevivían gravemente heridos.

Necesitarían algo más que suerte en esa misión encubierta si querían vencer al ejército de Titán. Decidió buscar en la base de datos de la Horda los perfiles de sus compañeros. No estaba nada mal. El único problema, es que ninguno de ellos tenía el nivel de experiencia de Catra y Adora.

Suspiró amargamente. Antes no le importaba, pero ahora tenía una razón para vivir. Y esa razón era Adora y su futuro con ella. Nunca había estado tan segura en su vida antes de amar a alguien. Esa revelación mental le hizo darse cuenta que hasta ese momento, había algo que le faltaba hacer.

Adora salió del baño, entonces su fragancia le llegó y la distrajo completamente de lo que estaba haciendo. La rubia olía muy bien para la felina, como si fuera una especie de pastel destinado para ella. Le sonrió, y con una palmadita le indicó que se sentara junto a ella.

Adora se dio cuenta que había estado trabajando mientras se bañaba.

—¿Está todo bien? Pareces preocupada.

Catra suspiró pesadamente, y su rostro se volvió serio antes de hablar.

—Adora, pase lo que pase en esta misión, quiero que sepas que... te amo.

A la rubia se le humedecieron los ojos, y por toda respuesta se abalanzó a besarla. Y no la volvió a soltar el resto de la noche.

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