
Capitulo 15: Algo Imposible.
Hermoso, sí, esa era la palabra perfecta para describir el hecho de volar por los aires en brazos de un ángel, también impactante y asombroso, ráfagas de aire soplaban y chocaban contra mi piel y hacían volar mi cabello, y la lluvia granizada me hacía rasguños en el rostro. Le dediqué una mirada al suelo y allí abajo Nicholas y el padre corrían tras nosotros y eran perseguidos por los demonios, quizá a nosotros no podrían atraparnos pero a ellos... A ellos los atraparían si Hashton no volvía con ellos a ayudarlos, los pobres chicos mortales luchaban solo ellos dos contra tantos demonios como era posible, vi a Nicholas lanzar dagas por los aires que se clavaban directo en el pecho de los demonios, los dos únicos humanos corrían y corrían tanto como podían tratando de no ser alcanzados, a diferencia de los malignos seres que no parecían hacer esfuerzo alguno. Les estaban dando ventaja?
Vi como Nicholas tropezó y cayó a la tierra quedándose atrás, el padre Robert se detuvo vacilando para asegurarse de que el joven estaba bien pero no lo estaba, intentó de ponerse de pie sin éxito y los demonios estaban tan cerca de él que noté que Nicholas incluso podía sentir la respiración de esos monstruos.
–Hashton, van a atraparlos!! –exclamé con inquietud sintiendo el calor de sus gruesos brazos.
No hizo más que volver su mirada hacia atrás y volar más alto conmigo en sus brazos, proseguí mirando a Nicholas que estaba a punto de ser atrapado por los malos y al padre Robert que ahora había dado marcha atrás devolviéndose hasta Nicholas para socorrerlo. Pero sucedió algo inimaginable que me dejó sin habla, dos seres con alas blancas aparecieron de los cielos volando por los aires y capturaron con prisa a Nicholas y al padre salvándolos de los demonios y zarandeando sus alas a toda marcha tras nosotros con mis camaradas en sus brazos.
Atravesamos en las alturas la montaña perdiéndoles la pista a los monstruos y dejándolos atrás.
Había visto cosas hermosas pero sin duda esta era una de las más hermosas, la ciudad se abría paso bajo nosotros, las luces nocturnas iluminaban el panorama del anochecer creciente que empezaba a montarse en el cielo, Rostock era una ciudad hermosa, preciosa y alucinante. Remontamos en el viento estruendoso y el movimiento de las alas enormes de los tres ángeles se escuchaba tan fuerte que me ensordecía. No estaba segura de hasta dónde nos dirigíamos pero en pocos minutos aterrizamos en un oscuro callejón sin salida y entramos a un galpón que allí había, los tres ángeles de los cuales dos eran desconocidos para mí junto con los dos mortales y yo guardamos silencio hasta que Hashton decidió hablar.
–dónde estamos y quienes son ustedes? –indagó Hashton con expresión rigurosa y severa.
Pensé que él sabía las respuestas a esas preguntas pero al parecer no era así.
–hola Hashton Styles. –entabló uno de los ángeles.
Ambos eran hermosos, altos y esbeltos, con un cuerpo formado y espaldas anchas, sus casi dos metros le sentaban muy bien, uno de ellos llevaba el cabello rubio y largo cayéndole sobre los hombros, sus ojos eran absolutamente negros y su piel blanca y sonrosada. El otro llevaba el cabello castaño un poco más corto con un moderno corte que también le quedaba como anillo al dedo, era igual de alto, sus ojos eran azules y su piel dorada con un bronceado perfecto, sin mencionar que llevaban su tentador torso desnudo al igual que Hashton, los tres arcángeles habían guardado sus alas.
–soy Uriel, el arcángel Uriel. –respondió el chico de cabello cobrizo marrón.
–yo soy Metatrón, o puedes llamarme Enoc. –añadió el chico rubio–. No pensarán enfrentarse a los demonios ustedes solos, o si? ellos son millones, ustedes son... solo cuatro. Hay cientos como nosotros, tendrán que unirse a los nuestros si quieren derrotar al mal.
La detonación de las voces de esos hombres (ángeles) era cadenciosa y delicada, dialogaban de forma cordial, pausada y refinada.
–que tenemos que hacer? –preguntó el padre Robert como todo un especialista en la materia.
–hay que ocultarnos acá durante algunos días, antiguamente aquí había una monasterio, es terreno sagrado, por lo que ningún demonio entraría aquí. –explicó el ángel Uriel.
–ya pueden salir!! –gritó de la nada el arcángel Metatrón o Enoc.
Enseguida vi aparecer desde la oscuridad del viejo galpón a cientos de chicos, jóvenes, apuestos y con el abdomen encuerado, ellos avanzaban hacia nosotros a marcha paulatina y con cautela. Nos temían? Uno de los chicos que caminaba en la primera fila del pelotón de ángeles se detuvo a mirar sin disimular el tatuaje de Hashton. Lo miraba con recelo de arriba a abajo.
–el hijo del bien y el mal? –escudriñó boquiabierto–. Bienvenido sea jefe.
Jefe? Hashton jefe? Mi... Esposo parecía tan embrollado como yo.
–eres nuestro líder muchacho. –anunció Enoc con su característica pronunciación de sabiduría que lo hacía aparentar mayor de lo que era, en cambio el aparentemente más joven Uriel parecía tener un divertido sentido del humor.
–no estoy preparado. –se excusó mi... Hashton.
–no tienes que estarlo. –Intervino Uriel–. Venga!! Sabes dar golpes y dar órdenes, no necesitas nada mas pero creo que ella sí. –se refería a mí.
–ella está preparada. –Me defendió Hashton–. Le enseñé todo lo que sé.
–pero no está lista. –Escrutó Enoc–. Se deja llevar demasiado por sus sentimientos. Debe aprender a matar. Debe conocer la diferencia entre ellos y nosotros. Y debe aprender a controlar sus poderes, quizá maneja muy bien una espada pero maneja muy mal sus emociones.
Uno de los centenales de ángeles fastuosos que allí estaban me observaba curioso.
–el salvador legendario? –adivinó este joven incauto de cabello dorado.
Metatrón asintió con la cabeza.
–es perfecto. –ausculté una voz juvenil. Una voz de un niño?
Sí, en ese segundo emergió de la muchedumbre de serafines un jovencito de unos 12 años con risos bermejos cayendo sobre su rostro, un agraciado rostro inocente. Tampoco llevaba camisa pero no era fornido y apetecible como los demás, el chico era delgado y huesudo y bastante menudo de estatura, pero era un chiquillo hermoso. No pude evitar soltar una sonrisita al vislumbrar al coqueto y saltarín niño. Hashton se alegró al verme, supuse que le hizo feliz verme sonriendo.
–nuestros clan esta completo. –murmuró la criaturita.
Uriel me avistaba divertido.
–él es Nathaniel Bastiaan. –Espetó Uriel dirigiéndose a mí al hablar con expresión graciosa–. Es nuestro pequeño Querubín, el más joven del clan.
Nathaniel se apresuró a avecinarse hacia el arcángel Uriel frunciendo el ceño intentando parecer rudo o mayor. Por lo que sé no le gustaba que lo tratasen como un niño.
–Lenya!! –llamó Enoc a gritos.
El resto de los ángeles abrió un espacio para hacer pasar a esta mujer en medio de una pasarela de ángeles guapetones. Era una diosa en cuestión, una mujer a la que envidiarle mucho, poseía mucha belleza, llevaba una toga blanca que cubría su cuerpo, su cabello ondulado y de color café era tan largo que sobre pasaba sus caderas, tenía una de sus delgadas cejas alzada haciendo esa mueca que a pocos le sale tan bien, ella era la única ángel de carácter femenino que yo había visto y era la única mujer entre todos esos hombres, además de mí, me sentí tan inferior como un insectito estando cerca de ella, sin titubear la mujer se puso de pie hincada cara a cara con este Metatrón.
–consigue habitaciones para nuestros líderes. –ordenó Enoc a la damisela que actuaba atosigada y odiosa ante él.
–sí mi jefe. –atendí a su voz también envidiable que no era para nada chillona como la mía.
Lenya tuvo un contacto visual directo con Enoc tan penetrante que podía jurar que se amaban, pero ambos actuaban obstinados uno con el otro para ocultar su atracción, su química se percibía hasta el otro lado del planeta. Esa mujer me dirigió a mí y a Hashton hasta un dormitorio con una sola cama.
–mucho hizo el destino para que el salvador y el príncipe del bien fueran esposos. –dijo la mujer ángel sonriente y amable como nadie podía serlo.
Hashton bosquejó una sonrisa bastante forzada, yo permanecí tan callada como siempre y luego ambos nos quedamos solos dentro de las cuatro paredes.
Después de darme un baño me ofrecieron colocarme la extraña ropa de Lenya, acabé envuelta en un rarísimo vestido blanco, bastante cómodo para dormir. Fui a recostarme junto a Hashton, me derrumbé a su lado sobre la cama, él se encontraba pensativo con la vista fija en el techo y sus manos entrelazadas encima de su abdomen, no me hablaba ni me miraba.
Se veía sumamente encantador y radiante, para mí era más hermoso que cualquiera de los otros gigantescos ángeles, indudablemente que era bellísimo, tenia esos mismos ojos pardos, iguales a los de... a los de él. Extendí mi brazo para tocar su rostro dándole gráciles caricias en la barbilla y en la mejilla, sentí como Hashton se estremecía al contacto, luchaba por permanecer inmóvil hasta que sus palabras escindieron mi inspiración.
–deja de hacer eso. –me paralicé sobrecogida y sublevada–. Ya te he dicho que no soy Harry.
Fue muy duro conmigo, era evidente que de seguro ya me odiaba por herirlo tanto. Un enjambre de remordimiento me perturbó, y en gran parte mi deseo era consolar aquellos labios y aquellos brazos endurecidos y vigorosos.
–perdón. –me disculpé–. De verdad Hashton lo siento mucho... Sé que es que es difícil para ti pero no consigo olvidarlo, me ocupa todo su recuerdo.
En esa ocasión me prometí serle absolutamente sincera.
–él no está. Se fue para siempre, entiéndelo, no va a regresar. –me dijo.
–Eso lo sé.
Es cierto, pensé. Se fue y dejó rota mi pasión, incluso quizás ya otra mujer había tocado su corazón, pero de todas formas era imposible deshacerse de la marca que sus besos me habían dejado.
–Por qué sigues amándolo después de todo lo que te hizo llorar? después de que te dejó todas esas heridas? –preguntó algo bastante lógico que hasta yo me preguntaba.
–por más que intento escaparme de su memoria él siempre está. Sé que no voy a encontrarlo a él en ti. Y es enfermizo pero sabes que no quisiera besarte a ti pensando en él.
Más sinceridad.
–Hashton por favor ayúdame. –le imploré–. No quiero pensar más, ayúdame a olvidar su ausencia.
Quería dejar de pensar para dejar de recordarlo. Quería besar a Hashton hasta sentir dolor, quizás la noche se haría más corta y menos agonizante de ese modo.
Esa noche quería jugar unas horas a quererlo. Aunque sabía que en su piel no encontraría el sabor de los besos y los sueños que Harrry robó, en lo único que podía pensar era en llenar el espacio vacío que había dejado él.
Necesitaba que abrigaran el frio de mi corazón antes de que este terminara congelándose.
–Bésame. –le pedí. Era una súplica–. Bésame y sabrás lo que siento.
Se aplacó a mirarme con los ojos ensombrecidos por tristeza. Durante numerosos segundos capturó mi mirada y sentí que me enamoré de esos ojos, su cuerpo se encimó sobre el mío y mi corazón terminó acelerado, respiró sobre mi rostro, su aliento era frio y me erizaba la piel.
–Linda elígeme a mí. –Su voz vibró como una plegaria desesperada–. Te amo con locura, por favor se mía.
Cerré los ojos, algo estaba doliéndome en mi interior. Los candentes labios de Hashton se resbalaron sujetando los míos.
Mi respiración se volvió entrecortada cuando sus manos se deslizaron a través de mi abdomen y su pecho desnudo aplastaba el mío.
Harry, pensé en él, sus caricias fueron tan similares, me hacían sentir el cuerpo arder. Si Hashton se proponía ser seductor podía serlo. Me agradó que tocara la superficie alrededor de mi ombligo por encima de mi ligero vestidito, me agradó que sus labios se posaran en mi escote con deseo. Y seguí pensando en Harry, era muy fácil imaginarse que era él, por un momento abrí mis ojos y a través de mis pestañas vi su perfecto rostro igual al de su hermano. Me impacienté. Lo tomé del cuello de su camisa y lo besé como si fuera Harry. Bajo su peso a penas pude respirar.
–sí, Hashton. –le dije con zozobra–. Me enamoré de ti, seré tuya, soy tuya. –balbuceé entre besos.
Eso sí que fue para él algo estimulante ya que se dejó caer más sobre mí y entrelazamos nuestras piernas al mismo tiempo que sus labios recorrían mi hombro desnudo. Cada milímetro de mi piel se estremecía, la suavidad de sus labios me provocaba escalofríos.
–siempre deseé que dijeras eso. –también tartamudeó delirante y entrecortado por nuestros besos.
Pasé mis manos por su pecho, cada uno de sus músculos se tensaba a medida que lo tocaba. Encajó su nariz a un costado de mi cuello y aspiró aire para recordar mi aroma. Él tenía en su piel un varonil aroma a sándalo, cuero y lavanda.
En el punto en que el momento pareció llegar demasiado lejos, justo después de que me apeteció morder el cuello jugoso de mí... Esposo.
–mío. –susurré por instinto.
Él dejó de besarme.
–segura que quieres hacer esto? –no entendí el significado de las palabras en ese instante.
–qué? Hacer qué? –musité desorientada.
Él sonrió de manera espléndida y hermosa para luego darme un fraternal beso en la frente.
–Te amo. –lo oí decir y se apartó de encima de mi cuerpo arrimándose a mi lado, pasando sus brazos a mi alrededor mientras que rodeaba mis caderas con una de sus piernas y conservaba su sonrisa matadora.
Me volví hacia él, le di un abrazo necesitado, sumergiéndome en el aroma de su piel y apoyando mi cara en su desnudo pecho me perdí en mis pesadillas sobre Harry.
bueno chicas aqui les dejo los 2 capiis del dia espero ke les guste :) bno bye beshitos :*
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro