Capítulo 4: SALIDA
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SOL
— Dios...no se cual sea tu propósito al traerlo a mi vida una vez más...solo te pido que hagas en mi vida tu voluntad...
Me paré del suelo donde estaba arrodillada orando y me senté en el borde de mi cama.
Miré hacia el pequeño escritorio que estaba frente a la ventana de mi habitación, observe mi biblia, me levanté y la tomé entre mis manos, la abrí y me encontré con un hermoso pasaje.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2
La voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta.
Se que el tiene cosas grandes y maravillosas para mi vida, yo lo creo y por eso dejaré que el guíe cada uno de mis pasos.
— ¡¡Sol!! — gritó mi madre desde el comedor — ¡¡ven a comer!!
— ¡¡Ya voy!! — respondí, salí de mi cuarto y bajé.
Mis padres ya estaban sentados, me senté en la silla frente a la mesa y luego de orar por los alimentos nos dispusimos a comer.
— ¿qué tal te fue hoy? — me preguntó mi padre
— bien — respondí
— ¿segura? — cuestionó mamá
— si, solo que me encontré con alguien que crei que no volvería a ver...
Caleb...
Aquel pequeño niño que conocí hace muchos años en la playa, ahora era un joven. Y debo admitir que muy lindo.
<¿Lindo? No, yo no dije eso...>
Muchas veces en mis oraciones de niña le pedía a Dios volver a verlo, desde aquel momento en el que coincidimos supe que se había robado mi corazón.
Aunque yo era tan solo una niña de 8 años me enamoré completamente de él, de Caleb.
Nunca imaginé que Dios nos haría coincidir nuevamente, la pregunta era ¿sería para siempre?
[.....]
Al día siguiente...
Por la mañana me diriji hacia la universidad como de costumbre.
Mientras caminaba por los pasillos escuché que alguien gritó mi nombre.
— ¡¡SOL!!
Volteé y me encontré con...
— Hola Mateo — le regalé una cálida sonrisa.
— ¿cómo está la mujer más hermosa de todo el mundo? — preguntó
— ¿quién será ella? — rió
— Tú — me mira sonriendo — por cierto ¿aceptas ir conmigo por un helado?
— oh realmente me gustaría, pero ya tengo planes para hoy...
— bien...— hizo una mueca — Oye Sol, de verdad tú me gustas, y me gustaría que fuéramos algo más que amigos...
— Mateo ya hemos hablado de eso — le dije — Yo...Yo solo te veo como un amigo...
— ¿es por eso que jamas has aceptado salir conmigo? Siempre pones excusas...
— no es por eso, Sabes que podemos salir como amigos pero...
— ¿pero que?
— no, nada olvídalo
— okey, si cambias de opinión con respecto a ir por helado, macramé — me guiñó el ojo y se marchó de ahí.
Mateo era un buen joven, atento, caballeroso y por supuesto, era Cristiano.
Físicamente era: Alto, cabello café claro, ojos color miel y piel blanca como la nieve.
Y si, él estaba enamorado de mi, pero yo, yo solamente podía verlo como un amigo, como un hermano en Cristo.
Lo conozco desde que tenía 15 años, cuando ingresé a la preparatoria, el acababa de mudarse y no conocía a nadie, aún recuerdo aquel primer día en que él se acercó y me pidió ayuda con los problemas de Matemáticas.
Y no es que no quiera salir con el, por que si hacemos planes pero...cada vez que llega el momento algo sucede, como aquella vez que habíamos quedado de ir a caminar por la playa, unas horas antes mis abuelos llegaron a visitarnos por lo que tuve que cancelar lo que tenía planeado hacer.
— Hola Sol
— Hola Iris
Iris, es mi mejor amiga, una chica muy sociable y amigable, muy diferente a mi, que en ocasiones me cuesta relacionarme con los demás, ella tiene el cabello negro corto hasta los hombros, ojos azules celestes, y su piel es tan blanca.
— ¿Hoy saldrás con ese chico? — me preguntó alzando las cejas divertida
— Se llama Caleb, y si, hoy por la tarde
— me pregunto si Mateo no se pondrá celoso al saberlo.
— no tiene porque, solo somos amigos...
— pero sabes que a él le gustas
— ya, pero no tiene nada de malo que salga con Caleb...
— es menor que tú — rió
— no es cierto — respondí — somos de la misma edad.
— ¿en serio?
— ¿si? — Realmente no sabia que edad tenía Caleb.
Yo tenía 20 años, los cumpli en Mayo.
El día se pasó volando, entre clases, exposiciones, prácticas y tareas.
Salí de la universidad a la 1 de la tarde, volví a casa y luego de comer algo ligero me diriji hacia la empresa de mis padres: "LOVE AND HOPE"
Al llegar entre y me diriji hacia el cuarto donde estaban los perritos que habíamos encontrado abandonados la semana pasada, cuando los encontramos se veían enfermos pero después de asearlos y darles de comer ya estaban bien, muy felices.
Me gustan mucho los animales, en especial los perros.
Después de jugar un rato con ellos fui a la oficina de mis padres, cuando iba a abrir la puerta escuché que ellos estaban hablando.
— Sabes que te amo Edward — dijo mamá
— y sabes que yo te amo mas Denisse — le respondió papá
Me encantaba la forma en la que se trataban, siempre estaban felices, jamás los veía enojados y si discutían solucionaban sus problemas dialogando.
<algún día quiero tener ese tipo de relación con la persona indicada> pensé.
Entré, mis padres se sorprendieron al verme ya que los sorprendí a ambos besándose.
— Hola Mi sol — saludó papá
— Hola cariño — dijo mamá — nos atrapaste — todos reímos
— Hola — les dije — pensaba salir con un amigo esta tarde
— ¿un amigo?
— si papá, un amigo...
— ¿Mateo?
— no mamá, no es Mateo — dije negando con la cabeza y riendo
— okey ¿cómo se llama?
— se llama Caleb, es un chico nuevo — respondí
— bueno solo no regreses tarde — advirtió papá.
— No lo haré, adiós, iré a la casa a alistarme, los quiero...
— nosotros también te queremos mucho — dijeron juntos
Volví a casa, me aliste, y en pocos minutos estaba lista.
En realidad fueron 30 minutos los que tarde para arreglarme.
Espere a que fuera hora y me diriji hacia el lugar que habíamos acordado.
Al llegar, él ya estaba ahí, luciendo tan radiante.
Me acerqué lentamente y le dije:
— Hola
— Hola — respondió él con una sonrisa
— Gracias por venir
— Gracias a ti por invitarme
Ambos entramos al local en el que vendían helado, el logotipo era de un adorable pingüino con un helado en su mano.
Nos estamos en una mesa pegada a la ventana, quedando uno enfrente del otro.
La mesera llegó y ambos ordenamos el tipo de helado que queríamos comer.
— ¿llegaste hace poco aquí? — le pregunté intentado empezar una conversión.
— Si, dos días antes de que las clases comenzarán.
— ¿en que año estas?
— bueno, acabo de entrar...— dijo — es mi primer año ¿y tu?
— tercer año, la carrera que elegí dura 4.
— oh — susurró — ¿y que estudias?
— Astronomía — dije con una sonrisa
— ¿es en serio? Yo estudió lo mismo — dijo.
— Wow, que coincidencia.
— así parece — sonrió
— Caleb, ¿qué edad tienes?
— 18, los cumpli en Junio ¿tu?
— Oh, soy mayor que tu, tengo 20
— bueno no es gran diferencia...
Pronto la mesera llegó con nuestros pedidos, y mientras conversábamos disfrutábamos del riquísimo helado.
Fue un día inolvidable el que pasé junto a Caleb.
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