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SOL

Rota.

Así me sentia.

Sin esperanzas.

Sin fuerzas para seguir viviendo.

Mateo había robado hasta la última pizca de felicidad que había en mi, y desde aquella noche no he parado de preguntarme ¿Si decía amarme por que me hizo eso? ¿Por qué me destruyo la vida?
Jamás pensé que él sería capaz de algo así, lo conozco de hace años y siempre había sido tan respetuoso conmigo, no logro entender que pasaba por su cabeza en ese instante.

Cuando una estrella muere primero su núcleo se convierte enteramente en Helio, luego se vuelve más fría y brillante, hasta que finalmente muere....
Es decir las estrellas que más brillan en el cielo es por que están a punto de morir.

Caleb decía que yo era su estrella, si lo era era una de esas más brillantes por que estaba a punto de morir, el frío inundaba mi corazón.

Ya no sería una estrella, ya no tenía ganas de brillar, solo quería morir de una vez por todas.

El coche de mi padre se detuvo frente a la casa de Caleb, si, habíamos viajado para ir a su velorio.
Mamá bajo del asiento del copiloto, Rosalie estaba sentada junto a mi.

— ¿estás bien? — preguntó, asentí con la cabeza.

Nos bajamos del auto y entramos al interior de la casa.

Se me rompió el corazón al ver a la pequeña Daniela llorar frente al ataúd, mientras sus padres intentaban consolarla.

Gabriela, la hermana de Samuel se acercó a mi y me abrazó.

— Sol, me alegra que hayas venido, supe lo que ocurrió contigo, no ha sido tu culpa, todo estará bien, confía en Dios...

¿Dios? Hasta ahora no me había hablado con él.
No lo culpaba pues sabía muy bien que él no tenía la culpa de nada, sabía bien que mientras hubiera voluntad en el mundo, el mal siempre trataría de destruirnos.

En San Juan 10:10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Pero para eso había venido Cristo, para darnos vida en abundancia y restaurar lo que él enemigo había destruido.

Quizás en ese momento me sentia perdida, sucia, indigna de amor, pero sabia que Dios me ayudaría a salir adelante, no sería fácil pero sería posible.

Me acerqué a la mamá de Caleb y la abracé.

— lo siento tanto — dije

— yo también siento mucho lo que te ha pasado a ti...— dijo — ¿vas a estar bien?

— Si — respondí con un nudo en mi garganta.

— Gracias, Gracias por haber hecho muy feliz a mi hijo...

Saludé al padre de Yislem y a Gabriela quien se aferró a mi y no quería soltarme.

Horas después llegó el momento de sepultar el cuerpo de Caleb, así que nos dirijimos al Panteón de la ciudad.

Al llegar allá muchas todos los familiares de Caleb ya estaban reunidos, también algunos de sus compañeros de clases habían venido, me sorprendió ver a Suheyla también.

El pastor de la iglesia a la que asistían sus padres era quien se encargaría de dar el mensaje.
Comenzó citando en Salmos 48:14

Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;
El nos guiará aun más allá de la muerte.

La muerte no es el fin de todo, solo es el inicio de una nueva vida para quienes han aceptado a Jesús en sus corazones.

Caleb, un joven con grandes sueños y metas por delante, quería viajar hasta el espacio exterior y conocer el universo.
Quizás no lo ha logrado, pero ha llegado a un lugar mejor, un lugar donde no hay dolor, no hay sufrimiento.

Cuando el pastor terminó de hablar dejó el lugar para quien quisiera despedirse.

Me solté del brazo de mi padre y lentamente caminé hasta el ataúd.

Ahí estaba él, con el rostro iluminado y una sonrisa, tenía paz.
Parecía que solo estuviera durmiendo.

Al verlo comenzé a llorar, ya jamás lo vería, jamás escucharía el sonido de su voz o su risa, jamás sentiría sus brazos rodearme en un abrazo, jamás sentiría sus labios sobre los míos.
Ya nada sería igual sin él.
Jamás escucharía salir de sus labios: Mi Sol.

Al estar ahí recordé todos los momentos que habíamos pasado juntos.

— voy a extrañarte tanto Caleb...tu siempre serás mi primer amor...
Te amo y te amare por siempre...

— todos lo extrañaremos — dijo alguien a mi lado, volteé, era Elías el mejor amigo.

Volví a mi lugar junto a mi padre.

Aunque en esta vida no tenga riqueza
Se que allá en la gloria, tengo una mansión.

Una joven con una guitarra comenzó a cantar a medida de que las personas pasaban a ver por última vez a Caleb.

Cual alma perdida, entre la pobreza
De mi Jesucristo tuvo compasión.

Más allá del sol, más allá del sol
Yo tengo un hogar, hogar bello hogar
Más allá del sol.

De un momento a otro las personas ya se hallaban bajando el ataúd para ponerlo bajo tierra.

Así por el mundo, yo voy caminando
De pruebas rodeado y de tentación.

Iba a ser difícil continuar en un mundo sin él, pero...estaba bien...Dios tenía el control de la situación.

Pero a mi lado, viene consolando
Mi bendito Crito, en la turbación.

Mi corazón lloraba al ver como el cuerpo de Caleb ya estaba bajo tierra, ya jamas volvería a verlo.

Más allá del sol, más allá del sol
Yo tengo un hogar, hogar bello hogar
Más allá del sol.

Más allá del sol, más allá del sol
Yo tengo un hogar, hogar bello hogar
Más allá del sol.

Ahora él estaba en un lugar mejor, había soñado con viajar al espacio y ahora más que eso, había viajado más allá del sol.

Miré hacia el cielo que estaba nublado.

— Dios, no puedo — dije entre lágrimas — no puedo con todo esto.

Cuando estaba por marcharme, Samuel me detuvo.

— Sol, quiero darte esto — me extendió un cuaderno, el mismo que Caleb tenía aquella noche.

— ¿por qué?

— él querría que lo tuvieras, confío en que Dios te mostrara que hacer con él.

— Gracias — dije, me di la vuelta y me fui junto a mi familia.

[.....]

Esa misma tarde volví a casa junto a mis padres y Rosalie.

Al llegar lo que hice fue ir a mi habitación y encerrarme.

Me quería morir, quería acabar con todo mi sufrimiento.

Sabia que Dios estaba a mi lado pero mis fuerzas para seguir luchando ya se habían acabado.

Ya nada sería igual en mi vida, lo ocurrido aquella noche había marcado tan profundamente mi vida.

Seria difícil para mí olvidar todo.

¿Volvería a brillar? ¿Volveria a ser feliz?

¿Habría algun propósito con todo eso?