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Capítulo 2: ¿ME RECUERDAS?

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CALEB


Primer día de clases...

Abrí mis ojos en cuanto oí un ruido.

Chequé el reloj que estaba en una mesa a un lado de mi cama.

7:45

¡Oh no! ¡no puede ser!

Rápidamente me levanté de mi cama y ¡Auch!, Caí de boca al suelo, me atore con las sábanas. Como pude logré pararme.

Entré a la regadera y me di un baño Express, me cepille los dientes, me cambié lo más rápido que pude, tomé mis cosas y salí corriendo hacia la universidad.

Tan solo me quedaban 5 minutos para llegar, lo bueno era que el departamento estaba a un costado.

Anoche me quedé a altas horas de la noche desempacando las últimas cajas que me faltaban.

En poco tiempo ya estaba dentro del campus universitario, corriendo por los pasillos, hace unos minutos que ya habían timbrado para la primer clase.

¡Vaya! ¡mi primer día y llegué tarde!

Cuando llegué a mi aula correspondiente, el profesor ya estaba dando la clase pero aún así me permitió ingresar con la condición de que fuera más puntual la próxima vez.

Me senté en un pupitre hasta el fondo del salón en un rincón, en el único asiento disponible que había.

— Tienes suerte de que te dejara entrar — escuché que dijo alguien a mi lado.

Volteé a ver de quien se trataba, era un chico de pelo negro, ojos del mismo color, piel blanca y usaba lentes.

— justo cuando llegaste el profesor estaba hablando de que no toleraría la impuntualidad...

— oh — fue lo único que dije

— Soy Elias — me extendió su mano y yo la tome en forma de saludo.

— gusto en conocerte, me llamo Caleb...

— Caleb, eh, es un nombre bíblico ¿cierto?

— si, el tuyo también — sonreí

— así es — dijo — eres...— se quedó pensativo, quizás buscando como preguntarme, pero rápido entendi a lo que se refería.

— ¿Cristiano? — asintió con la cabeza — si, supongo que tu también.

— si, exacto...

— ¡Genial hermano! — exclamó alegre

Todos los demás voltearon hasta donde nosotros estábamos. Elias había hablando tan alto que todos lo oyeron.

— ¿tienen algo que compartir con la clase? — preguntó el profesor

— no, nada — negué con la cabeza

— bien — respondió — entonces, guarden silencio y pongan atención.

Elias a mi lado solo reía por lo bajo.

[.....]

10:30 a.m

Era hora del almuerzo, junto a mi nuevo amigo y hermano en Cristo: Elias.

Después de formarnos por unos minutos para comprar la comida, nos dirijimos a una mesa vacía en una de las esquinas de la cafetería.

Elias se sentó y yo hice lo mismo, quedando así frente a frente.

Mientras comíamos platicamos sobre varias cosas que nos parecían interesantes.

Descubri que teníamos cosas en común como por ejemplo: tocar la guitarra y a él también le llamaba la atención sobre el universo.

De pronto cuando volteé hacia una de las mesas de enfrente de donde estábamos, algo llamó mi atención, bueno más bien alguien: había una chica de pelo castaño, no pude ver su rostro ya que estaba de espalda a mi.

No sé por qué pero tenía la sensación de que la conocía. Pero ¿de dónde?

Esa chica estaba junto a sus amigas riendo, de pronto una de ellas le dijo:

— ¡Sol, Vamos!

¿Sol? ¿Será mi sol? ¿la sol que estoy buscando?

La chica se puso de pie, y se fue junto a su amiga, las otras aún se quedaron sentadas.

No pude evitar observarla y preguntarme si realmente sería a quien buscaba.

— ¡¡Torre de control llamando a Caleb!! — la voz de Elias me sacó de mis pensamientos.

— ¿qué? Perdón no te estaba escuchando ¿dijiste algo?

— llevó más de 3 minutos hablando y tu ni caso me haces

— lo siento — me disculpe — estaba distraído

— lo noté — dijo para luego darle un sorbo a su bebida — estabas viendo a una chica — alzo sus cejas divertido

— ¿Quién? ¿Yo?

— si tú — me señaló

— yo...eh...yo no...— me puse nervioso, mi amigo me miraba con la ceja arqueada — okey, si estaba viendo a alguien.

— te lo dije — rió

— tengo el presentimiento de que es alguien que conocí hace tiempo — dije — ¿tú no la conoces?

— ¿a la chica de pelo castaño que estabas viendo? — asentí con la cabeza — si, se llama Sol.

— ¿vive Aqui?

— ¿Aquí? No como crees, es la escuela no puede vivir aquí — Soltó una carcajada

— me refiero a en esta ciudad — dije entre risas.

Elias era muy bromista, muy divertido.

— ah, si, vive cerca del océano — explicó — sus padres son dueños de un centro de ayuda para los animales que no tienen hogar.

— oh, eso es muy lindo

— lo es...

— ¿Que edad tiene ella?

— No lo se, quizás como entre 19 o 20, solo se que va en tercer grado.

— ¿cómo es que sabes tanto de ella? — le pregunté

— no es mucho lo que se

— bueno, pero eso ¿cómo lo sabes?

— ¿ya he mencionado que es una buena amiga mía?

— ¿es amiga tuya y no me lo dijiste?

— no preguntaste — se encogió de hombros — y además no sabes si es ese alguien que conociste hace tiempo.

— buen punto — dije.

Realmente no sabia si era quien yo buscaba, Si era Sol, La Sol que conocí y de quien me enamoré de niño.
O quizás solo era alguien más, Sol es un hombre muy común.

[.....]

Horas después las clases ya habían terminado, Tomé mis libros y los metí en mi mochila.

Caminé por los pasillos lentamente observando todo a mi alrededor.

Elias se había quedado en la biblioteca, yo preferí adelantarme e ir a mi departamento a descansar un poco, este había sido un largo y Agotador día.

Cuando de pronto sentí como algo impactó contra mi tan fuertemente que me hizo caer al suelo.

— ¡oh! ¡cuanto lo siento! ¡Perdón! ¡es que venía corriendo y no te vi!

¿qué acaso soy invisible? — pensé, definitivamente hoy no era mi dia, en la mañana me caí de la cama, llegué tarde a clases y ahora una caída.

— ¿estás bien? — preguntó mientras tomaba mi brazo y me ayudaba a pararme.

Alcé mi vista y me encontré con...

¿Será posible? ¿Será ella?

Una chica hermosa, de ojos verdes hipnotizantes, cabello castaño ondulado, piel Blanca, labios rosados, me miraba fijamente.

Era la misma chica que vi en la cafetería, Sol.

Me había quedado sin palabras, no sabia que decir.

— ¡Hola...¿estas bien?! — ondeó su mano frente a mi.

— eh, si perdón, si estoy bien — respondí

— lamento haberte tirado al suelo

— descuida no hay problema — dije

— Okey...

— ¿me recuerdas? — pregunté y luego me arrepentí de hacer esa pregunta.

Ella me miró extrañada y luego de unos segundos de silencio dijo:

— perdón, no se quien eres...

— perdón, quizás te confundí con alguien más — sonreí nervioso

— quizás si — sonrió también

Su sonrisa, su sonrisa era la misma, estaba cien por ciento seguro de que era ella.

Ya no era aquella pequeña niña, ya había crecido, pero su tierna sonrisa seguía presente en su rostro.

— Tengo que irme — dijo — Adiós — se dio la vuelta y se marchó

— Adiós — susurré mientras la observaba alejarse.

<Gracias Dios por haberla encontrado>

Ella no me recordaba y lo entiendo, han pasado tantos años, nosotros éramos tan solo unos niños.





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