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VII

El otoño estaba llegando a su fin y podía sentirlo en el aire fresco y crujiente que se colaba por las rendijas de la ventana. Desde mi acogedor rincón en casa, observé cómo las hojas doradas y rojas que habían adornado el suelo durante semanas comenzaban a desprenderse de los árboles y formar pequeños montones alrededor del jardín.

El sol de la tarde se filtró a través de las cortinas, proyectando sombras largas y cálidas en la habitación. Me estiré perezosamente en mi mullido cojín, disfrutando de la tranquilidad del momento. Un viento ligero hizo danzar las pocas hojas que quedaban en los árboles, creando un hermoso espectáculo de colores y movimientos ante mis ojos curiosos.

Pude percibir en el aire un cambio sutil, una sensación de quietud y expectación. Las aves que solían revolotear en el jardín ahora parecían haber buscado refugio en lugares más cálidos, dejando espacio para la llegada de la estación más fría.

Un movimiento inusual llamó mi atención. Me acerqué a la ventana, con las orejas atentas y mi cola moviéndose suavemente con curiosidad. Alicia, intrigada, se unió a mí y ambas nos asomamos al exterior. Desde esa posición observamos cómo una camioneta de mudanzas se detuvo frente a la casa de al lado. Al parecer, una nueva familia se mudaba.

El ruido del motor de la camioneta de mudanzas resonó en la calle tranquila rompió el silencio del vecindario. La camioneta era grande y de color blanco, con letras desvanecidas que apenas se distinguían en los costados. Los neumáticos crujieron sobre la grava mientras se detenía, y el conductor apagó el motor, dejando un eco de silencio momentáneo antes de que comenzara la actividad.

Poco después, un auto aparte se estacionó detrás de la camioneta de mudanzas. Una familia bajó del auto: una mujer con cabello castaño y esponjoso que danzaba con el viento, un hombre alto y de aspecto fuerte, y un niño pequeño. La mujer, con una sonrisa cálida y acogedora, se adelantó hacia la casa, mientras el hombre, que parecía ser su esposo, se quedó hablando con el conductor de la camioneta de mudanzas.

A su alrededor, varios trabajadores de la mudanza comenzaron a bajar cajas y muebles del camión. La puerta trasera de la camioneta se abrió, revelando una colección de muebles, cajas etiquetadas y bolsas llenas de pertenencias. Los trabajadores, con uniformes oscuros, se movían con eficiencia, trasladando los objetos hacia la casa nueva.

Pero lo que más llamó la atención de Alicia fue el pequeño que se asomaba detrás de su madre. Aunque estuvo parcialmente cubierto, su cabello castaño y rizado sobresalió. Alicia, con su corazón latiendo rápido, murmuró con una risa suave:

—¡Parece una nube de chocolate!

Maullé suavemente, de acuerdo con la observación de la pequeña humana. Alicia se rió, disfrutando de la imagen que había creado en su mente. La idea de una nube de chocolate la llenaba de felicidad; a la cría humana le gustaban las cosas suaves, esponjosas y el chocolate. Se quedó mirando al niño, sus manos jugueteando con el borde de su vestido, un gesto que hacía cuando se sentía nerviosa o emocionada.

Mientras la familia ayudaba cargando cajas y muebles de la camioneta, Alicia y yo continuamos observando con atención. La mujer organizaba con destreza los objetos, mientras que el hombre ayudaba a su hijo a bajar una caja que parecía más grande que él. El pequeño luchaba por sujetarla, pero su madre lo animaba con dulzura, brindándole palabras de aliento. O por lo menos eso parecía desde la distancia.

El ambiente se llenó de risas y charlas, y la curiosidad de Alicia fue en aumento. Se preguntaba cómo serían sus nuevos vecinos, qué les gustaba hacer y si el niño tendría los mismos intereses que ella. Mientras tanto, me acurruqué en el suelo, observando con atención. "Espero que sean buenos vecinos. Parece una familia amable", pensé mientras movía suavemente mi cola.

"La nueva familia parece amigable, pero siempre es mejor mantener un ojo en ellos. Nunca se sabe quién puede ser una amenaza."

A medida que el tiempo avanzó, la nueva familia continuó organizándose, y Alicia no pudo evitar sentirse ansiosa por conocerlos. Era la primera vez que la veía de ese modo; por lo general, no le gustaba conocer gente nueva. Se quedaba cerca de la ventana, observando cada movimiento, sus dedos tocando ligeramente el cristal mientras seguía con la vista al niño de cabello rizado.

Finalmente, la mujer giró la cabeza y vio a Alicia parada frente a la ventana. Con una sonrisa brillante, la saludó con la mano. Alicia se escondió rápidamente detrás de la cortina, su corazón latiendo rápido. Yo la miré y maullé suavemente, intentando tranquilizarla. "No hay de qué asustarse, Alicia. Solo son vecinos nuevos", pensé.

Después de un rato, Alicia se armó de valor y volvió a asomarse. Observó que los vecinos ya no la miraban, ocupados en descargar más cajas de la camioneta. La mujer organizaba algunas plantas en el jardín mientras el hombre colocaba muebles en la entrada. El niño de cabello rizado ahora ayudaba a su padre, llevando pequeños objetos con mucho cuidado.

De repente, se escuchó el ladrido de un cachorro. Alicia se tensó y miró rápidamente hacia la fuente del ruido. Un pequeño perro, de orejas grandes y cola moviéndose alegremente, salió corriendo del auto para unirse a la familia. "Vaya, algún defecto tenían que tener", pensé, mientras observaba al cachorro ladrar y saltar alrededor de los nuevos vecinos.

Tiene mucha energía, siempre saltando y corriendo de un lado a otro. Ojalá no intente perseguirme.

Alicia pareció más interesada que asustada. Observó al cachorro con curiosidad, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Yo, por mi parte, seguí observando desde mi lugar, pensando en cómo cambiarían nuestras vidas con estos nuevos vecinos y su ruidoso perro.

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Un perro ha aparecido en la historia 👀, ¿amigo o enemigo de Nyx?

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