11
No sé cómo el sentimiento enraizó en mí pero cuando me di cuenta ya no podía evitarlo. Quizás era porque llevaba semanas cuidándome a pesar de no tener una obligación real. O porque dormía conmigo cuando tenía pesadillas. Quizás era porque siempre conseguía hacerme sonreír a pesar de que le encantaba avergonzarme.
O quizás, simple y llanamente, era porque no se podía estar cerca de alguien como Garrett y que no te gustara. Y no era por sus rasgos vampíricos ni por la atracción que provocaba su especie en nosotros. Era simplemente porque...bueno, porque era Garrett.
Y había una consecuencia inesperada de todo ello: los celos. Nunca fui una persona celosa, tampoco había tenido un interés amoroso hasta que llegué a Forks. Y cuando estaba con Edward me sentía tan deslumbrada porque me hiciera caso, porque me quisiera a su lado, que si alguna chica intentaba ligar con él lo veía totalmente lógico. Además de que él nunca cruzaba más de dos palabras con el resto, lo que hacía muy difícil sentir algún atisbo de celos.
No es que no fuera lógico querer ligar con Garrett, era la cosa más lógica que Jessica había hecho en toda su vida, probablemente, pero él era tan cercano y accesible que la punzada de celos cuando le sonrío amablemente en clase me pilló por sorpresa y me puso de mal humor durante el resto del día.
-¿De verdad este trasto no puede ir más rápido?
-No te metas con la camioneta. –casi gruñí con la vista clavada en la carretera.
Pude ver su ceja alzada por el rabillo del ojo.
-Pensé que el mordía era yo. –sus anillos chocaron contra la puerta al golpearla ligeramente siguiendo el ritmo de la música que había puesto en la radio. Siempre tenía la manía de viajar con la ventana abierta. -¿Qué te pasa, humana?
-Nada. –contesté con rapidez e intenté que mi ceño no se frunciera cuando mi mente recordó a Jessica haciéndole ojitos esa mañana.
-¿Estás nerviosa por el encuentro?
Su pregunta me hizo sentirme un poco tonta. Ahí estaba yo, portándome como una niña consentida cuando íbamos a hacer algo realmente peligroso para él: reunirnos con la manada de Sam. Ni siquiera sabía cómo Sam había aceptado reunirse con nosotros apenas unos días después de que se me ocurriera la idea, pero era una gran oportunidad y no podíamos desaprovecharla.
-Un poco. –respondí suavizando mi tono y giré la cabeza apenas unos segundos para mirarle. –Intenta no meterte con ellos, ¿vale? Son irascibles.
-¿Entonces no puedo darles las golosinas perrunas que tengo en el bolsillo?
Su fingida cara de decepción me hizo sonreír mientras agitaba la cabeza, en un gesto de negación.
-No tienes remedio.
-Te encanta que no lo tenga. –replicó con su característica sonrisa torcida.
No sabía hasta qué punto eso era cierto pero me mordí la lengua para no contestar.
La reunión fue bien. Obviando el hecho de que estábamos en mitad del bosque, separados sólo por la línea imaginaria que trazaba la frontera entre ambos territorios. El único con forma humana era Sam y podía notar los ojos de Jake clavados en mí. Era extraño asociar a mi amigo a un enorme lobo marrón pero sus ojos eran idénticos.
Garrett se estaba comportando de una manera diplomática que nunca había visto y me di cuenta de la seriedad con la que se tomaba capturar a Victoria. Habían acordado que los lobos podrían entrar al territorio de los Cullen para intentar acorralarla junto con Garrett aunque a él no lo dejaban pasar al suyo; hecho que me parecía totalmente injusto.
-Una condición más. –la voz de Sam era grave y observaba a Garrett como si estuviera calculando cuánto le costaría acabar con él. –Dejarás de asesinar humanos.
Ya estaba. Ese era el fin de nuestro acuerdo. El vampiro que tenía a mi lado podía ser amable y divertido pero era bastante intransigente con que la gente le dictara cómo debía o no vivir su inmortalidad.
-Hecho.
Lo miré abriendo los ojos como platos ante la sorpresa. Ni siquiera se lo había pensado. Estaba tan asombrada por ello que apenas fui consciente de la última mirada que me dirigió Jake antes de que volviéramos a la camioneta.
Fue una vuelta a casa silenciosa mientras intentaba poner en orden mis ideas. Charlie aún no había vuelto del trabajo y lo agradecí porque necesitaba hablar con Garrett. Técnicamente podíamos ir a su casa, de hecho nunca la había visto, pero me había contado que había alquilado una a las afueras del pueblo; pero mi casa parecía ser el lugar en el que siempre acabábamos.
-¿Por qué has hecho eso? –cuestioné por fin después de dejar el abrigo a un lado y plantarme en mitad del salón donde él ya se había acomodado como si fuera su sofá.
Vi la confusión en sus ojos.
-¿Pactar con los lobos? Pensé que íbamos a eso.
Negué con la cabeza.
-Acceder a no beber sangre humana.
Vi aparecer una arruga entre sus cejas y se inclinó hasta apoyar los codos sobre las rodillas con su mirada fija en mí. Su camiseta se amoldó a sus bíceps y me obligué a no mirarlo demasiado.
-Pensé que no te gustaba mi dieta. -la sorpresa aún estaba en su voz.
-Y no lo hace pero eso no implica que alguien tenga que obligarte a cambiar.
-Tengo otras prioridades más importantes que mi alimentación ahora mismo.
-¿Capturar a Victoria? –obtuve un asentimiento por su parte. -¿Por qué? ¿Por qué es tan importante?
-Porque te mantendrá a salvo.
Sus palabras flotaron entre nosotros y mi corazón se sintió demasiado cálido ante esa confesión. Desvié la vista hasta mis pies mientras me cruzaba de brazos, intentando poner un escudo entre él y lo que me hacía sentir.
-Yo no merezco tanto la pena, Garrett. –musité. Porque era lo que pensaba, iba a tirar por la borda años de libre albedrío simplemente por mantener mi frágil vida a salvo. Los humanos nacíamos y moríamos; la inmortalidad era una posibilidad que se había marchado con Edward. Nadie me querría para siempre a su lado. Nadie lo había hecho nunca.
Vi sus pies repentinamente cerca de los míos y tomó mi barbilla entre sus dedos para alzar mi rostro delicadamente.
-Tú mereces todo, Isabella Swan. –había tanta seguridad en su voz y tanta calidez en su mirada que mi corazón se saltó un par de latidos y, por primera vez en mucho tiempo, tomé una decisión estúpida.
Acorté la distancia entre nosotros y uní mis labios a los suyos. Apenas un beso, más bien una caricia insegura que me robó el aliento. Noté cómo su cuerpo se tensaba, convertido en más piedra que nunca.
Me aparté con rapidez, mis mejillas ardían y estaba segura de que tenía el rostro de varios tonos diferentes de rojo.
-Lo siento, no he pen...
Pero no pude acabar la frase porque de repente su boca estaba sobre la mía mientras su mano ahuecaba mi mejilla. Era curioso, su piel estaba fría como el hielo pero no había ni rastro de esa frialdad en su beso. Garrett era fuego, dientes, lengua y pasión. Me besaba como si hubiera esperado por ello durante siglos y lo único que yo pude hacer fue rendirme ante ello.
Sólo pasaron un par de minutos o quizás un par de horas cuando se separó de mis labios. Abrí los ojos para encontrarme con su mirada, jamás nadie me había mirado así, como si fuera lo más precioso y a la vez lo más delicioso del mundo; como si quisiera devorarme.
-Tu padre ha llegado. –murmuró y esa frase apenas estaba penetrando en mi cerebro porque intentaba recuperar el aire robado mientras sentía mi piel en llamas. –Te veo arriba.
Antes de que pudiera decir nada había desaparecido y me encontraba mirando un hueco vacío.
-¡Ya estoy en casa! –el grito de Charlie me sacó de mi estupor. Llegó al salón justo cuando intentaba arreglarme el pelo, el recuerdo de los dedos de Garrett enredados en mi nuca mandaron un nuevo escalofrío por mi espalda. Me miró con preocupación. -¿Estás bien, Bells? Pareces acalorada.
-He estado haciendo limpieza. –me excusé rápidamente y huí hacia la cocina mientras hablaba. -¡La cena estará lista en diez minutos!
Apenas toqué mi propia cena, tenía el estómago demasiado revuelto, demasiado ansiosa por lo que había pasado. ¿Y ahora qué? ¿Qué ocurriría? ¿Se arrepentiría de ello? Yo era humana, no tenía mucho que ofrecerle. No a alguien como Garrett con la experiencia de decenas de años a sus espaldas...en muchos sentidos.
Pero no pude responder a ninguna de esas preguntas porque cuando llegué mi habitación estaba vacía. Miré mi móvil, me había llegado un mensaje del que no me había dado cuenta.
Los lobos han encontrado un rastro. Intentaré volver cuanto antes.
Suspiré. Genial, ahora estaría toda la noche mirando al techo reviviendo la escena una y otra vez. Mi móvil emitió un pitido.
Deja de darle vueltas y duérmete. Te escucho pensar a kilómetros de distancia.
Nos veremos pronto, humana.
Su mensaje provocó que una sonrisa tonta se instalara en mis labios y que mi piel hormigueara con la anticipación de su promesa. Pronto.
AHHH, POR FIN. Admito que me moría de ganas de publicar este capi así que esta recién salido del horno así que perdón si hay algún error ortográfico🙈
¿Qué os ha parecido? ¿Le tenéis envidia a Bella ahora mismo? Porque yo sí🤣
Recordar darle amor y comentar, sois maravilloses y me encanta leeros🥰🥰
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro