10
-Parecen jodidas estatuas. –masculló Jake a mi lado, rompiendo el silencio del claro.
Todos nos habíamos reunido esa noche en un pequeño claro cerca de una explanada donde recibiríamos a los Vulturi y a sus testigos. Todos inmóviles, dejando que la nieve cayera sobre nosotros sin importarnos.
-No creo que nadie tenga ganas de moverse. –comenté mientras mi mirada se desviaba hacia la tienda de campaña donde Garrett estaba con nuestro hijo.
-Ya bueno, yo prefiero esperar a la muerte en movimiento.
-¿Para que no te pille?
-Para distraerla del resto.
Sus ojos se desviaron hacia Edward que charlaba con Carlisle a unos metros. Rodeé mi propio cuerpo con los brazos, abrazándome a mi misma no por el frío sino por el dolor que estrujaba mi corazón. Jake y Edward apenas habían tenido tiempo de estar juntos, de ser felices. Era injusto.
-Lo siento. –acabé por decir cuando nuestros ojos se encontraron. Mi mejor amigo puso los ojos en blanco con un resoplido.
-Esto no es culpa tuya, todos estamos aquí por voluntad propia, porque queremos defender a los que amamos.
Eso me hizo alzar un poco la comisura de mis labios.
-Amor, eh.
Jake se cruzó de brazos con un gesto de indignación que le hacía parecer joven, tan joven como realmente era.
-Bah, si llega nuestra hora prefiero irme admitiendo lo que siento.
Eso me borró la tenue sonrisa del rostro.
-Gracias, Jake. –sus cejas oscuras se alzaron ante mis palabras. –Gracias por ser el mejor amigo que una chica torpe y dada a tomar malas decisiones puede tener.
Vi cómo sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas y cómo parpadeó rápido para que estas no se desbordaran.
-Anda ven aquí. –me dijo con la voz algo ronca antes de tirar de mí para ahogarme entre sus brazos. Era tan cálido como el fuego que Benjamin acababa de encender en un montón de leña apilada. –Te quiero, Bells.
-Te quiero, Jake. –musité antes de apretarle un poco para después soltarlo. Deseé poder llorar para aliviar ese molesto picor en los ojos. Carraspeé y señalé la tienda. –Iré a ver cómo están.
Asintió dedicándome una última sonrisa antes de marcharse hacia la hoguera donde algunos se estaban reuniendo.
El interior de la tienda estaba unos grados por encima del exterior y el olor de Garrett mezclado con el de Apolo me recibió, era así como olía mi hogar.
-¡Mami! –saludó mi hijo pero su rostro estaba más serio de lo normal.
-Ey pequeñajo, ¿qué estáis haciendo por aquí? –le pregunté mientras me acomodaba en su lado libre y le dedicaba una sonrisa a Garrett antes de acariciar el pelo de Apolo.
-Papi me está contando historias de sus batallas.
Arqueé una ceja para mirar a mi vampiro.
-Sin detalles. –me aseguró con una sonrisa torcida que no le llegó a los ojos. –No quería dormirse así que pensé en que unas cuantas historias serían buenas.
Apolo acarició el pequeño camafeo que le habíamos regalado por navidad, su color dorado contrastaba con el abrigo blanco que llevaba. Pensamos mucho cómo vestirlo y estuvimos de acuerdo que el blanco lo camuflaría mejor. La mochila estaba en una esquina de la tienda. Garrett no preguntó que había en su interior pero me dedicó un asentimiento cuando me vio meterla en la tienda horas antes.
Esa mañana había añadido un par de cartas escritas por mí. Una para Apolo y otra para Charlie. La única despedida que podía darle.
-¿Qué pasa, cielo? –le pregunté con dulzura cuando su pequeño rostro se apagó un poco.
Los ojos marrones, tan iguales a los míos, viajaron de su padre a mí.
-¿Vamos a morir?
Su pregunta dejó un silencio tenso dentro de la tienda mientras Garrett y yo intercambiábamos una mirada. ¿Qué podríamos decir? Era posible que esa fuera nuestra última noche juntos, no quería que lo recordara como una mentira.
-Ni mamá ni yo vamos a dejar que te pase nada. –la voz de Garrett era segura y tranquila mientras pasaba una mano por el pelo de Apolo.
-Tú estarás a salvo. –mi voz era como una cuerda tensada por la emoción pero me mantuve serena mientras besaba la frente de mi hijo. –Te lo juro.
Poco después Apolo se quedó dormido, ambos nos quedamos observándolo, contando cada una de sus respiraciones. Quizás esa era la última noche que lo veíamos dormir. La mano de Garrett encontró la mía y la apretó con fuerza.
Al menos salvaríamos a lo mejor que ambos habíamos creado en toda nuestra vida.
☀☀☀
La luz del día le daba al paisaje un aspecto casi de cuento. El blanco de la nieve contrastaba con el verdor de los pinos. Todos empezamos a movernos. Me acerqué a Leah, que ya estaba en su forma de lobo.
-Quiero que estés preparada para mi señal. –ante la mirada confusa en sus ojos lobunos me incliné un poco más hacia ella, mi voz apenas un susurro rápido para que nadie se enterara. –Si todo va mal eres la única que podrá sacar a Apolo de aquí. Él lleva todo lo necesario en su mochila.
La compresión le agrandó los ojos pero acabó por asentir. Asentí a mi vez tragando saliva. Ambas estábamos dispuestas a hacer lo que fuera por él.
Nos colocamos en una fila, lobos y vampiros, todos unidos con un objetivo común. Podía escuchar a mi familia despidiéndose a mi alrededor. Rosalie estaba abrazando a Apolo, su rostro escondido entre la melena rubia.
Yo miré a Garrett. No encontraba las palabras, no podía despedirme, no de él. Su mano sostuvo la mía y la alzó hasta que sus labios besaron mi anillo, el anillo que él me había dado.
-Pase lo que pase, ha sido un honor amarte, Isabella Swan.
Yo parpadeé con rapidez, el picor en mis ojos era casi tan insoportable como el dolor en mi corazón.
-Te amo, te amo, te amo...-era lo único que podía decir mientras mis dedos se enredaban en su pelo y mis labios encontraron los suyos. Si era así como iba a morir, estaba bien, estaba con el amor de mi vida, Apolo podría huir.
Podía hacer eso, podía hacerlo.
Llegaron en formación. Una fila de capas negras y rojas que contrastaban con el suelo blanco. Era la muerte deslizándome por la superficie nevada.
-Ya vienen los casacas rojas, ya vienen los casacas rojas. –murmuró Garrett a mi lado mientras yo apretaba a Apolo entre mis brazos.
Mis ojos se deslizaron entre los tres reyes mientras Aro intercambiaba unas palabras de cortesía vacías de emoción con Carlisle. Los reconocí por el cuadro que colgaba en una de las paredes de su estudio. Aunque la crueldad que desprendían en persona no era posible captarla en el lienzo. Vi a su guardia, a Jane, la pequeña joven que nos miraba a todos como si fuéramos apenas insectos en su zapato.
De ella era de la que más nos tenía que proteger, de ella y de su hermano. Levanté el escudo, rodeando a todos sólo por si acaso decidían atacar antes de escucharnos.
-Me gustaría ver a la criatura. –la voz de Aro era como una serpiente deslizándose por el suelo. Apreté a Apolo contra mi cuerpo en un acto reflejo pero asentí.
Garrett y yo nos movimos a la vez. Emmett y Leah nos escoltaban. Cada paso era una agonía, cada paso ponía a mi hijo más cerca de ese vampiro de mirada codiciosa y cruel.
-Hola, pequeño. –casi siseó y pude notar el gruñido de Garrett a mi lado. Los ojos rojos se dirigieron a él. -Tú eres el padre, ¿no es cierto?
-Así es, y Bella lo gestó siendo humana.
-Curioso. –su mano blanquecina se alzó hacia Apolo. -¿Me dejas verlo, pequeño?
Apolo, con su rostro serio que le hacía ver como mucho más mayor, se inclinó entre mis brazos y apoyó su manita en la mejilla de Aro. Tuve que resistir retirar su mano de él, apartarlo de ese hombre.
Los ojos de Aro parpadearon fascinados mientras Apolo le contaba su propia historia, su propia vida.
-Por favor. –su vocecita resonó a lo largo del claro que se había quedado en silencio mientras apartaba la mano de la mejilla del rey Vulturi.
-Veremos lo que podemos hacer. –le aseguró Aro, todo dientes brillantes y sonrisa falsa mientras tomaba la mano de Garrett para obtener su testimonio. No tomó la mía y lo agradecía, quizás mi don aún podía seguir siendo un secreto.
Volvimos a la seguridad de la multitud con mi escudo moviéndose a la vez que nosotros, como si fuera una parte de mí. Noté el primer pinchazo en él justo cuando Aro afirmaba que Apolo no era un niño inmortal.
Justo cuando Irina fue arrastrada hacia el frente. Cuando su cabeza fue cercenada y el grito de dolor de Kate y del resto de los Denali atravesó el claro como un tsunami. Todos se movieron rápido, frenándolos, impidiendo que ese ataque provocara una respuesta violenta que nos llevara a la batalla.
Reforcé el escudo, ahora atacado por múltiples puntos. Me permití dedicarle una sonrisa irónica a Jane y pude escuchar su gruñido incluso desde la distancia. Bueno, suponía que mi don no sería un secreto después de todo.
Pero estábamos perdidos, lo supe por el brillo de los ojos de Aro cuando afirmó que no sabíamos si Apolo sería un peligro para el resto. Lo supe cuando Jane sonrió y los zarcillos de sombra de su hermano se deslizaron por el escudo, buscando algún punto débil.
Coloqué a Apolo encima del lomo de Leah.
-Cuida de mi hijo y prepárate. –musité antes de dedicarle una última mirada a mi pequeño para después entrelazar los dedos con los de Garrett, el cual miraba a Apolo antes de apretar la mandíbula y mirar al frente.
Y entonces nuestra salvación apareció. Alice. Alice y Jasper. Alice, Jasper y dos testigos más. Una vampira y...un híbrido. Justo como Apolo. Otro ser mitad vampiro mitad humano que no sólo nos salvó sino que también nos dio la tranquilidad de saber que su crecimiento se había frenado al llegar a su madurez.
Apenas podía creer cuando las capas negras y rojas se fueron retirando. Cuando el claro quedó vacío. Nos habíamos salvado.
Nos habíamos salvado.
Los gritos de júbilo resonaron como fuegos artificiales a mi espalda. Risas y besos que llenaban esa explanada en el cual sólo esperábamos la muerte.
-¿Nos quedaremos juntos para siempre? –preguntó mi pequeño cuando lo volví a sostener entre mis brazos. Garrett nos abrazaba con fuerza a ambos, su sonrisa igual de ancha que la mía.
-Para siempre. –le aseguré antes de besar su cabeza.
-Mucho más allá del para siempre. –prometió mi vampiro abrazándonos tan fuerte que hizo que Apolo riera y que mi risa coreara la suya.
Mucho más allá del para siempre. Por supuesto que sí.
Ya llegamos casi al final de esta historia, sólo el epílogo y me da lástima dejarlos pero a la vez amo que nuestros papis sean felices🥺🥰
Recordar darle amor y comentar, nos vemos en el último capítulo de nuestros papis!🥰🥰
Y de regalo, una imagen más porque los amo🤭:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro