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08


Cuando me desperté me sorprendió verlo en el mismo sitio. Levantó la vista del libro que tenía y me dedicó una sonrisa torcida que había empezado a conocer como su marca personal.

-¿Sabes que roncas?

-No. No lo hago. –le repliqué indignada mientras me levantaba. Había dormido con él antes y siempre acababa haciendo la misma broma. Me acerqué a donde estaba situado. Había tomado notas en un par de folios. -¿Algo interesante?

Garrett tamborileó los dedos sobre el folio que mostraba una estilizada letra, su letra.

-Al parecer los lobos tienen como misión proteger a su pueblo de los monstruos sedientos de sangre. –su sonrisa brilló al clavar la vista en mí. –Creo que me doy por aludido.

Suspiré, abrazándome a mí misma y observando fijamente la ilustración de uno de los libros que estaba abierto: en ella un enorme lobo parecía devorar a un humano, salvo que se veían claramente los colmillos en su boca.

-Quizás eso nos traiga problemas, no puedes jugarte la vida por mí. –repliqué mientras el nerviosismo me invadía, Garrett sólo me había ayudado, no quería que estuviera en peligro.

Él puso los ojos en blanco y se levantó del asiento con agilidad, cuando estaba de pie me sentía mucho más pequeña ante la diferencia de altura.

-Me la he jugado por cosas peores. –replicó. Decidí tomármelo como un halago. –Ya se me ocurrirá algo.

Por su sonrisa torcida supe que sería una mala idea pero no me dio tiempo a preguntar si tenía algo en mente porque el ruido de los pasos de Charlie bajando las escaleras llegó hasta nosotros.

-Tengo que bajar. –murmuré.

-Te veré luego, humana. –con un gesto de despedida se lanzó por la ventana. No sabía qué estaba tramando para estar a salvo pero estaba segura de que no era nada bueno para mi tranquilidad.


Después de darme una ducha bajé a desayunar. Charlie ya había hecho huevos revueltos y café, lo único que sabía hacer a la perfección en la cocina.

-Buenos días, papá. –le saludé sirviendo un poco de café. Sus ojos vagaron por mi rostro, sabía que estaba buscando rastros de mis pesadillas pero, la verdad, había dormido bastante bien esa noche.

-Buenos días, Bells. –dio un sorbo a su café pasando una hoja del periódico que tenía delante. Soltó un suspiro hastiado. –Han vuelto a desaparecer dos senderistas.

Intenté disimular mi cara de horror tapándome parcialmente con mi taza. No sabía quién estaba detrás de las desapariciones pero estaba segura que no era un animal. ¿Victoria? ¿Los lobos? Me negué a pensar en la posibilidad de que fuera Garrett.

-¿Seguís sin capturar al animal?

Él asintió.

-Intentaremos hacer partidas de caza este fin de semana.

Lo observé. No le había prestado la suficiente atención desde el desastre de mi cumpleaños y me sentí mal porque parecía cansado, muy cansado.

-Ten cuidado, papá. –le pedí.

Alzó la vista del periódico y me dedicó una pequeña sonrisa.

-Siempre lo tengo.





Las clases pasaron en una bruma aburrida y confusa. Durante la comida me acerqué a mi antiguo grupo de amigos. No pudieron disimular la sorpresa de verme siendo más sociable pero me aceptaron sin problema de nuevo en su mesa.

-¿Habéis visto al nuevo profesor de historia? Está buenísimo. –comentó Jessica.

Fruncí el ceño ante esa nueva información.

-¿Y la señora Dawson? –pregunté. No es que esa mujer fuera mi profesora favorita pero llevaba más de treinta años dando clase y nunca había faltado a ninguna clase. Nunca.

Jessica se encogió de hombros, llevándose a la boca un poco de su ensalada.

-Le ha toca un premio o algo así, creo que se ha prejubilado.

-Se lo merece después de tantos años. –comentó Ángela.

-Por favor, si estaba amargada. –replicó Mike y no pude evitar sonreír ante eso, la verdad es que tenía razón. Eso pareció animarle. –Eh...Bella, ¿te gustaría venir al cine a ver la última de zombies?

La última vez que fui al cine con él también estaba Jacob y mi antiguo mejor amigo casi le pegó un puñetazo. Le eché un vistazo a Jessica, que estaba apuñalando su ensalada demasiado enfocada en parecer indiferente.

-Tengo demasiados deberes atrasados. –me excusé con una pequeña sonrisa. Siendo honesta no quería salir con Mike ni darle falsas esperanzas y tampoco quería iniciar una guerra con Jessica. –Pero creo que Jess quería ver esa peli, ¿verdad?

La aludida alzó la mirada con sorpresa y tardó un par de segundos en asentir con una amplia sonrisa hacia Mike.

-¡Oh sí! ¡Me encantan los zombies!

Ambos empezaron a concertar su salida y yo intercambié una mirada cómplice con Ángela.




La clase de historia era la última del día. Tenía curiosidad por ver al nuevo profesor. Entré y lo primero que vi fue la espalda de un hombre alto, vaqueros ajustados, camiseta oscura de manga larga, pelo largo recogido en una pequeña coleta. Se giró y unos ojos negros me miraron con diversión.

Mi libro cayó por la sorpresa y mi nuevo profesor se acercó a dármelo.

-¿Qué haces aquí? –le siseé a Garrett, mi voz opacada por el alboroto del resto de alumnos.

-Luego te explico. –susurró y me guiñó un ojo antes de retirarse.

Miré alrededor esperando que nadie hubiera visto el gesto. Nadie parecía observarnos. Me dejé caer en mi asiento, justo al lado del de Jessica.

-¿A que parece un sueño hecho realidad? –me susurró mientras mi nuevo profesor mandaba callar a todo el mundo.

-Más bien una pesadilla. –mascullé fulminado con la mirada la sonrisa divertida que Garrett me dedicó.




-Señorita...¿Swan? –tuve que contenerme para no poner los ojos en blanco ante su mala actuación fingiendo no saber mi nombre. -¿Puedo hablar con usted un momento?

Asentí, con la mochila colgada y de pie, mientras veía cómo los demás alumnos se marchaban. Garrett cerró la puerta del aula dándonos intimidad y yo prácticamente lo asesiné con la mirada.

-¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? –le espeté.

Se acercó a mí con un falso aire de indignación.

-Esa no es forma de tratar a un profesor, señorita Swan. –invadió mi espacio personal hasta que pude apreciar su fragancia. -¿Quiere que la castigue?

-Corta el rollo. –le dije entre dientes empujando su pecho para que me dejara espacio. Fue como empujar una pared pero dio dos pasos hacia atrás. -¿Qué haces aquí?

-Tengo que ser más visible para la comunidad si quiero mantenerme a salvo de los lobos. –me explicó mientras se apoyaba en una de las mesas de primera fila. Se cruzó de brazos con gesto casual. –Resulta que había una vacante de última hora como profesor.

Sentí como se hundía mi estómago.

-¿Qué has hecho con la señora Dawson? –susurré con miedo de saber la respuesta.

Esta vez la indignación de su rostro fue real.

-Nada. –replicó. –Resulta que le ha tocado una lotería que se había olvidado que había jugado. Una verdadera suerte para ella.

Entrecerré los ojos con sospecha, dudaba que hubiera sido casualidad dicho premio. Pero bueno, si Garrett quería gastar su dinero era su problema.

-¿Y tus ojos? –señalé sus ojos negros.

-Lentillas. –se frotó un ojo con la mano con un resoplido. –Y no sabes cómo molestan.

-Dios, esto va a ser un desastre. –suspiré.

-Ey, que soy buen profesor.

Era cierto, sabía explicar la historia de forma entretenida y que enganchaba a toda la clase. Pero no le iba a dar la razón.

-Los he tenido mejores. –repliqué y me encaminé hacia la puerta de salida. Escuché cómo emitía un sonido de indignación.

-¡Diez puntos menos para Gryffindor! –exclamó cuando agarré el picaporte de la puerta.

Me giré para mirarle por encima del hombro con la indignación y la diversión luchando en mi interior.

-Esto no es Hogwarts. –le repliqué con sorna. –Y yo soy Ravenclaw.

Lo último que vi fue cómo ponía los ojos en blanco antes de girarme, abrir la puerta y alejarme con paso airado de mi nuevo profesor de historia.






A mí también me habría gustado tener a Garrett de profesor en el instituto🙈🙈

Recordar darle amor y comentar, eso siempre me motiva. Nos leemos!🥰

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