03
Garrett POV
-¿Cómo lo llevas, chico?
Jacob se encogió de hombros. Estábamos apoyados en la barandilla del porche trasero viendo cómo Emmett y Jasper recorrían el perímetro a una distancia prudencial de dos lobos: la loba les lanzaba miradas envenenadas mientras que el más pequeño los miraba de forma más amistosa e incluso se acercaba a ellos de vez en cuando.
Eran la nueva manada de Jacob. Cuando Sam y el resto se enteraron del secreto de Bella estaba más que preparado para luchar contra toda esa manada de perros enfurecidos pero el chico que estaba a mi lado había hecho un movimiento totalmente inesperado que había frenado el ataque: había roto el vínculo con la manada, reclamando su posición de alfa.
Inesperadamente, Leah y su hermano Seth se habían unido a él también. Bella estaba parcialmente a salvo aunque nadie podía salir del perímetro porque la manada de Sam nos acechaba, esperando un momento de debilidad.
-Deja de mirarme así, hice lo que tenía que hacer. Querían matar a Bells. –me replicó, aparentemente hastiado de los agradecimientos.
La mera idea de que eso fuera posible hacía que me invadieran unas ganas casi irrefrenables de romper esa línea invisible que nos mantenían seguros para despedazar a unos cuantos chuchos.
-Habríamos acabado con ellos antes. –le aseguré.
-Supongo que he evitado muchas muertes, entonces. –suspiró antes de alejarse de la barandilla de madera. –Voy a ver a Bells. ¿Vienes?
Asentí siguiendo sus pasos y preparándome mentalmente para lo que me esperaba. Habían pasado sólo unos días pero su salud se había deteriorado de manera exponencial. Poco quedaba de mi humana saludable y fuerte; aunque seguía siendo toda una luchadora a pesar del brillo apagado de sus ojos.
-Voy a ponerme celoso. –bromeé cuando se acurrucó al lado de Jacob en busca de calor, su cuerpo cada vez más pequeño en comparación con su abultado vientre.
-Oh, sólo tengo ojos para ti. –aseguró mi humana con una sonrisa cansada en el rostro. Su rostro se había vuelto afilado. Cerró los ojos con la cabeza apoyada en el hombro de su amigo y suspiró agradecida por el alivio del frío.
Jacob y yo intercambiamos una mirada con nuestras sonrisas fingidas pegadas a nuestros rostros. Ambos queríamos aprovechar todo el tiempo que pudiéramos porque ambos sabíamos qué estábamos viendo, estábamos viendo a Bella morir poco a poco.
-Ninguna costilla está rota. –informó Carlisle con un alivio palpable en su voz.
La criatura se estaba haciendo cada vez más grande y más fuerte lo que hacía que con cada movimiento los huesos de Bella se vieran amenazados. Ya se había fracturado un par de costillas y su respiración se había vuelto sibilante, cada vez que respiraba y hacía una mueca de dolor quería gritar de desesperación.
-Eso es bueno, sólo está un poco apretado ahí dentro. –se excusó pasando las manos delgadas como ramas por su vientre.
-Dile lo que me has dicho, Carlisle. –murmuré. Los ojos hundidos de Bella se alzaron hacia mí y luego hacia Carlisle, que asintió con los hombros tensos.
-No sé si tu corazón resistirá hasta el parto, Bella. Y si eso pasa, la ponzoña no será efectiva.
Apreté la mandíbula intentando no dejar ver mi tensión. El plan inicial era usar mi ponzoña para la transformación de Bella, sabíamos que no habría posibilidad de que siguiera humana después del parto pero que la posibilidad de la conversión fuera dudosa era algo que no habíamos previsto.
-No puedo dejarte morir. –mascullé con la voz tomada por todos esos sentimientos que me estaban ahogando.
La mano de Bella se alzó hacia mí, acariciando mi mejilla con delicadeza.
-Os daré un momento. –musitó Carlisle con delicadeza antes de salir de la estancia, cerrando la puerta con delicadeza tras él.
-Mi corazón aguantará, Garrett. –me aseguró con voz cansada, dejando caer la mano sobre su vientre de nuevo.
-¿Y si no lo hace?
-Entonces tendrás que cuidarlo por los dos. –su voz sonaba firme mientras yo negaba con la cabeza, incapaz de imaginarme lo que estaba planteando: un mundo sin ella. –Garrett, es nuestro hijo.
Agarró mi mano para apoyarla sobre su vientre, con firmeza. Parte de mí amaba a esa criatura, parte de mí sabía que era mi hijo; nuestro hijo pero estaba tan asustado, tan verdaderamente aterrorizado de perderla que no podía pensar en nada más.
-Un hijo merece una madre. –repliqué casi sin fuerzas.
Ella apretó los labios como si mis palabras le dolieran pero acabó asintiendo.
-Lo intentaré, resistiré todo lo que pueda. Pero si no quiero que me prometas que te encargarás de él. –sus ojos marrones, hundidos en sus cuencas, me miraron con seriedad. –Promételo.
Suspiré, rendido ante su mirada y ante la desesperación que dejaba entrever su voz.
-Por supuesto que lo haré, nunca le daré la espalda a nuestro hijo. –Bella suspiró, dejando ir toda la tensión que estaba acumulando. –Pero tú me tienes que prometer que aguantarás.
-Lo haré. –aseguró y ante sus ojos atentos me quité uno de mis anillos para colocarlo con delicadeza en uno de sus dedos delgados. Tuve que forzar el metal para que adquiriera un tamaño adecuado. –Garrett, ¿qué...
-No hiperventiles, humana. –la sombra de una sonrisa apareció en mi rostro ante su nerviosismo. –No te estoy pidiendo matrimonio, sólo te lo presto para que me lo devuelvas tú misma cuando todo esto acabe.
-¿Un préstamo? –preguntó con una tenue sonrisa en sus labios. Por un instante era casi como antes, cuando podíamos bromear de manera despreocupada. Cuando la muerte no se cernía sobre nosotros.
-Un préstamo. –aseguré antes de besar su mano, su piel estaba casi tan fría como la mía. –Lo quiero de vuelta.
-Lo tendrás. –me aseguró antes de moverse un poco para besar con suavidad mis labios. –Te lo prometo.
El ambiente del salón parecía más el de un funeral. Bella había empeorado en esos dos días desde que le di el anillo y ahora todos la observábamos respirar con dificultad, temiendo que fuera su último aliento.
-Si pudiéramos meter comida en su sistema...-se lamentó Esme, la mano de Rosalie acarició su hombro.
-El bebé tampoco estará recibiendo nutrientes. –murmuró la rubia con sus ojos fijos en el vientre de Bella, todos teníamos los ojos del mismo color oscuro debido a la falta de alimentación. Parecía que en esa casa todos nos estábamos muriendo de hambre.
De repente Edward alzó la cabeza desde su asiento a unos metros de Jacob. Sabía que le había pedido disculpas por la discusión y que parecía haber cierta paz entre ambos. Siendo honesto, no tenía la cabeza para dramas adolescentes.
-Quizás tengas razón. –su mirada se dirigió a un confundido Jacob.
-Sólo era un pensamiento irónico. –matizó el chico mientras Edward miraba a Carlisle con un brillo que hacía tiempo que no veía en nadie, el brillo de la esperanza.
-¿Qué pensamiento? –murmuró Bella despertándose, extendió su brazo y le ayudé con delicadeza a incorporarse para quedar sentada en el sofá.
-Quizás la criatura sea más similar a nosotros, quizás necesite sangre. –explicó Edward y por el cambio en la cara de Carlisle vi que él creía que podría ser factible.
-Tengo sangre guardada por si Bella necesita una transfusión. –anunció Carlisle mientras se movía con rapidez para ir a buscarla.
-¿Estás dispuesta a hacer eso? –murmuré al lado de Bella, no quería forzarla a nada que no deseara. Y beber sangre podía ser algo bastante traumático para un humano.
Ella asintió, contagiada de la emoción del resto y apretó mi mano con la poca fuerza que tenía; apenas la sentí.
-Intentaré lo que sea. –me aseguró justo en el momento en el que Carlisle entraba y la mayoría de la familia se marchaba para evitar la tentación.
Me levanté para ayudar a mi viejo amigo a verter la sangre en un vaso deliberadamente opaco y con tapa y después me senté frente a Bella.
-Dios, voy a vomitar...-masculló Jacob, que se había puesto en el extremo opuesto del sofá y nos miraba con la estupefacción de quien no creía lo que estaba viendo.
Todos lo ignoramos.
-Sólo prueba un poco, ¿está bien? A ver cómo te sienta. –asintió a mis palabras y le acerqué con cuidado la pajita a los labios, ni siquiera tenía fuerza para sostener el vaso por sí misma.
Todos contuvimos la respiración, y no sólo por el penetrante y delicioso olor a sangre humana, observando su reacción. Finalmente mi humana alzó la mirada hacia mí con cierta timidez en sus ojos.
-Está buena. –murmuró casi como si fuera un secreto vergonzoso.
Carlisle apareció a nuestro lado y sujetó su muñeca con delicadeza para tomarle el pulso. Vi cuando él mismo suspiró de alivio y me dedicó una sonrisa esperanzada.
-Su pulso está volviéndose más fuerte. –dictaminó y el ambiente se destensó de manera palpable. Yo mismo sentí como si alguien hubiera dejado de pisarme el pecho, como si pudiera respirar algo mejor.
Teníamos una oportunidad.
Por fin un poquito de esperanza para nuestros papis, me da mucha pena que lo pasen tan mal🥺🥺
¿Qué os ha parecido? Recordar darle amor y comentar, nos leemos!🥰🥰
MOMENTO PUBLICITARIO: tengo una historia nueva, una de mis ideas locas, ya sabéis. Pero poniendo el foco en la manada, concretamente en Sam y Paul; si no le habéis echado un vistazo, os animo, quizás os guste🤭🥰
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