"𝒀 𝒂𝒍 𝒎𝒊𝒓𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒂 𝒍𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂
𝑽𝒆𝒓𝒆́ 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐
𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒄𝒐𝒓𝒅𝒂𝒓𝒆́
𝑪𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒓𝒂𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒆𝒍 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐
𝑸𝒖𝒆 𝒔𝒆𝒓𝒂́ 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐."

𝒐𝒅𝒊́𝒂 𝒗𝒆𝒓 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆𝒏̃𝒂 𝒚 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒅𝒂 𝒇𝒊𝒈𝒖𝒓𝒂 𝒂 𝒍𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂, 𝒍𝒂 𝒎𝒂𝒏𝒆𝒓𝒂 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒗𝒂𝒏𝒆𝒄𝒊́𝒂 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒂 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒛 𝒍𝒐 𝒉𝒂𝒄𝒊́𝒂𝒏 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒓 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒆𝒍 𝒎𝒂𝒓 𝒅𝒆 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒂 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒔𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒆𝒓𝒕𝒊́𝒂 𝒆𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒑𝒂𝒓𝒂𝒃𝒂, 𝒂𝒍 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒆𝒍 𝒚 𝒕𝒐𝒄𝒂𝒓𝒍𝒐 𝒆𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒔𝒆 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊́𝒂 𝒆𝒔𝒑𝒖𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒓 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒍𝒐 𝒂𝒃𝒔𝒐𝒓𝒗𝒊́𝒆𝒓𝒂 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒆𝒓𝒍𝒐 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒊𝒏𝒇𝒊𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒗𝒂𝒄𝒊𝒐 𝒔𝒊𝒏 𝒆́𝒍.

Despertó de golpe sintiendo su cabeza doler, miró la hora dándose cuenta de que faltaba poco para comenzar a trabajar, un suspiro cansado abandonó sus labios mientras miraba el techo de la habitación como si fuese lo más interesante del universo, el suave movimiento a su lado lo hizo girar la vista al costado de la cama, la negra cabellera revuelta junto a él se asomaba por debajo de las sábanas haciendo ver a su propietario tan tierno como cada mañana que despertaba junto a él.

Sonrió de manera cansada cuando el olor a galletas llegó a su nariz, a pesar de lo excesivamente dulzón que le parecía el aroma del omega a su lado no podía quejarse, ya que de cierta manera lo tranquiliza cuando buscaba en la nada y los recuerdos aquel aroma a frambuesas, miel y jazmín que su lobo reclamaba en noches como esa en las que el celo llegaba con intensidad, se acomodó de nuevo atrayendo el cálido cuerpo a su pecho llenándose del olor a galletas, su lobo replico como horas atrás que nada se comparaba al recuerdo de aquellos ojos, labios, gemidos y olor, de ese delgado y delicado cuerpo tan firme como una roca azotada por las olas.

Que nada nunca sería igual al omega que entre sueños aún esperaba y esperaría sin importar con cuantas personas Ken quisiera borrar su eterno recuerdo.