Capitulo Uno ✓
Gabriela Williams
El sol ilumina la carretera anunciando el inicio de un nuevo día, no tengo una idea exacta de cuánto tiempo he estado manejando desde que escuché aquella conversación entre el que creía que era el amor de mi vida y su amante, mi mente se había puesto en piloto automático y solo recuerdo haber tomado unas pocas cosas mías y de los niños y salir a toda prisa de la casa que llamaba hogar.
Es increíble la forma en que en 5 minutos mi vida cambió de repente, en un momento estaba emocionada esperando a mi esposo para contarle que los bebés habían empezado a moverse y al otro me encontré huyendo para que él no me los quitara, en este momento no lo siento así pero sé que tomé la mejor decisión, ellos son mis hijos y no voy a permitir que nadie me los quite.
En medio de mis divagaciones veo un letrero sobre la carretera que indica que estoy a 300 km de San Francisco; según mi noción del tiempo he conducido tres días seguidos desde que salí de Maine tomando cada desviación que se me atravesara y solo haciendo las paradas necesarias para comer e ir al baño y por lo visto ha sido suficiente para llegar al otro extremo del país; se que necesito establecerme en algún lugar pues no puedo pasar los seis meses que restan de mi embarazo conduciendo por ahí y San Francisco no me parece tan mala opción.
—¿Qué opinan bebés quieren vivir un tiempo en San Francisco?— quite una mano del volante para sentir el suave movimiento de los gemelos.
—Tomaré eso como un sí— reí por primera vez en tres días, pues justo ahora lo único que me hace feliz son mis hijos.
Llegar a San Francisco no tomó más de una hora, mi primera parada fue a una cafetería pues mis chiquitines ya me piden que los alimente. Al entrar tomé asiento en una de las mesas que daban hacia la calle y una señora como de unos 50 años no tardó en atenderme.
—Buenos días linda ¿qué vas a querer?— preguntó con una dulce sonrisa.
—Voy a querer un sándwich de jamón con queso, una orden de hot cakes con chocolate, una rebanada de cheesecake de fresa y un licuado de avena— pedí leyendo el menú, cuando miré a la señora está me miraba muy sorprendida me sonrojé al entender porque.
—Como por tres— sonreí apenada pues todo lo que había pedido era lo que se me había antojado y podía privarme de muchas cosas menos de cumplir los antojos de mis bebés.
—No te preocupes linda, es bueno que no te prives de comer nada durante el embarazo y por lo visto serás una mami muy consentidora— sonrió mirándome con ternura, luego de eso me informó que traería mi orden en 10 minutos y se fue; cuando regreso no dudé ni un segundo en empezar a comer en cuanto puso mi comida en la mesa.
Traté de comer despacio pues cuando tengo antojo y mucha hambre yo no como, devoro y en esta ocasión traté de medirme lo más que pude pues no estoy en la privacidad de mi casa y me da un poco de pena que me vean atragantándome con la comida.
No sé cuánto tiempo tarde comiendo pero sentí que fue uno muy largo y disfrute de cada bocado, sobre todo de cheesecake pues este siempre ha sido mi postre favorito y ahora con el embarazo es mi antojo más frecuente, aunque debo admitir que a veces hago un poco de trampa echándole la culpa a mis bebés cuando me apetece comerlo.
Al terminar de comer hago una pequeña seña a la señora que me atendió y está llega en un instante.
—Espero que hayan disfrutado su comida— habla en plural cosa que me hizo sonreír pues me recuerda que ahora no estoy sola sin importar la situación que este pasando.
—Sip, todo estaba delicioso— confesé —Podría darme la cuenta por favor — la señora asintió y no tardó en darme un papelito donde se detallaba lo que comí y los precios de cada cosa junto al total, la verdad no es mucho a pesar de todo lo que comí y no tardo en darle el dinero.
—¿Algos más en lo que te pueda ayudar?— dijo y vi mi oportunidad para preguntar un par de cosas.
—De hecho si. De casualidad usted conocerá algún lugar donde pueda rentar un cuarto o departamento, es que soy nueva en la ciudad y me gustaría instalarme lo más pronto posible — expliqué y ella me sonrió con calidez.
—Pues estás de suerte linda, porque mi esposo tiene un edificio de departamentos y justo ayer se desocupo uno, solemos rentarlos semi amueblados así que tiene lo suficiente para que puedas pasar la noche ahí si gustas— sonrío sintiendo alivio.
—Eso es genial ¿Y cuál es el precio de la renta?— pregunté pues a decir verdad por ahora el dinero no era problema, me apena admitirlo pero antes de salir huyendo de mi casa había entrado a la oficina que Matthew tenía en casa y tome algo (mucho) del dinero de la caja fuerte y claro los ahorros que yo tenía, no era algo que me enorgullecía pues no soy ninguna ladrona pero era necesario para poder mantener bien a mis bebés y poder cuidarme.
— De la renta son 1200 dólares y del depósito son otros 1000— dijo tomando asiento frente a mí.
Lo pienso por un momento, a decir verdad creí que saldría más caro sobre todo si ya está semi amueblado.
—¿Y está por aquí cerca?— pregunto con curiosidad.
—Claro que si, está a una calle de aquí — respondió y entonces me decidí.
—Lo quiero— digo decidida, ella sonríe de nuevo y me informa que llamará a su esposo para informarle y mientras tanto tengo que esperar aquí. —Muchísimas gracias — tomo sus manos que tenía sobre la mesa. —Ahora solo tengo que conseguir un trabajo — pienso en voz alta.
—Pues muchacha en verdad que es tu día de suerte— exclama con alegría y la miro dudosa. —Esta cafetería es mía y hace una semana una de mis meseras renunció por qué encontró un trabajo donde puede ejercer su carrera y bueno yo he estado reemplazando su puesto pero a decir verdad mi cuerpo ya no aguanta estar tanto tiempo de un lado a otro— soltó una pequeña risita. —La verdad me inspiras mucha confianza y muchísima ternura, me recuerdas a mi de joven. Cuando llegué aquí estaba sola y embarazada; nadie me tendió la mano cuando la necesitaba y no se tu historia pero veo el dolor y el miedo en tus ojos, así que ahora tengo la oportunidad de brindarte el apoyo que en su momento yo no tuve así que si quieres el empleo es tuyo— no puedo evitar que las lágrimas invadan mis ojos.
Siempre he sido consiente que soy muy fácil de leer y por primera vez en mi vida agradecía ser tan transparente.
—Claro que lo quiero, de verdad muchísimas gracias no tengo palabras para agradecer lo que está haciendo por mi— digo con la voz quebrada, ella aprieta mis manos entre las suyas mientras me dice que no hay nada que agradecer.
Momentos después se levanta para ir a buscar su teléfono y poder llamar a su esposo mientras yo me quedo sentada ahí agradeciéndole a Dios internamente por poner a esta mujer en mi camino. Minutos después ella regresa y se sienta de nuevo.
—Listo, mi esposo ya está en camino. Y por cierto no nos hemos presentado como corresponde— dice divertida. —Soy Grace Duncan— extiende su mano hacia mi y la tomo dudando si decir mi verdadero nombre o no.
—Gabriella Mitchell, es todo un placer conocerla— uso el segundo apellido de mi abuela paterna la cual Matthew no conoce, pues estoy segura de que él me buscará y no puedo permitir que me encuentre.
Luego de esa pequeña presentación me habla de cuál será mi trabajo en la cafetería, mi horario y mi sueldo el cual se pagará cada 15 días y por último quedamos en que empezaría mañana después de firmar mi contrato.
—Buenas tardes, disculpa la tardanza amor Kaleb me entretuvo un poco en la puerta — dijo un hombre que no había que ser muy inteligente para deducir que es su esposo. —Buenas tardes muchacha soy Bastián Duncan e imagino que eres tu la que quiere rentar mi departamento.— dice mientras tomaba asiento.
—Gabriella Mitchell, y efectivamente soy yo la que quiere el departamento.— sonrío, pues desde siempre los señores mayores me han provocado mucha ternura y verlos a ellos tenia ese efecto en mi corazón.
—Imagino que mi esposa ya te habrá explicado lo básico sobre el departamento — la miro y claramente pude ver el amor que le tenía grabado en sus ojos.
—En realidad no fue mucho cariño, solo le dije el precio— respondió ella, él le sonrió antes de verme de nuevo.
—Bueno, el departamento cuenta con dos habitaciones, un baño, la cocina y la sala y también cuenta con una cama, un refrigerador y una estufa, si quisieras cambiar alguno de estos muebles puedes hacerlo con total libertad pero tienes que avisarme antes para sacar mis muebles y mandarlos al almacén, claro está que cuando ya no quieras vivir más ahí podrás llevártelos sin problema— explica y en mi ya no hay dudas, quiero ese departamento.
—La verdad me parece estupendo y es exactamente lo que necesito, me gustaría cerrar el trato lo antes posible — digo emocionada.
—Claro que si muchacha ¿Cuándo piensas mudarte?— pregunta y sonrío un poco tímida antes de responder.
—¿Hoy?—respondo un poco dudosa.
—¡Hoy! Caramba si que tienes prisa— sonríe divertido — Pero algo ya me había dicho Grace sobre eso y no tengo problema, tengo siempre listo el formato del contrato de renta y puedes firmarlo mañana mismo — dice alegremente. De inmediato accedo y después de un apretón de manos Grace me dice que puedo irme con él para poder conocer el departamento y empezar a instalarme. No pongo objeción alguna y al salir de la cafetería me dirijo mi auto para poder irnos, Don Bastián se sube de copiloto y me va indicando el camino, llegamos en menos de diez minutos pues está muy cerca, estaciono mi coche en donde él me indica y luego me ayuda a bajar mis maletas para después ayudarme a llevarlas, el edificio es de 6 pisos y al parecer mi nuevo departamento está en el último, así que luego de entrar al ascensor e indicar el piso llegamos a mi nueva casa.
—Este es el 6 – 25— abre la puerta con su llave y me deja entrar primero. —Aquí tienes tu llave— dice entregándomelas después de dejar mis maletas en el piso. —Nosotros vivimos en el 30 de este mismo piso así que cualquier cosa que necesites no dudes en acudir a nosotros — le sonrío agradecida. Él sin más se despide diciendo que tiene que arreglar otros asuntos y finalmente se va dejándome sola en mi nueva casa.
— Se que es raro estar lejos de casa y no estar con papá, pero no puedo permitir que me los quite, les prometo que nunca los alejaran de mi lado y hare lo que sea necesario para cumplir mi palabra, se los prometo mis amores— digo con determinación mientras acaricio mi vientre.
Y con esa promesa, inicio mi nueva vida.
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¡Hola!
Bienvenidos a mi nueva historia.
Espero que la disfruten tanto como yo disfruto escribiendola, no olviden dejar sus votos y comentarios pues eso me motiva en gran manera pues me hace saber que les gusta mi historia.
Trataré de que los capítulos sean cada viernes, aunque hoy falten 15 minutos para el día. Pero por ser la primera actualización se pasa jaja.
Y bueno no tengo nada más que decir, solo que disfruten y apoyen mucho mi historia. Nos vemos el viernes.
Adiuu.😘😘
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