Capítulo 3
— Ten cuidado —
Dos palabras que incesantemente seguían colándose en su oído, pese al tiempo que había pasado desde su emisión. Recuerda perfectamente la dulce mirada del más bajito que perseguía su caminar bajo el manto del atardecer.
Le habían invitado a cenar, como muchas tantas noches, y como pocas ocasiones, declinó la oferta. El omega siquiera se quejó, se acercó a él con pasitos cortos y decididos, acomodó el dobladillo de su chaqueta y palmeó suavemente su torso como si asegurase de que su imagen fuese perfecta. Incluso le pidió con un leve movimiento de su mano, que se agachara para acomodar su mata de cabello..
"Ten cuidado" dijo.
Ten cuidado. Sus labios rellenos y con leve aroma a crema por el dulce que había hecho esa tarde para el postre, hacían ver las dos líneas de carne con un brillo, cual si se hubiese puesto bálsamo labial. Sus belfos se habían agitado con lentitud para pronunciar en alto esas dos simples palabras. El problema es que no eran tan sencillas, no si lo habían jodido tanto.
— ¡¡Hermano, te estoy hablando!! — El golpe sórdido y doloroso en su espalda provocó que: Gruñera a Seth por el ardor en su piel y regresase desde el país de sus fantasías.
— ¿Qué? — espetó entre dientes, apretó la botella que el bartender temió que se rompiera por la fuerza de presión que Eugene estaba ejerciendo.
El alfa de aroma a cigarros bufó por la poca actividad de habla de su mejor amigo. Llevaba como cinco minutos esperando una respuesta, mientras el otro fruncía más el entrecejo y liberaba un aroma pesado. Odiaba esas charlas unilaterales.
— Tu familia, te pregunté cómo están ellos — repitió su pregunta con otras palabras, suspiró frustrado y se llevó un largo trago a su boca para relajarse.
— Mi padre está muerto. Mylo me abandonó — La duda lo descolocó, ello le puso de peor humor. Seth estaba siendo el mismo estúpido de siempre.
El alfa le golpeó en el brazo, un impacto certero y preciso que hizo rabiar a Eugene.
— ¡No, idiota! Hablo de Archer y su cachorro, ¿Cómo lo llevas? — se acomodó los lentes en el puente de su nariz, sus hombros se relajaron luego de soltar toda su rabia en ese ataque. Se sintió nuevo y perfecto.
— ¿Quiénes? —
— ¡Dah! Archer y Thiago. ¿Ya estás borracho? — Ahora era él quien se perdía en la conversación. Sus cejas se unieron y replanteó las palabras sueltas por su boca.
Eugene quiso tanto alterarse y derramar un río de frases inconclusas para que su amigo llenase los espacios en blanco. Se perdió en sus divagaciones resaltando una y mil preguntas para aliviar la tensión que se propagó en su pecho y convirtió en roca sus músculos.
— ¿Qué mierda estás diciendo? — Su capacidad no dio para más. Aún con toda la maraña que quiso su voz alzar, solo pudo formular la incógnita que resaltó entre las demás.
— Eugene, hermano — rodó los ojos, el poco alcohol en su sistema le hizo olvidar que su amigo era un lento que llegaba cien años tarde a los chismes. Siempre vivía desactualizado por casi no hablar con nadie y vivir en las casas más lejanas — Estás en boca de todos desde hace dos meses. Tú y el recién llegado, dicen que es tu omega —
Al alfa más alto le salió un bufido. Claro que hablaban de ellos, era un pueblucho que se alimentaba de chismes, obviamente los más fogosos giraban alrededor de la carne fresca.
— Es mi vecino. Me recuerdan a mi padre y a mí, por eso les ayudó a veces — restó importancia a sus acciones de los últimos dos meses conviviendo con la pequeña familia a la que él sentía que no pertenecía. Desde hace seis años había perdido su hogar, su omega, su amor.
Seth enarcó una ceja, intentó camuflar la risa que apretaba su garganta, la ahogó con otro trago — Tienes pegado olores a miel y leche sobre ti, estoy seguro que tú no hueles a aromas agradables —
Eugene guardó silencio, ni siquiera se había percatado que llevaba pegado un poco de la esencia del par tan dispar de sus vecinos.
— No hablemos de que vas por ellos a la escuela, cada maldito día —
Eugene siguió evitando dar sus declaraciones al pedir otra cerveza.
"¡Que tengas un lindo día, nos vemos pronto, Gene!"
Claro que recordaba su promesa de encargase de llevarlos y traerlos todos los días. Archer siempre repetía esas estúpidas palabras que eran como un mantra. Agradecía el viaje, dejaba una (de las tres) lonchera en su camioneta para que él la comiese durante la mañana, y el par se despedía cálidamente de él.
Y al llegar por ellos, Thiago rellenaba el silencio contándole efusivamente sobre sus aventuras en el colegio, Archer tarareaba mientras escuchaba a su hijo con una sonrisa en los labios y cuando el pequeño finalmente terminaba, el omega le preguntaba: "¿Cómo ha ido tu día?"
No lo iba a negar, se sentía bien. Jamás nadie en su vida se preocupó por preguntarle sobre lo que había hecho, ni hacían una estúpida promesa que definitivamente se cumpliría, o unos buenos deseos para que tuviese una maldita agradable jornada. Ni siquiera su padre, con Mylo había vivido un amor más adolescente, dinámico, esporádico y explosivo en el que se besaban, follaban, peleaban por estupideces y los momentos dulces estaban llenos de palabras amorosas.
Entonces no explicaba porqué simples frases le hacían bien. No eran especiales, fabricadas desde el fondo de las maravillas de la pasión, no eran fogosas muestras acompañadas de besos. Era ridículo para él.
— Prácticamente adoptaste al cachorro, ya hasta parece que le vas a heredar la granja — Seth quizá exageró un poco por culpa de escuchar de su propio hijo, como el chiquillo Lawles ayudaba a Eugene en sus labores del campo.
Eugene solo rodó los ojos. Ya estaba cansado de oír los desvaríos de los otros pueblerinos diciendo que Archer era su omega y Thiago su cachorro adoptivo. Antes que relajarse, le estaba dando jaqueca.
— Y no olvidemos tu escenita de celos con Finn la semana pasada — señaló, alzando un dedo como si estuviese contando cada prueba que aumentaba la idea, de que los recién llegados eran su familia.
— ¡Estaba siendo un idiota con él! — bramó Eugene, elevando la voz de la indignación. Recordaba con recelo esa tarde.
El oficial Romero había abordado al pequeño omega que acababa de hacer un par de compras para abastecer su alacena, Eugene le había acompañado y esperaba por Archer en su auto, Thiago se había ido a jugar a la casa de uno de sus amigos.
"Que tremenda belleza camine por la calle es un delito, debes recibir una multa". Una descarada frase de coqueteo de Finn, que obtuvo lo que se propuso, pintar de un bonito rubor en los mofletes del omega que se había detenido y agachado la cabeza.
Hemsley lo había visto y escuchado, salió de su auto y caminó hasta ellos. Finn seguía parloteando sus estúpidas frases de flirteo de pornos baratas (según Eugene) e intentaba llevarse de la mano al pobre omega que se reía y negaba sus avances.
Él hizo lo que todo alfa en su lugar haría. Mandó al carajo a Finn al empujarle lejos de Archer y se interpuso en su camino, ordenándole con su voz que se perdiese de una vez. Eugene recuerda perfectamente la sensación de las manos pequeñas del omega aferradas a su espalda, se estaba cubriendo del alfa que intentaba ligárselo. Ser perfectamente consciente de los nervios del otro, le hizo darle un golpe a Finn en la cara.
— Ya... Pero no tienes excusa para tus momentos melosos reclamándolo como tuyo al tomarlo de la cintura — Seth movió de arriba hacía abajo sus cejas en un baile que buscaba molestarlo.
— Le estaba ayudando a llegar a la panadería, se tropezó con un bache y lo sostuve para que no se lastimase — con cada sílaba su voz se iba apagando, comprendió que Seth iba a seguir empujándolo para cumplir sus expectativas de esa fantasía colectiva.
Archer jamás se quejó de que los demás querían verlos como una pareja, entonces él tampoco gastaría energías. Dejaría que ellos creyesen sus estúpidas ilusiones.
Llegó a su hogar con aquel pensamiento que caló más profundo a medida que se acercaba a su propiedad. Bajó del auto y frunció el ceño al admirar una lucecita prendida en la casa de al lado. Escuchó una puerta abrirse y no tardó en ver una conocida figura mirarle desde cerca.
Con los antojos resbalando por el puente de su nariz, el cabello hecho una maraña que emulaba un nido de pájaros, un fino rastro de café en la comisura de sus pomposos labios, caminaba hacia él con una sonrisa tímida.
— Buenas noches, alfa — murmuró un poco congestionado el omega que abrazaba el calor de la manta en la que estaba envuelto.
— Buenas noches, Bolita desvelada. ¿Qué haces despierto? Es tarde, mañana debes madrugar — el aroma a miel tuvo un ligero cambio de nervios, el contrario evitó mirarlo, solo esbozó una corta risa delicada que casi se quebraba por el canto de las cigarras.
La poca luz del interior, casi nada podía luchar contra las ráfagas furiosas de la luna llena que se marcaba perfecta en el vidrio de los lentes, el contraste de luces le daba al omega una apariencia angelical.
— Ya estaba por irme a dormir — se mordió la lengua para evitar confesar que estaba despierto solo para esperar al alfa, quería asegurarse de que había regresado sano a casa. Olfateo un poco de licor en él, pero estaba seguro de que no estaba afectado por la ingesta de cervezas.
Se despidieron sin mayores contratiempos, cada quien se marchó a derrumbarse en las sábanas de su cama. Eugene pensó un poco en lo extraño que era ver a Archer despierto tan tarde, pero prefirió callarlo, el omega había evitado su pregunta.
Dos días después de su reunión con Seth, mientras esperaba por el omega y la cría, volvió a encontrarse con su amigo.
Se quedó hablando con él, apoyándose en el auto, cruzando los brazos y prestando atención a las tonterías del de lentes.
Thiago fue el primero en salir ese día, se le notaba una sonrisa en el rostro, le habían entregado su boletín de evaluaciones, de los que pasó alardeando porque su maestra alabó su desempeño. Un niño listo y bien portado, tenía el ego en las nubes, no por las buenas palabras que le dieron a él, si no porque podría decirle a su madre, iba a estar muy orgulloso de él y le haría sonreír, le gustaba cuando su mamá le premiaba.
El par de ojos cafés se cruzaron con los esmeraldas del alfa. Casi de inmediato se despidió de su profesora para correr hacia Eugene, dio un leve asentimiento para saludar al alcalde y le entregó el boletín a Rubén.
— ¡Mire, mire! — derrochó tanta emoción que el alfa le prestó especial interés en leer cada cuadro con buen puntaje, eran temas básicos de educación y de aprendizaje para los más pequeños.
Claramente si otro mocoso le daba sus notas, se hubiese reído por la alegría de haber completado tareas como colorear o dar los buenos días a todos, pero no con Thiago, simplemente le contagió la felicidad.
— Merezco un helado, ¿no? — aleteó sus pestañas para hacerle ojitos al mayor, si funcionaba con su madre, podría servir con él.
— No te emociones. No hay muchos sabores — le regresó la hojita, Eugene estaba siendo consciente de que le habían manipulado, pero lo dejó pasar, en especial cuando Thiago guardó su boletín en su mochila y le agarró de la mano para esperar a que su madre saliese.
Seth que había todo desde afuera, le dedicó una mirada de suspicacia al alfa que le gruñó por si decía una estupidez. Igualmente el alcalde no le hizo caso, moviendo sus cejas de arriba hacia abajo, codeó al más alto mofándose de él.
— Cállate — pidió entre dientes el más alto, Thiago podría escucharlo y empezar a hacerle preguntas extrañas que no sabría cómo responder para un niño tan pequeño.
— Te lo dije, alfita de familia — susurró Seth, por mucho que tuviese ese semblante jocoso, estaba contento por su mejor amigo, ya era tiempo que crease relaciones con otras personas aparte de él. No podía vivir siempre en soledad, sin abrirse a nadie más.
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