Capítulo 15
— Estoy bien — ronroneó cuando la punta de la nariz de Eugene rozó su mejilla junto al paso gustoso de los labios humedecidos del alfa por culpa de sus besos — No es nada — aseguró al acariciar toda la ancha espalda del castaño para aminorar el enojo, que poco a poco se disipaba.
Eugene no tuvo más opción que asentir a las palabras del pequeño entre sus brazos. La punzada desgarradora que había sentido minutos antes de aparecerse movido como un vendaval, hasta el lugar donde sintió que el omega estaba, empezó a desaparecer en un suave brisa, ahora que había comprobado que el chico estaba sin rastros de violencia física. Las manos de Archer llegaron a viajar hasta el pecho del alfa, acariciándole, bajando el ritmo errático de sus latidos.
Mylo finalmente se dignó a carraspear como si intentase borrar el trago amargo que pasó por su garganta durante aquel íntimo encuentro del que fue completamente desplazado. Ver a su alfa en ese estado tan irascible, violento, pasional, posesivo... hizo que su sangre entrara en combustión. Sus labios temblaban por la sed, las ansias de ser estos los besados con la voracidad de un hambriento. Sus propios puños fueron lastimeros de las ansias de abordar el cuerpo de su amado con esa libertad... Y su propio cuerpo resintió el frío de la soledad por no ser el criminal preso entre la desesperación con la que Eugene sostenía a Archer.
"Mentiroso", Mylo quería acusar entre gritos mientras señalaba con el dedo a Eugene Hemsley por haberlo engañado.
— ¿Qué haces aquí, Mylo? — preguntó el más alto al notar la presencia del tercero, había dejado de ser plenamente consciente de su alrededor, durante todo el tiempo que los besos duraron, aún saboreaba en sus belfos el regusto de la miel que solo la boca de Archer poseía.
— Me encontré a Archer de casualidad — arrastró las palabras intentando enmascarar su embriaguez de celos con una risa — ¿Qué haces tú aquí? Creí que ibas a ver a tu hijo —
— Estaba de camino... Entonces sentí que Archer la estaba pasando mal y tuve que buscarlo — respondió con suma tranquilidad, era casi imposible de creer que era el mismo sujeto que casi destruye la puerta de su auto para atacar como un depredador al pobre omega que se estaba derrumbando por aguantar el llanto.
— No me pasa nada — murmuró el aludido que se escondió más de la vista de Eugene, cayó en cuenta lo incómodo de la situación, la alegría de su omega le había jugado mal y la entrada del raciocinio a su sistema le hizo encorvarse. Archer no dejaba de hacerse ideas equivocadas.
Los rumores llegaron a mermar la dicha que sentía. Eugene le había engañado, sabía que finalmente pasaría, sin importar la bonita historia familiar que ellos tenía, el alfa sucumbiría al destino, a su corazón, a su amor por Mylo y él... Él no tendría espacio más en aquella novela.
Posiblemente esos cortos besos descarados compartidos sin vergüenza serían los últimos que recibiría de su gran amor. Se lamentó profundamente no haberlos saboreado como hubiese querido. Quizá no haber hecho el amor - como él definía sus encuentros sexuales - con Eugene para despedirse y escribir el final entre ambos, sería uno de sus lamentos.
— ¿Qué pasa? — Gene, con dos de sus dedos sobre su barbilla, consiguió que los ojos de Archer regresaran al frente para verle — ¿Qué tienes?, ¿Te sientes enfermo?, ¿Alguien te trato mal? —
— Quisiera hablar contigo — ya estaba bien de correr para esconderse, se dio cuenta que escapar como un cobarde no le había dado la tranquilidad que esperaba. Thiago no se merecía que jugase con él, Eugene debía escucharlo y él debía afrontar el camino al que le llevaron de sus decisiones — A solas... — vio de soslayo al omega que se mantuvo todo aquel tiempo de pie, firme y sin darles espacio.
Eugene asintió, se sintió un extraño al notar el atisbo de melancolía en esa voz. Tomó entre su mano la de Archer, llevándole consigo. Mylo les siguió y se montó al vehículo como si fuese lo normal, abrazó la bolsa llena de pan en su regazo, guardándose las ganas de despotricar para apartar el enlace entre el alfa y el omega. Ver al amor de su vida tratar con cariño propio de una pareja a otro omega, estaba dejando una dolorosa merma en su alma.
Mylo se sumergió tanto en ideas negativas, cuando regresó su vista al frente, Eugene estaba ayudando a Archer a bajar por el lado de su puerta, sosteniéndole de la cintura, posando besitos de adolescentes en su mejilla y llevándolo de la mano a la casa de Seth y Raylee.
Les siguió de cerca cual si fuese una maldita sombra, sin decir nada. Entró con ellos para recibir una dura mirada del omega de la casa que se secaba las manos tras lavar los trates y le ofrecía a Eugene un pedazo de pastel que Archer había horneado.
Thiago de inmediato había dejado de jugar con Aaron solo para correr a sentarse al lado del alfa que degusta el tuco de pastel de vainilla que tanto adoraba comer en su propio hogar. El niño solo hablaba sin pausas, apenas y tomaba descansos al tomar aire, Eugene solo le escuchaba dando asentimientos de cabeza o monosílabos que no parecían echar atrás al infante, seguramente acostumbrado a ese tipo de respuestas cortas.
Un bonito momento con el que Mylo solo consiguió apoyarse en una de las paredes, evitando admirar al alfa en su papel de padre, mirando un par de fotografías como si ellas le contasen historias mucho más atrayentes que su alfa con una cría que no compartían.
Perdió el tiempo, recuperando su consciencia cuando Eugene se acordó de él, pues parecía un mueble más de la casa.
— Raylee te llevará a mi casa — le dijo sin darle treguas a opinar.
— ¿Por qué? — su tono fue sereno, él si sabía esconder el dolor que le provocó la sensación de ser un estorbo, un mero extraño al que nadie quería recibir, así se sentía Mylo.
— Thiago, Archer y yo iremos a comer — respondió con simplicidad, para él sus palabras no herían al omega de aroma a jazmín que se vio miserable por tener que morderse la lengua sin poder reclamarle nada.
A Mylo no le quedó más que despedirse con un simple "adiós", sin besos, abrazos o miradas dulces que pedían que se quedara. No hubo nada más que una devolución educada de sus palabras. Raylee si percibió la maraña de pensamientos del rival de su mejor amigo, por muy cruel que pudiese interpretarse, él si estaba feliz de saber que ese intruso se echaría a llorar lamiéndose sus heridas, mientras Archer disfrutaba tiempo con su familia.
Tras la despedida, la familia Hemsley-Lawles hicieron un espacio para ir al uno de los pocos establecimientos de comida, con tal de cenar juntos como cada domingo de por medio. El mundo pareció retomar su curso, tal si nunca pasó alguna irregularidad. El trío - que en realidad era un cuarteto - actuó con completa normalidad con las charlas eufóricas de Thiago, las pausadas de Archer y las casi inexistentes de Eugene.
Se quedaron por horas en su perfecto mundo de color rosa donde nada malo sucedía, hasta que entrado el inicio de la noche, con las primeras estrellas tintineando en exigencia de ser admiradas, Thiago cayó dormido en el hombro de Gene, tanto desgaste de energías terminó noqueándolo y obligando a la familia a regresar a la casa de la pareja estelar del pueblo.
Tras arropar al pequeño, ambos retomaron su viaje en búsqueda de privacidad. Eugene condujo hasta un espacio despoblado en donde los autos podían llegar a admirar el río. Uno de los escondites que se guardó para sí y solo compartió con el omega de miel, era su lugar preferido para escaparse con Archer cuando quería tiempo a solas.
Normalmente Thiago se quedaba con sus tíos y ellos dos se iban a esconder de los ojos de los chismosos. No hacían nada extraordinario, encendían una linterna de gas y se sentaban a charlar en la parte trasera de la camioneta, a veces compraban comida para pasar el rato o a veces solo mantenían relaciones sexuales.
Archer fue el primero en salir del auto, dejó atrás a Eugene, quien se estaba ocupando de encender la linterna, porque el brillo de la luna llena estaba oculto entre espesas nubes cargadas de agua, el consuelo de tener una luz con ellos era agradable. Se quedó de pie junto al río, esperando calmar a su agitado corazón que revivió al estar solo con su amado.
La luminosidad que poco a poco hizo crecer su sombra le hizo ver que su compañía le había seguido. Se giró para encararlo, guardó dentro de él las tranquilas facciones del alfa que en silencio le miraba de regreso.
— ¿Lo besaste? — Todo su valor reunido en una pregunta de dos palabras, se iba a derrumbar por no poder mantener su propio cuerpo en pie. Estuvo horas mentalizándose y las cuerdas vocales solo le dieron para ese cuestionamiento.
— Sí —
Archer quería que fuese una mentira, internamente rogó porque fuera otro de los chismes que los pueblerinos se inventaban con tal de encender un fuego y tener con que calentarse la lengua. Sus esperanzas se desmoronaron, el mismo protagonista había aceptado la verdad de los rumores.
"Entonces se acabó", era tan fácil decirlo en su cabeza, cuando su voz estaba apagada. Finalmente sería real, era el fin y él nunca pudo hacer nada más que alargar tortuosamente ese momento de despedida. Tenía el poder de reclamarle, de darle un bofetada o gritarle, le fue infiel y él solo pudo asentir y soltar un: — Ya veo —
— Lamento haberte fallado, fui débil y eso no es excusa — Gene se acercó a él, animado por la nulidad de un intento de escape del más pequeño — Aunque solo correspondiera por segundos, lo hice... Nada borra mi culpa —
— Es tu destinado — Archer se encogió de hombros sin ganas ni de llorar — Es lo normal — el mismo cielo se encargó de esa parte, pequeñas gotitas empezaron a caer sobre ellos.
— No importa quien sea él. Tú eres mi pareja y yo te falle al corresponder el beso que me dio — su tranquilidad quedó olvidada, solo se mantuvo un aire de pesadumbre y remordimiento de sus propios actos, no le quedaba más que suplicar perdón, porque estaba seguro que jamás volvería a dejarse llevar por los deseos de su otra parte — Perdóname, omega —
"¿Qué labios te gustan más?", Archer se calló el impulso de reprochar, era obvio que Eugene no le diría la verdad. Hizo un además para que regresaran al auto y dejasen de mojarse como dos idiotas.
— Archer — insistió el castaño, tenían que retomar la charla, necesitaba un perdón.
— Está bien — el omega se limitó a responder sin siquiera ver al alfa. Ya había escuchado más que suficiente, no necesitaba más dolor del que ya sentía.
Eugene negó, empezaba a molestarse por el fingido desinterés de Archer respecto a la situación. Resopló y encendió el motor del auto, no tenía sentido continuar una conversación que no les llevaría a ningún lado.
— Está lloviendo a cántaros, es peligroso — Archer murmuró cohibido, empezaba a ponerse nervioso por la última idea que cruzó su pensamiento.
— Debes estar cansado, lo mejor será que duermas para retomar está plática mañana — con sus manos en el volante y a solo un par de actos de emprender el viaje, admiró al omega mordiéndose los labios.
— Es peligroso — se repitió buscando tímidamente la mano del alfa sobre la caja de cambios. Estaba siendo un ridículo, no lo negaba — Pero claro, en casa te espera el omega más lindo del mundo y aquí... aquí solo estoy yo —
— ¿A qué estás jugando, Archer? — Gene apagó el motor del vehículo, primero se notaba desinteresado por el tema del beso y ahora le celaba porque se iría a casa.
— A nada — tragó saliva, se sentía un estúpido por recriminarle a un alfa querer estar con su omega destinado — Tienes razón, debes irte a casa, Mylo debe estar preocupado — no dejó dejarse llevar por sus mundanos deseos de seducir a Eugene, con tal que le dedicase una última noche a él, simplemente por unos segundos lo vio justo, Mylo lo tendría para siempre y él ya lo había perdido.
— ¿Eso es lo que quieres de verdad?, ¿que me vaya? — sus orbes no se apartaron de la pequeña figura temblorosa que intentaba esconderse en el asiento.
— Sí — respondió como si hablar fuese una tortura tan desgarradora como habitar mil años en el infierno.
Eugene simplemente se cansó del raro actuar de Archer, estar sin él durante esos días había puesto su buen humor en decadencia — Estabas agitando tus pestañas como borrego a punto de morir, tienes los labios rojos de morderlos por los nervios, y apestas a deseo — jaló de la muñeca del contrario para que despegarse de una vez sus ojos de la ventana y se perdiera en los suyos — Lo que en verdad quieres es que te tome en brazos y te haga mío. Dilo —
Archer tembló por el tirón, por quedarse ido en esos orbes esmeraldas y por la brusquedad de Eugene... A él le gustaba que siempre respondiese a sus impropios lujuriosos, suplicar por su miembro, por su toque, sus besos o decirle lo que quería que le hiciera. Era su oportunidad, no podía seguir con dudas sobre lo que quería como regalo final.
— Quiero que me tomes en brazos y me hagas tuyo —
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