Capítulo 6: Existencia
- Sí, fueron mis abuelos. - Expresó mirando al cielo.
- Entiendo, deben ser grandes personas.
Así que fueron sus abuelos, lo inculcaron muy bien.
- Eran... ya no están aquí. - Dijo con un tono de voz triste.
- Lamento oír eso, te hice recordarlos.
Toque algo muy delicado, espero que no tenga un efecto malo.
- No te preocupes, no pasa nada. Ya los superé, gracias a ellos estoy aquí ahora.
- Eso es bueno.
Menos mal, no le afectó mucho.
- Desde pequeño viví con ellos, eran mercaderes, se la pasaban el día ayudando a los demás. A pesar de su avanzada edad, ellos seguían haciendo entregas de mercancía. - Continúo.
- Yo les decía que podía encargarme de eso, pero ellos insistían en que lo harían ellos.
- Vaya, se esforzaban mucho.
Eso confirma lo que dijo antes, lo criaron de esa manera.
- Un día por curiosidad, les pregunté la razón detrás de lo que hacían. Ellos me dijeron que no era nada en especial, solo lo hacían porque querían y para darle valor a su existencia.
- ¿Valor a su existencia?
¿A qué se refiere?
- Bueno, eso decían ellos. Las acciones dan valor a la existencia de una persona.
- Ahora entiendo.
Así que era eso.
- Todas las cajas están listas. - Afirmó con cansancio.
- Gracias, Makoto. Soy novelista, te diré una frase que describe tú historia.
- A ver, dime. - Dijo con curiosidad.
- ¿Qué le da valor a la existencia de una persona? Lo que hace en vida. Después que la persona muere, lo que hizo y quién fue queda grabado en la memoria de los vivos. Eso se convierte en una prueba de tú existencia.
- Eres increíble, Daiki, lo describe a la perfección, ese era el pensamiento de mis abuelos.
- Lo usaré en mi novela como agradecimiento. Nos vemos, Makoto.
Subí al auto y me despedí de él con un leve movimiento de mi mano derecha.
- Sí, nos vemos, Daiki.
Dije eso, pero se me olvidó preguntarle su número.
Dijo que no era de Kioto, así que puede que no nos veamos por un tiempo, no todo sale como uno quiere.
...
Ya estoy aquí, editorial Sakurai, no ha cambiado nada.
- Disculpe, vengo a entregar las novelas firmadas que pidieron.
- Espere un momento, por favor. Director Sakurai, un chico aquí trae las novelas firmadas.
Está recepcionista es nueva, debió empezar a trabajar durante el tiempo que dejé de venir aquí.
- Dice que puedes pasar.
- Gracias.
Ver a Sakurai-san, ¿eh? La última vez quedamos un poco mal.
Está vez mantendré la compostura, no tocaré el tema de Cielo Estrellado.
- Ha pasado tiempo, Sakurai-san.
- Es bueno verte bien, Daiki-kun. - Dijo con una mirada serena.
- Vine por el encargo de las novelas, afuera están todas empacadas.
Tan serio y seco como siempre, era de esperarse de Sakurai-san, actúa como si no hubiera pasado nada.
- Bien, ¿dónde debo firmar?
- Justo aquí.
Parece que él tampoco quiere mencionar nada al respecto. Por mí está bien.
- Eso sería todo, ¿no? - Preguntó mientras firmaba.
- Así es.
No he olvidado lo que dije ese día, voy a convertirme en un novelista reconocido.
- Si me disculpa, me retiro. - Dije saliendo de la oficina.
Por ahora tengo utilidad y existencia, que las obtuve de Chiba-san y Makoto, aún me faltan más para conseguir lo que deseó.
Hay infinidad de experiencias de vida. ¿Cuántas más descubriré? El año apenas comienza, voy a interactuar con tantas personas como pueda.
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