Capítulo 2
El otoño había llegado a Bilbao, y con él, un manto de nubes grises cubría el cielo, reflejando el estado de ánimo de mí mismo. Cada día se había convertido en una búsqueda interminable, un desfile de intentos fallidos por localizar a Sara. Había recorrido las zonas de la ciudad que pensaba que frecuentaba, le había preguntado a conocidos, incluso había consultado con amigos que podrían tener algún dato, pero sin éxito. El número de teléfono, el perfil de Instagram, cualquier pista que me condujera a ella seguía esquiva. Mis amigos tampoco sabían nada de Leyre desde la fiesta aunque fuese solo para poder agarrarme a ella y llegar hasta Sara. Es como si ambas hubiesen sido una alucinación de aquella noche.
Frustrado y al borde de la desesperación, Me había reunido con mis amigos Nico Williams, Unai Simón y Gorka Guruzeta en una cafetería cercana al estadio de San Mamés. El aroma a café recién hecho y el bullicio de los clientes eran un contraste brutal con el silencio interior que me atormentaba. Nos sentamos en una mesa, y yo, con el rostro en un rictus de preocupación, les comenté mi situación.
―¿Y estás seguro de que no la has visto en ningún otro lado? ―preguntó Nico, con su habitual curiosidad y un leve esbozo de sonrisa en el rostro. --Vas por la vida sin prestar atención a nada, igual te la has cruzado y no te has dado cuenta.
―He buscado por todas partes ―dije, removiendo la taza de café con desánimo―. He preguntado en bares, en universidades... Nada. Todos la visteis no me la imaginé ¿verdad?
Unai, con el ceño fruncido, intentó ser más práctico:
―Oye, tal vez deberías intentar algo más directo. Quizá puedas contactar con gente que trabaja en los lugares que frecuentaba Sara. Igual frecuenta aquella discoteca. Pregunta por allí a ver si alguien sabe algo.
Gorka asintió, añadiendo:
―O simplemente, prueba a dejar un mensaje en las redes sociales, si tienes alguna pista. Aunque suene a cliché, a veces eso funciona. ¡Coño, eres famoso usa un poco más el instagram, Sancet!
En ese momento, la camarera se acercó a la mesa para dejarnos el pedido nuevo que habíamos tomado. Levanté la vista y, de golpe, me quedé paralizado. Era Sara. Aquel rostro que había estado buscando desesperadamente durante semanas estaba justo frente a mí. El corazón me dio un vuelco, y sin querer, se me cayó el café al suelo, salpicando la mesa.
―¡Me cago en la puta! ―exclamó Sara, mientras se agachaba rápidamente para recoger el derrame. Los cafés se esparcieron por el suelo, y con un gesto automático, me arrodillé para ayudarla. Mis amigos miraban la escena con asombro, y Sara parecía visiblemente incómoda.
―Lo siento mucho ―dije, intentando captar su mirada mientras recogía los restos de café―. He intentado encontrarte durante semanas.
Sara se levantó, limpiándose las manos con una servilleta y se dirigió hacia la barra nuevamente conmigo persiguiéndola.
--Sara ¿Te acuerdas de mí? me dijiste que te gustaba el fútbol, joder.
--Sí, me acuerdo de ti. --Habló sin mirarme concentrada en la cafetera para ponerme de nuevo el café que había tirado.
--Te he estado buscando durante semanas, estaba loco por encontrarte, no he dejado de pensar en ti desde esa noche. Me he recorrido todo Bilbao buscándote.
Con una sonrisa forzada, dijo:
―No sé por qué te has esforzado tanto. No estoy interesada en conocer a futbolistas, más allá de lo que implique mi trabajo como periodista.
--Pero ¿por...
--¿Puedes volver a tu mesa, por favor? Estoy trabajando y lo último que quiero es que alguien crea que aquí hay algo más. Vuelve con tus amigos, Oihan. Y sobre todo olvídate de que existo.
Sentí una punzada en el pecho, como si todas mis esperanzas se hubieran desplomado de golpe. Antes de que pudiera responder, Sara se dio la vuelta y continuó con su trabajo, atendiendo a otros clientes. La conversación se desvaneció, y me quedé mirando su espalda mientras mis amigos comenzaban a ofrecerme palabras de aliento en cuanto volví a sentarme en la mesa.
―Deberías insistir ―dijo Nico―. Quizá si le dejas claro que no es solo un capricho...
Pero ya no escuchaba. Estaba absorto en mis propios pensamientos, y la imagen de Sara alejándose me resultaba abrumadora. Con un sentimiento de resignación, me levant de la mesa, diciendo a sus amigos que necesitaba salir a tomar aire.
Mientras caminaba hacia la salida, una chica rubia que ya había visto antes se paró frente a mí.
--Oihan, espera. --Me dijo Leyre, luego apartó su vista hacia mí y apuntó algo en un post-it y luego otro en otro. --Date la vuelta.
--¿Me quieres ver el culo o qué, Leyre? --le dije riéndome.
--Muy listo, pero no, campeón. Tú no me interesas. --dijo metiendo ambos post-it en los bolsillos traseros de mi pantalón. --El de la derecha es para ti, el de la izquierda es para Unai. Ya me lo agradecerás.
La chica rubia se dispuso a irse para seguir con su trabajo y yo salí por la puerta de la cafetería.
El viento frío del otoño me golpeó el rostro, agudizando aún más mi desánimo. En el camino hacia la puerta para volver a entrar, metí las manos en los bolsillos de mis pantalones y, saqué un pequeño post-it arrugado.
El corazón me dio un nuevo vuelco cuando leí el número de teléfono escrito en el papel. Lo miró con incredulidad, intentando procesar cómo había hecho algo así Leyre si Sara lo había dejado todo claro. Era el mismo número que había buscado desesperadamente, el número de Sara.
Entonces recordé las palabras de Leyre: Ya me lo agradecerás.
Ay, Leyre, te lo voy a agradecer tanto.
Mientras el post-it pasaba de mis manos a mis ojos, me di cuenta de que, a pesar del rechazo y la frustración, quizás había una oportunidad, después de todo. Guardé el papel en el bolsillo con una mezcla de esperanza y desconfianza y, con una nueva determinación, tras darle el otro a Unai, y ver como Sara se había ido a la otra punta de la cafetería para no verme, decidí que tenía que irme a casa. Salí de la cafetería decidido a descubrir qué significaba realmente ese número en mi bolsillo.
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HOLA HOLA HOLA.
Un gusto que nos volvamos a leer.
Espero que lo que haya hasta ahora os esté gustando.
pd: Tranquilo Oihan, el que la sigue la consigue.
Nos leemos pronto.
ig:
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