Capítulo veintiocho: El primer San Valentín ¿El último?
Capítulo veintiocho: El primer San Valentín ¿El último?
Rayan
14 de febrero, 2017
—Owww, qué bonito —aplaude mi hija cuando dejo frente a ella una dos pancakes con forma de corazón—. A Bre le hubiesen gustado ¿Podemos guardarle algunos?
No creo que sea algo que mi novia quiera comer, pero para no romper las ilusiones de mi hija asiento.
—¿Cuándo llega?
—No seas impaciente —digo dejando fresas en su plato y deslizando el sirope hacia ella porque hoy tiene vía libre para aplicar tanto como quiera—. Debe de llegar pronto.
Sé que está en un almuerzo con Teressa y que luego la tendremos para nosotros dos tal como lo queremos.
—Es que me gusta muchísimo estar con Breana —suspira de manera soñadora—. Es la mejor.
—Es cierto, ella lo es.
—¿Te gusta que sea tu novia? —Me pregunta con genuina curiosidad.
—Sí, es algo que me encanta.
—Entonces deberías hacerla tu esposa ¿no? Los novios que se aman se casan —analiza.
—¿Eso te gustaría?
—Muchísimo. Quiero ir a una boda y si es tuya con Bre es aún mejor. Soy muy grande para ser la niña de las flores...
—Tienes nueve años, Summer.
—Entonces me pediré ser dama de honor —ignora deliberadamente mi interrupción— y si eliges a Derek de padrino, podremos caminar juntos.
Lo último lo dice con tal emoción que arqueo una ceja mientras se sonroja.
Hace un tiempo dejó de llamarlos tíos y tías porque asegura que son super cercanos y mejores amigos, se siente a gusto de esa manera y mis amigos también.
—¿Por qué tendría que ser Derek?
Se encoge de hombros y me sonríe.
—Así qué... ¿Te casarás con Bre?
—Algún día, sí.
—¡Siempre todo tarde, papi! —Se queja—. Tener novia, los bebés ¡Y ahora la boda!
No puedo evitar reír ante su impaciencia.
—Todo a su tiempo, niñita.
—Aunque quizá la tía Janice se enoja... —susurra muy bajo y sé que desea que no la escuche, por lo que finjo no hacerlo.
Se enfoca en su comida y su sonrisa se vuelve amplia mientras se frota las manos antes de lanzarse por ello.
—Tener el desayuno de almuerzo es lo mejor —celebra lamiéndose los dedos.
—No creo que sea lo mejor. ¿Estás segura de que hoy no quieres ir a tu clase de ballet?
—¡Síp! Mi sueño es pasar San Valentín contigo y con Breana.
—Ese es un sueño nuevo —Me río sentándome a su lado y comenzando a comer.
—Pero es válido.
—Es cierto.
Como con lentitud en tanto veo su felicidad genuina con algo tan simple como pancakes con forma de corazón y toda esa azúcar. Balancea sus pies adelante y atrás y tararea con deleite.
—¿Iremos al cumpleaños de la tía Janice? Ella parecía triste al teléfono, pasa San Valentín sola, quería que fuera con ella, pero quería pasarla contigo, papi, porque si yo no estoy ¿Quién te amará tanto como yo? ¡Nadie!
—Amarme tanto tiene que ser una gran responsabilidad ¿Eh?
—¡Ufs! Es enorme.
—Irás el sábado al cumpleaños de tu tía con la abuela Carolie.
Jadea y se lleva una mano llena de sirope al pecho.
—¿Por qué no me llevas?
Porque me niego a caer en otra discusión por Janice, porque lucho profundamente con el hecho de conciliar que mi hija la ama y es parte de su vida incluso si su tía no comprende el significado amplio de amar sin ser egoísta y tener madurez.
—Derek quiere que lo ayude con algo importante en casa —Me excuso—. Me comprometí a hacerlo.
Me mira con ojos entrecerrados y luego asiente.
—Me gustaría ir, pero ya le prometí a la tía Janice que iría y no me gusta que esté triste —Hace una pausa para masticar pareciendo pensativa—. Es algo que haría a mami feliz ¿Verdad? Que pase tiempo con la tía Janice.
A veces es tan difícil darle respuestas, ser maduro, hacer lo mejor para ella.
Le sonrío y le limpio la mejilla sucia con el pulgar.
—Melissa era y es feliz con el hecho de que ames y seas amada por tu familia.
—Extraño a mi mami —suspira—. Ella me ayudaba a hacer tu regalo, papi, no tengo nada para darte hoy.
—Tu presencia es suficiente.
—Mi presencia es barata, duh.
No puedo evitar reír y ella sonríe complacida con el hecho de que me parezca divertida.
—Además, me regalaste este collar tan bonito, papi.
—De verdad que tu existencia es el mejor regalo, niñita y no es una presencia barata. Ahora, termina la comida para que puedas tomar una ducha.
Le doy una mirada a su uniforme escolar sucio y sacudo la cabeza.
Comer con Summer es entretenido y divertido, es una niña con una personalidad muy locuaz, extrovertida e imaginativa. Le gusta ser divertida, está llena de curiosidad y su corazón bondadoso siempre la hace amorosa. Frecuentemente me pregunto si al crecer esos rasgos se repotenciarán o desaparecerán, me aterra y me llena de emoción ver la persona en la que se convertirá, la pubertad, su adolescencia, la adultez... Sin embargo, para mí siempre va a ser mi niñita.
Me encargo de recoger todo mientras ella se da un baño y sonrío viendo que recoge su mochila escolar para llevarla consigo. Poco después el timbre de la casa suena y sonrío cuando al abrirla encuentro a Breana abrigada y con un arreglo demasiado grande de flores y bombones de chocolates.
—Feliz San Valentín al mejor novio —dice con alegría y río tomando el arreglo de sus manos y bajando el rostro cuando alza el suyo para un beso—. No es un gran regalo como el tuyo, pero es romántico ¿Cierto?
—El sueño de todo hombre —murmuro contra su boca antes de retroceder.
Mi regalo son unas vacaciones a una isla para cuando coordinemos nuestros días libres del año.
Dejo el arreglo sobre la mesa junto a los bombones y tomo la tarjeta en la que reconozco su letra.
"Soñé tanto con un San Valentín llamándote mío que me cuesta creer que este es real.
El primero de muchos.
Gracias por hacer que cada día se sienta como una celebración del amor.
Te amo."
Mi sonrisa no podría borrarse ni aunque quisiera.
Durante años sentí más que una amistad por Breana Stone y al igual que ella, estoy sorprendido, que, de hecho, tengamos un primer San Valentín como novios, posiblemente el último.
Porque en el 2018 quién sabe si sea un San Valentín de esposos. Soy así de determinado y simplemente sé que es la mujer de mi vida, y que le haré vivir cada cuento de hadas y romance que ha estado añorando.
Dejo la nota entre las flores y giro hacia ella, quien ya se quitó el gorro y el abrigo quedando en un enterizo ajustado que le cubre incluso el cuello. No dudo en tomarla de la cintura y atraerle a mi cuerpo antes de besarla profundamente.
Me trago su gemido y aprovecho la apertura de sus labios para indagar con mi lengua, una vez más, los lugares de su boca que me niego a memorizar porque me encanta que se sienta como una primera vez cada bendito beso. Su mano me sostiene la mandíbula y el otro brazo lo enreda entorno a mi cuello arqueándose hacia mi cuerpo mientras me devuelve el beso con la misma pasión.
Queriéndola más contra mi cuerpo, envuelvo los brazos a su alrededor y me sorprendo porque su cuerpo se siente más pequeño y delicado. Sé que mis brazos siempre han podido envolverla como un guante y absorberla, pero ahora es diferente, no se trata de que le encaje, es que mis brazos le quedan grande.
Mi cuerpo se tensa y por supuesto que lo nota porque aleja sus labios y cuando abro los ojos me encuentro con los suyos.
—¿Qué pasa? —murmura acariciándome la barbilla y bajo el rostro para besarle la palma.
Escondo mi rostro en su cuello e inspiro hondo controlando mis emociones. Sin llorar, sin gritar, sin exigir y sin hacerla sentirse acorralada.
No presionar, no juzgar, no señalar y no hacerla sentir menos.
La abrazo con cuidado queriendo arroparla con mi cuerpo y protegerla del mundo, pero también de ella misma.
El mundo le hace daño, pero Breana también se lastima a sí misma de una manera diferente.
Sé que está yendo a terapia, que la sanación no sucede de forma inmediata, que hay pequeños pasos para dar, pero la impotencia y el dolor de que no esté en mi poder salvarla, darle paz y aceptación, me tortura y me duele.
—¿Rayan? —pregunta mientras presiono mi nariz contra el lateral de su cuello y la estrecho en mis brazos.
—Te amo un mundo, mi rubia.
—¡Feliz San Valentín, Bre! —grita Summer y retrocedo para que mi hija envuelva sus brazos alrededor del cuerpo de Breana.
—Feliz San Valentín —responde ella agachándose y llenándole el rostro de besos—. ¿Lista para una tarde de películas?
—¡Y golosinas! —grita Summer—. Será el mejor San Valentín de mi vida.
—Espero recuerdes esas palabras cuando seas una adolescente —mascullo tirando de uno de sus rizos y ella se sacude riendo.
—En el auto tengo algo para ti —anuncia Breana y mi hija se emociona antes de detenerse.
—Oh, Bre, solo tengo mi presencia barata para ti.
Río y Breana me mira sin entender.
—Ya te lo explicaré luego. Dame las llaves de tu auto y voy por el regalo, hace demasiado frío para que vuelvas.
—Mi héroe —suspira besándome la mejilla y haciendo a mi hija reír.
Obtengo las llaves y poco después vuelvo con una caja que Summer abre con alegría y que resulta ser unas zapatillas de balle preciosas que tienen a mi niñita dando saltos antes de arrojarse sobre Breana y asegurarle que las amará toda su vida.
Hoy tenemos pase libre para los dulces, por lo que hay palomitas de maíz, gomitas, papas y un montón de golosinas chatarras que Breana esquiva y que Summer se atiborra con su cuerpecito acurrucado a mi costado mientras mis dedos juegan con el cabello de Breana, cuya cabeza se encuentra en mi regazo.
Estamos en la sala de estar acurrucados viendo una película infantil bastante bonita y sorpresivamente memorable.
Summer habla durante cada película, pero es divertida y en algún punto su mano llena de migajas y colorante artificial juega con mi cabello mientras come con la otra. Breana acepta la mitad de una barra de chocolate que ella le ofrece, pero no me pierdo la lentitud con la que lo mastica y como parece pensativa al hacerlo antes de tragar.
—¿Sigues siendo más una mujer de fresas? —le pregunto y alza la mirada para verme desde abajo.
—Me conoces bien —Sonríe y también lo hago antes de con mi pulgar limpiar la pequeña mancha de la comisura de su labio y lamerla.
—Lo hago, mi rubia.
Y porque lo hago, sé que ella puede sanar. Lo sé.
***
15 de febrero, 2017
—Entonces no estás aquí porque lo desees, sino que yo era tu excusa para esquivar el cumpleaños de tu excuñada malvada —concluye Derek con la cabeza dentro del lavamanos sacándose su nuevo tinte.
—Exacto.
—Eres extremadamente bueno hiriendo los sentimientos, Rayan.
—No sabía que debía tratar con guantes de seda tus sentimientos —digo extendiéndole la toalla cuando termina y frunciendo el ceño cuando adrede se sacude como un perro y me salpica—. Eso lo hiciste apropósito.
—Lo merecías.
Pasa de mí y arroja la toalla al suelo. El cabello húmedo es blanquecino hasta las raíces y de alguna manera molesta lo hace parecer como una criatura mítica.
Lo sigo hasta la cocina en donde saca un pack de cervezas y me desliza una antes de abrir una para sí mismo.
—¿Cuál es el juego de Janice? ¿De verdad quiere la custodia o solo quiere tocar tus nervios?
—La verdad no lo sé. Parece decidida, sin embargo, no sé si ella querría hacer pasar a Summer por ello. Sé que ama a mi niñita, pero de una manera egoísta.
—¿No has pesando que ella querría estar rebotando sobre tu polla?
Me quedo en silencio y lo miro, se encoge de hombros.
—Solo digo que parece aún más enojada desde que estás con la Barbie, piénsalo. Eres un tipo atractivo, caliente, adinerado, apasionado y famoso. Haces niñas lindas y te ves cómo que follas bien, por como lo veo, eres un gran partidazo.
—Agradezco tu halago. Es una teoría interesante, pero si ese fuese el caso ¿Por qué nunca hizo una movida?
—Se vería mal. Eres el exesposo de su hermana desaparecida o a lo mejor odia desearte.
—O simplemente quiere aferrarse a Melissa a través de Summer y odia que yo sea la figura parental disponible o no lo sé ¡Dios! Ya no sé qué pensar de esa mujer e imaginar que iniciará algo legal, me enferma.
Me bebo la mitad de la cerveza de un solo trago, cubriéndome la boca cuando el inevitable eructo me alcanza.
—De cualquier manera, tienes todas las de ganar, Ryry.
—Lo que no quiero es que Summer pase por ello. Por estudios de servicios sociales, interrogatorios, visitas a la corte, discusiones... No quiero nada de eso en su infancia.
—Deberías hablar a solas con Lucy, tal vez ella sepa hacer entrar en razón a su hija.
—En eso he estado pensando.
Solo que he estado ansioso sobre cada avance del detective, porque las cosas que me ha dicho...
—¿Qué hay de ti?
—¿Qué pasa conmigo?
—¿Qué haces un sábado en la tarde solo?
—Me pintaba el cabello —se pasa la mano por mechones húmedos.
—¿Otra apuesta con Holden? —arqueo una ceja.
—No.
—¿Entonces?
—Solo tuve ganas —Se encoge de hombros y bebe de su cerveza mientras lo miro—. ¿Qué?
—Demasiado tranquilo.
—¿No puedo estar un sábado relajado en mi casa siendo un buen amigo para ti?
—No dije que no pudieras, solo pienso que es sospechoso.
Se queda en silencio en tanto nos miramos de manera desafiante luego se ríe.
—De acuerdo, tal vez solo estoy haciendo una pausa para enamorarme correctamente a futuro cuando aparezca el amor de mi vida y...
—No te lo crees ni tú mismo, Derek Cooper.
Rueda los ojos, se termina la cerveza y abre otra lata antes de ir a la sala en donde lo sigo y me siento frente a él en el sofá.
—No lo sé, solo no sentí la vibra este fin de semana. La idea de lo mismo: fiesta, mujeres, sexo loco y divertido, salir en las noticias y ser encantador, me fastidió. Creo que necesito un descanso.
—Impresionante.
—Estoy hablando en serio, Rayan.
—Y en serio me parece impresionante.
Se estira para patearme y lo esquivo riendo.
—Está bien, en algún punto a veces todos queremos un descanso y tiene sentido que estés teniendo esta crisis.
—No es una crisis.
—¿No te pintaste el cabello de rubio platinado como una medida desesperada de sentir que sigues siendo tú mismo incluso cuando ahora pareces querer pausar y no disfrutar de las cosas que para ti se sentían cotidianas?
—No me gusta que tengas razón, Rayan —Me sonríe—. ¿Sabes qué me preguntó Holden?
—¿Quiero saberlo?
—Que si tenía una enfermedad terminal que me estaba haciendo replantarme toda mi vida luego se río, me palmeó el hombro y me dijo que estaba bien poner freno porque mi pene también se cansa.
—Sí, Holden diría algo como eso —Me acomodo en el sofá—. Te haré una pregunta que no estás obligado a responder.
»Todos hemos escuchado que Holden y tú tuvieron algo con Krista... Al mismo tiempo, que es completamente asunto de ustedes —hago una pausa sopesando mis próximas palabras—. ¿Tiene que ver toda esta pausa con Krista? No juzgaré, puede que me burle un poco, pero entenderé si es así.
—Terrible manera de preguntar —Suelta un bufido—, pero no. Eso no arruinó nuestra amistad ni me gusta de manera romántica, tampoco creo que sea algo que haría de nuevo.
—¿Por qué?
—Simplemente hay cosas que solo se deben hacer una vez incluso si son buenas —Se encoge de hombros sin estresarse por ello—. Si quiero un trío me encargaré de buscarlo en otro lugar.
—¿Tienes problemas de erección? —pregunto en tono serio pese a estar de broma.
—¡No! —parece ofendido—. Se me pone bastante dura, gracias.
—Bueno, entonces todo está bien.
—Es justo lo que te decía. No siempre puedo ser fiesta y descontrol, mi encantadora personalidad puede funcionar bastante bien dentro de la tranquilidad.
Permanecemos en silencio bebiendo cerveza durante unos pocos minutos.
—Así que siento que hay más de lo que quieres hablar, pareces ansioso —observa y respiro hondo antes de hablar.
—El detective ha encontrado noticias sobre Melissa.
—¡Joder, Rayan! Eso es buenísimo ¿No?
Me presiono dos dedos contra los ojos y siento el cosquilleo una vez más en la nariz.
—¿Rayan?
Respiro hondo antes de quitarme los dedos y Derek hace una mueca.
—¿No son buenas noticias?
Sacudo la cabeza
—Hay grandes posibilidades a que todo apunte a que Melissa está muerta y me aterra vivir un mundo en donde tenga que decirle algo cómo eso a mi hija —Se me quiebra la voz—. No es oficial, pero es la respuesta a la que parece que nos acercamos.
—Aún hay probabilidad de que esté viva —asiente adquiriendo una actitud positiva incluso si puedo ver las dudas en sus ojos.
—Pero ¿Y si no es así?
Me mira abriendo y cerrando la boca, luego frunce el ceño y termina por asentir.
—Entonces, nos tienes a nosotros, porque solo nunca estarás y criaremos muy bien a Summer. No llenaremos el lugar de su mamá, pero le haremos saber que siempre fue amada y que no fue su elección partir tan pronto, pero vamos a ser optimistas, y esta investigación dará un giro.
—Tienes razón, aún hay posibilidad de que todo salga bien —intento convencernos a ambos y ambos fingimos que lo creemos.
Mañana nos leemos con el capítulo veintinueve. Besitos
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