Capítulo Veintidós: Su camerino
Capítulo Veintidós: Su camerino
Breana
29 de diciembre, 2016
—¿Cuánto tiempo tenemos? —pregunto en un jadeo, dándome la vuelta para que él pueda bajar la cremallera de mi vestido ajustado.
—El suficiente —responde mordisqueándome el hombro y bajando las mangas.
El vestido se acumula en mi cintura y con su pecho desnudo contra mi espalda, Rayan me toma los pechos en las manos, pellizcándome los pezones de la manera en la que sabe que me encanta.
Una de mis manos se apoya contra la pared y la otra intenta trabajar en el botón de su pantalón detrás de mí.
—¿Alguien ha visto a Derek? —Escucho a producción preguntar detrás de la puerta, pero no me concentro en la respuesta cuando todo lo que puedo pensar es en Rayan.
Agradezco que mi cabello hoy esté peinado en un recogido porque eso le permite besarme, lamer y morderme el cuello mientras tira de uno de mis pezones y me empujo contra su erección.
Yo había llegado al estudio y habíamos estado jugando a las miradas en tanto me peinaban. Su silencio bajo y esa mirada intensa habían sido como gasolina encendiéndome, no necesité que me hablara, solo sus ojos bastaron y cuando salió de mi camerino compartido con Elise, estaba demasiado ansiosa de que terminaran con mi cabello y cuando lo hicieron, dije alguna una excusa sobre ir al baño antes de que me maquillaran. Había dado un toque a la puerta de su camerino y él me tiró del brazo, sin perder el tiempo y así es como ahora somos este enredo caliente.
No me canso de Rayan y por la manera en la que sus manos codiciosas me exploran, él se siente igual.
—Rayan —gimo su nombre.
—Debemos ser silenciosos ¿Puedes?
Para este punto podría prometerle cualquier cosa siempre que me haga venir, así que asiento recargando mi frente de la pared y separando mis piernas cuando una de sus manos abandona mi pecho y baja por mi cintura antes de subirme el vestido dejando al descubierto mi trasero para sus manos que ahora lo estrujan.
Escucho la risa de Holden junto a la voz de Krista decir algo que no registro y alguien está gritando el nombre de Derek, pero ¿A quién le importa?
—¿Es esto una de las lencerías del regalo de Santa? —susurra contra mi oreja antes de mordisquearme el lóbulo.
—¿Te gusta? —pregunto con un contoneo coqueto bajo sus manos y no me decepciona cuando su mano deja caer un azote en una de mis nalgas.
—Sabes que sí, sabes que esto es mi perdición —susurra y su dedo delinea el triángulo en la cima antes de enganchar el dedo en la delgada tira que descansa entre mis nalgas mientras su nudillo acaricia todo ese tramo de piel haciendo mayor presión en el orificio fruncido que poco a poco en cada encuentro sus dedos han ido explorando con paciencia.
Juega con la tira una y otra vez, respirando contra mi oído, creando expectativa y aumentando mi desesperación.
—Por favor —suplico y ríe de manera ronca.
—Por favor ¿Qué?
—Estoy mojada para ti.
—¿Es así? Déjame comprobarlo.
Estira lo suficiente el tirante de entre mis nalgas para engancharlo a una de ellas y abro más las piernas para que sus dedos me exploren desde atrás. Un sonido de apreciación sale de su garganta cuando sus nudillos se encuentran con mi humedad y yo me regocijo encantada de su reacción.
Siempre me ha gustado el sexo, pero no había explorado demasiado sobre las tendencias de las cosas que más me encienden y con Rayan he ido descubriendo lo mucho que me gusta complacerlo, obedecer, recibir elogios. Me encanta cuando es dulce conmigo, pero amo cuando me maneja a su antojo, cuando deja marcas de su boca o dedos en mi cuerpo.
Pensé que me aterraba el trato brusco en el sexo, pero resulta que me enloquece de buena manera con la persona correcta.
—¿Si te follo ahora podrás aguantarlo?
—Sí.
—¿Estás segura?
—Aguantaré todo —prometo.
Sus nudillos suben hasta mi clítoris y me muerdo el labio inferior con fuerza mientras se remueve y poco después, siento la punta húmeda de su miembro contra una de mis nalgas antes de que tome en una mano y separándome el trasero con la otra, deslice la punta por todo el tramo de piel descubierta. Me estremezco cuando se detiene en el orificio de mi trasero, tantea con movimientos circulares y cuando presiona, jadeo.
—Hoy no —Nos dice a ambos—, pero algún día.
—Algún día —acuerdo porque quiero darle absolutamente todo con la promesa de que siempre la pasaremos bien.
Se entretiene ahí durante segundos en donde me alzo sobre las puntas de mis pies al sentir la punta húmeda en ese lugar de mi cuerpo, por un momento quiero gritarle que simplemente empuje y se lleve esa primera vez, pero al menos aun soy lo suficiente racional para recordar que no estoy preparada para tomarlo de esa forma hoy.
Nuevamente ruego con su nombre y continúa su avance haciéndome sentir su punta en mi entrada. Me inclino más hacia la pared, arqueando la espalda, bajando mi cuerpo hasta que me doblo lo suficiente y estoy sobre las puntas de mis pies, empujando hacia atrás consiguiendo tomar apenas un par de centímetros que me tienen suspirando.
Estoy tan mojada que siento mis muslos pegajosos.
Empujo otros centímetros hacia atrás y un escalofrío de placer me recorre cuando su gemido golpea contra mi oreja en donde aún mantiene sus labios presionados.
—No tengo puesto un condón —Me advierte.
—No importa.
—Dijiste que no tienes ningún tipo de anticonceptivo —susurra con la respiración pesada cuando me empujo otro poco más de él—. Debo parar.
—No.
—¿No?
Siento el sudor resbalarme por la piel, el corazón acelerado y mi respiración ruidosa. Pero lo que más siento es a Rayan estirándome apenas unos centímetros con la promesa de más.
—Soy regular, no estoy ovulando ahora —consigo decir.
—Aun así, podría pasar.
—Podría.
Nuestras respiraciones resuenan ante el silencio de la conversación a medias que estamos teniendo.
—¿Qué quieres que haga? —pregunta con la voz entrecortada
Cierro los ojos concentrándome porque necesito pensar y decidir.
—Quiero... —respiro hondo—. Quiero que acabes con mi miseria y me folles, Rayan, no estoy ovulando y estoy limpia. No lo he hecho sin condón nunca.
Una de sus manos mantiene mi nalga separada con un agarre feroz y la otra me toma de la cintura cuando da un profundo empujón, penetrándome hasta el final. Un grito se me escapa y me muerde el cuello.
—Shhh, eres mía y no quiero que otros te escuchen ser follada.
—¿No quieres que escuchen cómo soy tuya?
—Si lo dices así, haces que quiera que grites hasta que quedes ronca —dice con los dientes apretados empujando con estocadas profundas y rudas que me desarman.
Siento cómo me estira y hay una delgada línea entre el ardor y el placer, pero me encanta cada segundo de ello. Mis piernas tiemblan y mis manos sudorosas se deslizan por la pared pasados los segundos mientras recibo cada uno de sus empujes y cuando su mano cae en dos golpes sucesivos sobre un lado de mi trasero, mi agarre resbala, pero él está ahí para hacerse cargo.
Me endereza arqueando mi culo contra su ingle, manteniéndome de puntillas y con mi espalda contra su pecho mientras una de sus manos me cubre la boca y la otra navega entre mis piernas, acariciándome alrededor de mi centro mientras empuja, haciendo que mis ojos se pongan en blanco y que grite contra su mano al tiempo que le clavo las uñas de las manos en el antebrazo y con la otra me pellizco un pezón. Cuando sus dedos suben hasta mi clítoris y presiona con movimientos rápidos y circulares, tiemblo en sus brazos dándole el absoluto control de mi cuerpo porque siento que es una experiencia extracorporal, siento demasiado, estoy sobrecargada. Hay tanto placer que me duele de una manera que parece mágica, siento que escalo, que subo más y más alto y cuando caigo, grito tan fuerte que no sé si su mano logra atrapar todo el sonido mientras me sacudo con espasmos y lo aprieto en mi interior.
Es tan fuerte que siento mi orgasmo correr por mis muslos y llego a creer que moriré. Vagamente escucho sus elogios sobre lo buena que soy, lo bien que lo tomo y cómo le encanta cada parte de mí.
Él sigue duro cuando sale y mis piernas son temblorosas cuando me hace salir por completo de mi vestido, guiándome hasta que estoy sentada sobre el sofá en donde me abre una pierna y cae de rodillas para lamerme la humedad de los muslos hasta llegar a mi centro.
Va a matarme.
Es demasiado, mi vientre se tensa y tiemblo mientras lo miro tirar de sí mismo arriba y abajo con apretones contundentes. Con una mano temblorosa tiro de su cabeza entre mis piernas para alejarlo.
—Es demasiado...
Me mira desde abajo con el cabello despeinado, las pupilas dilatadas, el rostro sonrojado y la barbilla húmeda. Entonces me sonríe antes de darme un beso e incorporarse hasta apoyar una rodilla al lado de mi muslo.
—¿Te cuento un secreto? —pregunta en voz baja y traviesa.
Asiento con la mirada clavada en la forma en la que se toca.
—Quiero follarte las tetas, Breana.
Alzo la mirada hacia él y todo lo que puedo pensar es que lo haga.
—Sí —susurro tomándome los pechos—, hazlo.
Se inclina deslizándose duro y húmedo en el centro de mis pechos, aprieto dándole la presión exacta que lo tiene gimiendo de manera ronca en tanto empuja las caderas. Veo embelesada la forma en la que su abdomen se contrae ante sus movimientos, la vena gruesa recorriéndolo y luego miro como se ve en medio de la hinchazón de mis pechos. Es una vista que no olvidaré nunca y que querré repetir mil veces más.
Mis pezones se encuentran duros y rojizos por toda su atención, una de las cimas de mis pechos tiene marcas de su boca y me moja la piel con los restos de mi orgasmo en su lubricando su miembro junto a su punta goteante.
Sonrío cuando sus elogios comienzan a llegar.
—Te ves tan bonita así, tomándote de las tetas mientras me dejas follarlas...Lo haces tan bien... Nadie me hace sentir como tú... Me tienes loco, me arrastraré por ti, haré todo por ti.
—¿Te gusta así? —pregunto con dulzura y él gime profundamente ante el tono de mi voz.
—Lo amo así.
—Déjame ver y sentir cuánto lo amas, Rayan.
Consigo baja mi barbilla para lamerle la punta con cada empuje y poco después Rayan está corriéndose sobre mi barbilla y mis pechos, derramándose por mi piel con empujones descoordinados y cuando finalmente se detiene, cae a mi lado, sudado y sonrojado.
Me miro los pechos cubiertos y sonrío, uno de mis pezones brilla cubierto. ¿Quién diría que tendríamos tanta química sexual?
Hay un toque en la puerta del camerino y miro a la puerta cerrada con seguro.
—Será mejor que Breana salga de ahí, necesita ser maquillada —grita Elise—. Se acabó la diversión.
—¡Cinco minutos! —grita Rayan antes de ponerse de pie.
Me fijo en que nunca se quitó los pantalones, que estos cuelgan en sus muslos al igual que el bóxer que se sube. Camina detrás del sofá y cuando regresa tiene toallits húmedas con las que limpia mi pecho con una sonrisa y en silencio. Sin embargo, antes de limpiarme la barbilla, toma un poco en su índice y lo guía a mi boca en donde chupo saboreándolo hasta morderle.
—A veces me abruma todo lo que me haces sentir —confiesa terminando de limpiarme.
Le sonrío y sacude la cabeza como si intentara orientarse y en silencio me ayuda a levantarme para poder vestirme. Dejo que se haga cargo y cuando termina de subirme la cremallera me abraza desde atrás recargando su barbilla de mi hombro.
—Te amo —susurra y sonrío ladeando el rostro para darle un beso suave en los labios— y sé que me amas.
—Lo sabes bien.
—Ahora debo dejarte ir para que te maquillen y empiece el programa en donde Brody estará —Lo último lo gruñe y río.
—¿Por qué estarías celoso de Brody?
—Porque tuviste una cita con él.
Es cierto. Hace mucho salí con el primo de Adelaide y de hecho hubo un buen beso que me hizo saber que no saldría nada romántico de nosotros. Brody es atractivo, divertido y talentoso, pero más allá de esa cita, no hubo más.
—Solo fue una cita —Le recuerdo— y ahora tengo novio. Un novio que fue el primero en follarme los pechos y que me dejó con las piernas temblando.
—¿Puedes caminar?
—Puedo fingir que no te siento en cada paso que doy.
Eso lo tiene riendo y plantándome un beso en el cuello antes de liberarme y dejarme avanzar para salir.
—Cariño, inténtalo mejor. Caminas raro —dice con diversión y ruedo los ojos.
Lo siento en cada paso y es incómodo caminar con normalidad, pero afronto el reto abriendo la puerta y cerrándola antes de ser tentada a mirarlo y volver con él.
Me topo de frente con Krista y Austin, la primera me sonríe con picardía mostrándome el pulgar y Austin mira mi cabello.
—Sara se enojará contigo. Tu cabello es un nido —Es todo lo que me dice y me lo toco.
Sara estará enojada, pero valió absolutamente la pena.
***
—Gracias por siempre volver y dejarnos entrevistarte —dice Krista dándole un abrazo a un sonriente Brody.
—Siempre será un placer, además así puedo vigilar a Ade —bromea y la mencionada rueda los ojos.
—Como si yo fuese la prima que necesita vigilancia —señala antes de girarse y caminar hacia Jocker.
—Bueno, espero verte pronto —Se despide Krista con la atención en su teléfono.
Brody se gira hacia mí con una sonrisa que le devuelvo.
Recuerdo que cuando lo conocí se veía despreocupado, estaba despeinado de una manera atractiva y tenía un apenas perceptible olor de hierba, también recuerdo que era un musico excepcional y la manera admirable en la que siempre estuvo para su prima.
Ahora Brody Gallagher es incluso más atractivo. Va al gimnasio por lo que ser delgado quedó atrás y tiene una complexión de nadador, no es extravagante, pero se ve bastante bien. Su cabello sigue despeinado, pero más corto y sus ojos son lúcidos, aun sonríe mucho, pero también parece ser más sensato y racional sobre sus decisiones, el olor a hierba desapareció y ahora tiene un olor de algún perfume de marca acompañado de lo que tiene que ser algo netamente de él. Todo eso da como resultado a uno de los ídolos musicales del momento.
Atrás quedó la época en donde caminaba con tranquilidad en la calle, posiblemente ahora tiene más fama que cualquiera de nosotros.
—¿Qué? —Me pregunta sonriendo.
—Nada, solo veo que realmente estás en la cima.
—Por ahora —Se encoge de hombros.
—Y ahí seguirás, las personas te aman locamente. No seas modesto conmigo.
—¿Cómo has estado? Hace mucho no te veía.
—Ahora no soy la que tiene la agenda más ocupada —bromeo— y estoy bien. Ya sabes, navegando por lo malo y lo bueno.
—Y finalmente eres novia de Rayan Davis, quien por cierto no deja de mirarme raro y me dio un apretón de manos exageradamente fuerte. No quiero problemas con tu hombre, tiene suficiente fuerza para sepultarme —La diversión brilla en sus ojos.
—Te confieso que me gustan sus celos.
—¿Sí? —Se acerca y me pasa un brazo alrededor de los hombros—. Veamos qué hace con esto.
—Sigues siendo travieso ¿Eh?
—¿Qué puedo decirte? Puedo dejar la hierba, pero no mi encanto, eso me hace Brody.
—Y así es el Brody que nos gusta. Me encanta que te vaya tan bien, parece que naciste para ser una estrella.
—Tú eres quien nació para ser una estrella.
No. No creo eso.
De hecho, tengo la sensación de que me equivoqué de camino y terminé aquí, tal vez estar en el lugar equivocado es lo que condiciona a las personas a estar tan enfadadas conmigo y mi fama.
—Muy buena entrevista, Brody —dice Rayan estratégicamente metiéndose entre ambos y pasando una mano alrededor de mis hombros.
Brody me da una mirada de complicidad y sonrío.
—Brody ¿Conoces ya a mi novio? —Le pregunto pasando mi brazo alrededor de la cintura de Rayan.
—He escuchado bastante de él.
Alzo el rostro para encontrar a Rayan sonriendo y río por lo bajo porque parece bastante complacido y petulante con la presentación.
Nunca nadie pareció tan feliz de estar conmigo como él.
—Escucha, Rayan, tuve una cita con tu novia hace mucho, solo hubo un beso y ya. La quiero como amiga porque además ha sido una amiga increíble para mi prima. Obviamente como la mayoría de las personas, sé que fácilmente es de las mujeres más hermosas que existe y la aprecio visualmente —dice Brody con calma—, y soy consciente de que es una persona maravillosa. Pero quiero dejar en claro que tengo cero interés romántico en ella, estoy feliz por ustedes, así que no me odies ni sepultes con tu superfuerza porque ¡Hombre! En serio estás muy tonificado ¿Qué carajos? ¿Cuántos días te ejercitas? En fin —sacude la cabeza—. Sean felices e invítenme a la boda, ahora iré con mi prima antes de irme.
Nos sonríe y se aleja.
Brody sigue siendo él, es bueno saber que la fama no cambia su esencia y me alegra que viva lo bonito de ello.
—Bueno, no me cae mal —dice Rayan y giro para abrazarlo por la cintura.
—Eres tan sexy cuando estás celoso —aseguro.
—No te aproveches de ello —Se queja, pero los ojos le brillan con diversión—. ¿Vas ya de salida? Debo pasar por Summer.
—Sí, bajemos juntos. Pero vamos a despedirnos de los demás.
Hoy vine en mi auto por lo que Rayan y yo no nos iremos juntos, aun no manejamos tampoco la primera interacción de que me quede en su casa cuando está Summer, sin embargo, estamos tanteando hacerlo la noche de fin de año y estoy nerviosa por ello.
La opinión de Summer siempre va a importarme. Pocas veces me he rodeado de niños, pero con Summer siempre ha sido fácil y el amor que siento hacia ella es especial, de alguna manera siempre la he asociado con una de mis personas favoritas.
Rayan y yo nos despedimos de todos saliendo del estudio con Austin que se une a nosotros a la espera del ascensor. Rayan y él mantienen una conversación mientras me acurruco contra el costado de Rayan para descansar mis pies maltratados de estos incómodos y nuevos zapatos de tacón.
El ascensor llega y me tenso porque una vez más Demian Coleman se encuentra ahí, no es el único, pero es fácil que mi mente solo se enfoque en él cuando me mira de esa manera.
Respondo entre dientes el saludo que nos da y le sonrío a otro par de trabajadores en el ascensor mientras Rayan me pega a su cuerpo y entrelaza sus manos sobre mi abdomen cuando recargo la espalda de su pecho.
—Oye —Le dice Austin a Demian—. La otra noche vi tu programa y dijiste algo totalmente erróneo.
—¿Perdón? —pregunta Demian y sonrío.
Austin entra en el grupo de superdotados del programa. Es bastante inteligente y conocedor de diferentes ámbitos como la política, la economía y temas internacionales. Es hijo de un importante investigador y básicamente devora libros de estudio como pasatiempo.
Si él dice que Demian se equivocó en algo, es probable que lo haya hecho.
—Sí, diste un dato erróneo y tu fuente estaba mal citada porque no es de ese año —Le hace saber Austin.
—No, no lo creo.
Mi amigo le dice en qué se equivocó y Demian no está de acuerdo.
—Escucha, no tienes que saberlo todo, es normal equivocarse algunas veces. No te lo estoy diciendo para joderte, solo para que puedas corregirlo y seguir. No pasa nada, no es el fin del mundo.
—Tengo posiblemente el doble de tu edad, conozco del mundo, tengo títulos que me avalan, experiencia y sé de lo que hablo.
Austin comienza a jugar con el piercing de su ceja mientras lo mira.
—Estás siendo ridículo. Equivocarse no es de idiotas, no aceptar un error sí es de imbéciles. Vale, engáñate, pero le debes al mundo veracidad en lo que informas, hazte responsable y educa bien.
Las puertas del ascensor se abren y Rayan me apremia a caminar siendo seguidos por Austin.
—Y para que lo sepas, tengo doble licenciatura, también tengo títulos y un papá cerebrito que antes de enseñarme a decir "agua" me estaba hablando de geografía. Si nos vamos a medir quién la tiene más grande, ten en cuenta que, por edad, soy más joven y estoy más fresco para aprender.
Rayan resopla una risa y con una mano se despide de Demian mientras Austin camina a nuestro lado.
—Qué tipo tan pesado —masculla—. Pareciera que insulté a su madre y solo quería conversar sobre un dato ¡Jesús! Ya no se puede debatir con las personas mayores sin que se ofendan.
—Puedes debatir con Albert Hans.
—Sí, él sí que es un señor que sabe debatir —dice con respeto—. Bueno, los dejo. Estacioné la motocicleta más abajo.
—¿Te toca venir al próximo programa? —pregunto besándole la mejilla.
—No. Me toca investigación de campo. Conduzcan con cuidado.
Lo vemos irse y luego Rayan me acompaña hasta mi auto.
—Avísame cuando llegues —Me da un beso y cierra la puerta—. Nos vemos mañana, te amo.
—Te amo, dale un abrazo fuerte a Summer en mi nombre.
Me ve salir del estacionamiento y conduzco con una sonrisa tarareando. En un principio no me doy cuenta por estar concentrada en conducir, pero pronto un cambio de luces desde atrás me perturba y luego me tocan la bocina.
Alarmada de que se trate de avisarme que algo anda mal con mi auto, me detengo y tomo mi teléfono a una sola presión de llamar a la policía ante cualquier mal movimiento, pero lo que me encuentro al bajar es a Demian saliendo de su auto.
¿Qué rayos?
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