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Capítulo Veinte: alarmas




Capítulo Veinte: alarmas

Rayan


14 de diciembre, 2016

Me acaricio la mandíbula mientras leo de nuevo el mensaje de mi papá. No sé muy bien qué hacer con su invitación.

No me desagrada mi papá es solo que tener a esta figura de él queriendo ser mi amigo, pero sin saber ser un padre ha sido desgastante durante toda mi vida y es peor cuando estamos reunidos varios de sus hijos.

Ha estado a lo largo de mi vida yendo a actos escolares y queriendo ser genial cuando rompía las reglas que mamá ponía dentro de mi crianza y por un tiempo eso lo hizo por mí, porque pensé que él era divertido, pero eso fue antes de entender que a mamá le lastimaba que el pasara sobre sus normas y la manera en la que justificadamente ella nunca ha podido perdonar la manera desastrosa que él tuvo de amarla.

Mis padres se separaron cuando yo tenía tan solo siete años y tengo que admitir que nunca los he escuchado expresarse de manera irrespetuosa el uno del otro, al menos no frente a mí, más allá de comentarios sarcásticos de mamá de tanto en tanto y alguna queja inofensiva de papá, sin embargo, cuando ambos están en un mismo lugar todo es incómodo para mí porque hay rencor, resentimiento y decepción de por medio.

Mi mamá es la mejor y de mi papá aprendí a aceptar su rara forma de ser padre sin esperar demasiado. Hasta cierto punto agradezco que me dio a mis hermanos, pero eso no esconde el hecho de que me disgusta que el nacimiento de algunos de ellos le hizo daño a mamá y que ha sido difícil que congenie con Fate y Paper, quienes son mayor que yo, pese a que intentamos sanar la relación.

Con Charles y Joseph es más fácil porque pese a que también fueron productos de infidelidades, ellos no me reprochan cosas que no fueron mi culpa y la verdad es que siempre fueron encantadores y me sentía genial por ser hermano mayor, al no comprender las circunstancias en las que pasó todo. Diana nació en paralelo a Joseph y aunque ella es más reservada sobre encontrarnos o hablar más allá de lo necesario, siempre verifico que esté bien y trato de mantenerme al tanto de su vida. Jona es un buen chico y uno de los que con más hablo, mi hija ama trepar sobre él para verificar su fuerza física mientras que Carrie es una adolescente que disfruta demasiado de ser mi hermana y que aunque puede ser molesta, es bastante linda y quizá la más apegada a mí, mi hija la ama ferozmente y luego está Cole, él que nació cuando pensé que papá no podría seguir creando hijos que no sabría criar, solo tiene seis años y creo que es el único que verdaderamente está teniendo una experiencia completa sobre tener un papá y no solo un amigo divertido, ayuda que al parecer papá es decente y aprendió a amar sin engaños a su madre, al menos, por ahora.

Al principio fue chocante descubrir cada hijo de mi padre que se iba revelando, pero en algún punto se volvió tan normal que de manera mordaz tenía algún chiste para decir al respecto. Pasé mi niñez y adolescencia descubriendo hermanos nuevos y convenciéndome que ninguno de ellos tenía la culpa de lo que sucedía.

Ante mi falta de respuesta, papá me envía un mensaje nuevo.

Regan Davis: ¡Anímate! Será un buen momento, lo prometo

Rayan: Llevaré a Summer y a mi novia

Regan Davis: la pequeña siempre será bienvenida y sabes que Cole ama jugar con su sobrina

Summer sobrina de un niño de seis años, así volvió papá nuestra dinámica familiar.

Regan Davis: y sobre tu novia ¡Ya quiero conocer a la belleza rubia!

No le respondo y me guardo el teléfono esperando que la sesión de Summer con su psicólogo termine.

Cierro los ojos y me dedico a pensar sobre el hecho de que el detective de investigación que tiene meses siguiendo la búsqueda de Melissa podría tener una pista nueva. Eso no me dejó dormir durante la última noche, estoy nervioso y tenso sobre a donde llevará todo esto, también me siento hecho un caos sobre la manera en la que deberé trabajar todo esto con Summer cuando tengamos alguna noticia sobre su mamá.

Al principio cuando Melissa desapareció, estuve enojado y pensando lo peor, no me enorgullezco de las cosas que dije, afortunadamente nunca frente a mi hija, y de cómo parecía liderar una campaña de odio tildándola de una abandona hija, pero con el tiempo aprendí a analizarlo mejor, sospechar y finalmente preocuparme cuando no habían rastro y definitivamente comprendí y recordé su amor por Summer y cómo nunca la habría abandonado de tal forma.

Y aquí estamos, mucho tiempo después, preocupado a morir por la madre de mi hija y trayendo a Summer con un psicólogo infantil que nos ayude a lidiar con la desaparición y las consecuencias que ello ha traído a la vida de mi niñita.

—Ha sido increíble verte, Summer ¿Nos vemos pronto?

—¡Si, Jerry! Voy a hacer muchos dibujos para ti —promete Summer y abro los ojos para verla chocando su puño con el de su psicólogo.

Ella tiene una amplia sonrisa y las mejillas tan sonrojadas que me tiene rodando los ojos.

Jerry me da una sonrisa de reconocimiento y asiento hacia él, poniéndome de pie y evaluando que mi hija esté en una sola pieza.

—¿Qué tal todo, niñita?

—Bastante bien, estuve triste, pero ahora me siento muy bien —Me responde y le sonrío.

—¿Suficiente bien para ir a comer a casa de la abuela Carolie?

—¡Sí! Super bien para ir con la abue.

—Muy bien, ahora espera aquí un momento mientras hablo con el doctor Jerry ¿Si?

—Vale —Toma asiento como siempre y rebusca en su mochila un libro infantil de fantasía.

Jerry deja la puerta entreabierta por si Summer me llama y sin faltar a la confianza de mi hija, pero sabiendo que es una niña y que debemos conversar, me habla sobre la consulta y escucho con atención.

—Está confundida sobre la nueva dinámica con su tía Janice. No entiende por qué no la visita como antes y por qué cuando se ven, siempre está tu madre —Me hace saber.

—Janice estaba perturbando su mente.

—Entiendo lo que me dijiste sobre ello, pero Summer de alguna manera siente que perdió a su madre y ahora está asustada de estar perdiendo a su tía, además se atribuye que, si eso pasa, será por su culpa.

—Maldita sea —mascullo con frustración.

Ama a Janice y no puede entender el porqué del cambio de dinámica, mi decisión la está lastimando.

—Nuevamente te repito que me gustaría tener una consulta contigo, su abuela materna y la hermana de Melissa.

—De acuerdo.

—Por otra parte, Summer habló muchísimo sobre que tienes una novia llamada Breana y lo feliz que está sobre ello.

—Eso es bueno ¿Verdad?

Se queda en silencio y me remuevo.

—No es malo, es solo que sus emociones son intensas sobre esta nueva relación. En su mente ella está desarrollando un cuento de hadas en donde Breana estará siempre en sus vidas y traerá felicidad, cree que cumplirá muchas de las funciones que Melissa tenía en su vida y está aferrada a esta figura femenina.

»Si la relación terminara, tendría un impacto en Summer. Está feliz, pero una parte inconsciente de ella está asustada de perder a Breana por su culpa ¿Cuál es el comportamiento de Summer al su alrededor?

—Feliz y entusiasta.

—¿Trata de ser una niña perfecta? ¿Tiene algún comportamiento que la hace ver como si se esforzara?

Pienso en cómo baila para Breana y siempre le enseña que va bien en sus clases junto a cada logro, al igual que no pierde tiempo en decirle que será la mejor en todo lo que se proponga con el deseo de hacerla sentir orgullosa.

—Mierda —Me paso una mano por el rostro— ¿Qué significa todo esto? ¿Qué debo terminar mi relación?

El estómago se me revuelve ante la perspectiva.

—No. No tienes que terminar tu relación si no lo deseas. Summer necesita entender que las relaciones funcionan y que no todas las personas que entran en su vida, se irán sin despedirse. Habla con ella, hazle saber que no necesita ser mejor para ser amada ni esforzarse en ello, también esfuérzate en que entienda con suavidad que las responsabilidades parentales están sobre ti y no sobre tu relación. Necesita comprender que el que tengas una novia no significa que suplantara los roles de una madre, porque podría desilusionarse cuando se dé cuenta de que no hay este desarrollo en su relación con Breana.

—Ama a Breana, no puedo quitarle tiempo juntas.

—No tienes que hacerlo, simplemente traten de manejar una dinámica que no se preste para confusiones. Mantén las expectativas de Summer reales. Puedes hacer esto, Rayan, eres un buen padre.

Asiento y me paso una mano por el cabello reorganizando mis ideas sobre cómo manejar todo esto.

—¿Tiene que volver a tener tiempo a solas con Janice?

—No tiene que hacerlo si consideras que le hace daño, soy su psicólogo y te expreso cómo se siente y herramientas para trabajar sus emociones, pero al final del día, eres su padre y muchas decisiones dependen de ti.

Y a veces se siente como demasiado.

Tengo toda esta responsabilidad de tomar de decisiones de gran impacto en su vida. A veces siento que no sé lo que hago y otras tantas estoy aterrado de decidir lo equivocado y marcar su infancia.

Sé que soy un buen padre, pero es aterrador y desde que lo hago solo me siento más inseguro de mis pasos de lo que me gustaría.

Me despido de Jerry programando la próxima sesión y poco después estamos en mi auto dirigiéndonos a casa de mamá.

—¿Te apetece que veamos al abuelo Regan pronto? —pregunto.

—Regan no quiere que lo llamen abuelo —Me recuerda Summer con una risita— y sería divertido, siempre me hace reír.

—También estarán tus tíos.

—¿Cuáles?

—Aún no lo sé —confieso y de nuevo suelta una risita haciéndome sonreír.

—Está bien, quiero ir, aunque Cole llore como un bebé por los juguetes.

—¡Summer! —Me aguanto la risa—. Cole solo tiene seis años y es un niño sensible.

—Es llorón y no comparte sus juguetes.

—Entonces lo enseñarás a compartir.

—¿Por qué? Él es el tío y yo la sobrina —Es su brillante argumento y dejo de intentarlo.

Conducimos cantando las canciones que suenan en el auto, lo que es unas de mis cosas favoritas para hacer con mi hija, y poco después me estaciono frente a la casa de mamá.

—¿Veré a la tía Janice pronto? La extraño.

Tomo su mano en la mía y suspiro decidiendo encontrar alguna solución sobre esto. Summer no puede perder a más personas en su vida.

—Pronto, niñita.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

***

25 de diciembre 2016

—¡Bre! —grita Summer en cuanto abre la puerta— ¡Feliz navidad!

—¡Feliz navidad, mi Summer!

Mamá me da una sonrisa de complicidad tras terminar de revisar la comida en el horno y me encojo de hombros mirando con mucha satisfacción lo que luce como una genial ensalada que mi hija no se negará a comer.

—Papi y la abu están cocinando ¿Qué te trajo Santa? —pregunta mi hija mientras sus pasos se acercan.

—Santa me trajo mucha salud...

—Qué aburrido —La interrumpe Summer y río por lo bajo, girándome para ver el momento justo en el que entran a la cocina.

—Y también me trajo ropa bonita y maquillaje —agrega Breana como si no quisiera quedar como una aburrida frente a mi hija.

—Oh, genial, invítame a tu casa y podré verlo.

—Summer, no nos invitamos a la casa de las personas, ellas nos invitan —Le recuerda mamá acercándose a Breana y saludándola con un abrazo breve.

—Ella iba a invitarme ¿Verdad, Bre?

—Por supuesto —Ella da una mirada a nuestros suéteres y sonríe—. Adorables.

Me acerco a ella y me planta un beso en la mejilla mientras la envuelvo en un abrazo. Huele increíble y se siente cálida, perfecta contra mi cuerpo.

—Feliz navidad, mi rubia. Eres mi regalo.

—¿Lo soy? —miro su rostro inclinado hacia atrás y me regocijo con la alegría de su sonrisa y el brillo de su mirada.

No soy tonto y escuché fuerte y claro las palabras de Teressa. Puede que no sepa exactamente qué pasa con Breana, pero no soy ajeno a lo apagada que a veces luce, lo silenciosa que se queda en ocasiones, el tormento en su mirada y la forma en la que ha estado perdiendo peso.

He intentado abordar el tema, pero es buena cambiando la conversación o distrayéndome y entiendo que no debo presionarla, pero también me pregunto cuándo es el momento.

—Papi pidió estos suéteres feos a Santa—Le hace saber Summer trepándose a una silla alta.

—No son feos —Me defiendo dándole un apretón en la cadera a Breana antes de retroceder.

—No son bonitos —Me asegura mi hija mirando hacia su propio suéter—. Santa tiene mal gusto.

Breana se ríe y se sienta al lado de Summer, aceptando la taza chocolate caliente que mamá desliza hacia ella.

—De hecho, me gustaría tener uno —murmura Breana en solidaridad hacia mí y sonrío con travesura haciendo que sus ojos se entrecierren con sospecha—. ¿Qué?

—Solo espera un momento —digo saliendo de la cocina.

Rápidamente tomo el regalo y regreso extendiéndoselo, cuando lo abre su risa resuena por la cocina y mamá sonríe complacida. La verdad es que sí son suéteres feos, pero considero que eso los hace divertidos. Verdes oscuros y afelpados, con los renos más feos que he visto en mi vida y la nariz roja sobresaliendo de uno de ellos.

Breana no duda en ponérselo y pese a su crítica abierta, Summer asiente complacida de que los cuatros estemos llevando lo mismo.

—Debiste haber pedido a Santa un bebé, Bre —dice mi hija repentinamente y mamá escupe su chocolate.

A mí la verdad ya no me sorprende, esta fase de obsesión por pedir bebés no desaparece.

—Aun no estoy lista para pedir ese tipo de regalo —Le hace saber Breana con suavidad y Summer frunce el ceño.

—Yo pedí un bebé para esta familia, ahora que sé que los bebés no se piden en fábricas, fui muy específica.

—¿Sobre qué? —comente mamá el error de preguntar y aquí vamos.

—Pedí que Breana y papá juntaran sus órganos reproductores para crear un bebé.

—Dios mío —murmura mamá entre divertida y horrorizada.

—No era tan difícil, pero aparentemente no me escuchó y Santa me trajo una muñeca ¡Una muñeca que llora! ¿Por qué querría una muñeca? ¡Quería un bebé! He sido estafada.

—Quisiera saber cómo conoces siquiera lo que significa ser estafada —pregunto.

—Escucho mucho a los adultos, papi.

—Ya veo.

—Y Derek le dijo a Holden que lo estaba estafando por no querer cumplir.

—Le haré saber a Derek que aprendiste una palabra nueva gracias a él —mascullo y ella se encoge de hombros— y tu muñeca es bonita.

—Pero no es un bebé.

—Es un bebé —comenta Breana.

—No uno real —razona mi hija con paciencia como si nos educara—. No me gustan las muñecas, me gustan los bebés.

Mamá me mira y gesticulo un "auxilio" que la tiene sonriéndome.

—Eres afortunada, cariño. Santa fue bondadoso contigo por ser una niña buena y tal vez lo que trata de decirte es que al igual que Breana, aun no estás lista para un bebé real y la muñeca es su regalo de "por ahora." Hay que ser agradecido con lo que obtenemos, tienes muchos nuevos juguetes y vida para celebrar hoy otra navidad junto a personas que te quieren. Y sí te gustan las muñecas, te he visto mirar con anhelo en jugueterías, pero por alguna razón ahora finges que no —concluye mamá.

Summer clava la mirada en el mesón de manera pensativa antes de mirarme con dudas.

—¿No estoy grande para las muñecas? —Me pregunta con inseguridad y niego con la cabeza—. ¿Crees que no soy inteligente si juego con una?

—Para nada, cariño. Creo que debes disfrutar de los juguetes que te gusten siempre que sean seguros y aptos para tu edad.

Asiente con lentitud y bebe de su chocolate caliente. El timbre de la casa suena y mamá se encarga de ir a la puerta.

—Bueno, la muñeca es bonita —admite finalmente y sonrío.

Sé que le encanta porque la vi anhelarla pese a que no la escribió en su lista de regalos.

—Pediré nuevamente el bebé el año que viene —concluye.

—¿Qué bebé? —pregunta la voz nueva y Summer jadea.

—¡Tía Janice! —grita con emoción bajando del asiento y abrazándola.

Janice le sonríe y se agacha para abrazarla con fuerza antes de que ambas empiecen a reír y sé que hice bien en invitarla al almuerzo de navidad, porque mi hija es feliz con su presencia y voy a supervisar que las cosas vayan bien.

Summer libera a su tía y abraza a su abuela Lucy con la misma efusividad.

—Feliz navidad —dice Janice con un asentimiento hacia mí antes de darle una breve mirada a Breana y volver su atención a Summer.

—Traje galletas —anuncia Lucy acercándose y dejando la bandeja en el mesón antes de darme un cálido abrazo—. Feliz navidad, Rayan. Gracias por la invitación.

—Es todo un gusto, Lucy, sabes que siempre eres bienvenida —Ella me sonríe con calidez y se gira hacia Breana—. Ella es mi novia Breana.

—Un gusto conocerte, eres muy bonita en televisión, pero impresionante en persona —La halaga y Breana sonríe con lo que creo que es timidez—. Mi nieta me ha hablado mucho de ti, qué bueno es conocerte finalmente.

—También he escuchado mucho de su gran abuela Lucy. El gusto es mío.

—¿Necesitas ayuda con algo, Carolie? —Le pregunta a mamá.

—Todo bajo control, Lucy, siéntate y ponte cómoda.

—Bonitos suéteres —comenta Janice y Summer ríe por lo bajo.

—Ven, tía, quiero mostrarte todo lo que me trajo Santa porque he sido uno niña muy buena.

—Lo eres, Summer. La mejor niña —asegura Janice dejando que le tome la mano y la guíe hacia su habitación.

—Iré a ver cómo marcha eso —dice mamá de una manera sutil, haciéndome saber que supervisará que las cosas se mantengan sanas entre mi hija y su tía.

Lucy, Breana y yo nos quedamos en silencio no de una manera incómoda, pero si uno expectante.

—Gracias por estar intentando esta bandera de paz con Janice, Rayan. Sé que estuvo mal lo que hizo y tuve una seria conversación con ella —comienza Lucy—. También sé que su dolor ante la desaparición de Melissa —Se estremece y la tristeza le empaña la mirada— no justifica las acciones que toma con respecto a cómo tratarte y el irrespeto a tu crianza como padre.

»Sé que Melissa estuviese muy feliz con el trabajo que estás haciendo con Summer, sé que mi nieta está en buenas manos y Janice también, su dolor la ciega y espero sepa aprovechar esta nueva oportunidad porque lo último que todos queremos es que Summer salga herida.

—Sé que no le agrado y no es mi persona favorita, sin embargo, hago concesiones y arreglos porque mi hija la ama y es feliz estando con ella, pero eso no quiere decir que no tomaré acciones si vuelve a confundirla. Summer es mi prioridad junto a su bienestar y te quiero, Lucy, pero no aceptaré nuevamente ese tipo de conducta de tu hija. Ella puede hablar mierda de mí con otros o decírmelas, pero no enredar la cabeza de Summer.

—Lo entiendo y de corazón espero que todo vaya bien.

Asiento y ella me sonríe poniéndose de pie.

—Ahora iré a ver esos regalos de Santa —Se pone de pie y mira a Breana—. Deberías probar las galletas, están bastante buenas —Le guiña un ojo.

—Seguro lo haré.

Breana y yo la vemos salir de la cocina y me acerco para ocupar el puesto de Lucy a su lado.

—¿Fue incómodo? —pregunto tomando su mano en la mía.

—Un poco, sobre todo la parte en donde Janice definitivamente me odia, pero todo bajo control.

—Ella tendrá que aprender a manejar sus emociones porque no irás a ninguna parte, eres parte importante de mi vida y de la de Summer.

—Eso me hace sentir honrada —murmura y beso sus nudillos.

Da un vistazo a la entrada de la cocina y confirmando que nadie se acerca, se pone de pie viniendo a ubicarse entre mis piernas y pasándome los brazos alrededor del cuello, inmediatamente mis manos se apoyan en su culo y ríe por lo bajo con ese sonido encantador del que soy adicto.

—¿Sabes? Hay un regalo de Santa que obtuve y que no pude decirle a Summer —Habla en voz baja antes de plantearme un beso suave en los labios.

—¿Qué sería ese regalo?

—Es uno en conjunto —Me asegura y toma una de mis manos sobre su trasero para deslizarla debajo del suéter y la camisa.

Tanteo seda y encaje en unas copas sin rellenos que me hace sentir uno de sus pezones. Hay un patrón complicado que ni siquiera puedo imaginar, pero que estoy seguro me dejará sin aliento.

—Uno de mis regalos fue lencería divertida y bonita para que juguemos.

—¿Qué tipo de juego? —pregunto apretándole un pecho y ella se estremece.

—Uno en donde lo quites de la forma en que quieras.

—¿De cuánta lencería estamos hablando? —susurro contra sus labios, acariciando su pezón con la palma de mi mano.

—Eso tendrás que descubrirlo cada vez que me quites la ropa.

—Acepto —digo haciéndola reír contra mis labios.

Hay un carraspeo de garganta y Breana retrocede tan rápido que tropieza, mi mano sale de su suéter y giro para encontrar la mirada de Janice.

—Solo quería decirte que saldremos frente a la casa, Summer quiere mostrarme cómo usa sus nuevos patines.

—Está bien, asegúrate de que lleve sus protecciones.

—Asegúrate tú de usar las tuyas —murmura antes de salir.

—Ella ahora me odia un poco más —Me dice Breana y no le mentiré diciéndole que ganó una fan, pero tampoco es algo en lo que quiera que se enfrasque.

—¿Teressa está bien con que estés aquí durante navidad?

—Ella básicamente me hizo ayudarla a organizar su equipaje durante la madrugada y luego me despertó temprano para que la llevara al aeropuerto. A veces es tan absurda con todo lo de su independencia que me sorprende que Presley de verdad aguante la manera tan extrema en la que mamá maneja su relación.

—La ama.

—Y también entiende de dónde viene esa tendencia en ella —suspira—. Es un buen tipo, solo quisiera que mamá se relajara y le diera más libertad para amarla, ella nunca lo admitirá, pero sé que tiene miedo —Me sonríe—. Espero y la pasen bien en sus mini vacaciones.

—Estoy seguro de que será así.

Bajo la mirada a sus manos jugando de manera distraída con la taza.

—Tu chocolate se está enfriando, Breana.

—Oh, lo había olvidado —Rueda los ojos antes de mirarlo.

La miro y sus ojos se encuentran con los míos, arqueo las cejas y no me pierdo que sus hombros se tensan mientras lleva la taza a sus labios y apenas si da un sorbo.

—Te gusta el chocolate —afirmo, porque recuerdo muchas cosas de ella desde que llegó al programa y el chocolate definitivamente le gusta, no es su favorito, pero no lo rechaza.

—No estoy consumiéndolo demasiado debido a mi nueva dieta nutricional.

—¿Una dieta?

—Es para mantenerme en mi peso —Se apresura a explicar.

Me muerdo la lengua para no mencionar que de hecho la veo más delgada porque no sé cómo lo tomará.

—¿Cuándo empezaste esta nueva dieta nutricional?

—Hace poco —desestima con una mano—, ya sabes como es.

—No, no lo sé.

—Es porque a ti como hombre con tu super cuerpo espectacular no te exigen la misma perfección que a nosotras las mujeres —intenta bromear.

—¿Karl o alguien del programa está presionándote por tu peso? —pregunto comenzando a irritarme porque pensé que todo sería diferente a cuando trabajamos bajo la producción de Kennedy.

—No, no. Para nada, ellos no me están pidiendo nada.

—¿Entonces?

—¡Jesús, Rayan! Solo es una decisión personal que tomé ¿Tengo que explicarte también eso? —se exalta con el rostro sonrojado.

La miro con sorpresa y en silencio. Ella resopla y toma una de las galletas de mala gana dándole un gran mordisco, no me pierdo que se estremece.

—¿Feliz? —Me pregunta a la defensiva y con voz temblorosa.

Odio la angustia que por un momento aparece en su mirada. De alguna manera me siento impotente mientras busco qué palabras decir.

—No entiendo cómo pasamos de mí haciéndote saber que tu chocolate se enfriaba a ti enojada conmigo. No estoy entendiendo exactamente qué está pasando.

Se termina la galleta y camina hacia el refrigerador tomando una botella de agua, la veo beber un profundo trago antes de que sus hombros se desplomen.

Como si se rindiera. Es una visión inquietante.

—Lo siento, no estoy enojada. Solo no me gustó que hicieras sonar mi dieta como algo malo, como si estuviese siendo ridícula.

—Eso no era lo que pretendía.

—Lo sé, lo siento —camina hacia mí y me pasa los brazos alrededor de la cintura presionando su mejilla de mi hombro.

—Lamento si te hice sentir incómoda —presiono un beso en su cabello y la abrazo.

Pero estoy preocupado por ti. Pienso.

—Es navidad ¿Podemos solo tener un día perfecto?

Lucho contra la tensión de mi cuerpo y el malestar de que no me diga lo que la preocupa. Sé que no debo presionarla, pero ¿cuánto debo esperar para que se sincere conmigo y me deje apoyarla en lo que sea que necesite?

—¿Rayan?

—Un día perfecto, entiendo —Le respondo y ella deja ir un suspiro feliz relajándose en mis brazos.

Beso su sien y presiono mi mejilla de su cabello escuchando fuerte y claro alarmas en mi cabeza sobre lo que acaba de ocurrir.

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