Capítulo Catorce: Guau... Rayan
Capítulo catorce: Guau... Rayan.
Rayan.
Breana y yo estamos encerrados con nuestra tensión en el ascensor que nos llevará a su apartamento. Lo único que estropea el silencio son nuestras respiraciones y la sosa canción instrumental sonando mientras nos miramos frente a frente, cada uno recargado de una pared de esta caja de metal.
No la estoy tocando, pero en mi mente ya la he follado de diez maneras diferentes ¿Qué puedo decir? Se me da bastante bien la creatividad cuando se trata de sexo y más si estamos hablando de años de deseos.
Particularmente creo que los pensamientos de Breana también se encuentran en un área sexual porque me mira a través de esas tupidas pestañas cubiertas de rímel mientras se mordisquea el labio inferior, además, el abrigo abierto me permite ver la forma en la que sus pezones se encuentran endurecidos contra la tela rosa de su vestido ajustado con un escote que me tiene enloqueciendo.
He tenido sueños calientes con Breana muchas veces a lo largo de los años, es algo que al final no aprendí a controlar porque dormido mucho por mi subconsciente no podía hacer, la verdadera pesadilla era despertar y descubrir que nada era real, pero hoy es diferente, hoy sí podría estar sucediendo de verdad.
Hoy finalmente podría mirar, saborear, morder y chupar los rincones de su cuerpo, sostener entre mis manos sus pechos, jugar con sus pezones y darle placer de la manera en la que he deseado hacerlo durante mucho tiempo.
Es su cumpleaños, pero de alguna manera siento que este también es un regalo para mí ni siquiera puedo terminar de entender que Breana finalmente es la persona a la que puedo llamar novia. Sé que he estado en una especie de campaña de «déjate querer», pero ella había dado tantas vueltas y parecía tan en conflicto consigo misma que me ha tomado por sorpresa que genuinamente haya cedido, pero no tan alucinado como el hecho de que me besara y se dejara mimar frente a un fotógrafo.
Me tomo muy en serio la confianza que deposita en mí para exponerse de esa manera, no pienso decepcionarla.
Tampoco pienso decepcionarla con el sexo y menos con la mirada que está dándome que se siente como una caricia que viaja por mi pecho hasta detenerse en la erección que mi pantalón no disimula y que poco me importa esconder, no soy tímido al respecto.
—Quieres follarme —Rompe el silencio.
Mi respuesta es sonreírle mientras las puertas del ascensor finalmente se abren en su piso.
Camino detrás de ella manteniendo distancia y en silencio, lo que puedo decir que le afecta debido a la manera en la que su respiración se agita todavía más. Me encanta la forma en la que ni siquiera estoy tocándola, pero ella me siente.
El piso de este lugar es elegante y muy espacioso, compuesto de tres apartamentos bastantes grandes y eso es bueno, porque en este momento todo es silencioso y no hay que fingir cortesía al encontrarse con algún vecino. Mientras Breana busca las llaves en su pequeño bolso, recargo el hombre de la pared junto a la puerta, haciendo un recorrido visual desde el hermoso cabello rubio hasta los zapatos de tacones que me gustaría sentir clavados en mi espalda o donde ella lo quiera ¿Breana desnuda con esos tacones? Me apunto. Tiene que sentir mi mirada por la manera en la que su pecho sube y baja haciendo que mi atención se concentre en sus pezones.
—A mí me parece bastante obvio que he querido follarte durante mucho, mucho tiempo —Hablo y ella detiene la búsqueda de las llaves para mirarme— y ahora por supuesto que quiero follar a mi novia en todas las posiciones y formas que me pasan por la cabeza, quiero comerte, también quiero follarme tu boca, sin embargo, necesito saber si quieres que sea respetuoso o que te consuma con todo lo que quiero darte.
La manera en la que esos ojos azules se dilatan es cautivante mientras se lame los labios y sin darme respuesta, encuentra finalmente las llaves, abriendo la puerta que me encargo de cerrar detrás de nosotros.
Estoy familiarizado con el apartamento de Breana y me encanta porque refleja mucho sobre ella, desde las fotografías y paisajes colgados de sus paredes hasta lo que Jocker llama molestas frases motivacionales escritas en una pequeña pizarra que cambia cada poco tiempo, quitándome el abrigo y colgándolo camino hasta dicha pizarra para leer cual ha sido la última frase.
"Abraza el miedo y enséñale que incluso con el puedes ser valiente. Atrévete, toma lo que quieres, hazlo tuyo."
—Me gusta esta frase, fácilmente se convierte en una de mis favoritas —Le hago saber antes de girar.
Nuevamente soy tomado por sorpresa y durante unos segundos parece que estoy paralizado.
—Toma lo que quieres, hazlo tuyo —repite el final de la frase que acabo de leer.
—Breana... —Soy consciente de que sueno sin aliento, pero nadie puede culparme cuando los tirantes de su vestido están deslizándose por sus brazos y poco a poco sus pechos están quedando a la vista totalmente desnudos.
La miro tragar mientras la tela rosada se acumula entorno a sus caderas y ¡Joder! Miro sin contenerme.
Sus tetas son increíbles y tentadoras. Grandes, en forma de gotas con una leve caída debido a su peso, aureolas pequeñas coronadas con pezones grandes y endurecidos rosa pálido, la piel cremosa está adornada con unos pocos lunares que estoy seguro de que disfrutare lamiendo. Suben y bajan con su respiración y un leve rubor cubre la zona.
Mi mirada baja otro poco más porque pese a que he visto muchas veces su abdomen, no desaprovecho la oportunidad de deleitarme con los surcos tonificados de alguien que se entrena y tiene disciplina, pero luciendo tan suave a su vez, como si no quisiera marcar demasiado, pero los músculos no pudieran ocultarse, para este punto, mi atracción y deseo incluso te dirá que me encanta su ombligo incluso si eso suena raro, pero es que la deseo tanto.
Nunca he visto a Breana como un objeto sexual o simplemente alguien que quiero follar, pero no puedo ocultar que su cuerpo me enciende, que me excita y que me pone tan duro, que he tenido un sinfín de fantasías y que una parte de mí tiene miedo de que este simplemente sea un sueño.
Pero no hay tiempo para preocuparse sobre sueños cuando una de esas uñas con esmalte rosa toma la tela agrupada en su cintura, contoneándose antes de dejarla caer a sus pies, y sacar cada pie cubierto en tacón para hacerla a un lado.
Breana se encuentra de pie llevando únicamente un trozo de tela, si es que se le puede llamar así a esa cosa diminuta, tacones y el cabello largo en ondas cayendo detrás de sus hombros, lo que deja a sus tetas en primer plano.
No puedo dejarla sola en esto.
Sin dejar de mirarla, sin emitir ninguna palabra, tomo un puñado de mi camisa blanca de cuello y de mangas largas sacándomela por la cabeza y arrojándola al suelo, lo siguiente es llevar mis manos al cinturón que me encargo de abrir. Sus ojos azules siguen los movimientos, sacando la lengua para lamerse una vez más el labio inferior antes de conectar su mirada con la mía.
—Yo no quiero que me respetes yéndote sin tocarme, yo quiero finalmente sentirte. Quiero esto tanto o más que tú —Me dice con una sonrisa por la que haría cualquier cosa mientras el índice de una de sus manos juega con la fina tira de un tanga de seda color rosa con una mancha húmeda que la delata.
No hay nada que decir ante eso, pero sí muchas cosas que darle.
Sin camisa y quedándome con el cinturón abierto al igual que el botón del pantalón, camino hacia ella sin despegar nuestras miradas y cuando me detengo a poca distancia, llevo mi mano hacia la suya jugando con la tira del tanga antes de tomarle la mano y llevármela a la boca. Dejo besos suaves en sus nudillos hasta llegar a las yemas de sus dedos, mordisqueándolos y solo deteniéndome cuando dejo su mano sobre mi erección aun cubierta en el pantalón, instándola con una pequeña presión a tocarme cómo guste.
—Toma lo que quieres —repito sus palabras sonriéndole de costado—, hazlo tuyo.
Me dejo a su merced en tanto mis manos se deslizan por sus costados, sintiendo la suavidad de su piel y la increíble curva de su pequeña cintura haciendo contraste con sus caderas más amplias. Sigo con la mirada mis manos sobre su piel y luego mis manos ahuecan sus tetas, apretujándole los pezones erguidos con las palmas de mis manos y dándome cuenta de que no lo abarco todo como pensé que lo haría, no es que eso sea algo malo.
—Entonces así es cómo se siente tocar a la mujer que me trae loco —inclinándome le lamo los labios antes de plantarle un pequeño beso y cerrar los ojos cuando su mano me moldea el miembro sintiendo el grosor y longitud, como si quisiera conocer cada aspecto aun cubierto.
Una de mis manos la agarra detrás del cuello, sosteniéndola y la otra la deslizo hacia su culo, tomando un puñado de la carne firme y redonda.
—Voy a hacer tantas cosas contigo —prometo.
—Quiero que las hagas —susurra.
Sonrío porque no es tímida sobre el sexo, pero quiere que sea quien tome la iniciativa y no tengo problemas con ello.
Comienzo besándole el cuello, mordiendo y chupando lo justo para no dejarle marcas visibles, pero haciéndola gemir y ser descoordinada con la forma en la que me toca en donde más me endurezco.
Gime cuando le muerdo con más fuerza la clavícula y entonces me dejo de tonterías cuando abro mi boca y chupo tanto cómo puedo de uno de sus pechos, haciéndola arquearse y gritar. No puedo evitar cerrar los ojos ante el deleite de la textura del pico endurecido contra mi lengua antes de mordisquearlo y chupar, lamiéndolo una y otra vez mientras su mano ahora se aplana contra mi abdomen y mi muslo se abre paso entre los suyos para que lo monte, amando la manera en la que comienza a follarlo en busca de fricción.
Mis dedos se clavan en su nalga de una manera en la que sé que podría dejarle marca de cada dígito, pero ella no se queja mientras la insto a moverse más duro contra mi muslo y mi boca es frenética sobre su pecho, aspirando su olor mientras la devoro.
Está mojando mi pantalón, pero no nos importa. Lo que sí me importa es la manera en la que gime mi nombre como en mis fantasías, tirándome del cabello cómo en mis sueños y se siente como la mejor realidad.
Cuando su pezón está rojizo, hinchado y su piel húmeda por mi boca y enrojecida, paso al siguiente pecho, tensándome al escuchar sus pequeños gritos y maldiciones.
Sus caderas se sacuden con más fuerza, montándome el muslo rápidamente mientras mi mano aun abarcándole una nalga la ayuda a impulsarse en búsqueda de lo que quiere, parece que su clítoris necesita lo que quiere. Chupo con más fuete su pezón y al otro lo pellizco con mis dedos, gime profundamente y alzo la mirada para verla echar la cabeza hacia atrás mientras se estremece con un orgasmo.
—Me gusta que tomes lo que quieres —susurro contra su pezón húmedo e hinchado.
Lamo desde el centro de su pecho hasta el costado de su cuello, sintiendo lo rápido que es su pulso antes de llegar a su boca y tomarle la parta baja de la nuca con una mano mientras le devoro la boca con un beso intenso y profundo. La hago bajar de mi muslo y se queja diciendo mi nombre contra mis labios y cuando me separo, veo el desastre húmedo en mi pantalón, la zona en dónde me montó.
—Hiciste un buen trabajo marcándome, mi rubia —digo con la voz más gruesa y enronquecida.
—¿Me acabo de correr montando tu pierna? —pregunta pareciendo confundida y sorprendida.
Rio por lo bajo pellizcándole un pezón sensible antes de inclinarme y chuparlo nuevamente y deslizar lentamente mi lengua por el pico endurecido.
—Y fue tan caliente, mi rubia. Ahora vamos por más orgasmos —susurro incorporándome, haciendola retroceder hacia su sofá.
—¿El sofá? —Me pregunta con la respiración agitada.
—No subestimes una buena follada en un sofá.
—No me importa el lugar, solo me importa tenerte dentro de mí.
—Exactamente esa es la actitud —Le sonrío dándole una nalgada que la hace gemir—. Sube.
»No, no así. Sube de rodillas, con el culo hacia mí y agárrate del respaldo —Lo hace—. Saca un poco más ese hermoso culo... Muy bien, Breana, de verdad te gusta obedecer.
—Lo que es curioso porque eres el primero en darme órdenes.
—¿Y te gusta? —pregunto acariciándole con ambas manos el culo, amansándoselo y apretando sin dejar de mirar todo el espectáculo.
—Me encanta.
—Entonces, abre más esas piernas, cariño, déjame ver.
Lo hace y obtengo la vista de la tela humedecida pegada a sus pliegues, está tan mojada que hay rastro en los lados internos de sus muslos. Con un dedo tomo la tira fina que descansa entre sus nalgas, jugando con ella, lo que la tiene meneando el culo hacia mí y diciendo mi nombre.
—Es bonita, pero estorba —Le hago saber antes de rompérsela, dejando la tela colgando con el agarre de sus caderas.
—Me comprarás una nueva. Esas son caras —Se queja y planto un beso por encima de la tira en su cadera.
—Te compraré muchas porque estoy seguro de que romperé muchas más.
Dice alguna tontería que ambos ignoramos cuando le abro las nalgas y bajo el rostro deslizando mi lengua desde la cima, pasando por toda esa piel, mojándole el orificio fruncido hasta acabar en su entrada e introducir mi lengua recogiendo su humedad.
Grita mi nombre con fuerza y se estremece antes de empujar hacia mi cara haciéndome reír contra su piel, lo que tiene un efecto en ella. En esta posición mi boca no alcanza de la mejor manera su clítoris, pero mi pulgar sí por lo que trazo círculos sobre el mientras mi lengua embiste en su entrada y juega con su humedad, subiendo cuando menos lo espera hacia el ese lugar que muchos consideran prohibido y volviendo nuevamente a su entrada.
Más que gemir, ella grita implorándome por más y se lo doy mientras mi barbilla brilla con el rastro de su excitación, estoy extasiado por su sabor en mi lengua y su humedad en parte de mi rostro.
Hago uso de mi otro pulgar al sumergirlo completamente en su entrada y su temblor delata lo mucho que le encanta cuando se corre con fuerza, liberando tanto que le corre por las piernas y mi barbilla.
—Mierda, mierda, mierda —murmura y le doy otro apretón a sus nalgas antes de golpear ambas haciendo que el sonido haga eco en el lugar.
Mi lengua recoge la humedad en los lados internos de sus muslos y se estremece.
—¿En dónde guarda los condones mi preciosa novia? —pregunto contra la piel de su columna cuando planto pequeños besos.
—Mesita de noche, baño, mesita de noche, cajón de... Ropa interior —dice entre jadeos.
—Esos son muchos condones para guardar—Le pellizco la nalga y gime apretando las piernas.
—Los compré... Pensando en ti.
—Qué dulce, tambien compré pensando en ti —Le mordisqueo la cadera—. Iré por ello, no te muevas.
—Por favor date prisa.
Sí, no creo que tenga fuerza de voluntad para tardar demasiado.
Tomo una caja de tres preservativos de la mesita de noche de su habitación y de regreso me bajo la cremallera del pantalón. Cuando llego hasta ella la encuentro en la misma posición, cubierta de sudor y con la piel enrojecida.
En silencio me saco los zapatos y los calcetines, sosteniéndole la mirada cuando inclina el rostro a un lado para verme. Con su mirada sobre mí me bajo lo suficiente el bóxer para liberarme, tomando la humedad de la punta para deslizar mi mano hasta la base de ida y vuelta.
Podría correrme solo tocándome mientras la miro, pero no desperdiciaré así este momento, ya habrá una próxima vez.
—Volví ¿Me extrañaste? —murmuro acercándome a ella.
—No sé si te odio en este momento —Me hace saber, maldiciendo cuando ve como mi pulgar hacer un movimiento circular en mi punta y bajo hasta la base.
Tiene las pupilas dilatadas y parece hambrienta de mí. Me suelto para sacar un paquete de aluminio, arrojando la caja al suelo, acercándome lo suficiente para, aun tomándome en una mano, deslizar mi punta húmeda por sus nalgas, siguiendo el movimiento con la mirada.
—Nunca... ¡Dios! Nunca me sentí así, me estoy volviendo loca... Me estás volviendo loca.
Rio por lo bajo, separando una de sus nalgas con una mano mientras deslizo la punta por toda esa franja hasta que retrocedo lo suficiente y con control, rapidez y sin cagarla, abro el paquete obteniendo un condón intacto. Créeme lo que digo, siempre es importante que lo abra sin salvajismo para no romperlo o arruinarlo.
Me doy dos sacudidas antes de envolverme y luego deslizo una de mis manos desde la espalda baja de Breana, pasando por su columna y terminando en su cuello, empujando hasta que presiona la mejilla del respaldo y posicionando la punta contra su entrada.
—Te soñé mucho, Breana, pero la realidad es mucho mejor.
Empujo y ella se arquea gritando mientras yo gimo.
Me introduzco completamente y estoy impresionado de que un orgasmo la atraviese mientras me aprieta y late a mi alrededor, pero sacudo la cabeza y comienzo a embestirla con fuerza y profundidad en medio de su orgasmo, haciendo que su cuerpo se sacuda en tanto la agarro de la cadera mientras empujo una y otra vez con la mirada perdida en el lugar en el que nos unimos.
Se siente increíble, se siente irreal mientras su cuerpo me toma como si estuviésemos hechos para estar juntos, lo que seguramente es una tontería para pensar, pero estoy caliente, enamorado y alucinado, por lo que es válido pensar incoherencias.
—Lo bien que te sientes —digo, inclinándome hacia ella para ir más hondo mientras gime debajo de mi cuerpo.
Cuando su rodilla resbala me doy cuenta de que podría llevar demasiado tiempo en esa posición y estar cansada así que salgo de ella, lo que la hace quejarse antes de que le de vuelta haciéndola caer sentada sobre el sofá, llevando su culo al borde y abriéndole las piernas tanto como puedo para darle una larga mirada y arrodillarme nuevamente para comerla.
Parece sorprendida que en medio del sexo me detenga a saborearla y darle placer con mi boca una vez más. Mi nombre resuena por el lugar y sus dedos van a mi cabello cuando atrapo su clítoris entre mis labios y luego lo chupo, lamo, hasta que se retuerce. Le planto un beso con en el centro mientras mi nariz estimula el pequeño nudo de nervios hinchados y cuando retiro mi rostro, me mira aturdida.
Sus ojos a medio cerrar por el placer me persiguen mientras me siento a su lado en el sofá, abriendo lo suficiente las piernas al recargar la espalda del respaldo del sofá y dándome un toque en el regazo en una señal que la tiene mordiéndose el labio inferior.
—¿Quieres montar? —Le pregunto sonriendo.
Parece estar sin palabras y parpadea con la respiración acelerada.
—Móntame, vuélvenos loco a los dos —Ordeno porque eso definitivamente le gusta.
Me sonríe poniéndose de pie con toda esa piel sonrojada, marcada y sudada mientras se quita lo que resta del tanga y empuja su cabello hacia atrás.
Es toda una fantasía: alta, aun en tacones, desnuda y entusiasta trepando sobre mí a horcajadas, apoyando una mano detrás de mí y con la otra me guiándome a su entrada, dejándose caer sobre mí y haciéndonos gemir a los dos.
Sus movimientos comienzan lentos, pequeños círculos y subir y bajar, pero pronto comienza a incrementar la velocidad y no puedo evitar tomar uno de sus pezones a mi boca mientras le clavo los dedos en las caderas. Su cabello está en mi rostro como una cortina y la dejo usarme a su antojo, porque después de todo soy suyo y quiero que haga conmigo lo que quiera.
Su sofá suena con sus saltos y movimientos durante unos minutos, pero cuando dejo caer mis palmas en un azote simultaneo en cada nalga, su grito es lo que suena porque tomándole el culo y deslizándome más abajo por el sofá hasta casi estar acostado, separo las piernas y la inmovilizo mientras comienzo a empujar con rapidez desde abajo, haciendo que sus manos se aplanen en mi pecho mientras sus pechos rebotan y parece no soportar todo el placer que estamos dándonos.
El sonido de piel chocando contra piel suena junto a sus gemidos, mis maldiciones y gruñidos y sé que está cerca porque luce desesperada, pero este orgasmo parece costarle mucho más, sin embargo, está decidida a tomarlo por lo que se reclina lo suficiente sobre mí, creando fricción en su clítoris y cuando uno de mis dedos se desliza entre sus nalgas se estremece, gritando y apretándome mientras se corre.
Para este punto, si no me corro es posible que me muera.
Desacelero mis movimientos mientras ella jadea con la mejilla pegada a la mía.
—Breana...
—¿Humm?
—Hazme venir —susurro plantándole un beso en la mejilla— con esa dulce boca.
Se hace hacia atrás para verme y le sonrío con el cuello y el cuerpo tenso, casi temblando con la necesidad de acabar y sabe que tiene todo ese poder sobre mí, le sienta bien porque me sonríe deslizando las uñas por mi pecho antes de bajar de mí, estremeciéndose y cayendo sobre sus rodillas.
Me toma en su mano y luego me introduce en su boca con el condón, saboreando el látex junto a sus fluidos lo que me hace maldecir y empujar mis caderas antes de que retire el condón y me haga rodar los ojos hacia atrás al sentir la calidez de su aliento y luego la humedad de su boca.
Quizá en otra circunstancia habría durado más, pero en este momento a Breana solo le basta bajar y subir la cabeza unas pocas veces, chupándome la punta y lamiéndola antes de llevarla hasta su garganta, acumulando saliva en su barbilla y luchando contra su reflejo nauseabundo al tiempo que una de sus manos tira del saco debajo de mi miembro.
—Voy a venirme, decide ahora si vas a tragarlo o te apartas, mi rubia—Le advierto.
Y todo lo que hace es mirarme mientras continua en lo suyo, ahuecando las mejillas y finalmente me dejo a ir, gimiendo su nombre mientras empujo mis caderas hacia adelante y enredo una mano en su cabello sin dejar de mirarla.
Traga tanto como puede, pero algo se le escapa por la comisura de la boca mientras sigue chupando hasta que le doy un toque en el cabello que la hace alejarse lamiéndose los labios antes de limpiarse con un dedo las comisuras, chuparlo y proceder a sonreírme.
Luce feliz, radiante... Y muy bien follada.
—Ven aquí —murmuro y trepa sobre mí, sentándose nuevamente a horcajadas mientras la beso saboreándome y deleitándome con la realización de que esto realmente acaba de suceder.
Cuando nuestras bocas consiguen alejarse, meto mechones de su cabello, ahora enredado, detrás de sus orejas y la miro sintiendo demasiado.
—Eso fue... —susurra antes de emitir una risa ronca— No sé cómo decirlo.
—Eso fui yo siendo tuyo.
—Tienes mucha resistencia, Rayan —Desliza sus uñas por mis abdominales—, por un momento pensé que nunca ibas a acabar.
No puedo evitar reír mientras deslizo las manos por sus costados hasta llegar a sus tetas y tomarlos, se estremece sobre mí, está sensible.
—Entreno mucho y siempre busco incrementar mi capacidad de resistencia.
—¿Quiere decir eso que siempre vas a follarme así?
—Es muy probable ¿Tienes una queja sobre ello?
—¡Demonios, no! Solo espero poder seguirte el ritmo. Me siento sin huesos —Se deja caer sobre mí recargando la mejilla de mi hombro—. ¿Ya puedo quitarme los tacones?
Mi risa resuena por el lugar y ella se une a mí, solo hasta ahora soy consciente de que aun traigo el pantalón y bóxer.
—Ya puedes, mi rubia.
Suspira abrazándome.
—Estoy sudado —Le recuerdo mientras más pega su cuerpo al mío.
—Sí, por mí y eso lo hace aún mejor —asegura contoneándose contra mí.
—Qué bien te sientes —susurro contra la piel de su cuello, inhalando su olor.
—Se siente bien ser valiente —susurra—. Se siente bien estar juntos.
—Te quiero —susurro contra su piel.
Y su beso me dice que ella también me quiere.
Mi novia es tan valiente.
Permanecemos de esa manera unos minutos y cuando se remueve sobre mí para acomodarse, se paraliza.
—Rayan Davis ¿Te estás poniendo duro otra vez? ¿Ya? Pero si han pasado como quince minutos.
—No pediré perdón —Le hago saber riendo—, pero no tenemos que hacer nada, estaré bien, es obvio que estás cansada y adolorida.
Suspira y se arriba hacia atrás en mis piernas, lo que no hace ningún bien por mi situación porque la veo abierta e hinchada entre las piernas, a sus pechos marcados por mis dientes y rojizos por mi boca y el abdomen tenso.
Pero sonrío al ver su rostro pensativo mientras mira mi nueva erección nada discreta.
—Podemos hacer algo —Me dice con una sonrisa pícara antes de inclinarse a besarme y tomarme en su mano.
Es lenta, pero firme. Descubriendo lo que me gusta mientras me da placer con su mano. Mi cuerpo le enseña a complacerme hasta derramarme sobre ambos haciendo un desastre que nos tiene riendo.
Una hora después, luego de una ducha en la que me resisto de follarla porque parece que necesita recuperar energía, consigo ponerle el collar con una lagrima de diamante rosa que Summer y yo escogimos para ella.
No sé si es el mejor cumpleaños para Breana, pero sé que es uno de los mejores días de mi vida.
Buenassss, dejen sus impresiones del capítulo aquí.
Nos tomó años llegar aquí, pero valió la pena. Mejor de lo que pensé. Me encantan ellos.
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Espero les guste.
Un beso.
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