9. Compañía
Llegamos a la actividad y tan pronto nos estacionamos, ella tomó su bolso en las manos.
—¿Le has traído un obsequio a su amigo? — preguntó.
—Con mi presencia debería ser suficiente, ¿no?
—Eso es un no disfrazado, ¿verdad? — sonrió.
—Me conoces bien.
—Había premeditado que ese sería el caso, por lo que traje un pequeño obsequio. No sé si le gusten los relojes a tu amigo, pero en la tienda me dijeron que esto es lo que le gusta recibir un hombre de cumpleaños— sacó de su bolso una caja con un reloj, pero me di cuenta inmediatamente de que llevaba el sello con una cantidad exorbitante por debajo de la caja.
No solo eso, sino que era una réplica de un Rolex. No quiero pensar que se aprovecharon de ella en la tienda. Una réplica jamás saldría tan costosa.
—¿Cuánto pagaste por ese reloj?
—Un regalo es un regalo. Esos detalles no se dicen.
—Espero no haya costado más que tu salario.
—No. Para nada.
¿Así que prefiere mentir para no hacerme sentir mal?
Saqué la cantidad de mi billetera con sumo cuidado en el intento de que ella no se diera cuenta, pero me agarró en el proceso.
—¿Por qué estás sacando dinero?
—¿Cómo lo sabes?
—El olor a los billetes es muy intenso.
—¿Y mi perfume? ¿Qué te parece la colonia que utilicé? — enrollé los billetes y tomé en mis manos la caja del reloj, dejando caer a su vez el dinero dentro de su bolso.
Su acercamiento no lo esperaba, pero me quedé quieto al ver su mano entrelazarse en mi corbata. ¿Es que acaso se me va a dar la oportunidad que había estado esperando?
—Huele bien. Me gusta mucho— su otra mano me mostró el dinero que había arrojado dentro de su bolso y sonrió—. Por cierto, esto es tuyo.
Es difícil engañarla. Tiene unos sentidos muy agudos y sensibles. Me decepcioné un poco, no puedo mentir. Me hice muchas ideas en la cabeza. Aunque quiera hacer muchas cosas, no puedo faltarle el respeto o abusar de su confianza haciendo una movida que termine alejándola.
Le quité el sello a la caja y lo metí de vuelta en la bolsa para que sea ella quien se lo entregue. Sé que le hará sentir bien hacerlo por su cuenta. Esa gentuza que se atrevió a aprovecharse de ella, va a tener que darme la cara. Esto no se va a quedar así.
Entramos al Hotel, donde Abraham había reservado el restaurante para celebrar su cumpleaños en conjunto de su esposa y sus hijos. Había varios invitados que conocía, por eso los saludé a cada uno, incluyendo a Abraham en ese grupo.
—Pero qué grata sorpresa. No sabía que vendrías bien acompañado. Ese rostro se me hace familiar. ¿Es tu asistente? — preguntó Abraham.
—Sí. Ella es Genesis, mi asistente.
—La pareja perfecta sí existe, hombre. Salieron en primera plana ustedes dos por el caso de Davis. Hoy precisamente estaba viendo el periódico. Es que te digo; tú eres el único que puede alcanzar la misma trayectoria que tu padre. Te espera un futuro muy prometedor si continúas como vas. Eres de los pocos abogados honestos y rectos que conozco.
—Totalmente de acuerdo con usted, señor. El licenciado Price es una persona muy especial, por eso todo el mundo lo idolatra. Es un amor de persona y se compromete con todos sus clientes por igual.
Abraham me dedicó una mirada que no hizo falta que dijera una sola palabra. Se siente bien recibir cumplidos, pero que vengan de su parte se siente mucho mejor. Sus palabras son igual de dulces a ella.
La noche para mí se hizo muy corta. Me ocurre lo mismo siempre que estamos juntos. Disfrutamos de unas copas de champagne mientras manteníamos una interesante conversación. Me sentía como si estuviéramos solos, pues mi atención solo estaba puesta en ella.
Nos despedimos de las personas y no fue difícil para mí darme cuenta de las miradas que estaba recibiendo por parte de algunos invitados. Tiene un imán para atraer a cualquiera que la mire. No puedo guardarla en una caja de cristal, es totalmente normal que eso suceda, pero no me agradaba en lo más mínimo. Ella no estaba enterada de lo que sucedía alrededor por obvias razones, por esa razón traté de mantenerla cerca de mí usando como pretexto sus tacones altos. Ahora es cuando puedo comprender la actitud de mi padre con mi mamá. Siempre ha sido igual de “sobreprotector” con cualquiera que la mire o se le acerque. Lo entiendo cabalmente. Tal vez me esté comportando como un egoísta e inmaduro, pero para ser totalmente honesto, no me importa.
La traje a su apartamento, asegurándome de que llegara bien. Me detuve en la puerta para despedirme adecuadamente.
—Gracias por haber aceptado la invitación. La pasé muy bien con tu compañía. De hecho, siempre la paso bien contigo.
—Gracias a ti por invitarme.
Hubo un incómodo silencio entre los dos, ni siquiera encontrábamos como despedirnos.
—¿Te gustaría entrar y tomar algo? Sé que eres un hombre bastante ocupado y…
—Me encantaría.
Llevó su cabello por detrás de su oreja y sonrió ladeado.
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