Miré a mi alrededor atónito. Todo en el apartamento se veía organizado, de una manera peculiar y en patrones, pero no pensé que ella también lo había hecho. Pensé que alguien más le ayudaba a este tipo de cosas.

—Perdona que le pregunte algo tan personal, pero ¿por qué no están aquí ayudándola? ¿Cómo ha podido sobrevivir aquí sola? No hablo solo de su condición, sino de que me dijo que no tenía ningún trabajo.

—En Puerto Rico solía generar ingresos tocando el piano y cantando a través de transmisiones en vivo. Ahorré todo lo que gané desde mis dieciséis años, porque tenía planificado en un futuro venir aquí. Mis padres están divorciados, pero siempre me han apoyado y respetado mis decisiones, incluso desde la distancia.

—Cada cosa que conozco de usted hace que la admire mucho más. Es muy joven todavía, pero le sobra valentía y fuerza. Es agradable tener a alguien como usted cerca que emana buenas vibras, optimismo y energía.

Genesis

No soy para nada optimista. Como todo ser humano, estoy llena de miedos, de dudas, de cargas. Todo el peso del mundo recae sobre mi espalda, encontrándome en completa oscuridad y sola.

Para ser totalmente honesta, hubo un tiempo donde me fundí en una fuerte depresión. Me sentía inútil, incapaz de hacer las cosas por mi cuenta. La frustración carcomía mi ser y el miedo alimentaba ese vacío tan inmenso que yacía en mi pecho. Estoy lejos de ser perfecta. Existen muchas cosas que desconozco y, aunque lucho internamente con mis miedos, a veces ellos me vencen. Algunos días siento que puedo contra el mundo y en otros me desmorono por completo.

Que el Lic. Price me haga ese tipo de cumplidos me emociona, porque por mucho tiempo me sentí impotente e incapaz de lograr mis metas. Ni siquiera puedo llorar, aunque mi corazón se sienta tan oprimido y adolorido.

Es reconfortante contar con alguien tan amable y bueno como él para alentarme cuando más vulnerable me siento. Es tan gentil, empático, atento. Su tono de voz es muy masculina. Es la más linda que haya escuchado alguna vez.

Me gusta mucho pasar tiempo con él. Escucharlo hablar y reír, escuchar su respiración y sus suspiros. Especialmente cuando está ejerciendo su profesión y dando lo mejor de él.

Dentro de mí surgen muchas curiosidades. No sé cómo es físicamente, pero estoy segura de que debe ser muy encantador. He oído a muchas clientes hablar sobre él; sobre su apariencia y sus rasgos, y a veces siento celos de ellas, porque tienen el privilegio de contemplarlo en su máximo esplendor, algo que no podré hacer nunca.

—¿Se encuentra bien? ¿Dije algo indebido?

—¿Usted tiene pareja, Licenciado?

—¿Pareja? No. ¿Por qué?

—Quisiera pedirle una cosa, aunque no es obligatorio hacerlo. Si me hubiera dicho que sí tiene pareja, jamás iba a atreverme a pedirle esto. Es muy vergonzoso.

—Cuéntame.

—Puede sonar muy atrevido de mi parte pedirle esto, pero suelo tocar a las personas para poder imaginarlas a mi manera.

—¿Tocarlas?

—Sí — presioné mis labios, sintiéndome muy apenada—. ¿Puedo tocarlo?