Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18. Mía

Agarré un bolígrafo y un papel de su escritorio para dejarles un aviso a los clientes de que estaríamos abriendo más tarde. Esta oportunidad era algo que no pensaba desaprovechar. 

—¿Qué haces? 

—No te muevas de aquí. 

—¿Y tengo un lugar a donde ir? 

—Solo por si acaso. 

Fui a la puerta y pegué el aviso, apagando en el camino la luz de la sala de espera. La traje conmigo a mi oficina, no quería que nadie fuera a espiarnos o a dañar el momento.

La verdad es que, no pensé que ella tomaría la iniciativa. Tal parece que ella también se ha contenido todo este tiempo, pues su comportamiento era totalmente opuesto a lo que he conocido de ella. Quedé sentado en la silla de mi escritorio, ya que ella misma me guió. 

—Conoces bastante bien mi oficina. 

—He estudiado tu oficina, pero también a ti — su tacón se posicionó entremedio de mis piernas. 

—Ah, ¿sí? ¿Y qué has estudiado de mí? 

—Este tiempo que hemos estado juntos me ha servido para conocerte mejor. Sé lo que te gusta, lo que te atrae, lo que te enciende. Eres muy fácil de interpretar cuando estamos así de cerca — succionó mi labio inferior, apartándose al instante y dejándome con ganas de más. 

En el momento que se agachó y vi ese monumento sobresaliendo de ese pequeño encaje casi infarto. Todavía mi cerebro no puede procesar que esto realmente está pasando ante mis ojos. 

Sus manos apretaron mis piernas y es como si eso emitiera una electricidad hacia mi erección y lo bombeara. No hace falta más electricidad, si ya se encuentra en su máxima potencia. 

—Te gusta que te toque, no es difícil notarlo. Esa primera vez que lo hice, dijiste que algo se había levantado y ahora lo entiendo a la perfección — liberó la molestia de mí pantalón, y lo sujetó con ambas manos, frotándolo despacio en sus labios. 

Sé que debía estar haciendo una expresión muy pendeja en este momento, pero ¿cómo demonios iba a evitarlo? Mi pene se iba ocultando en el interior de su boca, como si de una especie de espectáculo de magia se tratara. Por supuesto que me encontraba maravillado por el calor, la presión y humedad de su boca. Esos labios tan exquisitos se ajustaban alrededor de mí, provocándome espasmos. Me intrigaba el hecho de que supiera hacer todo esto, pero la verdad es que todos tenemos un pasado, es solo que había asumido que nunca había llegado a estos extremos con alguien más.  

—Te he hecho un millón de veces esta pregunta, pero ¿hay algo en este mundo que no sepas hacer bien? 

Se apartó unos instantes, con su lengua por fuera y jadeante. 

—¿Lo estoy haciendo bien? 

Su pregunta fue como un ataque directo al corazón, especialmente por esa expresión tan erótica y a la vez tímida que me dedicó. 

—Hoy me has estado atacando en todos los puntos sensibles — arrojé todo lo que había en el escritorio, sin pensar en nada más que no fuera en tenerla totalmente expuesta debajo de mí. 

—¿Estás bien?

Tendí su cuerpo sobre mi escritorio, abriendo sus piernas de par en par y notando instantáneamente la humedad de su ropa interior. 

—No pensé que guardaras esta mujer tan pervertida por dentro. Debo confesarte que me fascina verte con esta lencería, pero ahora mismo solo me estorba— arranqué su ropa interior por ambos bordes y curvó la espalda—.  Me temo que hoy te tocará trabajar sin ropa interior.

—Eres malvado. 

—¿Malvado? No más que tú, princesa. Ocultando semejante poder de mí, cuando no tienes ni idea de lo mucho que me encantas. 

Su intimidad brillaba, su humedad era más que notoria y lo hacía más apetecible. No entiendo cómo puede sentirse tan insegura, si solo deseaba devorarla enteramente. Mi lengua recorrió sus piernas por encima de las medias, pero era tan fina que estaba seguro de que podía sentirla claramente. No fue hasta después de besar y lamer sus piernas, que fui acercándome lentamente a sus labios y con mi dedo acaricié suavemente el punto que tanto complejo le causa. De su garganta se escapó un lindo gemido y sonreí al notar que su cuerpo ardía con la misma intensidad que el mío. 

—Aquí eres muy sensible, ¿eh? — pasé mi lengua por alrededor y noté que sus gemidos solo se agudizaron, por esa razón me atreví a ir más allá y chuparlo. 

Nunca había hecho esto, pero no me parecía desagradable en lo absoluto. Todo lo contrario, al ver que ella lo estaba disfrutando, me hacía sentir completamente satisfecho. 

—No sé cómo puedes sentir tanto complejo de algo que es parte de ti y es muy hermoso. 

Su cuerpo vibraba, su voz se oía cada vez más entrecortada y su parte que más palpitaba y deseaba conectarse conmigo, solo se humedecía cada segundo que transcurría. Saboreé abiertamente sus fluidos, lamiendo intermitentemente sus puntos más sensibles. Sentía mi lengua caliente y toda mi barbilla húmeda. 

No podía esperar más; el calor consumía cada parte de mi cuerpo. Saqué de mi billetera un preservativo y sin perder más tiempo, crucé las puertas del mismísimo paraíso de su interior. Me movía despacio, a la misma velocidad de nuestros gemidos y fatiga. Su interior se iba acostumbrando lentamente a mi tamaño y a la precisión  de mis embestidas. Sus piernas se cruzaron en mi espalda y descansé una mano sobre el escritorio y con la otra bajé el escote de su primera pieza, dejando descubiertos sus senos. Proporcioné besos de lengua en su pecho, ascendiendo ligeramente a su cuello y marcando su piel. Todos deben saberlo, ella solamente puede ser mía. Su cuerpo temblaba al momento de sentir mis suaves mordidas. Es exquisito el sabor de su piel mezclado con el sudor. No puedo cansarme de esto.

Todo se volvió relevante a nuestro alrededor. Había perdido por completo la noción del tiempo. Solo sé que no podía detenerme. Ni siquiera recuerdo en qué momento terminamos en el suelo, totalmente desnudos y haciéndolo tan fuerte que nuestros choques retumbaban en la oficina. Su cabello despeinado y enredado en mi mano, su trasero elevado, moviéndose a la par de mis embestidas y rojo, lágrimas de sudor deslizándose de su espalda y de mi barbilla. Su voz quebrada, pidiendo entre gemidos «más», era lo único que captaba mi cabeza.

Tengo miedo de mí mismo, de esto que estoy sintiendo por dentro hacia ella. Tal vez puede llegar a sonar enfermizo, pero solo quiero que sea mía. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro