Que tipo más raro
El día estaba normal de no ser porque había una misión que dependía completamente de mí. Debería estar feliz pero no lo estaba porque sabía perfectamente que no me habían escogido por mi inteligencia, mi fuerza ni nada de eso sino por el hecho de ser gay.
Kim Taehyung es él narcotraficante más buscado actualmente, trafica el setenta por ciento de toda la droga en el mundo y más. Recientemente la noticia de que era gay se había extendido en menos de un día, ¿el por qué? Fue visto en varios clubs gays y además se filtró un video donde estaba teniendo relaciones sexuales con un hombre. Todos en la oficina saben que soy gay por lo que nadie quiso hacerse pasar por un prostituto.
Mañana tendría que verme cara a cara con él mismísimo Kim Taehyung ¿estaba contento? Por supuesto que no.
Después de que me contarán en qué consistía el plan me fui a casa.
Toda la noche me estuve preguntando si cuando me encontrará con él me trataría bien o si íbamos a tener sexo, la respuesta era clara. Él estaba en una página viendo con que hombres le gustaría darse un revolcón de una noche y me escogió a mí, por supuesto que tendría que tener sexo con él.
Resulta que habían metido datos míos, obviamente falsos y una foto sin consultarme si aceptaba ponerme de carnada para atraparlo.
De tanto pensar me quedé dormido y al día siguiente desperté temprano. Hice lo que tenía que hacer. Me bañé muy bien y rasure mi anatomía, después me peine, me puse un pantalón negro que moldea muy bien mis nalgas y muslos, también me puse una camisa blanca ajustada que hace lucir bien mi cintura y una chaqueta de cuero color negro. Al final termine poniendo un poquito de brillo labial. No me gusta maquillarme tanto, que sea gay no significa que me guste el maquillaje.
Salí de casa y tome un taxi hacia un lugar donde sería el encuentro. La calle estaba muy solitaria y el clima tampoco es que ayudará mucho, justo ahora el cielo está nublado, parece que va llover.
Detuve mis pasos al ver cómo había llegado al final del callejón, está muy oscuro pero me mantuve en calma. Ya había estado en lugares así pero la diferencia es que me voy a encontrar con él narcotraficante más peligroso y buscado de todo el mundo.
Estaba tan sumido en mis pensamientos que no escuché como alguien se posicionaba detrás de mí, cuando me di cuenta ya era tarde. Tenía una bolsa en la cabeza, no podía ver nada. Me quedé en silencio hasta que escuché como me ordenaba caminar derecho. Obedecí y escuché como un carro se estacionaba al frente mío.
—Sube —dijo el tipo que me había puesto esa bolsa en la cabeza. Obedecí y subí al carro, él chico también subió y cerró la puerta.
—¿Es necesario que me tapen la cabeza? —pregunté mientras jugaba con mis dedos. No obtuve respuesta —.Oye —llame —. Es muy grosero de tú parte no contestarme —de nuevo no obtuve respuesta. Me rendí y guarde silencio.
Todo el viaje estuve en silencio y no pude averiguar nada ya que nadie emitió un sonido ni siquiera escuché a alguien toser, después de un viaje en automóvil de ¿veinte o treinta minutos? Al fin llegué al lugar donde iba a tomar el papel importante.
Escuché una voz decir que baje del automóvil, lo hice. De inmediato sentí como me quitan la bolsa con brusquedad, hice una mueca de molestia pero no dije nada, de inmediato comencé a arreglar mi cabello.
Un chico de cabello negro y piel morena me tomó del brazo bruscamente y me adentro en la gran casa que estaba ante mis ojos.
Lo seguí aunque me hubiera encantado protestar por ello.
—Si intentas algo raro te mataremos sin pensarlo, así que ni se te ocurra salir de esa habitación hasta que el patrón lo autorice —dijo él tipo aún tomándome del brazo. Lo que dijo me causo curiosidad ¿Por qué saldría antes de que él lo autorice?
—¿Es brusco en el sexo o por qué lo haría? —pregunté con sarcasmo para aliviar la tensión, me di cuenta que no funciono. Mi cuerpo se tensó, estaba incómodo.
—No te responderé nada, solo tienes que hacer tu trabajo que es abrirle las piernas al patrón —bueno, eso dolió. No volví a preguntar ni hacer ningún chiste. Me llevo por un pasillo muy bonito, estaba decorado con jarrones hermosos y pinturas muy lindas de naturaleza y otras cosas que no pude distinguir bien ya que él chico me llevaba a paso apresurado.
En poco tiempo me encontraba al frente de una puerta de color marrón muy bonita. Él tipo toco la puerta tres veces seguidas.
Toc, toc, toc.
Escuché pasos lentos en dirección a la puerta, mi corazón latía tan rápido, mis manos sudaban y me preguntaba que hacer, es obvio que no quiero darle mi primera vez a un mafioso, que estoy seguro que es capaz de hacer cosas terribles como cualquier mafioso.
La puerta se abrió lentamente, demonios, ¿por qué todo pasaba en cámara lenta? Mire el rostro joven y hermoso.
Diablos, se ve muy joven, tendría unos ¿veinticinco o veintiocho años? Se ve muy joven como para estar en este negocio de mierda. Sentí pesar por él. ¿Cuáles habrán sido sus motivos para tener que pertenecer a ese mundo de las drogas, mafia y muerte? Aparte esos pensamientos cuando me dedico una pequeña sonrisa, le devolvi el gesto.
—Pasa —dijo abriendo por completo la puerta y haciéndose a un lado para que pueda entrar. Entre a paso lento, cuando quede parado en medio de la habitación pude ver una cama grande con sábanas blancas, una ventana que dejaba ver el patio completamente hermoso, dos muebles y una mesa en el medio.
Dirigí mi vista a él, después de cerrar la puerta vi como se acercaba a paso lento, me sentí nervioso al instante.
—¿Cómo te llamas? —¿Por qué quería saber mi nombre si solo nos vamos a acostar?
—Jeon Jungkook —respondí con mi nombre verdadero sin miedo ya que habían eliminado de todo lugar mi verdadera información.
—Bonito nombre —su mano fue directo a mi cuello, lo acaricio con delicadeza.
—Gracias —luche con no tartamudear aunque creo que ya se dio cuenta porque soltó una pequeña risa. No me agrado que mi nerviosismo fuera tema de risa, obviamente no lo hice notar.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó bajando su mano a mi hombro comenzando a acariciarlo.
—Veintiséis —respondí con notable nerviosismo —. ¿Y tú? —está vez él que preguntó fui yo.
—Tengo veintiocho —respondió con su vista fija en mi cuello, no disimulaba nada el hecho de que quería comerme.
—¿Qué cosas te gustan? —bueno, comenzaba a no entender, ¿por qué me preguntaba tantas cosas cuándo podia estar quitándome la ropa? Está vez no disimule mi confusión, vi que otra vez rió pero está vez porque me mostraba confundido.
—Eres un chico muy bonito —dijo bajando sus manos a mi cintura donde se posaron con firmeza.
—Tienes una cara hermosa sin necesidad de maquillarte y un cuerpo hermoso —completo. Sus manos bajaron a mi trasero donde lo apretó con fuerza.
—Y acabo de darme cuenta que tu trasero podría ser mi nueva obsesión —susurro en mi oído. Al instante sentí mi cara caliente.
De nuevo escuche su risa en mi oído que me estremeció.
—No voy a negártelo. Justo en este instante quiero arrancarte la ropa y hacerte cosas que no te imaginas en esa cama —señalo con su dedo.
—Pero puedo notar lo nervioso que estás y creo que no quieres estar aquí —se había dado cuenta, ¿me echará de aquí?, ¿acaso me dirá que si me ve así de nervioso no va querer nada de mí? Esas preguntas llenaron mi cabeza hasta que fui capaz de responder.
—No estoy nervioso —mentí alzando mi vista quedando a menos de un centímetro nuestras caras, pude sentir nuestras respiraciones mezclarse lo que causo que mis bellos se erizarán.
—Si tú lo dices —susurro acercando aún más su cara.
Al instante sentí sus labios sobre los míos, por un instante estaba estático hasta que logre reaccionar y seguí el beso, mis manos apretaron el cuello de su camisa manteniéndolo cerca de mí, pude sentir como sonreía en medio del beso.
Sentí como me alzo y de inmediato enrede mis piernas en su cintura, seguimos besándonos hasta que me falto la respiración y me separe, nuestras frentes quedaron juntas, no desperdició ni un segundo y de un solo me acostó en la cama con delicadeza. Se posicionó encima de mí con sus manos a cada lado de mi cabeza. Volvió a mirarme con deseo y unimos nuestras bocas de nuevo, comenzando un beso desesperado.
Su mano acarició mi pene por encima de la ropa, me tense, no lo podía evitar, no quería tener sexo con ese tipo. Él pareció notarlo porque al instante dejo de besarme y me miró fijamente a los ojos —No quieres, ¿verdad? -desvié mi mirada, la había cagado, ¿por qué no podia hacer nada bien? Dios, sólo tenía que hacer una sola cosa y había fallado.
—No es eso —mentí mordiendo mi labio del nerviosismo.
—No mientas —me tomó del mentón obligándome a verlo —. Si me dices que no quieres no voy a obligarte, además sería incapaz de hacerte daño -—soltó de repente. Lo mire extrañado. ¿Era yo o estaba demasiado raro? Estoy seguro que algo no cuadra.
Se dio cuenta de mi expresión y se paró de la cama, yo también lo hice mientras me quedé mirándolo.
—Quédate aquí. Ahora vuelvo —se dio la vuelta y se fue. Me quede en esa habitación en silencio.
[CAPÍTULO CORREGIDO].
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