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Sólo bastaron dos inviernos

Los personajes de Boku no Hero Academia no me pertenecen, sólo el amor que les tengo.

Pareja: Endeavor x Hawks

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Los golpes en la puerta se hacen más frecuentes; el hombre intenta ignorarlos, pensando que debía ser el viento. La tormenta de nieve ya estaba allí.

Otro golpe, prende el fuego de la chimenea. Otro golpe, comienza a calentar la comida. Otro golpe, escucha una voz.

—No soy el viento —se escucha una voz desde atrás de la puerta. El hombre corre a abrirla.

Encuentra frente a sí un joven de unos venti-largos años, de cabello rubio y no con el suficiente abrigo para poder soportar ese frío. Al notar su temblor le hace espacio para que pudiera entrar. Cuando lo ve quitarse el abrigo, entiende el que haya llegado hasta allí. Junto a la gruesa campera se cayeron varias plumas rojas del par de alas que cubrían su espalda.

El joven se acomoda cómo si estuviera en su casa, el mayor le sirve un plato de sopa y se sienta frente suyo para comer. El visitante se devora la comida y sin esperar invitación se vuelve a servir.

—¿Sal? 

—En el mueble que tienes enfrente, puedes volcar directamente en la olla.

—Genial —el mayor escucha canturrear— moría de hambre.

Mientras seguía con su cena, observa la espalda del más joven. Sus alas se habían abierto y todas las plumas se alejaba para secarse frente al fuego; dejando tras de sí un exoesqueleto de metal, que ya vacío se cerraba hacia dentro quedando al final como dos grandes trozos de metal que irrumpían en la espalda del joven.

—Te prepararé el baño —dice el mayor tras terminar su comida. Más tarde le prepara el sillón de la sala, frente al fuego, dejándole ropa limpia junto a toallas en el baño. Se duerme tras dos horas de dar vueltas en la cama, afuera se siente nevar.

Se levanta temprano en la mañana y tapa con una de las cobijas de su cama al joven. Revisa en la biblioteca algún libro al cual releer.

—Puedes decirme Hawks —escucha detrás suyo un par de horas más tarde, mientras lee en la cocina.

—Es un extraño nombre —responde irónicamente.

El joven ríe mientras pasa a su lado, llega hasta la cocina y revisa la alacena.

—Está muy bien aprovisionado, señor… —dice girando su cabeza con la puerta del mueble lleno de comida enlatada a su espalda, los ojos turquesa se levantan del libro para enfocarse en los castaños con un extraño deje dorado.

—Enji Todoroki —el joven le sonríe.

—Gracias por recibirme Enji —señala con su pulgar la comida— ¿Que dices? ¿Alcanzará para dos personas?

—Hay tres muebles igual de llenos —dando la charla por terminada vuelve la vista al libro.

Notando que el mayor no tiene interés en una conversación, Hawks se dedica a recorrer la casa; independientemente de no tener otra cosa que hacer, para buscar ropa que no le quede como vestido.

La cabaña era pequeña, como pudo distinguir el día anterior cuando la sobrevolaba. Contaba con una cocina/comedor (que también contaba como sala), un baño y, por último, la habitación donde el mayor dormía. Por lo que pudo ver, la cabaña era todo menos acogedora. No sólo porque Enji se la pasaba comiendo comida enlatada o calentada en una olla sin cariño, sino porque no notaba ningún detalle personal en la decoración —si es que podía llamar decoración a aquello—, además de la inexistencia de una mísera foto para recordar su huella en el mundo.

Constatando que el mayor sigue con los ojos en el libro, se abre paso hasta su habitación. Encontrándose con un lugar tan frío como los demás.

El dormitorio contaba con una cama matrimonial que a ambos lados tenía una mesa de luz, se le sumaba un mueble de roble —al igual todos los que había visto hasta ahora— como guardarropas. Asegurándose de que el mayor no se acercaba, abre de a uno los cajones del mueble sin encontrar nada que le sirve o interese. Se aproxima hasta la mesa de luz que aparenta ser la usada por el dueño de la casa y ¡Eureka! Al abrir el cajón de encuentra una foto familiar. Papá —don Enji— Mamá —una hermosa albina de ojos oscuros— y cuatro hijos que denotaban parecido entre sí y ambos padres. Si no fuera por la seriedad de los participantes, diría que es una hermosa foto por el atractivo de todos los integrantes.

Con la curiosidad satisfecha y olvidando su motivo principal, se encarga en dejar todo como estaba y volver a la sala. En cuanto da un paso dentro de la habitación, sus ojos antes distraídos en el suelo son cautivados por los fulgurantes turquesas; que lo observan desde su lugar en el sillón.

—En ningún momento te di permiso para revisar mis cosas —Hawks le devuelve una sonrisa incómoda ante el ceño fruncido del contrario.

—Me atrapó —ríe— tiene que entender que estoy aburrido y… —lo interrumpen.

—Sólo llevas un día aquí, si quieres que te siga dando refugio deberías encontrar otra forma de entretenerte.

El más joven levantas las manos en forma de disculpa y comienza a acercarse a la biblioteca.

—Lo siento, no volverá a suceder —tras esto último, toma un libro al azar y después de mostrárselo a Enji, se recuesta en el sillón a leerlo.

Está insignificante discusión, que fue sólo un regaño de Enji sumado a una disculpa de Hawks; fue lo único cercano a un problema que pudieron tener. Los días comenzaron a pasar. Primero de forma lenta, con Hawks quejándose a viva voz de su aburrimiento, después con más prisa. En tres semanas, cuando ya el más duro frío había dejado su puerta; se encontraban acostumbrados a la presencia del otro. Con el más joven logrando sacarle más conversación a Enji y con el mutuo arreglo nunca pronunciado de no preguntar por el pasado contrario.

—¿Sabes? —dice Hawks con un marcado gimoteo en el rostro después de ver la despensa—. Esto es deprimente.

—¿Que cosa? —pregunta al joven quien le tocaba el turno de cocinar.

—Esto —señala la comida enlatada que continuamente venían comiendo— ¿Hay posibilidad de conseguir algo diferente? Fui paciente hasta ahora.

—Te quejas todos los días —susurra en respuesta mientras se acerca a la ventana, verificando que delante suyo había un día soleado que derretía la nieve del camino. Se queda otro momento más en el lugar considerando las opciones, luego dirige la mirada hacia Hawks afirmando con la cabeza. El joven le sonríe e instantáneamente pliega sus alas a todo su largo, con las plumas tomando su lugar de forma automática.

Tras ambos abrigarse con ropa de Enji —el usado por Hawks con agujero en su espalda—, salen por la puerta después de un largo tiempo. El alado se apresura en reencontrarse con las nubes, moviéndose a su gusto.

—¡Sígueme, vamos a un invernadero! —grita Enji desde el suelo, señalando su auto. 

El lugar estaba más lejos de lo esperado, pasaron por varios pueblos y dos largas horas para poder finalmente llegar. Tiempo que al más joven no le molestó tomar en favor de respirar aire fresco y pensar a solas. Se preguntaba si aquel señor, si quisiera, podría acompañarlo en el vuelo —apostaba que si—. Y porque se había alejado tanto de su país natal después de que el mundo se moviera.

Baja a su lado tras verlo estacionar el auto a su gusto, igual no había persona a la que podría molestarle. Observa su expresión al pasar a su lado, se veía decepcionado. 

—¿Desde tu lugar viste algo diferente? —pregunta Enji sin atreverse a mirarlo, caminando hasta la puerta de vidrio.

—¿Si ví alguna persona? No, tampoco era algo que esperaba encontrar —responde, para luego forzar a abrirse la puerta bloqueada con plumas que se alejaban de sus alas y tras completar su trabajo, luego se volvían a unir—. Si algo me ha mostrado los años de viajes que hice antes de llegar a tu puerta, es que sólo los especiales sobreviven; y los especiales somos pocos.

Levanta la mirada hacia el mayor que sólo lo mira de vuelta, para luego adelantarlo y entrar en el lugar.

—Es raro que decidas venir aquí —vuelve a hablar, cambiando de tema— sin nadie que las cuide era fácil pensar que estas plantas estarían muertas.

—Eso es ridículo, la naturaleza siempre fue más fuerte sin humanos cerca —Hawks sonríe mientras toma una flor celeste y la apoya en la oreja derecha del contrario, mientras cortaba el tallo de una calabaza.

—Quien diría que eras un ambientalista —Enji aparta la flor y refunfuña, el joven vuelve a reír—. No la apartes —refiriéndose a la flor—, que combina con tus bonitos ojos.

El mayor se gira a mirarlo con un sonrojo cubriendo sus mejillas y un hastío grabado en todo su rostro — ¡¿No tienes otra cosa que hacer?! —:le grita y el alado se aleja entre risas antes de que el pelirrojo le lance esa gran fruta por su cabeza.

Sale del invernadero y nuevamente se encuentra surcando los cielos. En la casa de Todoroki no sólo era necesario algo más allá de remplazar aquel simple alimento enlatado para comer, sino que necesitaban muchas más comodidades; era como si ese hombre se estuviera forzando a sobrevivir de la forma más miserable posible.

Tras, aproximadamente, una hora de búsqueda; Hawks encuentra una gran librería que anteriormente había vislumbrado desde lejos. Bien, se dijo a sí mismo, sería un buen cebo. Seguido vuelve el vuelo hacia el invernadero, al que llega en la mitad del tiempo que le tomó la ida.

Cuando llega se encuentra al mayor murmurando insultos, quién rápidamente levanta la mirada cuando escucha el movimiento de sus alas. Puede ver cómo le sale humo de las orejas, sonríe cuando descubre que realmente, de verdad, nacen pequeñas llamas desde allí.

—¿De que te ríes mocoso? Vinimos aquí porque chillaba por variar la comida y cuando se trata de conseguirla te largas de paseo, dejándome el trabajo —dice Enji poniendo otro cajón de verduras en la parte trasera de la camioneta. Parece que al levantarse siente el fuego en sus orejas y se apresura en apagarlo con ambas manos, llevando sus ojos cautelosos hacia el más joven que, aún sonriente, apoyaba los pies en la tierra.

—No fui de paseo señor Enji, sino de investigación —apoya la espalda contra la puerta del invernadero, esperando que aquello detenga el caminar del contrario; cosa que funciona—. La cabaña está alejada, muy alejada ¿No crees que conviene mudarnos? Cualquier casa de las cercanías funcionará.

El mayor chista y cruza los brazos con expresión de desagrado, Hawks se apresura en hablar:— Tendremos cerca el invernadero dónde cosechar comida. Hay varios negocios y tiendas para proveernos y entretenernos. Ni hablar de una familia de gallinas a la que muero por dejar huérfanas —sonríe— no sé tú, pero el veganismo no es lo mío.

—Nadie te obliga a vivir conmigo —responde tajante en cuanto el contrario termina de hablar y se voltea a seguir su trabajo. 

A pesar de ser ignorado, el joven Hawks seguía sonriendo. No podía negar que esperaba esa respuesta, ni tampoco que esa terquedad le gustaba; porque en esas semanas ya había aprendido a manipularla. Oculta su sonrisa maliciosa y ayuda al mayor guardando los últimos vegetales.

Cuando Enji sube al auto, Hawks se sienta en el asiento de copiloto. Liberando las plumas de su espalda, las guía hacia el frente del auto. Delineando un camino. Todoroki observa al joven a su lado, quién solo le sonríe.

—¿Qué sucede? —pregunta Enji girando la llave.

—Una sorpresa —el mayor sólo suspira, siguiendo el camino de plumas.

Comienzan el recorrido con el más joven dejando libre su interminable perorata mientras va moviendo sus plumas según el transcurso del camino. Se detienen un momento para cargar gasolina y, porque no, un cambio de aceite ya que todo era gratis. Regresan al auto con el más joven cargando consigo varias golosinas y unos cuantos cigarros, que comienza a fumar en el auto mientras sigue su casi monólogo solamente interrumpida cuando deseaba señalar la aparición de un animal salvaje, o, cuando debieron detenerse para esperar el cruce de una familia pato. Todoroki aprovecha la detención para pedirle una calada del cigarrillo, el más joven bromea sobre un beso indirecto y el contrario revuelve su cabello mientras oculta una pequeña sonrisa.

El auto detuvo su marcha en otras dos ocasiones en que Hawks se confundió de camino y tuvo que elevarse al cielo para confirmar que estaban yendo hacia el camino contrario, aclarando que la parada para cargar gasolina lo había desorientado. La otra ocasión porque se elevó nuevamente impaciente por llegar.

—Dobla en la siguiente esquina —comenta entrando al auto con sus alas en su espalda.

—No entiendo la necesidad de ir dentro del auto, hubiéramos hecho más rápido si solo guiabas desde el cielo —el más joven ignora el comentario, pero en pocos minutos le señala dónde tiene que girar nuevamente. En esa misma calle se encontraba su destino.

El auto se estaciona y Hawks dirige su mirada hacia el conductor, quién no sonreía, pero sí tenía una cálida mirada que lo hacía por él.

—¿Que opinas de mi sorpresa? —el mayor solamente sale del auto y Hawks suspira, respondiendo al agradecimiento sin palabras mientras abre la puerta del acompañante:— de nada.

Entran al local y en la misma puerta se separan. El lugar era realmente espacioso, así que tardarían un tiempo en volver a salir. 

Al contrario que Enji, Hawks se tomó su tiempo para acercarse a los libros. Primero se aproximó a la cafetería donde antaño los comensales se sentaban a tomar un café o derivados mientras exploraban, ansiosos, los primeros párrafos de sus nuevas adquisiciones. Si cerraba los ojos podía ver a los empleados de delantal verde preparando las bebidas, como a los clientes mirando con hambre las deliciosas porciones de planteles que desfilaban en la vitrina. Pero no podía sentir el aroma a café, ni escuchar la charla de los clientes, ni el mísero ruido de las personas fluyendo. Abre los ojos, no lo puede ver tampoco. Esa bella normalidad hace años cesó su existencia.

Comienza a abrirse paso a través de las mesas olvidadas y vitrinas polvorientas, hasta la sección donde los empleados preparaban sus pedidos. Entre investigaciones, tuvo varias pausas donde entraba a cafeterías por el estilo; hasta algunas de la misma franquicia y siempre le había interesado usar algunas de sus cafeteras, conseguir algunas de sus recetas. Está terrible catástrofe le había dado su oportunidad. Cuando Enji finalmente lo ve acercarse en la librería una hora más tarde, llevaba la ropa llena de polvo y un rostro satisfecho.

Tardan otra hora más en irse, para sorpresa del mayor, Hawks lleva consigo una pila mucho más alta de libro —aunque de temas más variados, desde agricultura, arreglos del hogar, hasta libros de cocina—; que al regresar a la camioneta tira sin cuidado en el asiento trasero, recibiendo una mala mirada de su parte que no le podría importar menos.

—Sabes Enji, ya que fui tan lindo contigo —el mayor suspira y gira la mirada hacia el rubio, mientras apoya ambas manos en el volante.

—Sabía que pedirías algo, —Hawks sonríe, con una nueva graciosa por verse descubierto— ¿Que es?

—Tienes que confiar más, todo lo que hago es por nuestro bien —señala hacia adelante— a tres cuadras hay un hipermercado.

Volvieron a la cabaña cuatro horas más tarde, con el brillo de la luna iluminando sus cabellos y un fuerte frío que los golpeaba de sorpresa.

Todoroki es el primero en entrar, encendiendo chimenea y velas en tiempo récord, mientras Hawks entraba gran parte de su "compra" con ayuda de sus plumas. Lo único en que necesito ayuda fue con la heladera que hubiera fracturado sus inocentes plumitas, con la cuál Enji, después de hacer espacio, se encargó de cargar la mayor parte del peso.

Los días siguientes pasaron con unos constantes ida y vuelta de parte de Hawks hacia la ciudad, con el joven alado trayendo consigo diferentes y variados objetos para hacer su vida más ligera. Dos meses más tarde cuando un grupo electrógeno —entre los tantos que había traído— hacía que finalmente se vieran iluminados por luz artificial, Enji salió hacia afuera de la cabaña y vio a Hawks estirando sus alas junto al huerto que estaban plantando.

—¿Vas a volver a salir? —pregunta, el más joven afirma con la cabeza. 

—Tengo ganas de comer pollo —sonríe— también quiero traer… —se interrumpe un momento para quitar tierra de sus plumas. Luego continúa:— algo que ví en una tienda.

—Realmente amas esas cosas —comenta el mayor, observando las alas.

—No —ríe Hawks, sabiendo que su respuesta sorprendería al contrario—, de hecho las odio. Pero amo volar —cuando dice esto último dirige la mirada hacia el cielo y luego nuevamente al contrario— No tiene sentido, ¿Verdad?

El pelirrojo lo observa estudiando su respuesta, después sólo observándolo a él. Se acerca y le sacude la tierra que tenía encima, acariciando su rostro cuando quita una pequeña suciedad.

—Tiene todo el sentido del mundo —comienza a caminar hacia el lado contrario, para buscar una pala y seguir trabajando en la huerta—, también trae vino blanco.

—Parece que alguien estuvo leyendo el libro de cocina —sonríe a su espalda, acariciando su mejilla mientras comienza a elevarse— ¡Enji! —grita, tomando distancia a metros de altura— ¡Ponte lindo para nuestra cita! —Todoroki no llega a gritarle que no fastidiara que ya se había ido.

Con un poco de música en el tocadiscos que el joven había traído en uno de sus viajes, se quitó la playera para quedar en una fina sudadera mientras trabajaba. El frío invierno ya era historia antigua, y aquel estaba siendo un día caluroso.

Antes de volver a la tierra, aprovechó que Hawks no estaba para encender la parrilla. Poniendo carbón, papel, ramas y por último llamas que lanzó desde sus manos; como si de un fósforo se tratase. Luego se acerca a la tierra y observando sus manos que esta vez si comienzan a consumirse por el fuego; recita un par de palabras en noruego, su idioma natal, seguidamente nace desde las flamas un libro; que después que el fuego desaparezca hace notar su recubrimiento en cuero.

Enji pasa páginas hasta que encuentra una que le es interesante, se arrodilla en la tierra y recita un hechizo que tras leerlo en el libro. Luego lo cierra, haciéndolo desaparecer entre nuevas llamas; continúa con su trabajo. Aquella primavera tendrían una cosecha grande y generosa.

Se escucha el batir de alas una hora más tarde, Enji observa al recién llegado que ni bien verlo lo sorprende con una fotografía.

—Vaya Enji —sonríe mientras sacude la fotografía recién imprimida—, le dije que se pusiera lindo. No sexy —continúa apoyando su mano en aquél imponente y descubierto brazo— ¿Quiere que nos saltemos la cena y vayamos al final de la cita?

Enji responde con una inesperada risa socarrona.

—Como si pudieras aguantarlo mocoso —Hawks, observándolo desde más de la cabeza de altura que el contrario le gana, sonríe detrás de la foto que oculta sus labios. Bañado de nervios y sorpresa, con sus mejillas imitando la tonalidad del cabello contrario. 

Enji por su lado se aleja, sin saber el lío de emociones en que había transformado al menor. Se adentra en la casa dirigiéndose al baño, viendo pasar las plumas que seguían dejando las "compras" dentro de la sala. Antes de meterse a bañar y limpiarse ese sudor y tierra que lo cubría, le encarga a Hawks que se encargue de la comida en la parrilla..

Cuando sale del baño, el más joven estaba intentando salvar las verduras que él había quemado. Otra prueba más, entre las tantas que tuvo, que la cocina no era lo suyo.

—Tardaremos un poco más en comer —dice el más joven, volcando vino en la preparación del pollo. Movía las caderas al ritmo de la música, que escuchaba en un nuevo aparato que había traído.

—No nos va a alcanzar la casa para todas las tonterías que traes —comenta sentándose en el nuevo y colorido sillón, mucho más cómodo, que hace poco Hawks convenció de cambiar. En la pequeña mesa de enfrente, también nueva, había varios CD's que el alado trajo en la actual búsqueda. Junto a un ramo de rosas rojas, que ya lo veía comparándola a su cabello; como ya hizo en tantas ocasiones de tonto coqueteo.

—Lo digo en serio —continúa, mientras levanta la vista hacía uno de los tantos cuadros que había traído, colgado frente suyo— no nos alcanzará la casa.

—Entonces construyamos otra habitación —responde detrás suyo— y si esa no alcanza, construyamos otra más. —Finalmente vuela para estar a su lado, acomodando el Discman con el que estaba escuchando entre los CD's. —Si el tiempo nos sobra —se inclina hacia delante y deja un rápido beso en su mejilla, luego se levanta para continuar con la comida.

Enji se inclina hacia delante y toma el aparato para escuchar música que el más joven había dejado. El sólo verlo le traía recuerdos a su mente, un joven pelirrojo que en su momento no se lo alejaba de sus oídos. Él gritándole y este que sólo aumentaba el volumen.

—Mi hijo mayor usaba esto —comenta a voz baja que el contrario llega a escuchar.

—Su hijo mayor… ¿El de pelo blanco? El más apuesto, idéntico a ti —ríe.

—No, Natsuo era el hijo del medio. Touya era el mayor, tenía mi cabello —Hawks rememora, mientras pone en mínimo el fuego de la comida.

—Parecía más pequeño…

—Si… él usaba esto…

Hawks se acerca hasta sentarse a su lado, lleva sus ojos hasta aquellos celestes perdidos.

—¿Que más?

—Estaba enfermo y no lo cuidé, ni traté como debía.

—¿No?

—Ni a él ni a sus hermanos. Ninguno tuvo la vida que merecían —cierra los ojos, recordando a cada uno de pequeños. A la gran venda en el pequeño rostro de Shoto. Rei llorando— y yo los sobreviví a todos.

Hawks aprieta su mano y se aleja para seguir con la comida.

—Yo los sobreviví a todos —repite, y finalmente Hawks come sólo.

Esa noche se acuesta junto al mayor, viendo que aún sigue despierto. Lo abraza bajo las sábanas y le dice que "agradece que estuviera allí hoy". Viendo al más joven y dejando ir las últimas lágrimas por sus errores pasados, descubre que él también lo agradece.

Los días de primavera siguen, con árboles frutales creciendo rápidamente por "arte de magia" ; con las idas y venidas de Hawks junto a su ferviente coqueteo hacia Enji. Éste trabajando en la huerta que comenzó el menor y terminó dándola por olvidada, como también el trabajo mutuo para construir la nueva habitación.

El verano llegó con Hawks cantando y bailando las canciones de amor que escuchaba por sus auriculares, mientras obligaba a alejarse a Enji de su trabajo para obligarlo a bailar ritmos que no llegaba a oír.

Paseaban por la ciudad y cada vez se animaban a irse más lejos. Acamparon una semana en unas montañas, volviendo con una loba herida que se mudó como mascota. Pintaron la nueva habitación y le pusieron una mesa de pool, se acostumbraron a dormir en la misma cama y abrazarse en las noches a pesar del calor.

Otoño se presentó con la casa llena de fotos de su vida diaria y pisando hojas marchitas durante caminatas en el bosque. La loba corría entre los árboles mientras Hawks, fingiendose distraído, tomaba la mano del mayor.

Tras mucho esfuerzo, Enji aceptó dejarle el trabajo de la comida diaria a Hawks; y él encargándose de la repostería, para gran felicidad del menor. Se besaron por primera vez, Hawks le gritó que lo amaba y Enji le correspondió a su modo.

Cansado de esconder sus poderes, y seguro que eran del conociendo del más joven, Enji se los revela. Se convierte en la nueva diversión de ambos, entre prácticas de tiro con el fuego hasta los dos surcando el cielo a su única y fascinante manera de cada uno.

—¿Cómo te llamas? —pregunta Enji una noche de invierno. Mientras acaricia el suave pelaje de la loba. Hawks sonríe y se recuesta a su lado. Tapando a ambos con una cobija.

—Keigo Tagami —comienza a reír, apoyando su cabeza en las piernas de Enji. Recibiendo una lamida en la nariz de parte de Tsukuyomi por ocupar parte de su espacio. Sigue:—, no puedo creer que después de un año de conocernos se te diera por preguntar mi nombre.

—Me cuesta más creer que entre tantas palabras que sueltas por segundo, tu nombre y apellido no estuviera entre ellas.

—Perdón —toma su mano y la besa— es que en mi trabajo estaba prohibido decir mi verdadero nombre. A veces me olvido hasta que lo tengo.

—¿Fui un trabajo?

—Si, al principio ¿Cómo durante una semana?

—¿Qué pasó?

—¿Quieres que explique cómo me fui enamorando de ti y decidí dejar mi anterior vida en el pasado?

Enji se inclina y besa sus labios.

—Cada detalle —Keigo se acomoda, obligando a la mascota a bajar, sentándose en las piernas de Enji.

—Más información doy, más acercamientos haces. Si es así estoy dentro.

—Sólo habla.

—Mi trabajo era investigar el paradero de los brujos, especialmente los más fuertes —señala su propia mejilla, Enji deja un beso allí—. Tenía que investigar, oh increíble brujo del fuego, y saber que tanto sabías usar tu habilidad.

—¿Les diste la información? —pregunta sabiendo de antemano la respuesta.

—A esta altura deben pensar que estoy muerto —ríe—. Lo más seguro es que si les hubiera pasado información de tí, solo hubiera dicho que ni bien nuestros ojos se cruzaron por primera vez di mi trabajo por olvidado. 

—¿Si? —pregunta Enji, mientras besa su cuello. Hawks sube su mano por la mejilla cubierta de barba colorada hasta que llega a su cabello, en el cual enreda la mano y acerca.

—Descubrí que es mucho más divertido crear un hogar contigo, que todos esos viajes sin ti.

—Estaba pensando en viajar —Keigo gira el rostro hacia Todoroki, sorprendido.

—¿Justo ahora lo dices? ¿Después de todo el trabajo que nos dió la casa?

—Ya tenemos un hogar al cuál volver —toma el rostro de Keigo y besa nuevamente sus labios. Este se gira hasta quedar nuevamente frente suyo y lo abraza, profundizando más el beso. Después de constantes minutos se separan, con Hawks dando pequeños besos antes de alejarse por completo, pero siguiendo abrazados. Enji acaricia su espalda y vuelve a hablar:— necesitaba saber tu nombre para conocer con iba a pasar mi vida.

—Recordatorio mental —dice Hawks con ambos dedos índices a cada lado de su cabeza—, decirle mi nombre a quien me quiero llevar a la cama.

Enji sonríe y muerde de forma delicada su cuello. Entre risas el más joven despliega sus plumas, para apagar las luces, el fuego y taparle los ojos a Tsukuyomi. 

Se aman en la oscuridad entre besos, risas y planes de su nueva aventura. 

Fin.

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Hubiera quedado mejor si era más largo, pero esto era todo lo que mi corazón ansioso me dejó XD

Espero que les guste.

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