Capítulo 7
La primera noche
Pasamos la tarde sentados en los sofás de la sala junto a la chimenea, bebiendo un par de vasos de chocolate caliente cada uno y haciendo bromas. Habíamos cogido bastante confianza en poco tiempo, ya que, por lo que pude apreciar, tenemos un sentido del humor algo similar. Además, ¡He conseguido información sobre él!
¿Te aplaudo?
Es un logro, se me hace incómodo indagar sobre su vida cuando no puede devolverme las preguntas porque no obtendría mucha respuesta. Pero bueno, al caso. Le he preguntado por la edad aludiendo a que le veo de una edad similar a la mía y me ha confirmado lo que podía intuir. Yo le aproximaba diecisiete o dieciocho años y, bueno, no me he equivocado por mucho, tiene diecinueve..
¡Yuju! Es legal.
El problema es que ahora no sé si yo lo soy.
Si tú no dices nada, yo menos.
Sin comentarios.
Es una persona muy cercana, la verdad. Desde el principio ya he dicho que parece el típico que te hace sentir a gusto y sí, así está siendo. Como hemos pasado todo el rato solos hemos hablado bastante, cosa que ya he dicho, y también me ha explicado un poco su punto de vista sobre todo este tema. Que tiene que ser una auténtica putada, cosa que es así, que siente mucho la actitud que su padre y Asher han mostrado conmigo, cosa que agradezco, y que con él puedo contar para lo que necesite en estos momentos difíciles. Es un encanto y una alegría saber que alguien no me mira como si fuera una apestada.
Una vez que cae del todo la noche, nuestra pequeña tertulia se ve interrumpida cuando irrumpe cierto sujeto llamando toda nuestra atención.
—Supongo que me toca cocinar, ¿verdad? —lo analizo por un momento. Parece algo más relajado. Al menos no me está lanzando dardos venenosos con sus palabras. Cierto es que ni siquiera me está mirando. No sé cómo tomarme eso.
No voy a mentir diciendo que esperaba que me acogieran en cualquier sitio con los brazos abiertos o que esperaba salir de esto con amigos, porque no. Pero quería esperar que algo de humanidad o empatía demostrarían hacia mí. Veo que de eso queda poco y creo que con Asher voy a tener más de un encontronazo en el tiempo que pase aquí.
—Si quieres que la comida sea comible y que la cabaña no se incendie, sí — responde Scottie observándole. Creo que este también nota ese pequeño cambio en la actitud de su hermano.
Únicamente obtiene un pequeño gruñido como respuesta mientras vemos cómo se traslada al otro lado de la encimera y empieza a rebuscar por los armarios y el frigorífico.
—Tardará un rato en preparar su delicatessen —me susurra fingiendo un acento francés con el que se me escapa la risa, me hace un gesto para que me calle mientras se aguantaba él también —Te voy a enseñar tu habitación, ven conmigo —se levanta de su asiento dirigiéndose hacia el pasillo, es evidente que le sigo, aunque antes de que saliera de ahí se detiene apoyándose un poco en la pared para asomarse a la parte de la cocina —Si necesitas ayuda a mí no me llames —le oigo decir, lo siguiente es que me tiré del brazo antes de que un paquete de comida me impacte a mí de rebote por estar detrás de él cuando se ha apartado.
¿Eso son verduras?
Ni idea, no quiero preguntar, es de color tirando a verde y viene envasado al vacío... No pinta bien.
Sigo a Scottie por el pasillo y puedo ver un total de tres puertas repartidas en zigzag por este y una al final, justo en frente. Son robustas y de madera oscura.
Le salió la vena de diseñadora de interiores.
Jo, que solo es por dar algunos detalles.
Calla y sigue.
Realmente no sé qué decir hasta que el rubio se detiene frente a una de estas, la tercera de ellas. Sigue teniendo su sonrisa característica en los labios y me mira con cierta diversión.
— ¿Me debe preocupar que me mires así, Scottie? —digo con un tono de fingida inocencia logrando que rodara los ojos.
—Esta es tu habitación, aquella es la mía —señala la segunda de ellas —la primera es la de Asher y la que está al final es el baño, siento que tengas que compartirlo, pero no disponemos de aseos individuales —esto último no sé si lo dice con pena de verdad o con sarcasmo —Adelante, no te hagas de rogar y entra —me incita — ¡Vamos! Que me hago viejo de tanto esperar —niego con la cabeza cediendo y giro la manilla de la puerta para abrirla.
La habitación sigue el estilo de la cabaña, es decir, bastante sobria y con pocos muebles. Cuenta con una cama que está justo en la pared frente a la entrada, con un armario que ocupa una de las paredes, un par de mesitas de noche con sus respectivas lamparillas y una alfombra a los pies de la cama, de estas mullidas de pelo en las que te quieres echar a dormir por lo cómodas que parecen.
No está mal.
Me encanta.
—Es preciosa —menciono siendo del todo sincera con mis palabras. No voy a mentir, viendo el sitio en el que estamos y el aspecto exterior de la casa, que parece la típica cabaña perdida de la mano del hombre en la cual vive un asesino en serie, me esperaba algo más parecido a una cueva, en general. Me toca tragarme mis pensamientos previos, puesto que por lo que he podido ver ya de la casa, está bastante bien cuidada y tiene cierto aire moderno dentro de que el aspecto mayormente es más rústico.
—Precioso yo, ¿solo tienes eso qué decir? —se burla y lo miro sonriendo antes de entrar hasta el centro de la habitación, perdón, mi habitación para poder verla con más detalle.
—Es perfecta —le aseguro y parece que eso le convence algo más.
—Es la que tenemos para los invitados y donde se suele quedar un amigo de Asher cuando viene, pero durante un tiempo es toda tuya. Si quieres cambiar alguna cosa me lo dices y dentro del armario te he dejado algo de ropa —comenta mientras me dirijo hacia el mueble para ver con mis ojos las prendas, cuando saco una chaqueta que abrochada me quedaría como un vestido por las rodillas se ríe —Te dije que teníamos que ir a por ropa para ti, por el momento te he buscado algo para que no andes desnuda por aquí... aunque si quieres te aseguro que nadie se va a quejar —se encoge de hombros con una sonrisa torcida en sus labios antes de apoyarse en el marco de la puerta mientras le hago burla.
—No quiero pillar una pulmonía, pero me apunto la idea para otro momento —respondo de forma sarcástica, dejando la chaqueta y cerrando la puerta corredera del armario.
—Yo voy a echarle un ojo a Asher, si quieres puedes darte una ducha y cambiarte —propone. Por favor, sí, necesito una ducha y sentir el agua caliente por el cuerpo. El clima no me saca el frío de los huesos.
—Claro, suena bien —concluyo y durante dos segundos nos quedamos en silencio mirándonos el uno al otro. No llega a ser incómodo, solo raro. Todo el tiempo que hemos estado juntos lo hemos pasado hablando entre nosotros y que ahora no sepamos qué decir se me hace raro. Acaba por romperlo al carraspear un poco la garganta mientras se incorpora para separarse del marco de la puerta.
—Bueno, te espero entonces en la sala, si necesitas lo que sea ya sabes, chilla —me guiña el ojo como otras veces y veo cómo se gira en redondo para salir del cuarto.
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