Capítulo 6
Adaptación
Una vez que llegamos los tres nos bajamos del coche casi a la vez. Asher se dirige directamente a la casa que, ahora sí, puedo describirla por mí misma sin recurrir a mi conciencia, tiene el estilo de una cabaña, de una planta con dos ventanas a ambos lados de la puerta, que está acompañado de un porche en el que hay un par de sillas y algunos trastos. Scott espera para asegurarse de que me he bajado y me acompaña hasta la entrada, una vez allí me deja entrar antes cerrando posteriormente a su espalda.
Lo primero que hay es como una especie de sala a la izquierda, con un par de sofás y una chimenea encendida. A la derecha algo que imagino que es una cocina. Está bastante despejado todo y se ve bastante sencilla, no tiene demasiados muebles.
—Bienvenida a la que será tu casa durante un tiempo —escucho que dice, al girarme para verlo me sonríe nuevamente. Tiene una sonrisa bastante linda.
—Gracias, es muy... —me interrumpo a mí misma al oír un portazo que proviene de un pasillo que hay un poco más adelante y que imagino que da al resto de estancias de la casa —... acogedora —finalizo sonriendo después de que él rodara los ojos.
—No se lo tengas en cuenta... es muy suyo la mayoría del tiempo —se deshace de la chaqueta marrón que llevaba, antes de dirigirse a la parte de la cocina, mientras yo me quedo en el lado contrario de una isla que la separa de la sala de estar.
—Na, no te preocupes... ya me avisaste de que era peor que tu padre —digo por mi parte con cierto humor para quitarle hierro al asunto —Estoy invadiendo vuestra vida, tampoco me voy a poner a quejarme, entiendo que no le pueda gustar.
—No digas eso, estás en una situación muy delicada y es lo menos que se puede hacer por ti —me guiña el ojo y tras un par de golpecitos sobre la encimera con cierto ritmo empieza a rebuscar entre los estantes para sacar un par de vasos — ¿chocolate caliente? —imposible negarse a eso, asiento con la cabeza.
—Muchas gracias, en serio —realmente estaría en una situación mucho peor de no ser por su padre, que había accedido a que me quedara con ellos y por él, que es el único que parece querer ayudarme un poco.
—Nada que agradecer —me responde sonriente y desprendiendo calidez con sus palabras.
Uy sí, el chico es una estufa con rizos.
Imbécil.
— ¿Te ayudo en algo? —me ofrezco. Vale, no voy a negarlo, lo veo perdido y eso que solo hay que leer los pasos del cartón donde viene envasado.
—Ehhhh... —me mira dudando y me muerdo un poco la lengua para no reírme por su expresión —... no voy a negar lo evidente, la cocina no es lo mío —me cede el envase y me dispongo a leer las instrucciones para confirmar que sé cómo preparar el chocolate, aunque su voz me interrumpe —yo... esto... —balbucea y por primera vez puedo apreciar cierto nerviosismo.
— ¿Qué te pasa? —Sé que es una estupidez, pero le hago un rápido escaneo con la mirada para intentar averiguar qué le podía pasar. Físico no es, ya tenemos algo.
—A ver... cómo te lo digo sin que suene tonto... —murmura un poco más bajo antes de juntar la palma de sus manos, como buscando las palabras con ese gesto. Eso o se va a poner a rezar —...no sabemos nada de ti...
—Vaya, gracias por el dato, no lo sabía.
—No me has dejado acabar —se queja y asiento con la cabeza dejando que siga. Suspira brevemente. Me está poniendo de los nervios, ¿Qué le pasa? —Como te he dicho, no sabemos nada de ti, ni de dónde vienes, ni si tienes familia... ni cómo te llamas —comenta haciendo algo de hincapié en eso último. Definitivamente, tiene toda mi atención ahora.
—Ajá... —Entrecierro levemente los ojos intentando ver por dónde iba —No estarás pensando en ponerme un nombre temporal como si fuera un perro que acabáis de adoptar, ¿no? —Qué no sea eso, que no sea eso, que no sea eso...
¡Yo voto por Lulú!
Cierra el pico.
Aunque Ada te pegaría más...
¿Ada? Pues suena bi...
¡Ada de amarg -ada!
Esto es demasiado.
O de alel -ada
Vale.
O incluso de anonad -ada...
Lo pillo.
O de...
¡Joder, qué ya me ha quedado claro!
Definitivamente, es la segunda opción.
— ¿Qué?, ¡No!, claro que no. —dijo medio riendo —No estoy tan mal como para pensar eso —se excusa y ya es cuando me veo perdida del todo.
— ¿Entonces?
—Te quería preguntar si quieres que te llamemos de alguna forma en especial hasta que recuerdes al menos tu nombre... hasta ahora te he dicho bonita, pero no sé si te incomoda o algo así, por lo que si tienes alguna idea me parecerá bien — ¿Era por eso por lo que estaba tan nervioso? ¿Me lo puedo comer ya? Pero qué encanto de chico.
—Scott, es un detalle de tu parte —sonrío de forma amplia, no me esperaba esa propuesta —Me parece bien, no es que me incomode que me llames así, pero no sé... Quizás se os haga más fácil a vosotros si me decís de alguna otra forma —No me imagino al cretino de Asher diciéndome bonita, fea sí, pero bonita, no precisamente —aunque realmente no tengo nada en mente... podría buscarme un nombre al azar, pero no sé... ¿Qué probabilidades tengo de que el nombre que elija sea el mío?
—Uno entre mil millones —sentencia y me río, se suma él también. En realidad es por no echarme a llorar.
—Pues estoy jodida.
—Me tienes contigo, estarás jodida pero al menos no sola.
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