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Capítulo 44

Detalles

— ¿Lo de ir andando es por algo en especial? —me guardo las manos en los bolsillos y miro a Asher cuando se coloca a mi lado.

—La carretera se corta a unos metros y el resto del camino es bosque, tampoco se iba a notar mucho la diferencia si esto lo hacíamos en coche —responde con una ligera sonrisa. Liam va a unos pasos delante de nosotros y puedo escuchar a Scottie a nuestra espalda — ¿a qué se refería? —me pregunta algo más bajo y hace un pequeño gesto con la cabeza hacia atrás.

—Nada en especial —aseguro, aunque puedo notar que no se queda conforme con eso —en serio, vamos a dejar ese tema por ahora.

— ¡Por aquí! —Liam se adelanta trotando unos pasos hasta una especie de verja metálica que corta la carretera y nos impide el paso.

—Yo no sé saltar eso —los miro todavía con el cuerpo tiritando por cierto frío.

—Te echo una mano, no te preocupes —me indica que me acerque mientras veo como Liam pasa al otro lado sin problemas —pon el pie aquí —junta sus manos haciendo como un escalón —te impulso y pasas. Si sales volando él te atrapa —le hubiera pegado si no fuera porque sigo con el susto en el cuerpo.

— ¿Se puede saber qué queréis lograr con esto? —pongo el pie en las manos de Asher y me giro para verlo.

—Principalmente, saber quién me retuvo —respondo y me duele bastante ver cómo me mira. Sigue habiendo algo parecido al rencor o incluso enfado. Suspiro y hago lo que me había explicado, agarrándome a la parte de arriba cuando me impulsa y quedando sentada dos segundos antes de escurrirme por el lado de Liam.

—Recordaba que pesabas más —suelta una vez que me atrapa y me deja en el suelo.

— ¿Gracias? —se aguanta una sonrisa mientras espera a los otros dos. Asher no es que tarde demasiado en estar donde nosotros y Scott se queda viéndonos unos segundos desde fuera.

—No tenemos todo el día.

—Esto me parece ridículo —masculla antes de agarrarse y empezar a trepar. De un salto se coloca junto a mí y sigue andando sin mirarme ni siquiera.

Pues sí que puede ser agrio si se lo propone.

—Adelantaos vosotros un poco... Quiero hablar con él —le pido a Asher, que no se ha movido de mi lado y solo separa los ojos de nuestro hermano cuando le doy un pequeño empujoncito en el brazo. Acaba cediendo y se empieza a adelantar para alcanzar a Liam.

—No estoy de humor... —dice cuando me coloco a su lado.

—Lo he notado, créeme... —lo miro de reojo — ¿me dejas que te lo explique?

—No hay nada que explicar.

—Te aseguro que hay demasiadas cosas —replico y suspira.

—Esto es peligroso y no me hace gracia que nos estén arrastrando a los dos por el bosque.

—Es necesario.

— ¿Para qué?

—Para entender todo lo que ha pasado —digo con pesadez y me adelanto para que me mire caminando de espaldas para no perder el contacto visual que acabo de lograr.

—Adelante, te escucho.

—Todo lo que te he dicho antes es verdad, ¿vale? Empezaron a pasar muchas cosas raras en casa, investigué y llegué al pueblo, llevo mucho tiempo aquí intentando descubrir la verdad sobre mamá, conocí a Asher y bueno... Empezamos a salir antes de que supiera que éramos hermanos, me agobié y hui, pero por lo visto alguien me retuvo mientras intentaba irme de aquí... —arquea una ceja a medida que hablo y no sé si es bueno o no.

—La semana que te tuvieron retenida, ¿no? —asiento.

—Exactamente.

— ¿Por qué no me dijiste nada?

—Porque tú no estabas implicado desde un principio y quería descubrir la verdad antes de soltarte todo esto porque sé que no es fácil de digerir... —por favor, que se esté ablandando.

—Entonces tú y yo...

—Somos hermanos, mellizos de hecho.

— ¿Siempre lo has sabido?

—Cuando llegué sabía que tenía una familia, pero no os ponía cara, lo descubrí después.

— ¿Y por qué nos separaron? —parece bastante confuso al decir eso. La expresión le ha cambiado bastante a lo largo del resumen de nuestra vida.

—Eso queremos saber. Por eso es importante que sepa quién me secuestró, quizás sea Mónica o Gerard o no sé... Podemos llegar a algo con eso antes de seguir investigando —se detiene y lo imito.

— ¿Gerard?

—Sí, papá —me ha sabido súper mal decirlo —está detrás de todo junto con Mónica, la hermana de Tamara.

— ¿La que te crio?

—Exactamente —una parte de mí se alegra porque parece que lo ha entendido, aunque me mira como si fuera un bicho digno de estar en el Área 51 —no me crees —deduzco y suspira antes de volver a andar y acercarse donde estoy.

—No es eso, es que se me hace muy surrealista todo esto y bueno... Has pasado mucho tiempo con Asher... Si a eso le sumamos tu estado...

— ¡Que no estoy loca! —protesto y me aparto cuando veo que me va a sujetar por el hombro.

—No quería decir eso...

—Pero lo piensas —replico y me doy la vuelta. Los otros dos nos siguen viendo desde una distancia algo prudencial.

—Eira, escucha... Te juro que no quería insinuar eso, pero tienes que entender que...

— ¡¿Qué?! Dime lo que tengo que entender.

Esto es absurdo. Mónica cada vez está más cerca y nosotros perdiendo tiempo en explicar algo imposible de explicar.

—Dices que somos hermanos, ¿no? Vale, quizás lo seamos, entiende que me preocupe por ti —se coloca a mi lado, pero me niego a decirle algo.

Me esperaba que cualquier se negara a creerme o escucharme después de contarlo todo, pero precisamente no él. Tenía la esperanza de que ese vínculo que nos une fuera motivo suficiente para que me creyese a pies juntillas.

—Que me creas a medias no me sirve.

—Dame tiempo para asimilarlo todo. Solo necesito eso, creo —ha bajado bastante el tono. Es más parecido al que suele usar normalmente y cuando me giro en su dirección para verlo me intenta sonreír un poco —me has desmontado toda la vida, perdona por exagerar —añade y chasqueo la lengua.

—Lo que quieras —concedo y solo sigo andando estando ya a solo unos pasos de los otros dos.

— ¿Todo bien? —preguntan a la vez. Muy disimulado.

—Perfecto, ¿nos queda mucho?

—Si vamos andando a buen ritmo llegamos en diez minutos, así que mover el culo —Liam me da una palmadita en el brazo y todos seguimos caminando siguiendo la carretera cortada.

**

El tiempo siempre se ha dicho que es algo relativo. Si lo estás pasando bien una hora te parece casi lo mismo que cinco minutos, pero si estás pasando por algo desagradable, esos cinco minutos los sientes como horas de inmensa agonía.

Pues en este caso estamos como en el segundo ejemplo.

Estás madurando.

¿Por?

Cada vez usas ejemplos menos inusuales.

Te refieres a algo como "estos diez minutos se me están pasando como si veinte elefantes con muletas me pasaran por encima", ¿no?

Algo del estilo, sí.

No tengo tiempo para eso.

Más o menos en el tiempo que nos indica Liam vemos a lo lejos una especie de edificios industriales en peores condiciones que yo cuando me desperté en el hospital.

Esa es mi chica.

Las ventanas de muchos están rotas, las puertas brillan por su ausencia, algunos muros están derrumbados y la nieve lo tiene todo casi sepultado. Supongo que entre las bajas temperaturas del exterior y la que se debe acumular dentro por las placas de metal lo convierten en una nevera tamaño industrial.

¿Otro chiste malo?

No, juro que me ha salido solo.

—Tiene que ser aquí... —yo por mi parte suspiro y asiento antes de que acabemos por acercarnos.

— ¿Estás segura de esto? —Scottie me detiene por la muñeca y me paro a verlo.

—A estas alturas no estoy segura de nada, pero peor no puede ir la cosa, así que... —me alzo de hombros y asiente. Está algo tenso y tengo que hacer un pequeño movimiento para que me suelte.

—Los almacenes están en la parte de atrás, justo donde empieza el bosque. No sé cómo saldrías, pero al hacerlo fuiste directa y corriste como un kilómetro en esa dirección... —nos señala con el dedo, aunque no parece muy convencido.

—Pero habéis dicho que no podría correr más de 10 minutos. Es imposible que estuviera a un kilómetro de distancia.

—Creo que nosotros te encontramos porque se aseguraron de que lo hiciéramos —miro a Asher y creo que me vuelve a faltar el aire.

Tranquila.

Me tiembla todo el cuerpo y no sé si por frío o por miedo, no me pidas que me calme.

—Vamos. Echamos un vistazo y ahora seguimos con el debate.

—No es seguro entrar ahí —Scott permanece quieto con sus brazos cruzados y su mirada de padre protector.

—Pues quédate fuera y nos avisas si pasa algo —le suelta Liam sin ápice de gracia antes de empujar la puerta con el hombro haciendo fuerza. Esta se abre de golpe y nos da acceso a una nave oscura, húmeda y que apesta a cerrado.

—Perfecto para unas vacaciones... —murmuro al poner un pie dentro.

El sitio es alargado y tiene como distintas zonas, algunas cerradas y otras abiertas de par en par después de que los muros cedieran.

— ¿Recuerdas algo? —avanzo por los distintos espacios viendo los escombros, restos de hielo y nieve y lo que espero que no sean señales de que hay ratas.

—De momento no. ¿Nos separamos para buscar? —propongo. Así avanzamos más rápido y no tengo la presión de cuatro ojos mirándome.

—Voy con ella. Vosotros id juntos —Scott entra y pasa entre Liam y Asher antes de situarse a mi lado —miramos en las del fondo y vosotros por aquí, si veis algo sospechoso la traigo para ver si recuerda algo —parece más decidido que antes. Como si quisiera pasar por esto rápido.

—Venga, vamos —me adelanto con él antes de que empiecen a discutir sobre la división de los equipos.

— ¿Asustada?

—Si te digo que no te miento —paso por encima de un montón de vigas y me giro esperándole — ¿enfadado?

—Solo confuso —admite retomando la marcha.

—Sé que es complicado —sabía que no íbamos a dejar de usarla tan fácilmente.

—No voy a ser yo quien te diga lo contrario —lo miro y noto que hace lo mismo, me sonríe casi con vergüenza —siento como me he puesto antes.

—Da igual, es comprensible —reconozco y me muerdo un poco la mejilla desde dentro —al menos ya lo sabes, es lo importante.

— ¡Aquí! —nos giramos mientras el eco de la voz sigue resonando hasta el final de la nave.

— ¿Habéis encontrado algo? —me apresuro a preguntar mientras troto los últimos metros que nos separan.

—Míralo tú misma —al contrario de lo que me esperaba, la cara de Asher no es precisamente alegría en estos momentos.

Ignorando eso, paso por su lado para meterme por un pequeño pasillo que lleva a una habitación cerrada por una puerta de metal.

Joder.

Tiene que ser aquí.

Me detengo un momento delante de esta y acerco la mano hasta la manivela de goma vieja. Se abre con un chirrido que literalmente ha protagonizado mis pesadillas y la oscuridad de la habitación me impide ver demasiado hasta que se me adapta un poco la vista.

— ¿Estás bien? —oigo a mi espalda antes de que una luz refleje mi sombra en el suelo y pueda ver con mayor facilidad.

—Sí... —ni siquiera sé si es cierto. Me hago a un lado para que pueda alumbrar con el teléfono y definitivamente me vuelven las ganas de vomitar cuando veo una cama vieja y sucia en una esquina, algunos tratos tirados por el suelo de cualquier forma, una pequeña ventana rota por la que entra una ráfaga de aire que me pone todavía peor cuerpo y algunas cuerdas desperdigadas.

Es aquí. No hay dudas.

No lo sabes seguro.

— ¿Te suena este sitio?

—No.

— ¿No te dice nada?

—No.

—Pero sabes que es aquí, ¿verdad?

—Sí.

No hace falta que los mire para saber que tanto Asher como Liam acaban de mirarse compartiendo telepáticamente el pensamiento de "joder, pobrecilla".

— ¿Quieres salir a que te dé el aire?

—Ni de coña —sigo andando hasta llegar junto a la cama viendo las cuerdas que todavía permanecen en el cabecero. Odio lo masoquista que puedo ser algunas veces con esto. Me giro hacia una especie de mesita improvisada con dos bloques de hormigón y los cristales rotos de un vaso solo hacen que el estómago se me cierre —creo que voy a vomitar... —me encorvo lo justo para poder apoyarme en mis rodillas y ponen una mano en mi hombro.

—Vamos fuera, esto es demasiado —me niego —Eira, no vas a recordar nada. Si no lo has hecho ya dudo que te venga el recuerdo si te desmayas por la impresión —se agacha a mi altura, pero no puedo despegar la vista del suelo mohoso.

—Sácame de aquí —creo que lo he dicho tan bajo que ni me ha oído. Aunque debe hacerlo porque me toma por los brazos acercándome a él para sacarme de una vez de esa habitación infernal.

— ¿Y bien? —no estoy para responder preguntas, hermanito.

Cuando me saca de vuelta a la nave y me empieza a dar el aire fresco de la calle creo que vuelvo a respirar por primera vez. No me han afectado los recuerdos, ha sido la impresión. No sé a ciencia cierta lo que pasó ahí, pero es como si desprendiera algo, esas cuatro paredes callan demasiado.

—Será mejor que volvamos. Ya queda poco que hacer por aquí —oigo, aunque sé que no va dirigido a mí.

—Deberíamos mirar el resto, por si encontramos algo.

—Ya ha tenido suficiente.

—Déjala con Scottie y si en cinco minutos no encontramos nada nos vamos.

— ¡Scott! —me empujan por los hombros hasta sentarme en un montón de escombros —como la dejes sola te mato, si le pasa algo desearás que te mate y como no me avises si empeora desearás estar muerto, ¿entendido?

—Claro como el agua.

Eira, es duro, pero ahora más que nunca hay que estar alerta.

No puedo. Deja que se me pase el susto del cuerpo.

Ten cuidado.

—No puedo con esto —me froto la cara con las manos y escucho el ruidito de la ropa cuando se agacha.

—Sea lo que sea ya ha pasado, bonita —me toma las manos entre las suyas.

—Es horrible. Me han dado ganas de potar...

—Si quieres hacerlo procura no echarme eso encima —se gana una mala mirada por mi parte y sonríe —ya estás a salvo.

—No, ni yo ni nadie mientras sigamos sin saber la verdad.

—Pero estás con nosotros. No es mucho, pero es mejor que estar metida ahí dentro atada a una cama —intenta que sonara como una broma y levanto un poco la vista para verlo —si todavía sigues queriendo ir a la cabaña luego te preparo un chocolate con el que se te pasan las amarguras... Es mano de santo y si quieres...

— ¿Qué has dicho? —no puede ser.

—Que es mano de santo... —repite dudoso.

—Tú no has entrado a la habitación... —me echo hacia atrás para que me suelte y se pone de pie alzando las manos.

—Tranquila, no te entiendo —me entiendes de sobra, capullo.

— ¿Cómo sabías que me tenían atada a una cama? —me pongo de pie y retrocedo todo lo que puedo para ganar espacio.

—Eira... —me sonríe como si se me fuera la cabeza por segundos —me lo has dicho tú, más de una vez cuando hemos hablado de esto, ¿recuerdas? —niego varias veces y lo señalo con el dedo.

—Yo te dije que me tenían sentada, nunca te dije nada de que me tuvieran ni en una cama ni mucho menos atada —vacila durante unos segundos. Abre y cierra la boca antes de suspirar.

—Te aseguro que no me dijiste eso —insiste.

—Te acabas de dar cuenta del error, ¿verdad? —pregunto ante la repentina tensión de sus hombros y no puedo evitar que una sonrisa triste se me forme en los labios.

— ¿De qué hablas? Por el amor de Dios, Eira, estás paranoica.

—No me trates de loca... Joder, ¿cómo no lo he visto venir? —he sido una maldita imbécil. Me lleva engañando desde el principio.

—Cálmate, solo te pido eso...

—Cállate de una vez —espeto y la máscara de tranquilidad se le cae de golpe. Ahora puedo ver solo seriedad en la forma en la que me mira, quizás algo de culpa, me la suda —Gerard te lo dijo, ¿no? Por eso no te ha sorprendido lo que te he dicho antes... —se intenta acercar aunque solo retrocedo —... De hecho, te daba igual lo que te dije, solo estabas preocupado por si recordaba lo que pasó, ¿verdad?

—Eira, ya basta...

—Me has mentido todo este tiempo... —se queda quieto mientras intento ver en él a ese chico que me ofreció un dichoso vaso de agua el primero día, el que me llevó de compras o con el que no dejaba de reír hasta hace unos días... No queda rastro de él, nada. Solo ha sido una mentira, una pura y asquerosa mentira.

—Supongo que es mutuo —no sé si es duda, dolor, confusión, miedo... Hay algo en sus ojos que me pide que indague más en esto.

No sé cómo no lo hemos visto venir antes.

Yo sí. La confianza. Él se ganó la mía desde el primer momento y siempre lo he mantenido al margen de todo, mi Scottie no podía estar metido en nada de esto, aunque este chico que tengo delante no sé quién es.

—No hemos encontrado nada... —se detienen a metro y medio de distancia — ¿estás bien?

Asiento con la cabeza con gesto triste mientras me muerdo la lengua para no soltar las lágrimas que están deseando salir.

—Estoy genial. Acabo de encontrar al traidor —no sé exactamente qué efecto tienen estas palabras en los otros tres, pero no tardo mucho en oír el sonido de una pistola cargándose y verla apuntada hacia la cabeza de Scott.

Así de rápido es como la vida te da una puñalada por la espalda.



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