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Capítulo 43

Huir de Alcatraz es más fácil que esto

— ¿Quieres pisar el puto acelerador? —gruño al decirlo y aunque no es gran cosa noto que el coche va algo más rápido que hace un momento.

—Te he dicho que te calmes, no nos sigue y hace rato que estamos dando vueltas.

—No puedo calmarme, ¿no lo entiendes? —me hundo en el asiento mientras le doy vueltas.

Sabía que estaba por aquí. Antes o después esto tendría que pasar, pero joder. No estaba preparada para esto.

Podría haber sido peor.

¿Peor que ver a Mónica? Lo dudo.

—Claro que lo entiendo, pero de nada sirve que te dé un ataque si no ha pasado nada. Solo tenemos que darnos prisa con todo lo demás y a tomar por culo —casi lo fulmino con la mirada, aunque el hecho de que esté mirando cada dos por tres por el retrovisor me dice que está casi igual de tenso que yo.

—No podemos ir a la cabaña... ¿Y si nos sigue?

—Eso es lo de menos. Si quiere ir solo tiene que hablar con Gerard o seguirlo a él. No podemos hacer mucho.

— ¿Y Liam?

—En cuanto me dejes aparcar el coche lo llamo y nos reunimos con él —me dice y casi parece que es una petición. Asiento y no tarda ni dos minutos en pararse en un arcén de la carretera por la que vamos para sacar el teléfono.

— ¿Lo coge?

—Todavía estoy buscando su número.

—Joder... —me paso las manos por la cara.

—Aquí está —marca y se lo lleva a la oreja.

— ¿Lo coge? —repito.

—No ha dado señal.

— ¿Ahora?

—No.

— ¿Y ahora?

—Eira —protesta y le cambia la expresión —hey, déjate de tonterías, esto se está saliendo de madre y... ¿Qué?, ¿dónde? —me mira y supongo que ve que estoy al borde de un jamacuco porque se separa el móvil de la oreja y pone el manos libres.

—... Y ahora mismo no...

— ¡Liam! —casi le grito y se calla de golpe —no sé lo que haces, pero hemos visto a Mónica al salir del hospital y no tenemos tiempo, ¿dónde estás?

—De camino a vuestra casa. ¿Voy para allá? ¿Dónde estáis?

—Escucha —dice Asher —ve allí, mete a Scott en el coche y vienes donde nosotros, ¿entendido?

—Vale, ¿pero dónde coño estáis? —repite y ahora parece frustrado.

—En la carretera que se mete en el bosque —pensaba que todas lo hacían.

— ¿La del norte?

—No, la del sur. Te quiero allí en diez minutos, no tardes —antes de que el otro responda le cuelga y me pasa el teléfono pisando el acelerador y dando una vuelta con el coche para volver por donde hemos venido.

— ¿Pero qué haces? —sujeto el teléfono y lo miro viendo que volvemos de nuevo al pueblo.

—Ir donde le he dicho a Liam. Estamos a cinco minutos. No pasaremos por el centro, no te preocupes —parece bastante concentrado mientras no despega la vista de la carretera.

— ¿Por qué vamos allí?

—Por ahí se va al sitio donde te encontramos. Vamos a acabar de una vez con todo esto —acelera otra vez y simplemente me callo.

¿Lista?

¿Para que me dé un infarto? Más que nunca.

Puede que recuerdes algo.

O que me coma un puma. A estas alturas ya no descarto nada.

Por aquí no hay pumas.

Dijo la experta en fauna.

**

Y sí, cinco minutos después aparca el coche a un lado de la carretera y se baja sin mediar palabra yendo al maletero. Me bajo casi a la par y me dirijo donde él con bastantes más preguntas que respuestas en la cabeza.

— ¿Qué haces?

—Esto no va a ser como hasta ahora, mejor ir preparados —rebusca entre algunas cosas antes de apartarlas, levantar la alfombrilla y abrir un compartimento del coche sacando una caja negra bastante chula.

— ¿Qué es?

—Algo que espero no tener que usar —la abre y se ve un juego de pistolas como las de las pelis. No me jodas —toma esta, dime que al menos tienes puntería —casi parece que me lo suplica mientras me la pasa.

La agarro solo con dos dedos apuntando al suelo con ella para que en caso de que se dispare no le dé a nadie. Me mira al ver mi cara de espanto y se ríe levemente.

Y encima se ríe.

De verdad que esto no me lo esperaba.

—No te rías —protesto y vuelve a hacerle gracia. Se guarda unos tubitos en el bolsillo del pantalón y la pistola en la cinturilla de este.

—Tiene el seguro, no se va a disparar —me asegura y la coge él para apretar no sé qué y meterle uno de esos tubitos, doy por hecho que la munición —mira, ¿ves esto? —me señala una especie de clic haciendo que se mueva —el seguro, tenlo siempre puesto y quítalo solo si estás segura de disparar —empiezo a negar con la cabeza.

Soy una cabra loca, pero no quiero disparar a nadie. Soy pacifista, lo juro. No mato ni a las moscas, por favor.

—No puedo, no puedo —se la devuelvo cuando me la da y suspira antes de hacer que la agarre con las manos sujetando mi cara con una de las suyas. No me queda otra que mirarle.

—Escucha, la idea es que no tenga que usarla ni yo, pero si la cosa se tuerce quiero que tengas con lo que defenderte, ¿entiendes? —sigo quieta, creo que me tiembla el cuerpo —me vas a tener al lado todo el rato, pero si por lo que sea nos tenemos que separar...

—No me dejes sola —le pido y suspira muy levemente.

—Si por lo que sea sucede —insiste —no quiero que te quedes sin escudo humano y sin defensa. No te va a hacer falta, solo es una forma para asegurarme de que estés bien —no sé si lo dice para convencerse él o a mí. Asiento casi de forma automática y me levanta la sudadera para que me guarde la pistola de la misma forma que él —no la saques si no hace falta y si te apunta alguien ni lo dudes, dispara —creo que tengo ganas de vomitar —irá bien —me acaricia las mejillas con los pulgares mientras me sostiene la cara, me sonríe desde su altura y me besa en la frente.

Ya lo has oído.

No puedo.

Estás a nada de acabar con esto. Si te dice que lleves una pistola la llevas. Punto.

¿Y si tengo que disparar?

Procura acertar antes de que te den.

Joder.

Nos separamos cuando se escucha el chirrido de un coche aparcando no mucho detrás de donde estamos. Asher empieza a recoger lo que ha sacado y se guarda la tercera pistola cerrando el maletero.

— ¡¿Se puede saber qué pasa?!

—Ya estamos aquí, no veas lo que cuesta sacarlo, me ha arañado y todo —se queja después de bajarse del coche y se acerca a Asher. Intercambian algunas palabras que no puedo oír y le pasa disimuladamente la otra pistola.

— ¿Sabes qué pasa? —me distraigo con Scottie y me acerco a él, se ha quedado algo rezagado.

—Es algo largo de explicar —miro a los otros dos, pero parecen ocupados en intercambiar comandos de guerra.

—Eira, por el amor de dios —se pasa una mano por la cara y por el pelo.

—Te lo explico de camino... —aseguro.

— ¿El qué?

—Todo.

— ¿A dónde vamos? —no parece calmado, pero creo que se le ha desinflado la vena del cuello.

—A donde la encontramos —responden por mí a mi espalda y Liam me pasa por el lado cuando va a su coche a rebuscar algo cerrando la puerta al poco.

— ¿En mitad del bosque? —pregunta este confuso.

—Sabemos dónde buscar —Liam extiende un mapa encima del capó del coche y destapa un rotulador con la boca antes de marcar un punto —estamos aquí —informa cuando nos reunimos con este —y aquí donde la encontramos —señala otro.

—Erick dijo que pudo andar una media hora antes de caer inconsciente —explica Asher.

— ¿Qué mierdas...?

—Ten en cuenta que no sabemos su condición, si iba moribunda no sería tanto rato —añade el otro.

—Y creo que ese día hubo tormenta. No hacía clima como para ir de excursión, así que no creo que anduviera demasiado, solo por el frío se tuvo que desmayar antes de la media hora.

— ¿Entonces? —miro a ambos y cruzan una mirada antes de clavar la vista en el mapa y hacer un círculo sobre este que abarcaba algo de terreno.

—Es imposible que estuvieras fuera de estos límites —dice Liam.

—Eso es todo bosque... —refunfuña el otro.

— ¿Por aquí no estaban las viejas fábricas? —señala con una línea una zona dentro del círculo.

— ¿Hola? ¿Se puede saber qué hacemos?

—Scott, calla y ahora te ponemos al día.

— ¡¿Pero al día con qué?! —exclama con desesperación viéndonos a los tres.

—Te he dicho que te lo contaría... —le digo intentando que se calme un poco.

—Al final has caído, ¿eh? —me dedica una sonrisa. Pero no una alegre ni dulce, es de esas. De pena.

—No sabes nada.

— ¿De qué habla? —pregunta su hermano y yo suspiro.

—De nada, ¿podemos seguir? —les pido y no hace falta que insista.

—Las fábricas las demolieron después de la nevada de hace 40 años, cuando quedaron prácticamente sepultadas.

—Exacto, las fábricas, no los almacenes —rodea la línea que ha hecho hace un momento —todo lo demás es bosque, pero aunque cerraron y demolieron parte, creo que nunca llegaron a tirar las estructuras de los almacenes —cierra el rotulador y da unos golpecitos sobre el mapa —tiene que ser ahí.

—Me he perdido —confieso y mientras uno guarda el mapa el otro se gira y me mira.

—Sabemos dónde te tuvieron esos hijos de puta.

Debería estar dando saltos de alegría, pero sigo cagada con Mónica, preocupada y tensa por tener que contarle todo a Scott y asustada por lo que pueda pasar.

— ¿Esto servirá? —pregunto y asiente.

—En el mejor de los casos recuperas la memoria y en el peor Mónica nos encuentra.

— ¿Quién es Mónica? —pregunta mi mellizo con tirria en la voz.

—Nuestra, bueno, mi madre... —empiezo, aunque niego con la cabeza —no es mi madre, es mi tía, y la tuya y la suya —señalo a Asher y creo que ahora es Scott el que tiene cara de que le da un infarto.

— ¿De qué hablas? —me mira con recelo y me acerco a él poniendo mis manos en sus hombros para verlo soltando un pequeño suspiro.

—Recuerdo todo, me llamo Eira Ternate, vivo al sur del país y vine aquí porque hay asuntos familiares complejos. Soy tu hermana melliza y también hermana de Asher —los otros dos nos están mirando desde cierta distancia esperando la reacción de la nueva incorporación al grupo —no te dije nada porque quería llegar al fondo de esto primero... Nos separaron al nacer y no sé qué más, pero básicamente estoy aquí porque quiero descubrir quién mató a mamá el día que nacimos —suelto de carrerilla y me separo.

Joder, que bien sienta eso.

Las mentiras están bien para un rato, pero esto ya era mucho.

Se me ha ido parte del nudo que tenía en el pecho por toda la presión.

—Tenemos que irnos... —escucho a mi lado, pero permanezco viendo a Scottie.

—Te lo quería decir, lo juro pero... —y cuando me voy a acercar retrocede mientras levanta las manos para que no me acerque.

—Ni me toques —espeta con cara de pocos amigos —a esto hemos llegado, ¿en serio? Y pensaba que el loco era él —señala a Asher que lo mira como si tuviera tres cabezas —te advertí, te dije que no estaba bien, que podía darle un brote en cualquier momento, pero no esperaba que todos cayerais en esta mierda, ¡¿de verdad?! —nos reprocha a mí y creo que también a Liam.

— ¿Qué coño dices? —se le acerca Asher y este vuelve a retroceder.

—Lo de tus problemas, no se lo has dicho y mira en lo que nos has metido —le da un empujón en el pecho y el moreno retrocede un momento antes de mirarme con pura confusión.

—Mira, ya está bien —intervengo —estamos perdiendo tiempo con esto y...

— ¡¿No me vas a escuchar?!

— ¡No haces más que gritar! ¡Claro que te escucho, pero te estoy ignorando! —le grito y cierra la boca antes de seguir hablando — ¡deja de quejarte y ponte a andar de una vez antes de que me arrepienta de que hayas venido a esto! —sigo y paso por su lado para acercarme a Liam, que ya nos esperaba algo retirado viendo la escena —vamos —empiezo a caminar y escucho pasos detrás de mí.

Al menos se ha callado.

Todo un logro teniendo en cuenta cómo estaba.

Sabes que cuando se pone Drama Queen...

Si yo me estoy aguantando el drama, él puede hacer lo mismo, no va a explotar.

Como sea, ya estamos de camino.

Solo espero que todo salga bien y que sea por las buenas. Preferiría no cruzarme con Mónica de nuevo.

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