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Capítulo 37

Confesionario

Asher

Clare, cariño, te quiero mucho, pero necesito que tengas la boca cerrada por el momento.

Liam y yo nos miramos un momento antes de que me fije en Eira. Tiene los ojos brillantes y una sonrisa que no le había visto en mucho tiempo. Siempre que se emociona demasiado se pone así. No es que sea una persona muy expresiva con sus sentimientos, a menos que quiera, pero si la conoces bien sabes leerla con facilidad.

— ¿Pero cómo sabe que...? —dice el chico a mi lado y creo que es la pregunta que ambos nos hacemos ahora mismo.

—Sentaos, tengo mucho que contaros —responde esta por su parte y dudamos unos segundos antes de dirigirnos a los sitios donde antes estábamos sentados.

—Vamos a llegar al final de esto —me susurra Eira cuando me siento a su lado y no puedo evitar una punzada de culpabilidad en el estómago.

—Supongo que Scott no sabe nada, ¿verdad? —nos pregunta Clare mientras acomodaba algunos de sus rizos castaños en una coleta sin dejar de vernos.

—Lo hemos mantenido al margen de esto —respondo yo y asiente.

— ¿Por dónde queréis que empiece? —su mirada principalmente está sobre Eira y yo. Liam sigue pareciendo que va a darle un ataque en cualquier momento.

Soy el primero que quiere saberlo todo ignorando el hecho de que esta mujer, que casi me ha criado como a su hijo desde que mamá murió, ha sabido la verdad desde siempre y nunca nos ha dicho nada, pero prefiero evitar que cierto detalle lo diga ella para ahorrarnos disgustos. No sé cómo de mal puede tomarse que su padre viniera de visita para ver a Clare y Liam tiempo antes de que ella naciera y también bastante después.

— ¿Estás segura de esto? —ignoro a la madre de mi mejor amigo y me centro en la chica de mirada curiosa que ahora me observa con recelo.

—Pues claro, ¿no quieres saber lo que pasó? —pregunta como si la respuesta fuera un obvio "sí".

—Yo solo digo que tenemos bastantes problemas ahora mismo y entre ellos se encuentra el hecho de que Mónica ya puede estar por aquí —tenemos que ir con mucho cuidado ahora mismo.

— ¿Mónica? ¿Está aquí? —no sé descifrar si el tono que usa es de sorpresa o de desagrado.

—Sí, por eso nos fuimos ayer de la cabaña. Por lo que pudiera pasar —interviene Liam por primera vez desde hace un rato. Tengo que reconocer que más que por Mónica fue por poner a Eira un poco contra las cuerdas. El farol de que sabíamos cosas surtió el efecto esperado, aunque salieron a la luz cosas que casi hubiera preferido no saber.

— ¿Y pensáis volver allí ahora?

—No deberíamos tener mucho problema. Ella no quería ver a Gerard la última vez que estuvo en casa, así que supongo que se mantendrá bastante alejada de la cabaña de los chicos mientras decide lo que hacer y trata de seguir todos mis pasos —o al menos esa era la esperanza que tenemos.

—Ni de coña, os quedáis aquí mientras tanto. Esa mujer estaba loca la última vez que la vi y dudo mucho que haya mejorado con los años —réplica Clare ante la explicación de mi hermana.

Creo que nunca me voy a acostumbrar a llamarla así.

— ¿Tú sabes la de problemas que puedes tener si mi madre... —comienza, aunque se detiene al decir eso —... Si Mónica se entera de que estamos aquí?

—No voy a dejar que os toque ni un pelo, no hay discusión —se mantiene en sus trece y solo oigo un suspiro a mi lado.

—Como sea, ¿podemos seguir con lo importante? —mierda. De nuevo intercambio una mirada con Liam y sabemos que no hay mucho más que hacer.

—Claro... —Clare asiente, pensando un poco jugueteando con sus dedos —creo que lo mejor es empezar por... —un sonido hace que todos nos quedemos en silencio. Me saco el teléfono del bolsillo del pantalón y se lo paso a Eira, añado que lo llevaba yo porque me pidió que se lo guardara porque ella no tenía bolsillos donde echarlo, quien mira la pantalla con cierta sorpresa.

—Dereck... —dice y se levanta para poder atender la llamada perdiéndose por el pequeño pasillo.

— ¿Dereck?

—Su detective privado —aclara el otro chico a mi lado.

—Clare, escucha... —apoyo mis codos sobre mis rodillas y me echo un poco hacia delante para acercarme a ella — ¿hasta qué punto está Richard implicado en esto? —su expresión casi parece de horror puro —no sé hasta qué punto sigue teniendo buenas relaciones con su padre, pero es para estar preparados.

— ¿Cómo sabes lo de Richard? —arquea una ceja oscilando la vista entre ambos.

—Me lo ha contado él y Eira me ha enseñado una lista con nombres y su padre aparece en ella...—en estos momentos es lo único que me importa, no quiero verla sufrir si sabe que su padre tiene algo que ver. Más de una vez me ha dicho la relación que tenía con Richard y sé de sobra que si le dice que está metido en el ajo le va a doler casi lo mismo o más que lo nuestro.

—Ehhh... —parece dudarlo, aunque sacude ligeramente la cabeza para centrarse de nuevo —solo estuvo viniendo algunas veces... No sé exactamente lo que puede saber de esto, pero hay una parte en la que está implicado —con eso último se pone más seria de lo que debería. Mierda.

—Vale, perdonad... —vuelve mirando con mala cara el teléfono y se sitúa de nuevo a mi lado —creo que se le ha empezado a ir la cabeza...

— ¿Qué te ha dicho? —gracias, Liam, por soltar la pregunta que todos nos hacemos.

—Nada relevante, aunque me ha confirmado que si pensaba que el enredo que os conté era todo estaba muy equivocada.

— ¿Y te llama y te deja a medias? —arqueo una ceja con cierto reproche. Menudo imbécil, le pagas por sus servicios y no hace un trabajo eficiente.

—Quiere estar seguro antes de lanzarme lo que él llama "bomba" —hace una mueca y me devuelve el móvil para que lo guarde —perdona, Clare, puedes seguir —conociéndola como la conozco, estoy más que seguro de que está intentando aparentar calma aunque por dentro se la llevan los demonios por la ansiedad, o sea, como todos.

—No sé qué habrá descubierto tu súper detective privado, pero te aseguro que puedo darte casi la misma información de primera mano —dice muy digna.

—Mamá, ha llegado tu momento de brillar —golpetea las manos sobre su regazo y se incorpora con una sonrisa en los labios —para conocer al enemigo hay que saber cómo era desde pequeño... —aunque me importa bien poco la infancia de Gerard, todo lo que pueda decirnos sobre ellos puede servirnos para encajar piezas. Esta parece algo dudosa sobre el momento exacto en el que empezar. Es entendible que cuando tienes que contar algo demasiado extenso en el tiempo no sea fácil saber por dónde empezar a sacar trapos sucios.

— ¿Desde cuándo los conoces? —le pregunto yo para que tuviera un punto de partida.

—Desde siempre. Nos hemos criado como vosotros dos —nos señala ligeramente con la cabeza a Liam y a mí —empezamos como un grupo de amigos que se juntaba por las tardes después de las clases para hacer el indio por el pueblo o el comienzo del bosque —comienza y su mirada se desvía hacia la mesa de centro que nos separa del pequeño sofá donde ella está sentada —era lo típico... Los chicos solían venir a molestarnos, algunas veces la cosa acababa en algún enfado, pero terminábamos jugando a cualquier cosa y se nos olvidaba todo.

— ¿Tammy y Mónica se llevaban bien? —oigo un ligero hilo de voz a mi lado. Creo que la pobre tiene miedo de saber que está rozando la verdad en todo esto.

—Sí, claro... Es decir, como todos los hermanos, tenían sus riñas por cuatro tonterías, pero siempre estuvieron bastante unidas... —silencio. Sé lo que significa eso.

—Bastante unidas hasta que... —incito a que siga la frase. Suspira un momento, se viene algo gordo.

—El grupo lo formábamos ocho personas... Tamara, Mónica, Bonnie, Erick, Richard, Gerard, yo y... —carraspea un poco. Prefiero ni mirar a Eira cuando menciona a su padre, aunque por la postura que alcanzo a ver por el rabillo del ojo intuyo que eso no lo esperaba —... Supongo que nunca te lo contó, ¿verdad? —se centra solo a mí y siento otros dos pares de ojos sobre mi persona.

—Contarme, ¿qué? —entrecierro los ojos mientras la miro. Estando las cosas como están, dudo que esta mierda pueda ser peor.

—Los embarazos múltiples pueden darse por simple coincidencia o como sea que funcionen esas cosas...

—Mamá, deja las clases de biología...

—Calla y escucha —cierra un segundo los ojos y al abrirlos noto algo que no he visto demasiadas veces en ella, una mezcla entre pena y culpabilidad —es un hecho que si hay antecedentes en la familia las posibilidades se multiplican bastante más... —sigue diciendo y su mirada es bastante significativa.

—No me jodas... — ¿soy el único al que le está dando un cortocircuito y eso que solo acabamos de empezar? ¿Sí? Vale, entonces me callo. Me remuevo un poco incómodo en mi sitio. Esto tiene que ser una puta broma.

—Gerard tenía un hermano... —nos saca de dudas, aunque ya teníamos la duda resuelta con el planteamiento anterior.

—Pero... —comienzo.

—Tenía —puntualiza Liam y me centro en eso. En solo dos días me he encontrado con una hermana que no sabía que tenía y con un tío que está intermitente como las luces de Navidad porque todo pinta a que no se arrastra ya por este mundo.

—Murió hace mucho, tendríamos unos diez... Como mucho doce años —explica.

— ¿Qué le pasó? —pregunta Eira y ambos cruzamos una mirada de estas que reflejan más espanto que otra cosa.

—La gente siempre responde con "cosas de críos"... —sonríe con amargura —no recuerdo exactamente como llegaron a eso, pero empezaron a hacer una especie de apuesta con Erick y lo siguiente que recuerdo es que robaron el coche de su padre y los dos iban conduciendo por la carretera que hay a la salida del pueblo... — ¿en qué momento uno descubre que no tiene ni idea de nada sobre su vida? —... Empezaron a bromear cada vez que pasaban por nuestro lado sobre que iban a ir tan deprisa que la nieve se derretiría a su paso... Recorrieron la carretera de arriba a abajo al menos una docena de veces y en cada vuelta se intercambiaban los sitios... Nosotras estábamos preocupadas, estaba empezando a oscurecer y caían algunos copos de nieve, por no hablar del frío...

—Tuvieron un accidente —resuelve Liam y ella asiente.

—Creo que era John quien conducía en esos momentos, empezó a acelerar alejándose del punto en el que estábamos y cuando quiso dar la vuelta el coche debió resbalar con el hielo de la carretera y toparon con un árbol de los que flanquean el camino... Lo siguiente, bueno, creo que lo podéis imaginar.

— ¿No se pudo hacer nada por él? —niega con la cabeza.

—Después de verlos estrellarse, tuvimos que sacar a Dereck del pequeño limbo en el que parecía estar y avisó a su padre, esa noche tenía guardia y media hora más tarde estábamos todos en el hospital mientras los operaban a ambos. Gerard se llevó la mejor parte, no dio de lleno con nada y solo tuvo algunas fracturas y una conmoción, pero John... Nos dijeron que había fallecido casi en el acto por un derrame cerebral debido al golpe... —baja aún más la cabeza, aunque creo que no soy el único que ve sus ojos vidriosos.

—Pero... ¿Por qué? —Liam de nuevo. Lo miramos y sacude un poco la cabeza — ¿Por qué nunca se ha hablado de esto?

—No era algo fácil para ninguno... Lo que vino a raíz de eso fue mucho peor y la causa de la mitad de los problemas...

—No creo que nada pueda ser mucho peor que lo que sabemos ya... —Eira toma mi mano. Siempre que le estaba dando vueltas a algo en la cabeza solía hacerlo, su excusa era que así se concentraba mejor y alejaba los instintos asesinos, siempre me gustó, ahora me deja un sabor agridulce.

—Creedme, lo es... —parece que va a hablar de nuevo cuando suena el timbre de un teléfono. Esta vez no es el de Eira, ni el mío. Clare gira la cabeza en dirección a la cocina y se disculpa un momento antes de levantarse para ir a atender la llamada.

—No se vosotros, pero esto ya me está dando un miedo de la ostia —Liam se gira un poco en nuestra dirección mientras nos mira a ambos.

—Sabíamos de sobra que la cosa tenía que ser chunga si había tanto secretismo para todo.

—Una cosa es secretismo y otra que con cada cosa aparezca un familiar perdido que resulte estar muerto —se queja y suspiro.

—Estamos a medio camino, no podemos dejar esto ahora.

—No digo que lo dejemos, pero pensaba que esta mierda sería cosa de una infidelidad como creímos en un principio o una cosa de esas, pero ya hablamos de un posible asesinato y de una carrera nocturna suicida hace como unos treinta años —dicho así sonaba bastante peor, sí.

— ¿Qué piensas hacer? —me oigo decir y ante el pequeño silencio miro directamente a Eira —cuando sepamos todo.

—No lo sé... —confiesa alzando sus hombros y creo que para cuando lleguemos a ese punto estaremos todos igual de perdidos —primero quiero descubrir la verdad, luego vemos que hacemos —me dedica la sonrisa más pobre que le he visto nunca y asiento con la cabeza.

Antes de que pueda volver a mirar a Liam notamos como Clare vuelve de la cocina con su bolso en la mano y una expresión algo apurada —han surgido problemas en el trabajo... —comienza y al menos sé que dos de nosotros sabemos lo que significa eso.

—Vete, no te preocupes —Liam se levanta yendo en su dirección y alcanzándole las llaves que ella parece no encontrar.

—Escuchad —se gira en nuestra dirección colgándose el bolso —no tardo nada en volver, no salgáis de aquí y en cuento vuelva os termino de contar lo que sepa, ¿entendido? —nos informa mientras hace aspavientos con la mano libre y luego señala un mueble blanco que está colgado en la pared de salón —ahí hay algunos álbumes con fotos que quizás os interesen —hace un ligero asentimiento con la cabeza y toma la cara de Liam para acercarlo a su altura y darle un beso sonoro en la mejilla —más te vale cuidarlos —esto último no sé bien si va dirigido a él o a mí, nos mira a ambos.

Dicho eso es Liam quien tiene casi que empujarla para que saliera de la casa y pudiera irse de una vez. Sinceramente, Clare es un sol de persona y no se merece estar en la mierda de trabajos en los que está. Ninguno le llega a durar demasiado, para ser sinceros, pero siempre la recuerdo con apuros de estos a lo largo de los años que llevo conociéndola.

—Pues estamos solitos de nuevo.

— ¿Gabriela otra vez? —le pregunto y niega con la cabeza.

—Ya no trabaja en el centro comercial, encontró trabajo de camarera en una cafetería que hay en medio del pueblo.

— ¿La de Stefan?

—No, esa que tiene...

— ¿Podéis centraros? —nos dedica una mirada de estas con las que se pueden matar personas si te lo propones.

—No podemos hacer mucho hasta que vuelva y dudo mucho que con las fotos lleguemos muy lejos —el sofá se hunde a mi izquierda cuando Liam se deja caer de nuevo —habrá que matar el tiempo de alguna forma, digo yo.

—Tenemos cada vez más preguntas que respuestas, cada vez aparecen más muertos como bien has dicho antes, Mónica ya tiene que estar pensando la forma de ingresarme en un psiquiátrico cuando volvamos a casa ¿y te parece que podemos quedarnos a charlar sobre el trabajo de tu madre? —mierda, ya empezamos con los tonos ácidos.

—Mirad, por echarle un ojo a las fotos no perdemos nada y matamos el tiempo... Vamos a calmarnos que así no conseguimos nada —mira si está mal la cosa que he acabado siendo el mediador de la historia.

Eira despega los ojos del castaño y acerca donde estamos los álbumes. No es que haya demasiado que mencionar, algunas fotos de Clare de joven, de Liam y mía desde pequeños hasta hará cosa de un par de años y alguna de señores viejitos que no conocemos ninguno de nosotros. Resumen, ha pasado solo media hora y no hemos adelantado nada.

—Me va a reventar algo —la oigo decir al poco cerrando un álbum y dejándolo sobre la mesa antes de soltar un suspiro pesado — ¿qué le queda a tu madre?

— ¿Sinceramente? No tengo ni idea. Puede tardar cinco minutos o una hora... Cuando se va así no sé cuándo puede volver —se alza de hombros.

La miro y veo que se está mordiendo un poco el labio con la vista algo perdida, o se está aguantando las ganas de decir algo o está entrando en cortocircuito.

—Podríamos... —comienzo, aunque me vibra algo en el pantalón. Ni un poquito de paz en esta casa.

Me giro lo justo para poder sacar el teléfono del bolsillo y al mirar la pantalla un precioso "Scott" me hace apretar los labios. Con todo este tema me había olvidado de mi otro hermano, qué cosas.

—Dime —suelto al contestar y lo tengo que alejar de mi oreja casi antes de terminar de decirlo.

— ¡¿SE PUEDE SABER DÓNDE ESTÁIS?! —grita tanto que cualquiera diría que se ha cargado el móvil.

—Hey, tranquilo, solo estamos...

— ¡¿Tranquilo?! —al menos no ha sido como el chillido de antes —me importa una mierda donde estéis, pero ya podéis estar volviendo a la cabaña.

—Ya... Creo que no.

— ¿Qué?

—Scott, que estamos grandecitos —el silencio que deja durante unos segundos me indica que tiene que estar contando hasta diez para evitar un tic nervioso, sonrío.

—Escucha, tienes razón. Tú me importas una mierda, haz lo que quieras, pero trae a Eira a casa — ¿soy mal hermano por querer molestarlo?

—Hablas de ella como si fuera un perro —la aludida curva las cejas centrándose en la conversación más de lo que sé que ya están ambos.

—Asher —suspira y me imagino su cara de "a veces preferiría ser hijo único" —sabes que no está precisamente en una situación fácil, no estamos como para sacarla de casa cada dos por tres, piensa un poco en ella y... —no le hago caso al resto. ¿Qué se cree? Creo que no hay ni un momento en el que no esté pensando en ella y está más que claro que todo lo que quiero es su bienestar. Que no me venga con mierdas de situaciones delicadas, ojalá el mayor de nuestros problemas fueran esos.

—Escúchame... —unas manos pequeñas me roban el teléfono haciendo que frunza el ceño.

— ¡Scottie! —exclama en un tono animado que, con solo verle la cara, se nota que es fingido. Scott podrá tener con ella mucha conexión por las movidas esas de ser mellizos, pero yo la conozco mil veces mejor —sí... Sí, sí... No, no te preocupes... —empieza a andar de arriba a abajo por donde estamos respondiendo prácticamente con monosílabos.

—Creo que le va a doler... —Liam se acerca un poco a mí y la sonrisa ladeada que tiene no me gusta.

— ¿Qué?

—A Scott, le va a doler.

—Y con eso te refieres a...

—No jodas, ¿no lo has notado? —casi se ríe en mi cara y yo lo miro mal en consecuencia.

—Liam —le advierto.

—Le gusta.

— ¿Qué?

— ¿Solo sabes decir eso? —se mofa.

— ¿Qué coño me estás diciendo? —no me gusta nada la punzada que estoy sintiendo en la boca del estómago.

—Que a tu hermanito le gusta tu hermanita... Vamos, como a ti hasta hace un día —se alza de hombros y juro que trato de seguirlo mientras repaso con la mirada a Eira.

— ¿Qué? —se ríe abiertamente de mí.

—Supongo que no lo has notado —comienza con retintín —pero Scott siempre se está preocupando por dónde está, cómo se encuentra y casi la sigue como un perrito, ¿no has visto cómo la mira? —creo que el hecho de que me quede callado mientras parpadeo un par de veces intentando conectar las cosas —joder —se ríe de nuevo —pues estamos buenos.

No me siento mal. No siento pena por él, solo siento lo que menos debería sentir en estos momentos, esa punzada de celos que me da miedo por la relación que nos une a los tres.

—Claro, cuando sepa algo te digo... Adiós —se despide y al colgar la llamada me tiende el teléfono soltando un suspiro —odio sus interrogatorios —la mirada que me dedica Liam tras decir eso es bastante significativa — ¿Qué pasa? —nos mira con cierto recelo.

—Nada, ¿qué le has dicho?

—Creo que la excusa más pobre del mundo... No sé qué le dijiste ayer cuando te llamó, así que no tenía demasiado margen para inventarme algo... —me dice viéndome y salgo del pequeño bloqueo mental.

—Intenté alargar la cosa lo suficiente como para darle largas... No le dije nada concreto, solo que salimos y que probablemente pasaríamos la noche fuera —esta asiente y parece medio satisfecha.

—Bien, entonces las cosas cuadran.

— ¿Qué le has dicho tú?

—Que ayer me volvió a dar una crisis profunda por no recordar nada con claridad, que os pedí que me sacarais un rato para despejarme un poco y que otra vez os dije de ir a donde me encontraron por lo de los recuerdos, bla, bla, bla... —hace algunos gestos al decir eso último y yo asiento.

— ¿Y se lo ha creído?

—Creo que no sé cree la mitad de las cosas que digo, pero supongo que en mi estado los brotes de locura están justificados —se alza de hombros y se sienta golpeteando sus dedos sobre sus rodillas, nerviosa.

—Eira —la llamo y al mirarme se confirma que está nerviosa. Le está dando vueltas a algo en la cabeza. Si es que en el fondo el apodo de "Equis" Le queda más que perfecto.

—Seguimos sin saber qué pasó durante la semana que estuve desaparecida... —murmura. Eso es cierto.

—Ya tendremos tiempo de preocuparnos por eso, los problemas es mejor verlos de uno en uno —le responde Liam y creo que es la primera vez en toda la tarde que la veo sonreírle.

—No te preocupes ahora por eso, pasara lo que pasara, lo descubriremos antes o después —le aseguro yo y su única respuesta es una ligera mueca que estoy más que seguro que es un intento de sonrisa.

No sé qué cojones está pasando. Mi vida cada día se parece menos a mi vida, pero al menos la he recuperado a ella, aunque no precisamente de la forma que esperaba. Razón no le falta, seguimos sin saber lo que pasó esa semana ni con quién estuvo y algo me dice que la respuesta a esas preguntas no nos va a gustar a ninguno de nosotros.

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