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Capítulo 28

Cena con el suegro

Si hay algo más complicado que hacer que un pez aprenda a volar, sin duda alguna, es convencer a Asher de que me acompañe a casa de su padre para poder disfrutar de una maravillosa cena familiar. Tristemente, aunque el trasfondo sea otro, sería la primera cena que tendría con mi verdadera familia.

¿Te vas a poner ñoña?

No, descuida. Pienso en Mónica y se me pasa todo.

— ¿Te queda mucho? —se escucha al otro lado de la puerta del baño y me asomo un poco para rodar los ojos.

— ¡No sé qué hacerme en el pelo! —exclamo con tirria viéndome en el espejo. Después de la ducha, sumando la humedad, se me ha inflado mucho y parezco una oveja.

—No está tan mal... Hay veces que lo has llevado peor —le enseño el dedo de en medio y este solo se ríe —vamos, mujer... ¿Qué más da? Si para donde vamos a ir...

—Perdona por querer darle una buena impresión al suegro —lo último lo digo más bajo por si Scottie estaba rondando y le guiño el ojo. Alza una ceja.

— ¿Ahora te preocupas por lo que piense mi padre?

—Realmente no, pero tengo dignidad y así no pienso salir —cruzo mis brazos mientras me apoyo en el lavabo.

—Anda, ven aquí... —entra y le importa bien poco invadir mi espacio personal —siéntate en la taza del váter y no me incordies —lo miro con duda y obedezco mientras rebusca algo dentro de un armarito que hay aquí. Al girarse y verme me hace un gesto con la mano para que me gire. ¿Soy demasiado corta o lo que me pide es raro de narices?

Eres corta.

Me levanto un poco para voltearme y quedar sentada dándole la espalda. Miro sobre mi hombro y veo que enchufa un secador de pelo a la corriente y posteriormente analiza mi cabello con la mirada — ¿eres peluquero?

—Soy muchas cosas que aún desconoces, Equis —sonríe de la forma más arrogante que puede y empieza la sesión de peluquería.

Después de desenredarlo todo un poco, con quejidos por mi parte incluidos, se dedica a peinarlo con el secador y un peine para dejarlo liso. Lo bueno de tener el pelo ondulado es que con un poco de espuma se te riza y con un poco de secador o plancha se alisa. No recuerdo que hayamos hecho esto nunca, pero me ha gustado.

—Está genial... Si parece que he ido a la pelu y todo —digo mientras me lo acomodo un poco pudiendo ver el resultado —gracias —me giro y lo abrazo. Al alzar la vista veo que sonríe, de nuevo, con arrogancia y suficiencia.

—No me vas a agradecer tanto cuando te pase la factura —me alzo y le beso la mejilla. Se le pone una sonrisa de bobo en la cara, siempre me ha hecho gracia eso.

—Lo que tú digas, cascarrabias, ahora vámonos o solo llegamos para que nos de las buenas noches —adiós sonrisa tierna, adiós buen humor y hola al Asher cara de culo de hace unas semanas.

—Oh, sí, eso... —deja las cosas en su sitio y sale del baño. Le sigo —no pienso estar mucho.

—Venga, no seas así... Solo es una cena, prometo no volver a pedirte nada más si al menos sonríes una vez esta noche —¿cómo carajos puedo pasarme el día prometiendo cosas que sé que seguramente no voy a cumplir?

—Solo hay una forma de hacer que sonría hoy y eso incluye que no salgamos de cualquiera de estas habitaciones —suelta tan fresco estando ya por llegar al salón. Sus palabras hacen que me quede quieta de golpe por la sorpresa y que los otros dos chicos nos miren casi de la misma forma —para jugar a los puzles, se sobrentiende —añade ante el silencio que se forma y mi repentina cara de "te pasas".

—Ajá, a encajar piezas vais a jugar los dos —añade Liam y más vergüenza no puedo tener ya. No voy a culparlos, no saben nada y realmente siempre han sido propensos a bromas de este estilo. Cuando Asher y yo empezamos a salir eran insoportables. El cara culo siempre empezaba con un comentario de este estilo y su amiguito se ocupaba de alargar el chiste hasta que estaba bien quemado.

Niego con la cabeza mientras doy unos pasos por el salón y les repaso con la mirada. Asher tan insufrible y sexy como siempre, Liam con su actitud de "les gusto a todos" Y Scottie arreglado y con cara de querer irse ya. Todo bien, todo correcto.

— ¿Nos podemos ir? —pregunta el último aludido dejándose caer por el sofá donde está sentado —tengo las mismas ganas de ir que vosotros, pero cuanto antes nos lo quitemos de encima, mejor.

—Concuerdo con Scottie —añado y este me frunce el ceño. Así parece un niño pequeño enfurruñado —ahora salgo, dadme un minuto.

—Voy encendiendo el coche —mi hermano/novio coge las llaves y la chaqueta para salir y tarda poco en ser seguido por Liam.

— ¡No tardes! —chilla este último saliendo de la cabaña.

— ¿Qué te falta? —baja un poco la cabeza para verme cuando se pone de pie y da unos pasos hacia mí.

—Estoy pensando en cambiarme de chaqueta... Con esta tengo frío —respondo como excusa caminando hacia atrás para perderme por el pasillo.

La chaqueta está de puta madre, pero de la noche que estuvimos en el motel pude rescatar el teléfono que me traje de mi casa. Tras ponerlo a cargar encontré cientos de mensajes de Dereck en los que me preguntaba cómo iba la cosa y, los últimos, demostrando preocupación al no saber de mí en dos semanas.

—"¿Has descubierto algo relevante?"

—"No. He conocido a mis hermanos y al que sería mi padre, pero todo sigue siendo un misterio"

—"Has desaparecido casi tres semanas, ¿todo bien?"

—"Sí, perdona. Han surgido unos problemas, pero ya está todo arreglado. ¿Alguna novedad?"

Son los últimos mensajes que intercambiamos. Lleva desde ayer sin responder y no sé si ponerme nerviosa.

— ¡Eira! ¡Qué es para hoy!

— ¡Voy! —lo escondo en la funda de la almohada y salgo volviendo sobre mis pasos —que prisa tenéis —bufo pasando por su lado y me sujeta un momento por el brazo. Lo miro algo extrañada.

— ¿No te ibas a cambiar de chaqueta? —su expresión no llega a estar seria del todo, aunque su tono de voz deja entrever que hay desconfianza.

—Iba, pero viendo las que tenía es la que mejor queda con lo que llevo —muevo el brazo para que me suelte —para presumir hay que sufrir, ¿no? —sonrío de forma algo falsa y camino para salir.

Scottie, no. No te pongas en este plan.

Sabíamos que podía pasar.

Pero hemos disimulado bastante bien.

Bastante no es suficiente.

—Ya era hora. Iba a entrar para...

—Creo que sospecha. No digáis nada —aviso cortando a Liam y los dos me observan desde el asiento delantero con perplejidad.

— ¿Estás segura?

—Ahí viene —es lo único que digo como respuesta una vez que el aludido se aproxima al coche y entra sentándose a mi lado. Silencio.

—Pues lo dicho, va a ser una noche cojonuda —Liam enciende la radio y empieza la acción. Si ya creía que tenía problemas, ahora mi hermanito me confirma que todo se está enredando más.

****

Vale, podéis decirme hipócrita, criticona o cualquier cosa de esas. Cuando Gerard nos invitó a su casa me imaginaba algo como una cabaña del estilo de la de los chicos pero menos moderna, llena de tazas de café, papeles, cachivaches y cosas similares.

Yo me imaginaba una cueva llena de esqueletos de sus víctimas a las que les chupó hasta el alma.

Y he aquí la prueba de por qué estoy loca. La conciencia no me ayuda.

Lo dicho. Realmente vive en una casa que está a una media hora de la nuestra. Tienes que pasar por el pueblo para llegar y estará como a diez minutos de este. La cabaña, al menos en esto he acertado, tiene aspecto moderno desde fuera. Son las típicas que salen en la televisión que tienen los ricachones como yo, en mis buenos tiempos. Destacan colores como el blanco y el negro, todo son cristales y desde que pasas por la puerta el calor de la calefacción te pega una ostia bien fuerte. Aquí hay temperatura como para estar solo en bragas.

Yo sé de alguien que no se quejaría.

Que turbio.

— ¡Por fin! Ya pensaba que no ibais a venir —un Gerard, sorprendentemente animado, nos recibe y extiende sus brazos para que le demos los abrigos. Asher pasa por su lado y se quita su chaqueta dejándola echada donde primero pilla.

—Solo vengo porque no quiero dejarla sola contigo y se ha empeñado en venir —se apresura a aclarar y yo me muerdo la lengua. Eso no me ayuda.

—Ehh... gracias por invitarnos —sonrío de forma tensa dándole la chaqueta que llevaba puesta —es un detalle —este la coge mientras los otros van entrando. No sé cuál lleva peor cara.

—Detalle es que hayas logrado traerlos —me asegura dejando las prendas en un perchero de la entrada y me guía por la casa. ¿Para tanto da el sueldo de sheriff de pueblo, papi?

—Si se lo pides e insistes un poco al final acceden —comento entrando a una sala bastante abierta y bien iluminada que tiene toda una pared como ventanal con vistas a un pequeño lago y al bosque nevado que me persigue desde el comienzo de esto.

— ¿Qué quieres? —Asher, de brazos cruzados y mirada altiva, no despega la vista de papá.

—Cenar, ¿qué otra cosa iba a querer? —la respuesta la da como si fuera evidente y a este no parece convencerle. Tras un gesto para que se siente, accede.

—Sí, bueno... Gracias por invitarnos, hace tiempo que no cenamos juntos —Scottie vuelve con su papel como mediador. Me mira a mí y creo que está algo incómodo.

—Dejaros de agradecimientos, sentaros mientras voy a por la cena —suena casi a una orden. Desaparece por un pasillo y nos quedamos solos. Sentados en una amplia mesa y con la tensión pudiendo cortarse con uno de estos cuchillos plateados que hay puestos.

****

— ¿Y te acuerdas de esa vez cuando te quedaste enterrado en la nieve? —se ríe ampliamente y a mí se me escapa la sonrisa, lo que enfada más al chico.

— ¡No fue culpa mía! ¡La pelota de béisbol se perdió y al acercarme al árbol donde estaba se me cayó todo encima! —se excusa cruzando sus brazos. Las risas conjuntas de Gerard, Liam y mías se hacen bien audibles —sois odiosos...

—No te enfades, Scottie... Que me gusta oír vuestras hazañas de juventud —le toco con el índice la mejilla, al estar sentado este a mi lado, pero no sonríe, solo hace una mueca.

—No me digas Scottie... —murmura y el carraspeo de Gerard hace que mire en su dirección.

—Le he oído decirte que no le llames así, pero eres a la única persona a la que le deja hacerlo —no sé cómo sentirme ante eso. Es decir, realmente es un privilegio.

—Oh, ¿en serio? —la cara de perplejidad debe de ser bastante evidente en mí y no sé a cuál de los cuatro mirar —yo...

—Papá, deja eso... —Asher zanja el tema y se pronuncia por primera vez desde que empezó la cena. Está sentado frente a mí y su mirada es bastante severa en dirección a su padre.

—Solo era un comentario... Después de que le dijéramos que fue idea de Tammy llamarle así, no ha dejado que nadie volviera a decírselo... —Tammy es la madre de estos, o sea, Tamara y por ende mi madre.

— ¿Quién es Tammy? —pregunto yo con el tono más inocente que tengo antes de que el moreno hablara. La conversación entre Scott y Liam se corta y ahora sí que es tan densa la tensión que tengo la sensación de ahogarme en ella.

—Esto no viene al caso ahora...

—Su madre —eso, papi, a ver si saco algo.

—Oh, cierto, recuerdo que me comentaste algo de ella —clases de teatro, venid a mí.

— ¿Te ha hablado de mamá? —el tono afilado ahora es hacia mi persona.

—Asher, no empieces... Ni que fuera un pecado hablar de...

— ¡¿Qué cojones le has dicho?! —se levanta de golpe provocando que la silla se caiga al suelo.

¿Quieres una tila, chaval?

Si no es para él, yo sí voy a necesitar una.

—Asher... —pronuncio y me levanto sin despegar la vista del aludido —... no me ha dicho nada malo, si es lo que te preocupa, vamos a salir y te explico...

—Y una mierda, este imbécil no la menciona para nada, a menos que sea para insultarla —los nudillos se le ponen blancos por la tensión que tiene en las manos y papá se levanta despacio dándome una mirada tranquila.

—No es el momento, ni el lugar...

—Hey.... —Liam interviene y capta la atención del iracundo unos segundos —... Vamos fuera, que te dé el aire —la da unas palmaditas en el brazo pasando por su lado y este le sigue dócilmente.

—Lo siento... Veo que es un tema delicado, no debería haber preguntado...

—No tienes que disculparte, siempre se pone de esa manera cuando se habla de su madre —necesito saber más de esto. Suspira levemente bajando la cabeza y lanzando la servilleta que tenía en la mano sobre la mesa —vuelvo en un momento —de nuevo, se pierde por el pasillo y me quedo sola con Scottie.

—No estés tan tensa... Sabíamos que la cosa acabaría así —lo miro y me sonríe ligeramente, creo que para que no me sienta tan mal.

—Esto podría haberse evitado...

—Antes o después tendrán que hablar del tema y dejar las diferencias a un lado. Eso o alguno de los dos terminará por explotar —corre la silla y se levanta quedando a mi lado —siento lo de antes. Sé que ahora será lo que menos te importante, pero creo que me pasé —pone una mano en mi brazo y lo acaricia un poco.

—Descuida... No tiene importancia —le aseguro y miro sobre mi hombro por el pasillo por el que se ha ido Gerard —quizás deba ir a hablar con él... —necesito moverme por la casa para ver si encuentro algo.

—Quizás, pero si te dejo sola con él sé que Asher me mata. Voy yo, si quieres ve a buscarles o quédate por aquí, vengo en un momento —me muestra su cálida sonrisa y se acerca dejando un beso en mi mejilla —no te sientas mal, bonita —pasa por mi lado y desaparece también.

Ya tienes otro admirador.

Ha sido un gesto cariñoso, como los que yo tengo con él.

Ajá.

Bueno, pues tengo dos opciones. Salgo y busco a los chicos o me quedo aquí parada como un pasmarote.

O sea, que vas a buscar por la casa alguna cosa que te sea de ayuda, ¿no?

¡Exacto!

****

— ¡Eira! —cierro la puerta detrás de mí y avanzo despacio por el pasillo con el corazón casi saliendo de la garganta —Será mejor que nos vayamos... ¿Estás bien? —se acerca rápidamente a mí y retrocedo unos pasos. Como me toque me voy a derrumbar.

Soy consciente de que sabía en el juego en el que me estaba metiendo. Sabía que en esto hay muchas lagunas y que por alguna razón lo han querido tapar todo para que nadie sepa la verdad. Justo por eso vine, para sacar eso a la luz y poder hacer justicia para nosotros, porque sí, nos han robado la vida y han hecho y deshecho con ella a su antojo.

—Sí, ¿podemos irnos? Creo que no me encuentro bien —me excuso pasando rápido por su lado sin darle tiempo para responder. Cruzo la puerta de entrada y el aire frío me alivia un poco la tensión acumulada. Puedo ver que los chicos están apoyados en el coche fumando con algo más de calma, aunque se alertan al verme.

— ¿Qué ha pasado? —Liam me analiza con la mirada y me fijo en Asher. Sé que basta una palabra mía para que entre ahí dentro y arda todo. Nada me haría más feliz, lo puedo asegurar.

—Me quiero ir, estoy cansada —no tengo el cuerpo para dramas. Me subo en el coche y no pasan más de cinco minutos antes de que todos estemos de nuevo ahí dentro volviendo a casa.

Durante el camino hay un silencio que envuelve todo el vehículo, es de esos que tanto me incomodan, pero no tengo fuerzas para intentar romperlo. Me limito a mirar al asiento de delante, por la ventanilla o incluso a mi propio regazo, agradeciendo que no pregunten por lo que sea que me pasa.

Realmente no soy experta del todo en la mente humana, pero supongo que tienen que estar dándole vueltas a la cabeza, analizando lo ocurrido, intentando, de forma inútil, averiguar los motivos por los que me encuentro de esta manera. Imagino, además, que ellos no son los únicos que ahora tienen un enredo en la cabeza por no comprender nada.

Una vez que llegamos, Liam apaga el motor y, nuevamente, el silencio es algo que está muy presente.

—Eira... —oigo a mi lado y llevo la mano a la manivela de la puerta para abrirla. No me lo permiten porque suena el seguro del coche y yo bufo en respuesta.

—Estoy cansada, me ha venido la regla, me duele la cabeza... ¿Os sirve como excusa? —miro a los tres, que ahora me centran su atención.

—Solo queremos saber...

—Déjame salir, Liam...

—Escucha, si te ha dicho o hecho algo, solo tienes que...

—No me ha dicho ni hecho nada, no ha hecho falta —sentencio clavando la mirada en Asher. Es el que más desconcierto muestra. Sé que trata de seguirme el paso y sé, también, que mi reacción no es la mejor, pero me supera esto. Todo —por favor, dejadme salir... —repito y este suspira.

—Abre.

—Pero... —se queja Liam.

—Ya me has oído —suspira dándole al botón y en cuanto oigo el sonido de la cerradura abrirse salgo de ahí lo más rápido posible, no sin antes coger las llaves que el mismo Asher me cede. Necesito espacio.

En cuestión de dos minutos estoy dentro, encerrada en mi habitación, con ropa más cómoda puesta y dando vueltas por la habitación, luchando por no llorar e intentando encajar todo.

Esto es demasiado.

Quizás sea un error...

Un error es robarle un bolígrafo a alguien, no tener todo un maldito álbum de fotografías de Mónica dentro de un armario en las que también salgo yo.

Sabíamos que estaba vigilando, por eso mandó el regalo el día de tu cumpleaños.

Has leído la carta...

Ya...

Es oficial. Mamá no murió por culpa del parto. A nuestra madre la mataron aquella noche.

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