Capítulo 22
¿Un nosotros?
El sonido de la puerta cerrándose una vez que sale es lo único que necesito para que las lágrimas que he estado aguantando salgan de golpe cayendo por mis mejillas como si no hubiera un mañana. Definitivamente, creo que puedo decir que estoy en el peor momento de mi vida ahora que sí, he vuelto a ser la misma que hace unas semanas. La Eira Ternate que quisieron quitar de en medio ha vuelto y con más mala ostia que la anterior. Ignorando el momento de bajón y comienzo de crisis nerviosa que estoy teniendo ahora mismo.
Tienes que respirar, esto no va a solucionar nada. Sabes de sobra lo que tienes que hacer.
Descuida, tengo muy claras mis prioridades en estos momentos y por mucho que todo se haya jodido durante un tiempo pienso seguir por donde mismo lo dejé.
Supongo que ahora tenéis que estar maldiciendo porque no os cuente nada, no os culpo. La paciencia tampoco es uno de mis fuertes, si soy sincera. Como bien me ha dicho Asher durante estos días, "es algo complicado". Pero que no cunda el pánico, voy a contar con pelos y señales todo lo que me ha llevado a estar aquí esta noche. Pero todo a su tiempo.
Me levanto caminando lentamente por la habitación, secando las lágrimas que aún me caen sueltas por la cara, soltando también algo de aire para intentar calmarme. Me dirijo al baño de este antro y mis ojos van directos al espejo sucio que hay sobre el mini lavabo. ¿En qué momento creí que me quedaría bien el moreno? Con lo que me gustaba mi melena rubia y algo rizada. Me repaso brevemente delante de este viendo que, en efecto, poco queda de la chica de dieciocho años que dejó su casa con la única intención de vengarse y aclarar las cosas de una vez por todas. Debo poner las cosas en su sitio, se lo debo a mi madre. Se lo debo a ellos.
Morena o rubia te sigues viendo como una puta diosa.
Te prefiero mil veces así. Al parecer, al volver la memoria me ha vuelto parte del ego que tengo. Gracias al cosmos.
Qué va, sigo siendo la misma, pero por subirte la autoestima una vez no voy a morirme.
Regreso sobre mis pasos viendo el reloj que había sobre una de las mesillas de noche. Las tres y ocho de la madrugada. El momento ideal para maquinar planes.
Me acerco hasta la puerta. Un ligero escalofrío me recorre todo el cuerpo al tocar el pomo de la misma y la imagen de Asher me viene a la cabeza. Esta es la única parte que realmente lamento de toda esta situación, todo podría haber sido mil veces más fácil si él no estuviera implicado. O si no hubiera aparecido.
Giro el tirador y abro pudiendo ver que estaba caminando por el pasillo de un lado a otro con una mano en el cabello. Siempre ha hecho ese gesto cuando se ponía nervioso o algo le preocupaba demasiado, supongo que ahora estará así por mí.
—Hey... —llamo su atención y se gira en redondo en mi dirección con una mirada cautelosa. Admito que mi reacción hace unos minutos no ha sido la mejor del mundo, pero si hay algo peor que no recordar nada es que te venga todo de golpe en un segundo. Todos los recuerdos, los sentimientos y las sensaciones. O, al menos, casi todos.
— ¿Estás bien? —se aproxima donde estoy poniendo sus manos sobre mis hombros y acariciando estos levemente sin despegar sus ojos de los míos. Quizás suene muy clásico, eso de decir que me encanta el color de los mismos, pero es cierto, el tono gris le da a su mirada una profundidad y fuerza que sorprende bastante, pero lo que definitivamente me enamoró en su momento fue que desprenden cierta calma y sensación de seguridad, que es justo lo que más he necesitado durante toda mi vida.
—Perfectamente —respondo, sumo una sonrisa a mis palabras. Ese gesto parece calmarle, aunque sigue manteniendo esa sensación de recelo. Creo que aún no sabe hasta qué punto han cambiado las cosas.
— ¿Te has...?
—Todo —le corto retrocediendo unos pasos para dejarle entrar a la habitación. Duda un segundo mirando en ambas direcciones por el pasillo y al final sigue mis pasos cerrando a su espalda —Recuerdo todo —su mandíbula se tensa y la actitud desenfadada se borra de un plumazo.
—Me alegro —dice, aunque puedo ver que no llega a calmarle. Sabe que ahora recuerdo el motivo por el que salí huyendo, sin avisarle, sin decirle a dónde iba o cuándo volvería. Es consciente de que voy un paso por delante en todo esto y me apuesto la teta izquierda a que está cagado por si se repite esta situación.
—No me iré, no esta vez —aseguro tomando su mano, la cual permanece tensa inicialmente hasta que al final se relaja, dejando caricias leves en la mía —No te mentía, te necesito.
Esas simples palabras parece que son el desencadenante de una pequeña explosión en su cerebro porque su cara muestra casi todas las expresiones, principalmente la sorpresa y que finaliza en un abrazo de oso con el que me acerca a él.
—Joder, no sabes lo que me hacía falta oírte decir eso —Me dice como si fuera casi una confesión. Me mira sin dejar demasiado espacio entre ambos y con su mano acaricia mi mejilla mirándome de nuevo, nunca me cansaría de eso, por muy mal que estuviera, por mucho daño que nos hiciera luego —Te he echado de menos —sonríe ligeramente y parece que espera mi reacción antes de hacer algún otro movimiento.
Que me mire de esa forma es demasiado para mí, no dudo que sabe cómo hacer que esté a sus pies, pero las miradas son lo que más me recala. Llevo toda la vida notando como la gente clavaba la vista en mí por diversos motivos, ya sea envidia, enojo, deseo sexual, hipocresía... Pero, desde luego, nunca ha sido con ternura y mucho menos con el cariño que noto de su parte, como si me conociera de toda la vida y pudiera sanar mis heridas. Justo por eso me fui, para no hacerle daño, queriendo dejar de lado todos mis planes solo por intentar proteger algo que no llegaba a ningún sitio, ni llegará.
—Ya estoy contigo —le digo sonriendo de la misma forma y acercándome un poco para dejarle un beso en la mejilla, muy a mi pesar, antes de dejar algo más de distancia volviendo a sentarme en la cama. Si eso no acaba de gustarle, lo disimula bastante porque al par de segundos el colchón se hunde bajo su peso al haberse recostado de lado frente a mí viendo el lío de papeles que tenía montado.
— ¿Ya estoy listo para que me pongas al día, sensei? —incluso en momentos como este tiene esas ocurrencias. No puedo negarlo, me tiene comiendo de su mano, él lo sabe, yo lo sé, vosotros lo sabéis y todos lo sabemos.
Lo sé hasta yo.
No puedo evitarlo.
Pues procura hacerlo.
Lo intentaré.
—Quiero pensar que sí —rebusco un poco entre estos suspirando levemente. ¿Por dónde le empiezas a contar a una persona detalles sobre tu vida que le excluyan totalmente? —Igual deberías tomar apuntes, esto va a ser largo.
Hace el gesto de coger un lápiz como si estuviera apoyado en la oreja y lo sostiene de forma que parece que va a escribir en un papel, que en este caso es su mano.
—A sus órdenes —noto cierto brillo en sus ojos. En cualquier otro momento diría que es por el sueño teniendo en cuenta las horas que son, pero estoy más que segura que es por creer que al fin le voy a confesar todo esto que me trae de cabeza. Mi vida. Quizás debería haberle revelado los auténticos motivos por los que estaba aquí mucho antes, no soy la única afectada, al fin de cuentas. Me estoy portando como una egoísta con todo esto.
—En primer lugar, tenemos que dejar claras varias cosas, ¿Entendido? —asiente con la cabeza con un ligero matiz de seriedad —Lo que recuerde y sepa yo no puede salir de aquí, todo lo que te diga tiene que quedar entre tú y yo y a nadie le vamos a decir que he recordado mi vida, ¿Vale? —Hago un ligero asentimiento con la cabeza esperando su confirmación, la cual tarda en llegar, pero aparece.
— ¿A Liam tampoco? —casi me olvido de su gemelo malévolo. Él también ha estado conmigo desde el principio de esta historia y bueno, tampoco es que se le pueda dejar al margen porque cuando quiere puede ser una sombra. Si se lo contamos me lo puedo quitar de en medio y así no tengo a una copia de Scott que me cuestione cada cosa que hago. Asiento con la cabeza suspirando levemente y me devuelve el gesto.
—Scott...
—A él lo dejamos fuera de esto —me corta de forma tajante. Le sale la vena de hermano mayor. Qué tierno.
—No pensaba involucrarlo, pero pasó mucho tiempo con él y es probable que sea el que se dé cuenta antes de que algo haya podido cambiar. Ya viste como se puso el día que salí de la cabaña cuando hablamos —por mucho que le digas que no, como vea algo raro, llega a ser muy insistente con el tema.
—Actúa como lo has hecho hasta ahora, mientras te vea bien no creo que indague demasiado y si llega a pasar yo me ocupo de cubrirte —evito sonreír tras eso último y asiento suspirando a la par que tomo dos hojas de las que había desparramadas por aquí. Una lista con nombres y otra con anotaciones.
—Esta es la gente que está implicada en todo esto y las conclusiones a las que he ido llegando con el tiempo —le explico sintiendo su atenta mirada sobre mí —Échale un ojo —se las extiendo y no pierde el tiempo en cogerlas y ponerse a leerlas.
—Mónica Ternate, Richard Ternate, Doctor Sullivan, Mary Williams y Travi—lee en voz alta y asiento con la cabeza. Me mira —No sé quién son estos, si te soy sincero —sabes más de lo que crees, Asher, te lo aseguro.
—En persona solo conozco a los dos primeros, mis padres... de los demás solo tengo constancia por informes que he ido recopilando y cosas por el estilo —"Cosas por el estilo", nueva forma de decir "por medio de actividades de dudosa legalidad".
— ¿Y qué carajos tienen que ver tus padres en tu plan de venganza?
—Oh, querido, son los que más tienen que ver, hazme caso, sobre todo mi madre—afirmo mientras reviso algunos de los papeles que aún quedan dentro de la carpeta notando su mirada sobre mí.
—Creo que me falta información para entender todo esto —suelta las hojas y ahora levanto la vista para verlo, está aguardando a que suelte algo.
Creo que ha llegado el momento.
¿Qué le vas a decir?
La verdad, para eso estamos aquí, ¿No?
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