Capítulo 2
Papilla
"Estoy corriendo por el bosque, noto el frío a mi alrededor y no sé bien de lo que huyo pero escucho pisadas detrás de mí, me giro pero no veo nada, absolutamente nada.
Una risa tétrica se hace presente en ese momento, giro para intentar identificar de dónde viene, qué me persigue.
— ¿Quién eres? —escucho que pronuncian mis labios, rojos y cortados por el frío al que están siendo expuestos.
Silencio. ¿Segundos?, ¿Minutos? No sé cuánto pasa realmente pero al girarme el negro se hace presente, no veo nada y no soy dueña de mi cuerpo.
—Tu peor pesadilla — susurran al oído."
—Despierta...despierta...—Siento como me balanceo ligeramente de un lado a otro y de golpe abro los ojos a la par de mi cuerpo que da un pequeño brinco del susto sobre el colchón —...solo ha sido una pesadilla... —Díselo a mi corazón, se me va a salir por la boca del susto.
—¿Quién eres? —pregunto mientras intento calmarme y recuperar la serenidad. El sueño me ha puesto los pelos de punta, estoy sudando por la agitación.
—Bonnie, tu nueva enfermera personal y amiga si quieres —Sonríe ampliamente. Si no fuera porque aún me estaba recuperando de la pesadilla le habría sonreído. La mujer tenía un aspecto maternal, no debería ser muy mayor pero ya tenía algunas líneas de expresión en la zona de los ojos y la boca algo marcadas. Su cabello es negro y lo lleva corto en una melena rizada a la altura de los hombros — ¿Te encuentras bien? —pregunta rebajando la sonrisa al ver que me quedaba callada.
—No... —Me limito a responder, decirle otra cosa sería mentirle —... yo... da igual...
—El doctor Higgins me ha informado un poco sobre ti... imagino que es duro pero de todo se sale, cariño —Agradezco los ánimos pero me duele a partes iguales que tengan que recurrir a apodos cariñosos de ese tipo para tener una manera de nombrarme.
—No puedo salir si no sé ni dónde estoy metida. — digo y me arrepiento al momento, ha sonado más como un ataque —Perdona, esto me supera.
—Para eso estoy, al margen de para drogarte con medicamentos, también para hacer de psicóloga y aguantar tus cambios de humor... ¿Se puede tener mejor trabajo? —El punto de ironía era claro y consigue hacer que sonría, ella también lo hace—No te preocupes, no estás sola —pone su mano sobre la mía antes de dar un ligero apretón, seguido eso se aleja y empieza a levantar las persianas haciendo que entrara luz, otra vez ciega me quedo.
El drama de tu vida ahora es que levanten las persianas de la habitación.
¿Tienes botón de apagado?
Sí, pero no te digo donde.
Dame paciencia.
—¿Cuándo voy a poder salir de aquí? —pregunto mientras me froto levemente los ojos con algo de pereza. Pensaba que no pero al final lo de dormir me ha sentado bien, me encuentro algo mejor.
—En teoría, cuando estén seguros de que te encuentras bien al menos al setenta por ciento... — comenta mientras se paseaba de un lado a otro e iba comprobando cosas, ¿tantos chismes me habían puesto? —Aunque no creo que te quede demasiado... Desde que te encontraron hace tres días prácticamente solo has dormido...—No es el mismo tono jovial que al principio, es más bien agridulce.
He estado durmiendo durante tres días... tres malditos días de inconsciencia.
— ¿Tres días? —pregunto con algo de desconcierto y esta asiente en respuesta, se le ha ido un poco la sonrisa. No la conozco de nada y ya su actitud me parece rara de narices —Creo que me encuentro bien, así que el alta me podrían dar el alta, sin demasiado problema —añado y es cierto, me encuentro bastante mejor. No voy a negar que me duelen las heridas y los moretones que tengo por el cuerpo, pero caminando puedo salir de aquí perfectamente.
Más te vale, después de la siesta que te has pegado...
Suspira levemente, prestándome toda su atención, como barajando si decirme o no —Teniendo en cuenta lo que has pasado, sí, es cierto que te encuentras bastante mejor y que en el tiempo que has estado durmiendo se ha notado cierta mejoría. La hipotermia la tenemos controlada y hemos evitado que vaya a más, los hematomas no deben suponerte un problema pero... —no acaba la frase, es interrumpida
—Vaya, gracias, señorita Sinclair, por hacer mi trabajo, ¿Me ha dejado algo para decirle a la paciente? —Mi doctor, el señor Higgins, supongo.
—Solo me estaba informando... —Intervengo viendo un momento a ambos aunque sigo en mis trece —... pero... —mi vista se dirige a Bonnie un momento instándole a seguir hablando, pero solo sonríe negando con la cabeza.
—Se lo dejo a los profesionales —Finaliza con cierto retintín en su voz. No tarda demasiado, se acerca donde estoy para revisar la bolsa de suero que me tienen conectada y me mira —luego nos vemos, cariño —sale por la puerta tras decirlo para dejarnos algo de privacidad.
Me cae bien.
La verdad es que es un sol de mujer.
¡Por fin estamos de acuerdo en algo!
No te acostumbres mucho.
—Escucha, te voy a ser sincero... —Mierda, eso suena a que lo que viene no es bueno —... tu estado de salud no es el mejor pero tampoco es el peor como para retenerte. La memoria debería ir regresando progresivamente en un tiempo no demasiado exacto, pero lo que más preocupados nos tiene es que no te hemos identificado. No sabemos nada de ti y al parecer nadie te ha echado en falta por lo que sí te dejamos irte, ¿A donde irás? Lo más normal es que por el tiempo que llevas desaparecida ya hubiera alguna llamada o algún indicio de que han comenzado con tu búsqueda, pero de momento seguimos sin datos —Auch, directo al corazón y sin anestesia.
—Pues... —Empieza a darme vueltas la cabeza, eso es cierto. No sé a dónde ir, no sé cómo me llamo ni dónde estoy, por lo que salir por las puertas del hospital supone que me quedo sola. Más de lo que estoy.
—Gerard se ha dispuesto a dejar que te quedes con ellos en su casa, al menos hasta que tengamos un sitio más adecuado o hasta que vengan a buscarte si es que no recuerdas algo relevante sobre ti antes.
— ¿Gerard? ¿Al que le caigo mal y me tenía esposada a la camilla? —Mi cara de sorpresa es bastante evidente, además de que no me hace ningún tipo de gracia.
—Es el sheriff del pueblo, él dice que velaba por el bien común al hacer eso pero bueno, es lo más parecido a un centro social que tenemos por aquí y no debería faltarte protección, por si los que te hicieron esto deciden acabar con lo que empezaron —Se me hace un nudo en la garganta tras oír eso.
— ¿No hay nada mejor? —No me gusta nada esa idea, no voy a mentir.
Ya somos dos.
¿Sabes algo que yo no?
Oh, querida, sé tantas cosas y a la vez ninguna.
Tengo a mi enemigo en mi cabeza.
—Por desgracia no, es esa opción o meterte en casa de alguna familia del pueblo que se preste... en principio se podría pero si les contamos tu situación igual no quieren saber del tema por no meterse en problemas... es algo delicado, a decir verdad —añade haciendo una ligera mueca. Me está dando esa mirada. La mirada de pena.
—No me mires así —protesto cruzando mis brazos sobre mi pecho, mirándome los pies que están bajo las sábanas blancas de la cama del hospital.
—No te miro de ninguna forma —me busca la mirada un momento. No cedo. Él suspira sin dejar de observarme.
—Está bien... —murmuro por lo bajo dándome por vencida. Visto así es lo mejor, ¿no? Le puedo caer mal pero es el sheriff. Le guste o no me debe dar protección y ayuda, además de que ha sido él quien se ha ofrecido a esto.
—Voy a llamarle, no tardará mucho en venir —responde y al verlo puedo notar una ligera curvatura en sus labios. Encima se alegra el cretino.
No tarda nada en salir de mi habitación, menos que Bonnie, y nuevamente me dejan sola.
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