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Capítulo 16

¿La verdad?

Me he decidido. No sé cómo de impulsiva puedo llegar a ser en la vida, pero esto lo tengo bastante claro, meditado y no me parece una locura, o al menos no del todo.

Depende de cómo lo veas.

Ya no sé qué hacer contigo, unas veces me dices que haga unas cosas y cuando decido me pones pegas. Consciencia, ¿De qué vas?

Voy de que tenemos que ir con pies de plomo ahora que estamos empezando a indagar. No te digo que no hagas cosas, solo que vayas con cuidado y que si algo no cuadra salgas corriendo.

Eso tenlo por seguro. A estas alturas la seguridad es lo primero y como me huele algo más raro de lo normal me pierdo por el bosque, y esta vez de verdad.

¿Quieres repasar el plan?

¿Tenemos plan?

Siempre hay un plan. Esta vez no va a ser la excepción.

Te escucho.

Intenta sacar toda la información posible, de forma disimulada y sin que se note. Haz preguntas casuales y deja que hable todo el rato, al fin de cuentas es él quien está interesado. Si te viene algún recuerdo o sensación familiar te aferras a ella y de ahí seguiremos tirando.

Entendido. Procedemos a iniciar la "Operación Caraculo".

Ole, que arte tienes poniendo nombres.

A pesar de tener parte del plan en la cabeza, incluyendo posibles alternativas por si algo no sale como a mí me gustaría, no todo depende de mí. Todo está en manos del factor Asher, a quien llevo esperando hora y media mientras veo cómo se consumen las ascuas de la chimenea.

Lo prometo, he intentado mantenerlo encendido, pero en cuanto las llamas se han ido apagando las ascuas casi se han perdido. Lo bueno es que el calor de la casa se mantiene y en principio no debería afectarnos demasiado que no esté encendida. Pero bueno, eso no llega a ser lo importante. En teoría debería estar metida en mi cómoda cama prestada durmiendo a estas horas, pero en vez de eso he preferido esperar a que todo estuviera en silencio para salir a hurtadillas y esperar a que volviera la única persona que en estos momentos parece que puede arrojar algo de luz a mi desgracia y negra mente. Porque después de decirme que teníamos que hablar, lleva evitándome durante tres días, contando el de hoy. Para cuando me levanto, él ya se había ido y volvía demasiado tarde como para poder abordarlo en algún momento, no me ha quedado otra opción que esperar despierta para ver si logro ver su horrenda cara de culo de nuevo.

Mi breve repaso mental sobre mi patética vida se ve interrumpido cuando un corto sonido metálico que hace la cerradura al abrirse se escucha, rompiendo el silencio y llevándose, a la vez, mi paz interna.

Asher abre la puerta lo justo para que pudiera entrar su cuerpo y, supongo, evitar así que saliera el calor de la cabaña. Se desliza por esta y la cierra con bastante cuidado de no hacer ni el más mínimo ruido, cosa que logra en principio, aunque cuando no atina a colgar la chaqueta en el perchero esta cae al suelo junto con las llaves y lo que parece ser un yunque, porque estoy segura de que si lo llega a intentar no logra armar tanto jaleo.

—Mierda... —Maldice entre dientes y es cuando enciendo las luces desde el interruptor logrando que ambos entrecerremos un poco los ojos hasta que nos acostumbramos al cambio de luz — ¿No te dije que no me esperes despierta? —suelta, puedo ver la ligera sonrisa asomando en sus labios. Ignorando su comentario para romper el hielo, sé que no va a admitirlo, pero dudo que no se haya sorprendido de verme allí esperando su regreso.

—Déjate de historias, querías hablar, ¿No? —cruzo mis brazos y alzo una ceja aguardando su respuesta. Por lo visto mi comentario le pilla desprevenido porque ahora sí puedo notar algo de sorpresa por la forma en la que me mira. ¿Qué pasa, Asher? ¿No te esperabas que la loca que tienes bajo tu techo aceptara tu propuesta indecente?

Claro, y ahora empieza a sonar Romeo Santos de fondo.

— ¿De verdad? —dice a la par que me observa con cierto recelo en su mirada.

—¿Crees que te estaría esperando de madrugada por una broma? —le devuelvo la pregunta como si la respuesta fuera más que obvia. Por lo visto no me conoce tanto como puedo llegar a creer. ¿Quién en su sano juicio está a las dos de la madrugada intentando no dormirse retorcida en un sofá mientras espera a su casero buenorro para tener una conversación? Yo, obviamente.

—No pensaba que fueras a aceptar después de lo del otro día, perdona por dudarlo. Contigo ya no sé qué esperar —Noto cierto desdén en sus palabras tras decir eso último, casi como si le molestara. Recoge la maraña de tela en la que se había convertido su abrigo y me lo pasa. Menos mal que los reflejos me funcionan y lo atrapo al momento, hubiera quedado muy mal por mi parte si se me llega a caer al suelo —Vamos a por leña, esto será largo —Sin darme tiempo para responder, deshace el camino para salir dejando la puerta abierta de par en par y muy a regañadientes le sigo cerrando detrás de mí. Tardo bastante poco en ponerme el abrigo después de que me diera la primera ráfaga de aire de fuera. Se me han helado hasta los pensamientos.

Yo sigo bien.

Mira que me alegro.

¿Ironía?

Pura y dura.

—No sé de qué te sorprendes tanto... en mi situación creo que nadie se hubiera negado a esto.

—Eres especial.

— ¿Qué mierdas significa eso? —lo miro desde mi altura y ya me estoy replanteando todo esto.

—Son dos palabras, ¿Necesitas una explicación? —suelta y de nuevo le sale la sonrisa arrogante. Capullo.

—Sobre lo que significa ser especial, no, pero sobre todo lo demás, sí —suelto, tajante y firme en mi postura.

—Ten paciencia, ya hablaremos de todo —Es lo único que obtengo como respuesta y porque no puede decirme nada más abstracto, sino estoy segura de que me lo suelta.

—Llevas casi tres días sin estar por casa, creo que he tenido suficiente paciencia contigo, ¿No crees? —le recrimino aunque solo parece que le divierte mi queja.

— ¿Llevas la cuenta de los días que no nos hemos visto? —ruedo los ojos y murmuro un "Cretino" que solo aumenta más su sonrisa, la cual no desaparece demasiado mientras seguimos andando unos metros por la nieve.

— ¿Y a mí qué me dice que esto no es una trampa para darme con un palo y tirarme por un barranco? —Meto las manos en los bolsillos, encontrando lo que creo que es un bolígrafo y el envoltorio de un chicle, espero que sea de un chicle. Lo único que agradezco es que es considerablemente más grande que yo, la chaqueta me llega a la altura de las rodillas, así que estoy bastante calentita.

—Oh, por favor, si te quisiera muerta te habríamos dejado tirada donde te encontramos y mi vida sería mil veces más sencilla, te lo puedo asegurar —Le doy una mala mirada logrando que me sonría como si de un niño bueno se tratara.

—Encantador —finjo una sonrisa como respuesta a la suya.

— ¿Por qué has aceptado? —el tono se vuelve algo duro y seco. La conversación se ha puesto seria más rápido de lo que me esperaba.

—Tengo curiosidad, solo eso —alzo mis hombros —No puedo perder mucho con esto, así que a las malas me quedo igual que como estoy. Ya me has confirmado que no vas a matarme, así que lo mismo obtengo respuestas antes de pescar un resfriado —Ahora el que pone mala cara es él. Me dedico a mirar al suelo para no hundirme en la nieve ni tropezar con nada. Lo que menos necesito ahora es torcerme un tobillo y que me tenga que llevar en brazos.

Sería épico.

¿Verme darle un tortazo? Sí, epiquísimo.

—Cualquiera diría que no te fías demasiado de mi persona —noto su mirada sobre mí, pero me niego a mirar en su dirección. Vamos a intentar aparentar seguridad e indiferencia. Que pruebe un poco de su propia medicina el cara de culo.

—Y no lo hago, seguimos siendo desconocidos, o al menos eso creo, me parece que no me has contado toda la verdad —giro la cabeza alzándola un poco para verlo y su expresión me deja bastante claro que esto le hace gracia. Ya somos dos.

—Quién sabe —alza sus hombros teniendo una sonrisa socarrona en los labios y acaba por adelantarse para llegar a una pequeña caseta que estaba a unos metros de la cabaña. Imagino que aquí guardarán la madera y los cadáveres de sus víctimas. Abre la puerta y entra antes que yo, perdiéndose en la oscuridad por unos segundos antes de encender una luz y hacerme una indicación para que entrara —Coje al menos un par de ramas secas para encender la chimenea y yo me ocupo del resto — ¿De verdad? ¿Ahora me vas a hablar de maderas y chimeneas?

— ¿Sabes? Eso no me ayuda en nada para confiar en ti... —añado rebuscando entre un montón de ramas secas.

—Igual no quiero que lo hagas —Asher, siempre sorprendiendo con sus argumentos y siendo tan claro en sus mensajes. Y luego nos dicen complicadas a las mujeres...

— ¿Entonces qué sentido tiene todo esto? —Debe estar bromeando. Eso es. Debe ser una mala broma porque si solo quiere jugar conmigo me voy a encargar personalmente de que se le quiten hasta las ganas de hablarme como sea eso.

—Tiene sentido si dejaras de pensar y analizar todo y te dejaras llevar —responde como si tal cosa. Echando a un lado unos troncos casi más gordos que mi cabeza. —¿Qué coño quieres de mí? No tendría que estar aquí metida contigo a estas horas ni a ninguna, debería estar intentando resolver mis problemas mientras agradezco que me deis un techo y una cama, poco más. De verdad que por más vueltas que le doy no consigo entender por qué narices parezco una masoquista o una temeraria, a estas alturas ya no sé cómo definirme.

—Asher, no estoy para bromas de mal gusto, así que te agradecería bastante si... —no llego a acabar la frase porque repentinamente suelta lo que tenía en las manos y acercándose a mí de forma rápida me acaba acorralando contra la pared — ¿Qué coño haces? —pronuncio sílaba por sílaba mientras pongo las manos contra su cuerpo para intentar ganar espacio, pero apenas logro moverlo unos milímetros, es una mole en comparación conmigo, ni pegándole se movería.

Depende, si apuntas a...

Bien visto.

Antes de que pueda intentar escapar me aprisiona más, quedando ambos bastante cerca el uno del otro. Tiene su vista puesta en mí y no sé cómo sentirme al respecto.

¡¿Perdona?!

Es raro, es una mezcla de sensaciones y la mayoría de ellas no me desagrada. Hay miedo, claramente, pero también algo que no quiero calificar como ganas o la simple sensación de protección.

— ¿Me vas a escuchar ahora? —baja el tono y suena casi como una petición. Todos sabemos que le habría dicho que no en otras circunstancias y que se hubiera llevado una patada en las joyas de la corona, pero el hecho de que me mire fijamente y de que no sepa ni cómo me siento ahora que estamos tan cerca me aturde demasiado. Esto no puede ser bueno, ¿Qué significas para mí Asher? ¿Por qué me siento así contigo?

—No tengo muchas opciones... —respondo de la misma manera dejando, en principio, de hacer fuerza. Voy a dejar a un lado mi orgullo que me dice que no ceda. Hay algo que me está guiando a esto y tiene bastante más peso que el otro.

Suspira aliviado y baja un poco la cabeza rompiendo el contacto visual entre ambos —No sabía qué más hacer... he intentado darte espacio y todo eso, pero esto me supera —confiesa y ahora percibo algo de preocupación en su voz —Han sido unas semanas horribles, estoy perdido y todo es un jodido desastre...

¿Qué está pasando?

—No te entiendo, Asher —es inútil decir otra cosa, sería mentira si le digo que le comprendo.

—Escucha, esto es más complejo de lo que me gustaría, en su momento yo mismo tampoco lo entendía y sigo sin hacerlo...

— ¿Qué no entiendes? —me estoy empezando a agobiar ante su aporte de información inútil.

—Por mucho que quiera no puedo decirte eso ahora, pero...

—Pero... ¿qué...? —lo incito buscando su mirada con desesperación. Clava sus atormentados ojos sobre los míos.

—Necesito que vuelva la chica de la que me enamoré hace seis meses.

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