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Capítulo 15

Ni tan mal

Vale, es un hecho que después de unos días en esta casa ya es bien sabido por todos que no tengo dotes culinarias de ningún tipo, pero bueno, entre la nada qué sé yo y lo poco que me ha podido ayudar Liam al final hemos conseguido hacer algo que espero que no tenga mal sabor porque mal aspecto ya tiene.

—Mira el lado bueno, si no lo matas de indigestión te perdona —se ríe y solo se gana una mala mirada por mi parte —Chica, solo es broma —respondió mordiendo levemente su labio inferior en un vago intento de dejar de reírse ante mi mirada.

—Lo importante es la intención...

—Eso es lo que dicen los que carecen de habilidades para hacer algo y necesitan consuelo.

—Gracias por los ánimos, Liam. Eres la persona a la que pienso recurrir cuando tenga un bajón emocional —comento sarcástica sin despegar la vista de lo que empezaron siendo tortitas, luego pasó a ser pastel y ahora es una masa con un sospechoso color marrón que roza el negro y bastante sirope.

—Hey, sabes que estoy de coña, reina —se me acerca y masajea un poco mis hombros mientras ambos vemos el resultado de una hora en la cocina —Vale, para bajones emocionales me tienes, pero si quieres que te mienta lo siento, no soy tu hombre —Si no fuera cierto le pegaba.

—Gracias... supongo... —no me da mucho más tiempo para hundirme en mi miserable existencia cuando una voz ajena a la nuestra se hace presente en la sala.

— ¿Qué mierda hacéis? Toda la casa huele a quemado —un Scottie que se tapa los orificios de la nariz con el dorso de la mano nos mira con cara de sorpresa. Quiero pensar que es eso.

—Verás... aquí la señorita y yo queríamos probar cosas nuevas y nos ha salido el tiro por la culata.

Buena forma de decirlo.

—Ajá... —oscila la vista entre ambos y me veo obligada a intervenir. Me sacudo los hombros para que el castaño quite sus manos de encima de mí, lo que provoca que se queje levemente, y doy unos pasos hasta el rubio.

—Scottie... —empiezo, pero su mala cara me hace rectificar —... Scott... —asiente y me lo tomo como señal para seguir. Qué sensible. Sabe que le digo así, lo podría asumir de una vez —Lo siento muchísimo, ¿Vale? Sé que solo me quieres ayudar y no te lo pongo fácil, pero todo esto para mí es muy raro y no sé ni qué pensar de todo... me siento una extraña y sobre todo me siento sola. Te agradezco todo lo que haces, a ti, a tu hermano, a Liam, a tu padre... a todos pero, ¡Joder! Estoy muy agobiada y frustrada conmigo misma en estos momentos, no sé ni quién soy, estoy descubriendo mis propias reacciones a las cosas y solo te pido paciencia... con todo lo que has hecho ya por mí te debo el cielo, pero, por favor, no te enfades conmigo si te pido algo de privacidad o espacio en algún momento, necesito aclarar ideas y...

—Wow, wow, wow... bonita, tranquila, ¿sí? —me interrumpe y es en el momento en el que me doy cuenta de lo rápido que lo he dicho porque estoy hiperventilando más de lo normal.

—Mira, será raro... pero siento como si te conociera de toda la vida y me haces sentir menos rara de lo que esta situación me obliga a ser y me sabe mal lo de antes...

Suspira durante un par de segundos en los que guarda silencio y a mí casi me da un paro cardíaco —lo entiendo, de verdad. Lo principal es que estés bien y sí, te pienso dar todo el espacio que me pidas y te tendré toda la paciencia necesaria en todo este proceso, pero entiende que quiera tu bienestar y me preocupes. Soy algo insistente, lo admito, pero de verdad que lo hago porque me pongo en tu lugar y si estuviera viviendo lo que tú me gustaría que alguien se preocupara y me ayudase en todo lo posible...

— ¡Por favor! ¡Besaros ya de una vez! —grita una voz a nuestra espalda y nos giramos para ver a un Liam que está apoyado en la barra de la cocina con expresión divertida —no es por meterme, pero solo nos conoces de unos días, ¿Tanta relación tienes ya con él? —había cierto punto de curiosidad en este.

Nos quedamos callados. ¿Cómo se puede explicar esto? En la vida hay personas que te marcan más y otras menos, unas te dejan huella y te hacen sentir en poco tiempo lo que otras no pueden en toda una vida. Sé que todo esto es muy cliché por mi parte, desde ya quiero aclarar que no me convencen esas cosas, pero es cierto. No puedo explicar algo que ni yo entiendo. No nos conocemos, llevamos poco tiempo juntos, pero hay algo dentro de mí que me dice que es él. Ya no en sentido sentimental, pero sí en el ámbito de poner mi confianza, hay una vocecita que me está guiando en esto y, sinceramente, la estoy siguiendo como una ciega. Es como un pálpito y ante eso poco se puede hacer. Es muy raro, lo sé, pero contra lo que te dice la intuición no se puede hacer nada.

Que profunda.

Es la verdad.

¿Qué crees que opina Scottie?

Quiero pensar que, lo mismo... o al menos algo aproximado.

—No lo entenderías ni aunque te hiciera un croquis —responde mi chico favorito, por mí con su clásica sonrisa de burla.

—Ni li intindirias... —murmura sacando su teléfono —Uy, llamada del jefe, me tengo que ir —añade la mar de animado.

— ¿El jefe? Qué profesional —digo yo retirando el plato con esa masa viscosa y sin forma de la vista de cualquier pobre criatura para que no cause daños oculares irreparables.

—Es mi jefe y lo llamo como quiera, reina —se alzó de hombros caminando ya hacia la puerta.

Esto parece un maldito hostal, la gente entra y sale como si fuera su casa con una tranquilidad asombrosa.

—Si ves a Asher le dices que no tarde, que tengo hambre —la voz sale del armario que hay sobre el fregadero, donde Scottie estaba buscando entre unas bolsas de lo que parecen ser patatas.

—Recibido —se coloca su chaqueta y abre la puerta. Cuando pensamos que ya se iba se asoma antes de cerrar y nos mira sonriendo —No hagáis cositas indebidas ahora que tenéis la casa sola, parejita —Nos guiña el ojo y cierra antes de que un paquete de cereales le diera en su perfecta cara de imbécil redomado.

—Idiota... —decimos a la vez. Nuestras reacciones a su comentario se puede decir que fueron distintas. A él se le venía medio molesto y yo puedo jurar que estoy roja como un tomate por el calor que tengo en las mejillas.

— ¿Quieres comer algo? —me mira un par de segundos y solo niego con la cabeza —Esto... —pincha con un cuchillo las tortillas/pastel/masa rara con sirope alzando una ceja al estar viendo esa cosa.

—En un arranque de locura se me ocurrió que cocinando algo igual lograba que me perdonaras... luego vimos que eso no era lo nuestro, pero ese engendro ya había llegado al mundo —Sé que es una forma fea de llamar a mi creación, pero es que si lo es, lo es, es un engendro, una aberración de la naturaleza.

—Bueno... acabas de confirmar que la cocina no es lo tuyo... —con el mismo cuchillo lo empuja para tirarlo y poder dejar el plato en el fregadero.

— ¿Te puedo preguntar algo? —Necesito más.

—Dispara.

— ¿Cómo te llevas con tu padre? —Ir al grano es lo mejor, ¿no?

—Ehhh... supongo que como todos, ¿No? con nuestros más y nuestros menos, pero ni tan mal.

— ¿Y qué tal Asher? A Gerard solo lo vi el primer día en el hospital y no sé... cómo no lo he visto por aquí, siendo la casa de tu hermano... —espero que pille por dónde van los tiros.

—Se puede decir que mi hermano es una persona algo difícil de tratar. Tiene sus cosas y a menos que le conozcas puede ser algo insoportable, todo sea dicho, aunque eso ya has podido comprobarlo por ti misma — y tanto que he podido. Se alza de hombros en un gesto de restarle importancia mientras se encamina al sofá y se deja caer en este —Asher es muy Asher, es lo que mejor lo define.

—Lo dices como si fuera alguien con problemas mentales o algo —suelto intentando que suene como una broma, aunque su cara me dice que no llega a sentarle como tal.

—Bueno, quiero pensar que no, pero si los tuviera no sería nada raro.

Espera, ¿qué?

¿Khé?

—Me estás asustando... —literal. Eso me pasa por indagar. La curiosidad mató al gato, decían.

Pero murió sabiendo.

—Escucha, es un tema delicado de tratar y no me incluye solamente a mí, ¿De acuerdo? —dice de una forma bastante suave y me mira con cara de "Por favor, no insistas" —Si en algún otro momento sale el tema estando él delante y la situación se da como para hablar de ello te pondremos al tanto, pero, en serio, es delicado. Nosotros mismos intentamos evitar todo lo posible —No me puede contar algo así y callarse. Liam no lo ha mencionado antes, aunque supongo que sí es algo que evaden la mayor parte del tiempo es lo más normal. Ahora solo me han creado el miedo de que pueda vivir con un potencial psicópata.

—Claro, perdona por preguntar, me puede la curiosidad a veces —Me excuso. Lo malo es que esto me deja con la miel en los labios.

—Tranquila, solo dime por qué tienes tanto interés por él de repente y estamos en paz —Que capullo.

—Te he dicho que solo es curiosidad. Os quiero conocer más, para que todo esto no se nos haga tan incómodo, quizás sea mejor que nos conozcamos todo lo posible dentro de las circunstancias y bueno, van surgiendo preguntas que llevan a respuestas que me crean nuevas dudas —si mezclo mucho las palabras igual lo lío y lo pierdo —Si pregunto mucho solo dime, pero prefiero hablar las cosas contigo porque, en fin, los dos sabemos que eres bastante más agradable que tu hermano —me encojo de hombros, tomo asiento frente al rubio, que me analiza con la mirada.

—Me lo tomaría como un cumplido, pero no se puede negar lo evidente —responde con cierto deje de ego que me hace rodar los ojos —Vamos a probar algo. Dices que te agobia no saber nada sobre ti y ya he visto que los métodos del doctor no te parecen efectivos.

— ¿Qué propones? —No es lo que quería, pero igualmente me sirve.

—Preguntas y respuestas, sacamos lo evidente y luego se profundiza.

—Dale, peor no me puedo quedar —suelta una carcajada.

— ¿Color favorito?

—Morado

— ¿Estación favorita?

—Invierno

— ¿Por qué te gusta el invierno?

—Me agrada más el frío que el calor y la nieve se me hace más atractiva que la playa.

— ¿No te gusta la playa?

—Supongo que para un rato sí pero no demasiado...

—Ajá

—Ajá, ¿qué?

—No soy experto en el tema, pero igual tienes algunos recuerdos por ahí perdidos de donde sacas estas respuestas. Si sabes que no te gusta la playa para más que para un rato es porque por tu subconsciente tiene que rondar algo que te dice eso, igual te pasaste todo un verano y no te gustó la experiencia... —No sé si es un pensamiento en voz alta o no.

—O simplemente no recuerdo nada, pero tengo mis gustos claros —propongo y niega con la cabeza.

—No tiene pinta.

—Ah, claro, usted perdone licenciado en neurología y psicología —cruzo mis brazos y se ríe nuevamente. Se ve bastante lindo así. Es como una versión grande de un niño pequeño que se ríe a carcajadas por un chiste malo que has contado.

—Quizás sea eso, pero sacar hipótesis mola más —declara con suficiencia —igual con los sueños sacamos más... ¿Algo que contar?

—Nop... no he soñado con nada desde que salí del hospital —sonrío ligeramente, aunque al recordar la mala sensación de que me seguían por el bosque se me pone mal cuerpo.

—Tu cara me dice que más que un sueño fue una pesadilla...

—Es raro...

—No creo que sea más raro que esa cosa que me habías cocinado, ¿tan poco me quieres que me querías intoxicar? —directamente le tiro un cojín después de ver su cara de drama al decir eso.

— ¡Lo hice con buena intención y todo mi esfuerzo! —me quejo y defiendo, logrando que se ría de nuevo, aunque por mi parte no me río demasiado. En eso tenía razón, la noche que estuve en el hospital tuve una pesadilla de las buenas, de esas que te marcan y no se te olvidan. Aún tengo escalofríos de solo acordarme.

— ¿Y bien? ¿De ese tema quieres hablar o prefieres dejarlo?

—Es del estilo del que os conté... los dos me dejaron con la misma sensación de angustia y malestar...

—Bonita... de verdad te digo que creo que esto es importante, pueden ser recuerdos que o no llegan a salir por el golpe o que tu mente bloquea por tu propia seguridad —su expresión ha cambiado completamente, pasa de ser el enérgico chico de siempre a uno que realmente muestra preocupación e interés, o eso me parece a mí.

—Quizás... —El hecho de que pueda ser yo misma la que bloquee los recuerdos no me tranquiliza nada. ¿Cómo de malos deben ser para que mi mente no quiera que los vuelva a revivir?

La mente es muy sabia.

Y tú eres la parte que no sirve, pero que tiene que estar para hacer la gracia.

¡Alaaaa! Que borde, y mira que intento ayudarte.

¿No serás tú la que bloquea los recuerdos?

Querida, estoy tan perdida como tú en esta cabeza, te lo aseguro.

—Esto va a ser largo y quizás duro, lo sabes de sobra, pero deberías empezar a tirar de... —le interrumpo.

—Estaba sola en medio de un bosque sin saber a dónde ir mientras notaba a algo siguiéndome —suelto de golpe.

Permanece callado unos instantes analizando y con una cara bastante seria. No sé qué esperaba, sinceramente.

——Quizás... quizás fue así como escapaste antes de que te encontraran... no sabes dónde estabas exactamente, ¿no?

—No... solo recuerdo árboles, piedras, tener mucho frío y nieve por todos lados, eso no es muy relevante.

— ¿Y qué me dices del que te perseguía? ¿Tampoco hay nada? —que más me gustaría a mí.

—Creo que era un hombre... no sé... La voz recuerdo que era grave, aunque fue un susurro, pudo ser cualquier cosa.

— ¿Te habló?

—Me dijo que era mi peor pesadilla y lo siguiente es todo negro —aclaro recordando esa parte y logrando que se me pusieran los pelos de punta de la impresión.

—Joder... —murmura.

—Bienvenido a mi frustrante nueva y corta vida —sonrío de forma fingida al decirlo y el vago intento de que suene como una broma se me va con la primera palabra.

—Es cuestión de tiempo... solo necesitas eso, bonita.

Eso espero. No tengo nada y lo peor es que quien me hizo esto sigue por ahí suelto y quién sabe si estará al acecho en cualquier esquina esperando el momento de atacar, de acabar con lo que empezó. 

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