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Capítulo 13

Necesitas una buena dosis de algo llamado "realidad"

— ¡¿Te quieres calmar de una vez?!

— ¡Qué no me grites! —chillo casi histérica dejando que el vaho salga de mis labios casi como si fuera fuego.

—Entra de una vez, por favor... —rebaja bastante el tono y cualquiera diría que está contando hasta mil para no enterrarme la cabeza en la nieve.

— ¡Te he dicho que no quiero entrar! ¡Déjame! —le saco la lengua, lo sé, muy maduro, y salgo del porche para caminar por la nieve mientras me alejo de la casa.

— ¡¿Estás loca?!— grita la voz de Scott a mi espalda y al momento siento como me sujeta del brazo para detenerme. Claramente, empiezo a forcejear y al girarme logro que me suelte, aunque caigo de culo al suelo —Entra, ¡ya! —verlo así impone. Siempre suele verse muy simpático y dulce, ahora mismo parece otra persona.

—No me obligues... —le comienzo a decir antes de sentir el frío de las lágrimas por las mejillas. Mierda, ya estamos otra vez.

Está bien, quizás eso de irse no haya sido lo mejor, pero en cuanto puse un pie en la sala de estar me empecé a agobiar demasiado y la única opción viable que vi para huir de Asher fue esta. Prefiero un bosque helado y un oso antes que seguir bajo su mismo techo.

—Oye... no, no, no... no llores... —se agacha y pone sus manos sobre mis hombros antes de sacarse la chaqueta y cubrirme con ella —...bonita, mírame... —casi me obliga a hacerlo colocando sus manos en mis mejillas, se agradece un poco ese tacto cálido —...necesito que me digas que te pasa, te quiero ayudar, te lo juro, pero así... —Me fijo en sus ojos. Se le nota perdido, como si estuviera intentando descifrar el enigma que soy en estos momentos.

Eso me recuerda a Asher y su maldito apodo. Joder.

—Yo... —susurro y sin dejarme acabar me carga en brazos para llevarme nuevamente al interior de la cabaña, donde al menos el frío me da una tregua.

—Ahora me lo cuentas, no te preocupes —cierra con el pie la puerta de un golpe seco y se hace el silencio en la estancia. Al girar un poco la vista puedo ver a dos perfectos fantoches viendo la escena. No sé quién tiene la cara más pálida del susto —Liam, prepara algo caliente, está helada y tú... —no hace falta decir a quién se refiere—... me tienes que explicar un par de cosas —sentencia sin dejarles lugar a réplica llevándome a mi habitación a un paso algo rápido —Sácate la ropa y ponte algo caliente, no creo que sea lo mejor que pilles otra hipotermia... —me baja con cuidado y suavizando algo más el tono al dirigirse únicamente a mí.

—Scott...

Me calla al pasar una de sus manos por mi mejilla en una caricia que necesito bastante en estos momentos —Haz lo que te he dicho, ahora arreglamos el problema, bonita —añade y tan solo eso, esa simple promesa de que va a ayudarme logra que me calme —Te dejo unos minutos —deja un beso en mi frente tras darme una pequeña sonrisa y desaparece tras la puerta dándome algo de intimidad.

¿Estás bien?

No... estoy cansada mentalmente. Esto es demasiado.

Ten un poco de aguante, quizás dentro de poco todo se arregla...

No sé ni cómo me llamo, dudo que todo se arregle de la noche a la mañana, ni que esto fuera un cuento de hadas.

Opto por algo bastante simple con respecto a la ropa, una camiseta de manga larga y negra como interior con una sudadera del mismo color por encima, unos jeans azul oscuro y unos calcetines gorditos para no ir andando por ahí descalza.

No me ha venido tan mal el cambio de ropa, estoy algo más templada ahora y la ropa sí había resultado bastante perjudicada con toda la nieve, está casi igual que cuando la sacas de la lavadora. Mojada y echa un churro.

Qué ejemplos tan gráficos pones.

Me gusta que se entiendan bien las cosas.

Un par de golpecitos leves en la puerta me devuelven a la realidad, cuando me giro en esa dirección la veo un poco abierta antes de que Liam entrara con una mano cubriendo sus ojos, sosteniendo una taza en la otra.

— ¿Estás visible? —por raro que parezca eso me saca una pequeña sonrisa. La escena es bastante cómica, pero ver a un chico de casi dos metros y que parece un mueble así es bastante tierno.

—Sí, no te preocupes —respondo y separa un poco los dedos de la mano para poder ver entre ellos para asegurarse antes de apartarla de sus ojos y sustituyendo ese gesto inocente por la sonrisa pícara que suele llevar siempre consigo.

—A estas alturas debes estar un poco harta ya, pero... ¡Te he traído chocolate! —exclama fingiendo algo de emoción y ambos soltamos una ligera risa —... oye... si he hecho algo que te haya hecho sentir mal o incómoda... —empieza y eso me quita el punto de diversión. No quiero que piense eso. Cierto es que ya no sé en quién confiar, pero él no es precisamente el mayor de mis problemas.

—Hey, no, no... no has hecho nada, eres un encanto —Doy unos pasos en su dirección tomando con una mano la taza de chocolate y con la otra tomo la suya para acariciarla un poco —Tanto tú como Scott sois los únicos que realmente me hacéis sentir a gusto y algo normal —No voy a mentirle. Eso es cierto, los ratos que he pasado con ellos han sido lo mejor, me hacen olvidarme de todo... bueno, ya sabéis a lo que me refiero.

Suspira con cierta resignación, casi como si no se creyera lo que le digo. Si hay algo que tengo claro es que está metido en algo con Asher y ese algo me incluye. El único motivo por el que le doy más libertad es porque le noto más arrepentimiento, casi como si de verdad le pesara lo ocurrido y eso quiero usarlo a mi favor —Scott está que trina, será mejor que vayamos a la sala... y Erick ya está aquí —añade recuperando su actitud de "chico malo" en ese momento. Cualquier rastro de esa culpa que puedo llegar a ver en sus ojos se borra de golpe, como si estuviera oculta por una máscara.

Ve con cuidado.

Descuida, como vea algo raro sabes que corro.

Salimos los dos al pasillo y me distraigo dando algunos sorbos de la bebida caliente que me ha preparado, únicamente caigo en que aún estamos tomados de la mano cuando él suelta la mía a dos pasos de llegar a la sala común.

Describo la escena. Scott está de pie y de brazos cruzados cerca de la pared que tengo en frente, observando con ojos acusatorios a Asher. Este está sentado en uno de los sillones con la vista perdida en el fuego de la chimenea, teniendo el codo apoyado en la rodilla y la cabeza en la mano de este mismo brazo. Liam se sitúa es este mismo sofá y le da un ligero golpecito con su rodilla en la de este para devolverle a la realidad, provocando que los dos hermanos dejen sus cavilaciones y me miren mientras que Erick es el único que parece estar de mejor humor.

— ¡Pero mira a quién tenemos aquí!, ¡Mi paciente favorita! —suelta abriendo los brazos para darle énfasis a las palabras y como si le diera mucha alegría verme.

Todo es muy raro.

Demasiado.

—Hola... —me paso un mechón de cabello detrás de la oreja mientras avanzo unos pasos en su dirección cuando me hace un gesto para que me siente. Estoy bastante incómoda, me están mirando todos y yo solo quiero salir de aquí.

— ¿Cómo te encuentras? —dirijo la vista hacia él y sí, o le gusta mucho visitar a sus pacientes desmemoriados o está algo entusiasmado con verme.

—Supongo que bien.

— ¿Dolores o algo fuera de lo normal?

—Al margen de que no recuerdo nada, estoy perfecta, no me duele nada —respondo y saca una libretita donde anota algo. Aprovecho esos segundos para mirar de forma rápida en la dirección de los chicos, los tres me vigilan, porque no tiene otro nombre, como si tuvieran miedo de que me escapara. Tampoco les culpo después de lo de antes, pero lo veo excesivo. Lo hacen todo más tenso — ¿Tienen que estar ellos? Se me hace raro... —rezo todo lo que sé para que Erick se tome bien la petición. Aunque esto parece descuadrar a los aludidos, ya que sus expresiones cambian y se miran un poco entre ellos antes de tomar unas posturas menos rígidas.

—Si quieres nos vamos, no hay problema con eso —interviene Scott y lo veo como la oportunidad perfecta.

—Tú puedes quedarte si quieres... —añado y le sonrío ligeramente, ignorando la mirada penetrante de cierto sujeto. Lo siento por Liam, pero necesito espacio y es un daño colateral. Es un hecho que con Scottie me llevo bien, así Asher no piensa que lo tengo todo contra él.

—Pues ya la habéis oído, solo serán unos minutos —añade el médico viendo a los dos morenos y básicamente les invita a irse.

Todo me sale bien por una vez, ambos se levantan sin mediar palabra y pasan por mi lado para volver por el pasillo y, supongo, meterse en alguna habitación para hacer lo que sea y pasar el rato, aunque no me esperaba que Asher se detuviera al pasar por mi lado para agacharse a mi altura y acercarse hasta mi oído —Necesito hablar contigo —susurra dejando un beso en mi mejilla, provocando con todo eso que me quede rígida en el sitio. Se incorpora y me revuelve un poco el pelo sonriendo antes de irse como si nada. Haciendo como que todo aquello era lo más normal.

¿Qué vas a hacer?

Tirarme por un puente y acabar con esta agonía de vida de una vez.

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