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Capítulo 11

Rebajas y secretos

Ayer me pareció que pasó menos rato desde que salimos del hospital hasta que llegamos a casa de Asher y Scott, pero hoy se me está haciendo algo más largo. Viven a unos veinte minutos del pueblo y conforme avanzamos por la estrecha carretera flanqueada por montones de nieve casi igual de altos que yo se puede apreciar como la presencia de vida humana se hace cada vez más numerosa.

El lugar en cuestión es algo entrañable, muy de película. Se ven niños correteando mientras luchan por quitarse las bufandas que seguro que les han hecho ponerse sus padres y que solo les molestan para llevar a cabo sus guerras con bolas de nieve. Hay personas yendo de un sitio para otro, hablando con amigos, con el teléfono en las manos, abstraídos de la realidad... Viviendo sus vidas.

—Bueno, aquí es —Sentencia apagando el motor una vez que estaciona en un aparcamiento frente a un edificio de aspecto algo viejo.

— ¿Qué es esto? —no despego la vista de la ventana hasta que me aseguro de haber visto cada rincón de la fachada de lo que tengo delante. Tiene pinta de que como le sople el aire se cae.

—El centro comercial, bueno, por decirlo de alguna manera —comienza abriendo la puerta para bajarse y me obliga a hacer lo mismo, eso o me toca quedarme sola allí dentro —Es lo más parecido que tenemos, por dentro es más grande y tiene varias tiendas de ropa, a eso venimos —concluye con su clásica sonrisa de no haber roto nunca un plato.

— ¿Presupuesto?

—Yo qué sé, pregúntale al alcalde... —pronuncia y provoca que le dé un codazo al situarse a mi lado liberando así una carcajada.

—Idiota, no me refiero a eso.

—Lo sé, lo sé, pero tus caras de espanto no tienen precio —chasqueo la lengua cruzando mis brazos mientras saca la cartera del bolsillo revisando su contenido —Pues... veinticuatro, quince céntimos... unos diez pavos —una de dos, o las cosas las tienen tiradas de precio en este sitio o solo piensa comprarme un par de bragas.

—No jodas —digo sonriendo con cierta incredulidad.

—Es coña, en efectivo tengo eso, en la tarjeta que me agencié de mi padre hace unos años hay bastantes más, tú no te preocupes por eso y coge lo que te guste —me guiña el ojo tomando mi mano y guiándome al interior del recinto.

Voy a callarme el comentario.

Habla, estamos en confianza.

Ha dicho que te cojas lo que quieras...

Miedo me da por donde va esto.

... ¿Eso lo incluye?

#asustadademipropiaconsciencia

¿Hashtags?, ¿De verdad?

Sí.

Una vez que cruzamos las puertas de cristal del destartalado centro comercial, puedo apreciar como el espacio, en efecto, es bastante más amplio de lo que aparenta desde el exterior. Es un amplio pasillo que tiene varias tiendas a cada lado, de cosas variadas, desde alimentación, ropa, calzado, juguetes...

¿Sexuales?

#miedo

— ¿Qué te parece? —puedo sentir unos orbes acaramelados sobre mi persona y al girar la cabeza hacia mi acompañante verifico que me mira.

—Tiene bastante mejor pinta de lo que me esperaba —sonrío y dirijo la vista a una tienda, la cual señaló con la mano con algo de entusiasmo — ¡Vamos a esa! —su rostro pasa desde la duda hasta la burla ante mi reacción accediendo con un simple gesto de cabeza.

—Donde quieras, yo no pongo quejas — ¿Hay mejores palabras para decirle a una chica? Como sea, me lanzó casi de cabeza en dirección de esa pequeña tienda y a mis espaldas oigo la suave risa de Scottie, que me sigue a escasos pasos.

Únicamente me dedico a mirar ropa por las perchas y estantes mientras este se mantiene cerca de la entrada hablando con el dependiente, imagino que se conocen porque hablan de forma bastante animada, aunque tratándose de Scott no me sorprende, desprende carisma y tiene un encanto natural bastante único. Cuando creo que es suficiente me dirijo hacia donde están dejando toda la ropa encima de la caja para que el chico la fuera cobrando, casi puedo ver como en sus ojos se dibuja el signo del dólar.

—Te dije que podías coger lo que quisieras, pero con esto me endeudas de por vida con mi padre... —dice mientras miraba por encima lo que había seleccionado deteniendo sus ojos sobre algo y con el dedo índice y el anular se dispone a cogerlo, ¿Cómo los ganchos esos de las máquinas de peluches? Pues así, solo que siendo bastante más fiable que esos trastos —esto... —me fijo en lo que tiene y puedo ver como sujeta una de las dos pantuflas blancas de conejitos que había añadido al carrito de la compra.

— ¡Oye! No es mi culpa, me dijiste que no ponías quejas, necesito tener los pies calentitos y son súper monas —protesto mientras el dependiente se ríe brevemente a la par que tecleaba cosas cada vez que pasaba alguna de las prendas.

—Mejor no pregunto... ¿Tienes de todo o necesitas algo más?

—Si te refieres a ropa, sí, tengo de todo.

—Aleluya, entonces será solo un riñón y no dos como me imaginaba —le pego suavemente en el costado y me mira con diversión. Pero le dura poco, cuando las cosas están en las bolsas y su amigo le dice la cantidad a pagar casi le llega la mandíbula al suelo. Un gesto bastante cómico.

Literalmente se ha dejado un riñón en comprarte de todo, pantuflas incluidas.

Al final me voy a sentir mal, jo.

Peor se va a sentir él, cada vez que pase la tarjeta le va a aparecer en la pantalla "Error 404".

Oh, venga.

—Prometo devolverte todo el dinero en cuanto tenga ocasión... —le comento con un ligero tono de arrepentimiento en cuanto salimos de la tienda. Llevo un par de bolsas en cada mano y él va casi igual que yo.

—No hace falta —me mira con esa sonrisa y cara de arrogancia que usa a menudo —Te dije que no iba a poner pegas, solo te tomaba el pelo —Fuera cierto eso o no pensaba cumplir con lo dicho, estaba siendo muy buen chico conmigo, me estaba ayudando en todo lo que podía y más, era lo mínimo que podía hacer.

—No hará falta, pero quiero —protesto e imito su expresión, lo que provoca que alce una ceja sin dejar de sonreír.

—Bien, tú me das el dinero, otra cosa es que yo lo tome.

—De acuerdo, tú no lo tomes, pero yo te lo dejo en tu casa y ya haces lo que veas con él.

—Mandártelo, es obvio —niego con la cabeza y muerdo ligeramente mi labio inferior para aguantarme la risa antes de que ambos nos detengamos —Bienvenida a la mejor cafetería que hay.

— ¿Es la única que hay por aquí, verdad?

—Eso no quita que sea la mejor —responde mientras ya caminaba hacia una de las mesas. Estaba en medio del centro comercial, así que no era un lugar cerrado como tal, había como una barra donde se ocupaban de preparar las cosas y unas mesas alrededor donde se sentaban los clientes, o sea, nosotros, porque no había mucha más gente.

—Esta mañana hemos podido comprobar que no me gusta el café.

—Chica, venden más cosas en una cafetería.

—Te estás ganando una galleta.

—Si es de chocolate la acepto encantado —ruedo los ojos. Es odioso cuando quiere.

—Vale, tú ganas —me siento en la silla frente a este y ambos dejamos las bolsas encima de las otras, así están a la vista y no las dejamos desperdigadas por el suelo.

— ¿Qué van a querer tomar? —escucho una voz joven que se acerca a nosotros. Una chica castaña viene a tomarnos nota.

Muy avispada.

Siempre me insultas.

Te lo buscas sola.

—No seas tan distante, hija, que hay confianza —Scott mira la carta, aunque intuyo que ya se la sabe de cabo a rabo porque ni dos segundos después la vuelve a mirar —Para mí un capuchino y para ella... —hace el gesto de analizarme con la mirada como si fuera algo digno de estudio —...el Jungle Snow Ice —porque soy capaz de entenderlo porque si no lo primero que me hubiera salido por la boca hubiese sido un "la tuya por si acaso".

—Okay, dos minutos y vuelvo —anuncia antes de desaparecer.

— ¿La conoces? —me puede más la duda esa que saber qué diablos se ha pedido.

—Se podría decir que sí —responde y porque no hay otra cosa más ambigua, sino, estoy segura de que me daría algo menos útil.

— ¿Qué clase de respuesta es esa?

— ¿Y tu pregunta? ¿Acaso estás celosa? —me guiña el ojo —Sé que soy un pivón, pero no tienes que preocuparte porque se me acerquen más chicas, solo tengo ojitos para ti.

Yo le meto al final.

Somos dos.

—Idiota —frunzo el ceño y me cruzo de brazos mientras me dejo descansar en el respaldo de la silla.

Chasquea la lengua antes de rodar los ojos como si aquello fuera una tortura —Sí que la conozco, íbamos juntos a clase y prácticamente somos amigos desde pequeños — informa finalmente, por fin. Sonrío de la misma forma que sonreía alguien que hubiera ganado las Olimpiadas y eso solo hace que la expresión de cansancio se acentúe en su rostro —Que petarda eres.

—Solo es curiosidad de la sana —replico y el sonido de los vasos en la mesa me sobresalta.

—El capuchino y el Jungle Snow Ice, que no se os atragante — tras ese comentario se va a otra mesa donde se acaban de sentar unos niños seguidos por sus padres.

—Que maja —remuevo con la pajita roja y blanca el contenido de mi copa a la par que la observo intentando averiguar qué es.

—Es lo que tienen los exs —suelta antes de darle un sorbo a su bebida y casi escupirlo cuando abro los ojos como platos —Qué perra, le ha echado sal en vez de azúcar —Se queja haciendo una mueca de asco mientras sacaba y metía la lengua en la boca como hacen los bebés cuando prueban algo nuevo y les desagrada el sabor.

— ¿Es tu novia?

— ¿Bonita, me oyes? Te he dicho ex, eso indica que ya no lo es.

—Me has entendido, ¿Por qué no me lo has dicho? —se encoge de hombros.

—No lo he visto relevante.

—Por lo que veo no acabasteis demasiado bien...

—No, pero bueno, no soy una persona rencorosa después de todo —comenta dando unos golpecitos con su dedo sobre la mesa —No me esperaba menos de ella, si te soy sincero.

Bebo de la pajita sintiendo el sabor afrutado de la bebida antes de seguir — ¿A qué te refieres?

—Digamos que es algo especial... a su forma.

— ¿Y eso significa...?

—No es la primera vez que vengo, normalmente suele ser bastante simpática y no me echa sal en vez de azúcar a las bebidas —apoya sus codos sobre la mesa cruzando sus brazos y recargando un poco su cuerpo en estos para acercarse más a mí sobre la mesa —Me trata mal por ti —susurra y casi le escupo en la cara.

— ¡¿Pero yo qué he hecho ahora?! —me quejo con confusión y se ríe.

—Está celosa, lleva tiempo queriendo que vuelva con ella y por eso se porta como un angelito cuando vengo solo y como una arpía si vengo con compañía —aclara y tiene su sentido.

—Joder... lo siento —se ríe de nuevo — ¿Qué?

—No es tu culpa, realmente me divierte verla así, mira —me susurra de nuevo —voltea un poco sobre tu hombro izquierdo —me indica y hago lo que me dice pudiendo ver ahora la barra de aquella cafetería improvisada y a una chica con cara de pocos amigos cortando una naranja como si fuera su peor enemigo teniendo la vista puesta en nosotros dos —Ahora mismo eres la persona que más odia en el mundo, después de mí, claro —dirijo la vista de nuevo a este con un nudo en el estómago. Esa tía está loca y le hace gracia.

—Pero... ¿No te da miedo?

—Ahí donde la ves es inofensiva, no te preocupes —me sonríe y lleva una de sus manos sobre una de las mías encima de la mesa para acariciarla, pudiendo escucharse el sonido del cuchillo con más fuerza que antes.

Estás cagada.

Es una ex novia celosa con un cuchillo en la mano, perdona por preocuparme por mi vida.

—No sé qué decirte... —comento y empujo levemente el vaso con mi zumo para alejarlo de mí, se me ha ido hasta el apetito — ¿La dejaste por ser así?

— ¿Así de tóxica, dices? —suelta mi mano para acercarse la pajita a los labios y terminar por mí la bebida. Puedo notar como me traspasan la nuca con la mirada.

—Sí, se ve bastante intensa.

—Y que lo digas —se encoge de hombros —En realidad me dejó ella.

¿Khe?

¿What?

¿Iskiusmi?

¿Can you repeat, please?

— ¡No jodas! —exclamo llevandome una mano a la boca, lo que le hace sonreír de forma amplia.

—Ya ves, dejó escapar al único e inigualable Scottie —Sé que odia que le diga así, pero me parece que ya tiene asumido que me da igual.

— ¿Y por qué? —La pregunta sale sola, no puede dejarme con la duda.

—Qué cotilla nos levantamos hoy, ¿no?

Si tú supieras.

Concuerdo.

—No me puedes contar todo eso y ahora dejar el tema, eso no se hace, es de malas personas.

—Dramática —sorbe de nuevo y al acabarse el contenido del vaso se oye el desagradable sonido de las últimas gotitas siendo absorbidas por la pajita haciendo bastante ruido —Tienes suerte de que sea el chico el que se encarga de los zumos, sino te aseguro que le hubiera echado lo que sea como a mí —comenta y se pone de pie tomando de nuevo sus respectivas bolsas, le imito.

—No sé cómo sentirme ante esa información.

—Anda vamos —parece que le divierte bastante todo esto — ¿Cuánto es? —pregunta a la castaña sin mirarla al estar sacando la cartera.

—Veinte —debe estar de coña.

—Genial, mira, solo tengo diez, como te has equivocado con lo que tú y yo sabemos, te doy solo siete y como para colmo nos estabas mirando tan mal te dejo únicamente cinco y sin propina —le guiña el ojo soltando el billete en la encimera y la otra solo bufa.

—Espero que te haya gustado —comenta de forma envenenada guardando el efectivo en la caja registradora.

—Y tanto, estaba tan salado como tú, aunque me ha servido para compartir bebida con esta preciosidad —me pasa el brazo sobre el hombro y con su cuerpo me gira iniciando el camino de vuelta. No sé si reír o quedarme con la boca abierta — ¡Que te vaya bien, Rachel! —dice más alto antes de que nos fuéramos del todo y únicamente obtenemos como respuesta un grito de "¡Que te jodan!".

—Eres un bicho —le recrimino sonriendo una vez que salimos y este saca las llaves del coche —Te gusta ponerla así —abre el maletero y deja las bolsas que llevaba extendiendo los brazos para que le pasara las mías.

—De alguna manera me tengo que divertir en este pueblo de mala muerte, ¿No? —sonríe cerrando la puerta y dirigiéndose a la parte del conductor para subir, me subo donde el copiloto.

—No vas a contarme qué pasó, ¿no?

—No creo que adelantemos nada —suspira mientras arranca y ahora que estoy dentro sí entiendo por qué me dijo antes de salir lo de la calefacción, esto es un maldito frigorífico. Me iba a dar por vencida cuando una vez que saca el coche del aparcamiento continúa hablando con bastante calma —Me puso los cuernos —abro los ojos como platos y me giro en su dirección.

— ¿Qué?, joder... perdón por sacarte el tema... yo... —Si es que soy una bocazas.

Y de las buenas.

Tú calla.

—Na, da igual, fue hace tiempo y te he dicho que no soy rencoroso, paso del tema, aunque no te niego que me divierto a su costa —sonríe. Siempre lo hace, incluso diciendo que le habían engañado en el pasado, es capaz de mantener esa perfecta sonrisa en los labios.

—Pero... a ver... perdona si ya me meto mucho, ¿Te pone los cuernos, te deja y ahora quiere volver?

Inserte música de telenovela.

#sepusobuenalacosa

—Es más complejo... pero resumiendo mucho, quería estar con otro tío, se acabó acostando con él y al día siguiente me dejó, el tipo pasó de ella cuando se enteró de la movida y fue el que me contó lo que pasó realmente, no le interesaba nada más con ella, al margen de lo que pasó así que cuando vio que se quedó sola volvió a ir detrás de mí, la mandé a la mierda y así hasta el día de hoy —No me esperaba eso.

—Si te digo que no sé qué decir, ¿Me crees? —se ríe un poco.

—No te culpo, es un tema complicado, pero no te preocupes, en serio, ya está todo olvidado y has visto que no tengo problemas si estoy en la misma habitación que ella.

—Una pena que no se pueda decir lo mismo por su parte —se alza de hombros con gesto divertido y el resto del camino lo pasamos hablando de temas más triviales. Hasta que llegamos a casa, qué bien.

—Puedes ir entrando, yo me ocupo de las bolsas —me comenta antes de bajarse del coche y hago lo mismo. Me insiste de nuevo, pero no cedo y hasta que no me da al menos tres bolsas no me despego de su lado para ir dentro con las llaves que me pasa. Tiene que hacer no sé qué en el coche para que no se le congele el motor o algo así, por lo que pasando directamente del tema mecánica me dirijo dentro de la cabaña, tengo ganas de sentarme frente a la chimenea que no puedo.

—Oh, ya estáis de vuelta —me esperaba a Asher, pero únicamente veo a Liam sentado donde yo pensaba plantar el culo para calentarme con el fuego.

—Sí, ¿y Asher? —pregunto, se me hace raro no verlo por ahí.

—Su padre le ha llamado hace un rato y se nos ha jodido el plan, me ha dejado solito aquí —Finge cierto tono de pena con lo último y eso me saca una sonrisa — ¿Qué tal las compras?

—Productivas, tengo de todo y he conocido a una loca.

— ¿Habéis ido al centro comercial, no? —Asiento ante su pregunta y negó divertido con la cabeza —O sea, que me hablas de Rachel.

— ¿La conoces? —Dejo lo que tenía en las manos en un sitio donde no moleste y me siento en el sofá frente a él para calentarme un poco, el viaje de vuelta fue peor por el frío tan insistente que hacía al no estar del todo caliente el coche.

—Claro que la conozco, me hizo el lío para que me acostara con ella sin decirme que estaba con alguien —suelta sin tapujos y nuevamente y por octava vez en el día me estalla la cabeza. ¿Liam fue con quien Rachel engañó a Scott?

—Pero mira a quién tenemos aquí —la voz del último aludido me saca de mi colapso mental — ¡Liam!

— ¡Scott! —ambos pronuncian sus nombres de forma aguda y con tono pijo antes de que el moreno se pusiera de pie para saludar al rubio. Chocan sus manos y las unen antes de darse un abrazo con palmada en la espalda incluida mientras soy testigo de la escena.

Qué fuerte.

Pues sí, ahí están, saludándose como hermanos, a pesar de que son parte de una historia dolorosa para uno de ambos. Sin rencor ni malos rollos, solo ellos, amigos a pesar de las movidas.

#colapsocerebral

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