Más allá de las palabras
ADVERTENCIA: La historia no tendrá escenas sexuales explícitas, pero SÍ se harán muchas referencias, por eso no la puse como +18, porque no creo que perturbe tanto, ni que sea peor a las charlas que niñas de 16 tienen con sus amigas. Aun así, se advierte esto, por si eres una mente muy sensible a la cual por supuesto NO quiero traumar XD. ESO!
Capítulo1:
“Abrió los ojos ese día pensando que nada podría salir mal, que por una vez todo resultaría como quería, que nada interferiría entre ella y sus sueños, y fue así. Vivió feliz por siempre. Fin de la historia.”
Natalia lanzó el pedazo de papel lejos, a estas alturas más frustrada que otra cosa. Esto definitivamente no era lo suyo, y comenzaba a cuestionarse la razón de por qué había entrado al maldito taller de literatura erótica. ¿Obligación? No. ¿Una apuesta? No. ¿Un mandato proveniente de un sueño con un espíritu milenario? Definitivamente no, aunque seguramente eso habría sido muchísimo más interesante. ¿Por acosar a un frikazo obsesionado con la literatura erótica, pero innegablemente sensual? ¡Tililililín! ¡¡Respuesta correcta!!
Intentaba volver a escribir sobre la historia de una tal Katherine –había oído que era un nombre muy común en este mundo literario— que mágicamente terminaba teniendo sexo con su nuevo jefe, pero no podía y no precisamente por pudor, sino que las palabras no fluían en su mente ni sus manos, y lo más cercano que había tenido a escribir un relato erótico con el curso de literatura, eran las fantasías que le provocaba Andrés sentado delante de ella, concentrado y escribiendo sin parar. En su mente, ella le arrebataba la lapicera de la mano, lo dejaba en la mesa, se mostraba ante él, a lo que él sonreía y la hacía suya. Era un plan magnífico, o así lo sería, si la clase no hubiera estado llena de cuarentonas hormonadas y curiosamente inspiradas luego de haber leído 50 Sombras de Grey, quizás si fueran más jóvenes podría haberlo hecho…pero el asunto es que no quería dejar a esas mujeres con imágenes prohibidas de dos jóvenes, y que la vieran follando la haría sentir como si su madre lo hiciera. Aunque por otra parte este era un curso de literatura erótica… ellas lo comprenderían ¿Verdad?
Quitó esas ideas de su mente e intentó volver a lo suyo. ¿Qué tan difícil podía ser describir una polla? Una risita tonta se le escapó de los labios al meditar las diferentes formas de hacerlo, mientras pensaba a la vez que tener una enfrente podría ayudar muchísimo. ¿Andrés aceptaría si lo proponía? Se sonrojó de solo pensarlo, descartando la idea, porque este no era un curso de autodescubrimiento sexual, era solo para escribir y plasmar en palabras los más profundos deseos que estaban guardados en nuestros cuerpos y corazones, o al menos eso decía la profesora. Aunque Ana Lagos carecía de autoridad, e incluso sus alumnos consideraban que tenía un problema de falta de sexo severo, era eso o le iba a llegar la menopausia porque con cinco grados afuera dejar las ventanas abiertas, es porque o tienes un problema de calentura inmenso o las hormonas te están haciendo daño.
—¡¡Llegó la hora de compartir sus creaciones!! – habló la maestra, haciendo que Natalia dejara de lado sus cavilaciones, dándose recién cuenta que en vez de escribir alguna obra literaria sensual había dibujado varios penes con descripciones muy vagas a su lado, donde largo, corto, pequeño, etc, se podía ver rezaba junto a cada dibujo. Río un poco al verlos, eran graciosos, pero pronto dejó de lado las sonrisas porque había que pasarle el trabajo a la persona de delante, y no iba a entregarle a Andrés una página llena de penes. ¡No lo haría! Solo… que sí lo hizo, y apenas había alcanzado a hacer algunos rayones antes de que él viera la hoja.
—¿Esto fue lo que hiciste estas dos horas? –preguntó Andrés sonriendo y mirándola desde su pupitre. La respuesta era no, habían al menos seis intentos de novela en el basurero, y si a eso se le suman las fantasías con él, la verdad es que no sería cierto el que solo dibujó tonterías.
—No –respondió rápidamente, al tiempo que el color subía a sus mejillas sin quererlo.
—Tranquila, todos tenemos nuestros días de no inspiración. No tienes que forzarte. — ¡Es tan dulce! Pensaba Nat mirándolo y recibiendo de vuelta su trabajo, ahora bien, el de él… ella no quería devolvérselo, que vale, ella nunca había leído una novela erótica, pero estaba convencida de que él era buenísimo. Quería robarle su escrito, llevárselo a su casa y hacer cosas muy sucias y sórdidas mientras lo releía.
—Gracias… el tuyo está muy bien, eres realmente bueno en esto.— Esta vez quien se sonrojó fue él, no debía estar acostumbrado a que mujeres como ella le dijeran estas cosas, no debía estar acostumbrado a mostrar lo que escribía de partida.
—Todavía me falta muchísimo, pero me gustaría publicar lo que escribo algún día. Es algo así como mi sueño frustrado ¿Sabes? – Le confidenció nostálgico, y quizás llegaba a comprenderlo un poco, es decir, no es que ella quisiera ser el nuevo Marqués de Sade, pero había soñado desde pequeña con tener su propia línea de ropa y el estar estudiando economía y no diseño a veces llegaba a ser muy frustrante. Ahora bien, la idea de que él desde niño hubiera querido escribir estas cosas la perturbaba de múltiples maneras.
—Sé de lo que hablas – dijo de todas formas. Él sonrió, no era solo su boca, eran sus ojos también transmitiendo un brillo especial, haciendo que luciera más guapo de lo que ya era.
—¿Sabes? Cuando te vi acá creí que ibas a burlarte de mí o algo así, fue un poco vergonzoso. Me anima que te guste también esto.—
Ana volvió a hablar, rompiendo el ambiente de confidencialidad y dando por terminada la clase, que en realidad no le había aportado absolutamente nada a su formación de escritora, pero como eran gratis y había logrado charlar con Andrés eso daba un poco lo mismo. Lo cierto, es que en realidad no estaba interesada en aprender para nada, así que daba absolutamente lo mismo.
—Nos vemos Natalia –habló Andrés tomando sus apuntes y saliendo del salón. Nat suspiró, los hombres guapos no deberían tener estas aficiones, no si no eran capaz de entender las indirectas.
****
—No me puedo creer que realmente hayas ido al taller –río Sofía mirando a su amiga mientras comía un helado, ella siempre estaba comiendo algo a pesar de ser delgada y no muy alta; por esa razón a veces Nat la odiaba, pero luego recordaba que le gustaban sus curvas y que tampoco debía matarse en el gimnasio para verse bien.
—Claro que lo hice, ¿cuándo no he cumplido mi palabra eh niña?—respondió mientras jugaba con su móvil a esos viciantes juegos de facebook, siempre se proponía dejarlos pero también siempre terminaba volviendo.
—Pues esa vez que dijiste que nunca más jugarías Candycrush –La miró muy mal, quitándole el celular —. ¡Mírame cuando te hablo! Y no soy una cría para que me sigas llamando niña.
—Vale, vale… —levantó las manos riendo y dándose de antemano por vencida – el asunto es que Andrés realmente está buenísimo y es realmente tonto, no encontré otra manera de hacerlo.
—Ni siquiera te acercaste a él en la facultad antes de llevar a cabo tu plan de acoso.
—¡Claro que lo hice! Sofi, prácticamente puse mi culo en su cara.— Espero unos segundos que su amiga dijera algo, pero no lo hizo, acusándola con su silencio—. Hablo en serio, incluso me inventé que estaba perdida para que me guiara… le hablé de sexo, de un reportaje sobre 50 sombras; es decir, de alguna manera me enteré del taller ¿¿En serio te parece que no me esforcé??— Aunque no quería hacerlo, Sofía empezó a reír estando a punto de atragantarse con el helado.
—Vale, te lo concedo – habló limpiando el helado que había caído en sus brazos.
—De todas formas, por qué diablos estás vestida así.
—¿Así cómo?
—Así como si fuera un jodido día de enero y no uno de mitad de junio – respondió observando el conjunto que llevaba su amiga ese día, que no era más que unos jeans delgados ajustados, una musculosa ceñida con lunares negros sobre un fondo blanco, y una chaqueta de mezclilla, puesta a su lado en el banco en el que se encontraban sentadas. Se veía guapa, de hecho, muy guapa, de ese tipo de look que en realidad has estado toda la mañana meditando, pero se termina viendo casual.
—No tengo frío, estoy comiéndome un helado Nat – dijo sonriendo.
—Y una mierda, estás tratando de ligar. ¿Quién? Quiero la respuesta ahora, yo siempre te hablo de mis ligues.
—No hay nadie.
—Aun.
Sofía bufó, haciendo que su flequillo castaño claro se desordenara y sus ojos de un azul oscuro resaltaran.
—Eres muy pesada, lo sabes ¿Verdad?
—Habla. Ahora. Ya.
—Se llama Carlos, estudia contaduría… moreno de ojos almendrados… tal vez lo conoces… — empezó a contar nerviosa y tupiéndose a momentos. El asunto es que Natalia claro que lo conocía, y ese hombre no era para su amiga, no lo era en ninguno de los sentidos.
—¿¿Ese con pintas de motoquero que mide como dos metros y parece que pesa 200 kilos??
—¡No pesa eso! Es muy delgado en realidad…
—¿Cómo lo sabes? –Sofía se ruborizó —. ¡Por Dios! Lo has visto desnudo –un segundo de incómodo silencio se produjo— debe tener una polla inmensa… — Vale, lo último había estado un poco fuera de lugar, pero últimamente había pensado mucho acerca de eso, no había sido intencional.
—¡¡No lo vi desnudo!! ¡Y no sé nada de sus partes íntimas, Nat!
—Vale, ¿entonces cómo sabes que es esbelto?
—Ayer casi me desmayo en el metro, él estaba cerca de mí… y evito que me cayera a los rieles. –Los ojos de Nat se abrieron más por la sorpresa. ¡Esto era lo que necesitaba su novela! Y su vida, para variar.
—¿Te cargó? ¿Por eso lo tocaste?
—Sí, fue muy amable Nat; yo no me lo podía creer.
—¡Qué romántico!
—¿Verdad que sí?
—¿Y por eso vas así? ¿Para que la próxima vez que te desmayes te toque las tetas?
—¡¡No!!— Natalia enarcó una ceja—. No lo pensé mucho, solo me quería ver guapa para alguien, incluso me llevó a casa…¿Lo entiendes verdad?— Claro que lo entendía, eso le pasaba a ella el 90% del tiempo, siempre procuraba vestir bien, utilizar maquillaje que favoreciera a su piel cobriza, y peinar con cuidado su cabello negro. Era guapa y lo sabía, pero también comprendía que no estaba mal potenciarse para alguien especial, que en su caso era un misterio, pero le gustaba pensar que cuando llegara el amor de su vida (o quizás incluso el polvo de su vida) ella estaría preparada.
—Lo entiendo, eres muy tierna.
—Deja de tratarme como una niña, ¿vale?—la fulminó con la mirada.
—De acuerdo.— La miró seria, posando sus ojos miel en los azules de ella —. Ese hombre quiere follar contigo.
—¡Dame un respiro! La vida es algo más que sexo Nat.
—Lo sé, pero ese hombre quiere follarte, eres preciosa Sofi, a pesar de ese corte de pelo de mierda que te hiciste.
—¿Tu punto?
—¡Eres virgen!
—¡¡¡Nat!!! –gritó observando a su alrededor para ver si alguien había oído, pero al parecer estaban solas —. No digas esas cosas tan a la ligera.
—Lo siento, pero ese hombre es gigante, tu primera vez va a ser con un asiático, te lo he dicho millones de veces.
—¿¿Eso no debería decidirlo yo?? Además no quiero tener sexo con él, solo quiero conocerlo.
—Más bien que él te conozca – dijo mirándola de arriba abajo — ¡Y no lo decidirás tú! No pienso ir al hospital por un desgarro vaginal. Hablo en serio.
—¡¡¡Natalia deja de hablar tantas tonterías por favor!!!
—Eso dices ahora… — Y quería seguir hablando, pero se quedó callada, porque acercándose a ellas estaba Andrés con su cabello rubio ceniza, desordenado por el viento y los ojos marrones brillando por el ejercicio, al parecer había estado corriendo porque su rostro generalmente pálido estaba algo sonrojado.
Nat sonrió, le encantaba ese chico.
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BUENO, gracias por leer. Subiré capítulo una vez por semana :) XD Primera vez que subo algo largo a wattpad (ohporDiosquéecomción) Desde ya advierto que esta historia pretende entretener más que nada, pero aún así, aceptaré todas las críticas que puedan hacerme :33 Así que eso XD No sé qué más decir.
Gracias de nuevo >.<!!!
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