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En Todo Momento, Uesugi Yuki Es...

La nieve caía silenciosa, cubriendo el mundo exterior con una serenidad engañosa. Dentro de la casa, el ambiente era mucho menos pacífico. Yuki, sentada en su escritorio, observaba el dibujo que había estado trabajando toda la tarde. Había cuidado cada detalle, con la esperanza de que su pequeño gesto pudiera alegrar a Akane.

Desde la llegada de las Nakano, el corazón de Yuki había estado en constante conflicto. Ella no compartía las dudas que algunas de sus hermanas habían comenzado a expresar en voz baja, como si la aparición de esas mujeres pudiera borrar todos los años que Akane había dedicado a ellas. Las palabras de sus hermanas solían resonar en su cabeza "Ella no es nuestra madre"

Para Yuki, esas palabras eran como una puñalada. No porque dudara de quién era su madre, sino porque sabía que Akane las había escuchado también. Aunque Akane intentaba mantener su habitual calidez y fortaleza, Yuki veía cómo esas dudas la herían, cómo su sonrisa se volvía más tenue y su voz, más apagada.

"Akane es mi mamá" Pensó Yuki, apretando los puños. Ella siempre lo ha sido. Es quien estuvo conmigo cuando estaba asustada, quien la abrazó cuando lloraba, quien le enseñó a amar a pesar de sus miedos.

Afuera, el viento invernal aullaba. Yuki respiró hondo, apretando el dibujo contra su pecho, y salió de su habitación. Bajó las escaleras en silencio, siguiendo la luz tenue de las bombillas  que parpadeaban en la sala. Allí estaba Akane, sentada junto a la ventana, con una taza de té en las manos. La escena habría sido tranquila si no fuera por la expresión en su rostro. Akane parecía perdida en sus pensamientos, mirando la nieve caer, sus ojos reflejando una tristeza que Yuki no podía soportar.

— Mamá… —
Dijo Yuki en voz baja, apenas un susurro.

Akane se giró, sorprendida.

—¿Yuki? ¿Qué haces despierta a estas horas? —
Pregunto, preocupada.

La voz de Akane era suave, pero Yuki pudo notar el cansancio que se escondía detrás.

— No podía dormir…—  Yuki se acercó lentamente, sus manos temblando mientras extendía el papel — Hice esto para ti —

Akane tomó el dibujo con cuidado, como si fuera algo frágil. En el papel, Yuki había dibujado a Akane rodeada de ella y las demás, todas sonriendo juntas bajo un cielo nevado. Había capturado la calidez y la unidad que siempre había sentido con Akane. En la parte superior del dibujo, había escrito con letras grandes: Te amamos, mamá.

Akane miró el dibujo en silencio, sus manos temblando ligeramente. Una lágrima cayó sobre el papel, y Yuki sintió un nudo formarse en su garganta.

— Yuki…  — Akane dijo con la voz quebrada. — Es un hermoso dibujo…—

— Quiero que sepas que, siempre te amaré, sin importar la situación. Porque eres mi madre —

Akane dejó el dibujo sobre la mesa y abrió los brazos. Antes de que Yuki pudiera reaccionar, la envolvió en un abrazo cálido, sosteniéndola como si fuera lo más valioso del mundo.

— Gracias, Yuki — Murmuró Akane, su voz llena de emoción — No tienes que preocuparte por mí, tu ¿Estas lista para mañana?  —

— Solo quiero que seas feliz — Dijo Yuki, hundiendo su rostro en el pecho de Akane —No importa lo que pase, mañana iré y le dejaré en claro que mi única madre eres tú —

Las palabras de Yuki resonaron en el corazón de Akane. Durante días había cargado con la duda, con el miedo de perder el lugar que había construido con tanto amor en la vida de esas niñas. Pero ahora, con Yuki en sus brazos, sintió que su mundo se estabilizaba un poco.

— Cielos, no digas esas cosas o llorare — Akane se separó del abrazo — De todas maneras, después del incidente de tu hermana las reuniones se limitan a casa, aunque me costó un poco convencer a esas.... Mujeres, se llegó a algo  —

— Mamá... ¿Paso algo con Hiroko? ¿Ya hicieron las pases? —

— Si, Hiroko es una buena niña como todas — Akane respondió, mientras que le daba una breve caricia en la cabeza a Yuki — No debes preocuparte, solo hay que darle las cosas al tiempo, de igual forma nunca me iré —

— Pero... Luces bastante triste —

— No te atormentes por eso, más bien dime ¿Estas lista para mañana? —

Yuki giro la cabeza con nerviosismo, mientras que jugaba tímidamente con sus dedos y evitaba la mirada de Akane.

— Y-Yo... P-Pienso que si — Respondió tímidamente — Me das más seguridad saber que estaremos aquí —

Akane dejo la taza de té ya vacía en la cima de la mesa de centro, mientras que miraba atentamente a Yuki.

— ¿Segura que estarás bien? —

Era razonable que Akane se sintiera así de preocupada, después de lo que sucedió con Hiroko había estado más alerta en cuanto a lo que pudiera pasarle a las niñas. Si no hubiese sido por intervención de Fuutarou tal vez no hubiera llegado a una solución con el resto de las Nakano.

Yotsuba no hablo del tema, parecía recia, o tal vez asumió la responsabilidad de lo que pasó, aunque se tratara de ella misma.

Tal vez la culpa y la responsabilidad por primera vez le habían ganado.

— Lo estaré — Yuki respondió con confianza — Me siento nerviosa, pero... Quiero que no tengas que preocuparte, así que déjalo en mis manos, mamá —

(...)

El viento invernal soplaba con fuerza, haciendo que las ramas desnudas de los árboles chocaran entre sí. Dentro de la cálida casa, Yuki estaba sentada frente a la chimenea, sus manos sosteniendo una taza de té que Miku le había preparado. El silencio entre ellas era palpable, roto solo por el crepitar del fuego.

Miku, sentada frente a Yuki, observaba a la niña con una mezcla de nerviosismo y nostalgia. Habían pasado años desde la última vez que vio a su hija, y aunque sabía que este encuentro no sería fácil, no esperaba que fuera tan difícil encontrar las palabras adecuadas.

— Gracias por dejarme verte —
Finalmente Miku dijo, rompiendo el silencio. Su voz era suave, casi suplicante.

— Hmmm, no es nada  —
Respondió Yuki con calma, sus ojos fijos en la taza que sostenía.

Miku intentó sonreír, notando la distancia que Yuki estaba poniendo entre ellas.

— ¿Cómo estás? ¿Cómo ha sido tu vida? Quiero saberlo todo sobre ti —

Yuki levantó la mirada lentamente, evaluando a la mujer frente a ella. Había algo en sus ojos, una mezcla de curiosidad y desconfianza.

—Estoy bien —
Respondió con sencillez.

— Eso es bueno — Dijo Miku, un poco incómoda — Sé que esto puede ser extraño para ti. Después de todo, no hemos tenido la oportunidad de conocernos...—

— No es extraño — La interrumpió Yuki, su tono tranquilo pero firme  — Solo... no sé qué esperas de mí o que quieres —

Miku parpadeó, sorprendida por la franqueza de su hija.

— No espero nada, Yuki. Solo quiero conocerte, acercarme a ti. Sé que he cometido errores, pero quiero arreglar las cosas. Es lo menos que puedo hacer —

— Errores — Repitió Yuki, como si probara la palabra — Abandonarme cuando era un bebé no fue un error, Miku-san. Fue una decisión —

El comentario cayó como un golpe, y Miku no pudo evitar apartar la mirada.

— Tienes razón — Admitió después de un momento de pausa  — Fue una decisión. Y fue la más difícil que he tomado en mi vida. Pero quiero que sepas que no fue porque no te quisiera —

— Entonces ¿Por qué lo hiciste? —
Preguntó Yuki, su tono aún tranquilo, pero sus ojos brillaban con una intensidad que Miku no había esperado.

Miku respiró hondo, buscando las palabras. No esperaba que su hija fuera de esa manera, cuando la vio por primera vez pensó ver un reflejo, pero por lo que veía ahora mismo. Ellas dos no se parecían en nada.

— Estaba asustada. No estaba preparada para ser madre. Sentía que no podía darte lo que necesitabas, y pensé que era mejor que... Que tu padre lo hiciera sin mi  —

— ¿Y ahora? — Yuki inclinó la cabeza ligeramente  — ¿Qué cambió después de todos estos años para que cambiarás de opinión? —

— Cambió que me di cuenta de cuánto te extrañaba — Respondió Miku, su voz temblando ligeramente — Quiero ser parte de tu vida, si me dejas —

Yuki asintió lentamente, como si considerara sus palabras. Luego, la observo fijamente a los ojos.

— ¿Sabes quién ha sido parte de mi vida todo este tiempo? Akane-san. Ella me cuidó, me dio amor y me hizo sentir como si siempre hubiera sido su hija. Nunca me hizo sentir que faltaba algo, ni siquiera cuando supe que no compartimos la misma sangre —

Miku tragó saliva, incapaz de ocultar la punzada de dolor que sintió al escuchar eso.

—N-No estoy tratando de reemplazar a Akane. Solo quiero recuperar el tiempo perdido —

— ¿El tiempo perdido? — Yuki dejó la taza en la mesa frente a ella y cruzó las manos sobre su regazo. “Ese tiempo no se puede recuperar, Miku-san. Crecí sin ti. No estuviste allí para mi primer paso, ni mi primer día de escuela, ni las noches en las que me sentí sola. Akane-san fue quien estuvo a mi lado, quien me abrazó cuando lo necesitaba. Para mí, ella es mi madre, algo que tu nunca podrás ser, por más que quieras hacerlo —

— Yuki, por favor — Suplicó Miku, inclinándose hacia adelante — No quiero que esto sea una competencia. No estoy diciendo que Akane no sea importante. Solo quiero una oportunidad para demostrarte que también puedo serlo —

Yuki la miró con calma, pero sus palabras fueron directas. No iba a echarse atrás.

— No estoy enojada contigo, Miku. Ni siquiera te odio. Pero no siento nada por ti, porque nunca estuviste allí para que pudiera sentir algo —

Miku retrocedió ligeramente, como si las palabras la hubieran golpeado físicamente.

— E-Entiendo q-que e-estés dolida... Pero si me dejas yo...—

— No estoy dolida— La interrumpió Yuki — Estoy agradecida. Porque tu ausencia me permitió tener a Akane-san. Ella no es mi madre biológica, pero es mi madre en todos los sentidos que importan. Y no voy a traicionarla por alguien que decidió irse —

La firmeza en la voz de Yuki era sorprendente, incluso para ella misma. Aunque su naturaleza era tímida, en ese momento habló con una seguridad que no dejaba lugar a dudas.

—¡¿No crees que deberíamos intentarlo?!  —
Preguntó Miku, desesperada— Sé que no puedo cambiar el pasado, pero podemos empezar de nuevo, yo... ¡Yo estaré para ti! —

Yuki negó con la cabeza lentamente.

— No puedo darte lo que buscas, Miku-san. No porque no lo quiera, sino porque ya encontré a mi madre. Y no es justo para ella que siquiera lo considere. Ella se ganó mi amor, mi confianza, mi lealtad. Eso no se puede reemplazar —

Miku bajó la cabeza, sus hombros temblando ligeramente.

— L-Lo siento — Murmuró — Lamento haber tomado esa decisión. Lamento no haber estado allí, por favor, perdoname —

— No puedo cambiar cómo me siento — Dijo Yuki suavemente. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta de la habitación de sus padres — Gracias por el té. Espero que encuentres paz contigo misma, porque yo no puedo ofrecerte lo que buscas —

Miku alzó la vista, viendo a Yuki marcharse. Quiso decir algo más, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta.

Minutos después, Miku, sin saber que pensar, decidió irse.

Y, cerrando la puerta tras ella. La nieve crujió bajo sus pies mientras caminaba hacia el dolor y distancia que ella misma había creado en todos estos años.

En el corazón de Yuki, no había dudas. Akane era, y siempre sería, su madre. Y Miku no podía cambiar eso.

(...)

Yuki se sentó de rodillas, en la puerta de la habitación de Fuutarou y Akane, empezó a temblar y se desplomó rápidamente.

Empezó a respirar de manera agitada, los nervios la comieron durante toda la conversación, sin embargo logro mantenerse firme.

— Te haz esforzado mucho, cariño —

Yuki levantó la mirada con confusión, ahí la vio. Akane estaba sentada en la silla de escritorio observándola con una sonrisa.

— M-Mamá.... ¿S-Siempre estuviste ahí? —

— Lo lamento — Akane se dirigió hacia ella, poniéndose a su altura — No confío para nada en esas mujeres, así que decidí espiar un poco... —

Yuki empezó a derramar lágrimas de sus ojos y abrazo ha Akane.

— ¡T-tenía... Tenía tanto miedo! — Yuki exclamó entre lágrimas — ¡Y-Yo... Yo estaba tan nerviosa, tan insegura! —

— Lo haz hecho bien Yuki, no tienes porque llorar — Akane la envolvió entre sus brazos y le acarició suavemente la espalda — Le dijiste claramente como te sientes, y eso es admirable... Estas creciendo tan rápido Yuki, estoy tan orgullosa de ti —

En ese momento, solo estaban ellas dos. Parecía que el mundo se detenía y solo estaba Akane, consolando a su hija.

Yuki es la más determinada, después de todo.

Nota del fakin autor.

Jajaja chingo de días que no actualice, la verdad si he estado ocupado pero lo había olvidado. Así que discúlpenme.

¡Yuki mostró determinación y firmeza ante Miku! A pesar de su timidez, ella, con la determinación de no hacer sufrir a su madre, encaró a Miku de una manera educada.

¿Acaso Miku mereció más papeadas?

¿Por qué Yuki es tan firme a Akane?

¿Realmente su vínculo es más fuerte que cualquier adversidad?

¿Qué pasó con Rena?

¿Como serán los momentos de Mai y Kaede?

Eso lo veremos próximamente, ponche arco todo aburrido, yo quiero desmadres.

¿Qué les pareció?
¡Leerlos me anima bastante!

Ya se la saben, si no quieren que tarde en actualizar, den apoyo a esta parte.

Sin más que decir les doy un abrazo psicológico y nos vemos en próximas actualizaciones.


Aaaaaaaaa

Chao

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