M: Thalia -  Manías
Dedicado a jessnathy
                                      

El agua le llegaba hasta el cuello, por más que gritaba nadie acudía a su auxilio,  la muerte lentamente la llevaría de la mano a convivir con ella y todo a causa de una estúpida decisión...huir sin pelear, dejarlo ir.

La noche cayó con su manto negro y las estrellas en el firmamento iluminaban sus lágrimas,  no resistiría esta agonía, las piernas entumidas no respondían,   se dejaría ir sin pelear una vez más, la corriente de agua arrastraría su cuerpo lejos y moriría por inmersión.  En silencio se despidio de quiénes amaba, estaba segura no les volveria a ver , tal vez, al otro lado de este mundo D estaria esperándola y quizás allí lo amaría como el le pidió.

El sonido de quién se lanza al agua golpeó sus sentidos, se dibujaba las ondas de movimiento en la superficie,  una nimia esperanza palmeo su corazón,  de pronto escucho una voz que la llamaba a gritos,  una luz entre tanta oscuridad,  emitió un quejido leve, más bien un suspiro de rendición y cuando creyo que el destino  jugaba nuevamente con su razón  un rostro  emergió del agua, ese par de ojos negros que conocía desde siempre la miraban con súplica y adoración, sus brazos fuertes la rodearon apegandola a su pecho desnudo traspasando el calor de su cuerpo al suyo,  esfumando el frío , sus musculos respondieron a sus gentiles caricias  y el ritmo de su respiración relajo la suya, Andros  la rescataba de perderse, le devolvía aquello que le arrebató el día que se fue ..Su vida.

Salio de la cama a prisa,  en sus sueño el pasado llamaba a gritos, la figura   de   aquél   por quién durmio  su corazón   le    buscaba    con desesperación y ahínco,  las imágenes de los hechos vividos se mezclaban con lo que debió ser y no fue, generando que un ciclón de recuerdos   se despertacen en su interior. 

En las afueras de la casa el amanecer despuntaba en el horizonte y el rocio húmedo del pasto y el frío calaba  su traslúcida piel, no se preocupo de buscar abrigo o calzarse algo, la prisa obnubilaba sus pensamientos .  Al rato, reparo en sus pies descalzo  sus uñas  comenzaban a  tornarse  azuladas por el frío y la nula ingesta de comida en su sistema.

Sus pasos la llevaron por la orilla del camino principal, el cual separaba la propiedad en dos, atraveso los jardines  y desde la altura de la colina miro con melancolía el viejo columpio de color rojo que se encontraba tras las caballerizas. Su corazón latió presuroso,  quizás al mismo ritmo de años atrás,  cuando iba en busca de Andros en las vacaciones de verano, mientras trabajaban las cosechas de estación junto a su hermano Teo. 

  A sus pies le volvieron a salir alas, igual que cuando era niña, corrió con una prisa hambrienta por llegar allí; por alcanzar el recuerdo invorable de su mirada y su sonrisa.

Se detuvo, casi sin aliento y con el pecho lleno de emoción,  su  mirada lacónica quedó fija en los detalles del juego infantil, cómplice silencioso de su enamoramiento, los tres asientos de madera tallados, en cada uno  las iniciales de sus nombres, el de ella más bajo que los otros dos para que lo ocupará con facilidad.  Reparo en el suyo y un suspiro se le arrancó a su boca, aún conservaba el dibujo de aquella libélula azul que  Andros replicó para ella.

El eco de su memoria emocional evoco las  palabras  de aquel dia y las sensaciones se   mezclaron con el nudo alojado en su  garganta que clamaba a gritos dejar fluir las palabras escondidas , las repaso en voz alta - únicas, hipnóticas y esquivas, tal como tú ..... pero son mi pasión -  Andros se las había dicho fuerte y claro esperando ver su reacción.  Pero sus labios  no pronunciaron palabra,  ni su cuerpo reaccionó  y la emoción se dibujo como un pulso débil en su corazón que tiñó sus mejillas de color carmesí, pero la cobardía y el miedo vencieron a su corazón. 

Recorrió con los dedos torpes la superficie de madera y sus asperas cadenas le recordaron las manos duras y trabajadoras de Andros,  le sorprendió ver que el juego estaba bien mantenido, los años habían sido misericordiosos o bien su padre lo mantuvo intacto  con la esperanza vana de que aquellos trozos de fierro y madera moldeados hicieran  llenar la casa del alegre ruido de voces infantiles,  pero ni Teo ni ella se habían dignado a cumplir su anhelo.

Sopeso el simple hecho de sentarse ahí y dejar que las penas se las llevará el viento, deslizó su cuerpo hasta quedar en la posición exacta para tomar el impulso y comenzar el balanceo. Sus brazos se volvieron alas nuevamente, perdiendo lentamente las cadenas que sostenían su dolor dejándola libre para volver a esperar.

En su   espalda   sintió el   calor corporal de   una mano fuerte que la impulsaba, él era y seria aquél aliciente para su corazón y su alma,   el sonido inconfundible de la voz de Andros corto su respiración,  si se atrevía a mirar el recuerdo o el sueño se esfumaria y nuevamente estaría hundida en el dolor, prefería seguir sintiendo el fantasma de  añoranza,  al vacío de ausencia.  

El suave sonido del aire que se corta con el movimiento del cuerpo  al balancearse le hizo respirar,  su pecho apretado por las emociones vividas eran una lápida de mármol que cargaba su existir, fue libre y lloro como nunca antes. Por la pérdida de D, por las culpas acumuladas,  por estar nuevamente sola, por ser una mujer quebrada, por ser simplemente esa muñeca de porcelana que admiran pero que nadie toca por miedo a dañar... por sentirse desvalida desde que él no estaba, por no ser valiente y gritar al mundo que tenia miedo de amar.... por no cerrar los ojos y confiar que las heridas y el dolor se sanarian...por no decir Te Amo y dejarlo ir..... por olvidarse de volar.

Teo la observaba desde el ventanal de casa, su figura imponente era la de un guardián silencioso, pero esta no hacía juego con la fragilidad y nobleza que guardada en su  interior. Como su hermano mayor velaría siempre por su bienestar y felicidad,  Helena era una parte importante de su alma, ella era la paz de sus demonios, tenia esa cualidad que espelia a flor de piel.

Los días allí transcurrían con una paz que embriagaba, entre esas paredes vivían los fantasmas de una vida feliz que no desearon partir junto a sus dueños, los ecos de las risas de unos jóvenes enamorados , el aroma de la libertad y de los sueños que te dan alas. La Casona de Toledo y Meza era el manantial de esperanza para Helena.

Habían transcurrido  días duros, donde ella  mantuvo   esa   compostura inquebrantable,  que él no comprendía,  vistio de negro riguroso y apenas cruzó palabras con quienes asistieron al sepelio, sentada en una esquina impavida, atenta a cada uno de los discursos de despedida, su cuerpo estaba presente pero su  mente estaba en otro lurgar. El dolor era la coraza que repelia las ganas de dejarse ir. Solo se  permitió llorar una vez,  cuando tomó entre sus manos las cenizas de D y las esparcio al viento, el mar, la tierra o el cielo serían su lugar de descanso infinito.

D se encargó que nadie viera su cuerpo después de muerto, el único que reconoció su cadáver fue Teo, quién como su abogado llevo a efecto sus indicaciones.  La ultima imagen que conservarian de él, seria las que había dejada en las retinas de quienes le querían. Visito uno por uno a los amigos y familiares y cada uno de los presentes    entendió    que  la decisión  llevada   a cabo   fue  calculada con una premeditación escalofriante.

  La posición en la que estaba, simplemente era nefasta, D lo había arrastrado al fango de la mentira con los ojos abiertos.

Teo miraba con pesar su vida , mientras el humo del cigarrillo se disipaba en la habitación,  pensó en como ésta cambio en tan pocos meses. Siempre se caracterizó por ser  recto, justo, dedicado y cuando juro aplicar la ley y las normas de la jurisprudencia lo hizo pensando en su padre y en los valores inculcados por el.   Jamás en los años ejercidos se negó a prestar sus servicios,     en él se encontraba marcada a fuego la premisa familiar:    " Estudia por vocación y servicio  no para abultar el bolsillo.  Equipara la balanza de la vida".

Y allí mismo en su mayor orgullo se ocultaba su talón de Aquiles. El día que Darwin se presentó en su despacho comprendió que su presencia no era cosa del azar, algo grande traía entre manos, no hizo una visita cortes de parientes politicos, sino de manera formal por medio de una cita.

Aquél ínfimo detalle hizo que las alarmas de su juicio se encendieran, algo le hacía presagiar que el destino le jugaría una carta macabra.

A grandes rasgos le explico que le inquietaba ordenar su patrimonio y la distribución de este,  dejar su legado escrito, por ello,  necesitaba contratar sus servicios. Teo sopeso la idea, por un momento estuvo tentado a delegarla a manos de otro colega, pero a la luz de su insistencia y por una curiosidad mundana , aceptó

Una vez firmado el contrato entre ambos  vio el brillo en  la mirada sagaz de D , sus centrinos no lograban ocultar el abismo de sus  secretos,  las palabras que escucho a continuación salir de su boca lo dejaron perpejlo de lástima y dolor.  El infierno cayó sobre sus hombros y bajo la cláusula de confidencialidad sería su perdición, su boca estaría cerrada hasta el día que diera curso a las disposiciones establecidas. 

Se rasco la cabeza y sus cabellos color trigo quedaron desordenados de manera brusca, aun tenía que enfrentar la lectura del testamento, reunir a todos los involucrados y  no era cuestión sencilla, más cuando él conocía su contenido y las réplicas que dejaría en  quiénes debía reunir,   las disposiciones que D estableció eran claras y dolorosas para todos.   Helena moriría,  nuevamente, cuando escuchara la verdad que él le oculto. 

Adivinaba que su hermana  lo odiaria  o que sencillamente  mostraría esa mirada de aceptación  que la caracterizaba desde niña,   las pérdidas y el dolor que tanto le consumían, eran la segunda piel que cubría sus cicatrices. 

D habia sido un hombre de sentimientos claros hacia ella, la amaba, sin embargo, ese amor era el camino alterno para salvarse de caer en la total oscuridad,   una que estuvo presente cuando tomo la decisión más sombría de todas... dejarse ir.

En lo más hondo de su corazón albergaba la esperanza que Andros atendiera su solicitud y llegara con prontitud a su encuentro,  sobre el pesaba sanar las alas rotas de Helena y hacerlas volar.

Andros respiro lento,  después de apagar el motor del jeep y  antes de descender se miro en el espejo retrovisor,  no se veía más joven,   ni  más atractivo con la barba  - más viejo o maduro  - pensó.  Quiso suponer, a modo de  sueño que  simplemente se veía como un hombre cansado que llegaba  a casa después de una extensa jornada laboral; que ahí dentro en la calidez del hogar de Teo, su adorada mujer le esperaba para acunarlo entre sus brazos y darle un apasionado beso de bienvenida  - río para sí - el soñar es el acto, más loable del ser humano,  permite sobrevivir gracias a la esperanza que se cumpla....