La casa de Thomas
– Comí mucho. –dije tocándome el abdomen.
– Sí –Thomas me miró con asco–, creo que te estamos dando demasiado de comer, ya te veo más gorda... otra vez.
No me había visto al espejo pero podía apostar mi vida a que aún no estaba ni a 10 kilos de recuperar el peso que tenía cuando me secuestraron.
– Como si estando gorda no tuvieras ganas de violarme. –dije sin mirarlo.
– Aunque pesaras 100 kilos querría hacerlo. –se pegó a mí, lo que me incomodó demasiado. Me crucé de brazos.
– No es verdad, el máximo serían 70 kilos, más arriba probablemente te daría asco... Aunque si llevases demasiado sin estar con alguien... Sí, le darías a cualquier cosa que se mueva.
Rió mientras se alejaba de mí para acomodarse en su asiento.
– A veces olvido lo bien que me conoces, es tan excitante. –puso su mano en mi pierna.
– ¡Bueno! –de repente Christian detuvo el auto a lado de la carretera– Ya me están doliendo las piernas, Thomas, hazte cargo. –se bajó del auto. Sin decir nada, el pelinegro hizo lo que su hermano menor le había ordenado. Cuando Chris se puso a mi lado lo miré.
– Gracias.
– No lo hice por ti, –me respondió– sí él te hace algo el trato se va a romper, aún quiero que nos regreses al libro, que me regreses con Lorena.
Thomas siguió conduciendo por unas 2 horas hasta que salió de la carretera hacia un camino (en dirección a un cerro) hecho de tierra, y con la anchura exacta para que entrara un auto, si alguno otro venía en sentido contrario no iban a poder pasar.
Estuvo subiendo por unos 10 minutos hasta que giró a la izquierda hacia una gran casa. Metió el auto en una cochera cuyas puertas se abrieron automáticamente. Bajamos sin decir nada. Christian me tomó por el brazo y me hizo subir unas escaleras que estaban ahí. Thomas enfrente de mí mientras su hermano menor estaba detrás mío. Salimos hacia un espacio abierto que tenía una gran alberca.
– Wow. –mis ojos estaban bien abiertos así como mi boca. Sin detenerse me obligaron a subir otras escaleras que llevaban al interior de la casa.
– Honey, I'm here. –dijo Thomas. Antes de subir al primer nivel y ver a quien le hablaba, Christian me detuvo.
– Oh! Hey! How are you? –Contestó la voz de una mujer mayor. Miré a Christian sin entender lo que estaba pasando a lo que respondió con el simple gesto de pegar su dedo índice a sus labios indicándome que guardara silencio. Mientras tanto Thomas le decía a aquella mujer que había traído ciertos invitados. Chris me hizo la señal para que ambos subiéramos. Una mujer (probablemente estadounidense) de unos 75 años estaba sentada en un sillón; su cabello era blanco, no veía su rostro con claridad pero podía apostar que estaba lleno de arrugas. Thomas, sentado en el reposa-brazos del mismo sillón, rodeaba los hombros de la mujer con un brazo. Lo miré asqueada, que bajo había caído por el dinero. Aunque claro, no podía negar que la casa era increíble y más porque en vez de paredes tenía ventanales.
– He's Christian, the brother I told you about, and she's his daughter. –levanté una ceja sin poder creerlo. ¿Yo? ¿Hija de Christian? Lo miré.
Bueno, tal vez me parezca un poco por el color de piel pero nada más...
Thomas inventó una historia de que la ex-esposa de Christian ("mi madre") me había separado de él para lastimarlo pero que ella me maltrataba y golpeaba, a lo que Christian tuvo que llevarme sin su permiso para protegerme y ahora necesitábamos un lugar en donde dormir. La mujer le creyó todas sus mentiras y casi suplicó que nos quedáramos ahí el tiempo que quisiéramos.
– What's your name, darling? –. Me preguntó la mujer.
– She doesn't speak English. –dijo Christian antes de siquiera permitirme abrir la boca– Her name is Maria. –¿María? ¿En serio? ¿Dijo ese nombre solo porque soy mexicana? Eso es muy racista.
– I do speak English. –lo miré retándolo. Yo no estaba en Rusia como para no poder entender todo lo que se habían dicho en otro idioma. Chris y yo supimos que él también había relacionado lo de Lorena y Omsk. Pedí internamente que no se le ocurriera hacer eso conmigo también.
– Well, Maria, nice to meet you, I'm Betty. –me estiró la mano. Caminé hacia ella lentamente. Se la estreché.
– Nice to meet you too. –respondí.
La anciana, con ayuda de Thomas, se puso de pie y, muy lentamente, nos llevó a la habitación en la que podíamos quedarnos. Era algo grande, tenía una ventana cerca de una única cama.
– There's only one bed. –miré a la señora. Ella respondió que mi "papá" podía quedarse en el suelo, que podía llevarle unas mantas y todo iba a estar bien.
Christian terminó poniendo una en el suelo a lado de la cama. La mujer se fue a dormir. Mientras Chris seguía hincado acomodando el lugar en el que iba a dormir empecé a caminar hacia la puerta abierta de la habitación sin darle la espalda. De repente sentí las manos frías de alguien tocando mis brazos, di un brinco.
– ¿Vas a algún lado, querida? –Escuché la voz de Thomas atrás de mí. Christian se giró a verme algo molesto. En cambio yo volteé a ver a su pálido hermano.
– ¿En serio te la tiraste? –Le pregunté aunque realmente no quería saber su respuesta.
– No. –dijo riendo nerviosamente.
– ¡Oh por Dios! ¡Te la tiraste! ¡Que asco me das! –me alejé de él. De repente corrió hacia mí, me cargó, pasamos a lado de Christian y me aventó a la cama tapándome la boca.
– ¿Y si mejor me haces olvidar lo que tuve que hacer? –me susurró en el oído–. Un cuerpo joven como el tuyo seguro lo hará. –Empezó a besarme el cuello y yo a sacudirme.
– Thomas, ya basta, vas a despertar a Betty.
El de ojos azules se incorporó un poco y me dio un puñetazo en el abdomen lo que me sacó varias lágrimas. Se quitó de encima y salió de la habitación.
– No vas a intentar nada –dijo Christian acercándose a mí, viendo como me hacia bolita intentando disminuir el dolor de mi abdomen–. Ya viste a la anciana, Thomas la puede matar con un mínimo de esfuerzo, no hay teléfono porque... bueno, no sé que le dijo Tom como excusa para quitarlo de la casa pero ella le creyó, además de que estamos a kilómetros de distancia de la ciudad más cercana, en caso de que intentes salir corriendo –me tallé los ojos para eliminar las lágrimas que aún quedaban en mis ojos, lo miré con odio–. ¿Vas a comportarte o tengo que volver a desmayarte para que duermas toda la noche? –me senté en la cama y negué con la cabeza.
– Un vaso de agua. –susurré.
– ¿Qué?
– Un vaso de agua –dije más fuerte para que me escuchara– es todo lo que necesito y no repetiré lo del hotel. –asintió antes de salir de la habitación. Rápidamente corrí hacia la ventana a la que, hasta ese momento, le había estado dando la espalda y empecé a palparla para buscar el seguro, se lo quité y la abrí, era de las que se deslizaban hacia un lado. De lo que no me había percatado es que en la parte de afuera tenía unas barras de metal para que nadie entrara o, en mi caso, saliera.
Sin esperanzas de tener algún éxito saqué las manos, rodeé dos barras y las sacudí para ver si estaba un poco zafadas pero no, firmes como el miembro de Thomas al ver a una adolescente. Suspiré pegando mi frente a una de las barras.
– ¿En serio creíste que te dejaría aquí sin estar seguro de que no podrías huir por la ventana aún cuando hacía 2 minutos me dijiste que no intentarías escapar? –escuché la voz de Chistian que se acercaba.
– Sabías que lo haría. –dije girándome sobre los talones para mirarlo. Asintió dejando el vaso de agua a lado de la cama.
– Como ya te había dicho, pusiste mucho de ti en Lorena, y sabía que el no darte por vencida era una de esas cosas.
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