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Final Alternativo/Thomas

N/A: Este capítulo tiene partes desde mi perspectiva y la de Thomas. Cada * significa que cambia.

Respiré lentamente antes de levantar un puño a la altura de mi cabeza y golpear la puerta (de la habitación de Thomas) un par de veces. Al abrir el pelinegro me miró sorprendido.

– ¿Lokiia? ¿Qué haces aquí?

– Eh... Yo... ¿Puedo pasar? –se hizo a un lado para permitirme entrar–. Quería saber si tenías shampoo, abajo ya se nos terminó. –escuché que cerró la puerta detrás de mí.

– Esa es la excusa más ridícula que he escuchado. –se rió. Solté el aire ruidosamente.

– Tienes razón –me giré 180 grados para mirarlo–. No es eso por lo que vine.

– Obviamente –me sonrió con una ceja levantada–. Pero, ¿qué es tan importante que te atreves a venir sola a mi habitación? –se acercó unos pasos de manera amenazante para ver si me mostraba intimidada– ¿Acaso ya no te doy miedo?

– He estado pensando en lo que me dijiste. –dije ignorando su postura que lo había hecho crecer unos centímetros más.

– Querida, te he dicho muchas cosas.

– Hablo de que Christian quiere que sea su Lorena, pero tú no me pides que cambie quien soy –caminé hacia la gran ventana situada a lado de la cama–. Creo que tienes razón al pensar que tal vez soy un poco psicópata... Si no, ¿cómo es posible que te creara y de una manera tan detallada? –escuché que dio unos pasos para acercarse a mí de nuevo–. No soporto estar más tiempo con Christian, sólo quiere que sea su muñequita y que pretenda ser alguien que no soy. En cambio, creo que tú y yo nos llevaríamos bien, –me giré sólo para toparme con el pecho de Thomas– podrías ayudarme a aceptar mi verdadero yo, además, sé que tú eres la única persona en el mundo que me apoyaría si un día me da por matar a lo loco. –soltó una carcajada.

– ¿Y cómo planeas hacérselo saber a Chris?

– Bueno... No lo sé –admití–. Espera, –entonces recordé algo– tú y Christian mataron a William en la casa de Beth, y ustedes ni siquiera eran del mismo libro. Creo que tú podrías matarlo.

– ¿Estás diciendo que quieres que mate a mi propio hermano? –levantó una ceja.

– Estoy segura de que eso no es algo que te quitaría el sueño. –me encogí de hombros. Sonrió de oreja a oreja mostrándome sus blancos y perfectos dientes, yo hice lo mismo.

– ¿Cómo sé que no es un truco para que me deshaga de él y luego puedas escapar con menos ojos vigilándote?

– ¿En serio crees que si quisiera que uno de los dos muriera para poder escapar elegiría a Christian? –me burlé– Sé que si lo intentara tendría peores consecuencias contigo vivo que con él. A tu hermano sólo tendría que decirle que lo lamento y prometer que nunca volveré a hacerlo para que me creyera. Tú no eres tan ingenuo. –le toqué el pecho de manera sensual. Escuché que su respiración se hizo más profunda. Al levantar la vista para verlo me encontré con sus labios pegados a los míos. Me empujó hacia la cama antes de tirarme sobre ésta. Me abrió las piernas sin dejar de besarme y dejó caer sus caderas sobre mí. Se quitó la camisa antes de que yo hiciera lo mismo, aunque sabía que no llegaríamos muy lejos pues Christian seguramente estaba a punto de llegar a su habitación solo para darse cuenta de que yo no estaba ahí.

~ Thomas, ~se escuchó la voz del rey de roma a través del Walkie-talkie. El pelinegro suspiró de manera ruidosa antes de dejar de besarme~ ¿está Lorena contigo?

– ¿Qué le decimos? –preguntó Tom.

– Podemos aprovechar esta oportunidad para deshacernos de él. – sugerí.

– ¿Y cómo planeas hacerlo?

– Fingimos qué intentabas violarme, entra a la habitación, lo matas y todos felices y contentos.

– Ajá, ¿y si él logra matarme?

– En ese caso puedo seguir con la mentira del abuso y continuaré siendo la víctima. –me encogí de hombros.

– Vaya, ese es un plan que te beneficia bastante. Eres muy inteligente.

– Lo sé. –sonreí.

– ¿Y cómo sabemos que puedo matarlo? Es decir, hace unos meses sobrevivimos a una lluvia de balas.

– Pero mataron a William y ni siquiera son del mismo libro. Me parece que mientras hayan salido de uno pueden matar a otro.

~ Tom, ~la voz del hermano menor se volvió a escuchar en la habitación~ ¿estás ahí?

Thomas llevó su dedo índice a los labios para indicarme que no hablara. Tomó el aparato y presionó el botón para hablar.

– Sí, ambos estamos en mi habitación. –apenas terminó la oración cuando escuchamos las pisadas de Christian subiendo las escaleras a toda velocidad. El pelinegro fue a la puerta para abrirla justo después del primer toque mientras yo seguía en la cama.

– ¡Lorena! –Christian corrió hasta mí– ¿Estás bien? ¿Qué te hizo? –me tomó por los hombros. Solté un quejido de dolor– ¿Qué le hiciste? –sé giró furioso hacia su hermano. Tomé a Christian por la camisa llamando su atención de nuevo.

– Me duele.

– ¿Qué? ¿Qué te duele? –preguntó. En sus ojos vi pánico y preocupación, a él sí le podía llegar a interesar mi bienestar al menos un poco, contrario a su hermano. Me arrepentí del plan justo en el momento en el que Thomas pasaba su cinturón por el cuello de Chris y lo jalaba hacia atrás.

– ¡No! –grité sentándome en la cama. Por reflejo Christian caminó de espaldas hasta que la espalda de Thomas chocó contra la gran ventana a lado de la cama pero esto solo sirvió para que el castaño perdiera el equilibrio y cayera boca abajo permitiéndole a Thomas sentarse sobre él impidiendo que se moviera.– ¡Christian!

El hermano mayor me miró sin soltar su agarre. Chris empezaba a ponerse azul y parecía que sus ojos empezaban a hincharse, tanto que explotarían. Giré mi cabeza para evitar ver aquello. Después de varios minutos la habitación quedó en completo silencio. Al regresar la mirada hacia ellos vi al castaño tirado en el piso sin moverse y a Thomas de pie a su lado.

– ¿Está –tragué salvia– muerto? ¿De verdad?

– Lo averiguaremos en unos segundos –respondió. De repente el cuerpo de Christian empezó a desaparecer, como si se hiciera invisible. Abrí los ojos y la boca tanto como pude–. Esto también pasó con William cuando lo matamos, aunque claro, tú no lo viste porque estabas inconsciente. –explicó. Chris desapareció por completo dejando su ropa atrás, en la misma posición en la que había estado unos segundos atrás.– Dejan la ropa atrás porque ésta no pertenece al libro. –se agachó para recogerla del suelo.

– Bueno, ¿y ahora qué?

– No sé tú pero yo quiero meterme al jacuzzi. –presionó unos botones para que agua llenara la tina. Se quitó los pantalones y los bóxers hasta quedar completamente desnudo. Desvié la mirada sin poder evitarlo. Cuando entró y se sentó yo me bajé de la cama para irme de la habitación– ¿No me acompañas?

– No tengo bikini.

– ¿Te parece que yo uso uno? –me giré riendo un poco. Sabía que no tenía opción. Me desnudé por completo intentando evitar la mirada acosadora del pelinegro. Me senté frente a él al otro lado de la tina para no estar tan cerca, lo vi lamerse los labios.

*

La miré frente a mí, desnuda. Su cuerpo era realmente sexy, sus pechos seguramente encajarían a la perfección con mis manos.

– ¿Alguna vez te han follado bajo el agua? –pregunté sin poder evitarlo. Noté cómo presionaba su mandíbula en un fracasado intento de que no se notara cuán rápido iba su respiración.

– No y no tengo interés en descubrir cómo se siente.

– ¿Crees que tienes opción? –pregunté con sonrisa maliciosa.

– Te conozco, –me miró sonriendo de la misma manera– te gusta ser el malo, el dominador –se levantó solo para acomodarse a mi lado, ¿estaba insinuándose? Se me estaba parando, podía sentirlo–. Pero también te gusta que te dominen –desvió la mirada hacia mi miembro el cual yo ya estaba tocando–. No todo el sexo involucra penetración. Puedo tocarme –me miró de una manera que me hizo desearla aún más de lo que ya lo hacía– o tú a mí, puedes tocarte o yo a ti.

– Hazlo, tócame. –ordené aunque sonó más como una súplica. Negó con la cabeza antes de volver a alejarse de mí. Me estaba matando de excitación. No podía evitarlo, mi mano subía y bajaba cada vez más rápido sintiendo como estaba cada vez más cerca de terminar. Lokiia solo me miraba. Si era lo único que necesitaba para excitarme tanto me la imaginé en la cama mientras la embestía. Solté un gemido de placer mientras sujetaba su tobillo con fuerza.

*

Al no sentirme cómoda en el jacuzzi decidí salir, me cubrí con una toalla y me alejé en dirección a las escaleras para ir a la habitación que antiguamente compartía con Christian. Al llegar a ésta y cerrar la puerta me recargué sintiendo como mis piernas temblaban. No podía creer que realmente había logrado que no me violara en el jacuzzi, Thomas no era así, él no pedía permiso para conseguir algo, sólo lo tomaba. Me sorprendí a mí misma diciendo todo lo que le había dicho, siendo la dominante en ese momento, sabía lo que él quería escuchar y lo que yo debía decir.

Esa misma noche bajó a mi habitación, tocó la puerta y sin esperar respuesta entró.

– ¿Planeas quedarte aquí? –preguntó.

– ¿A qué te refieres? –me acosté en la cama.

– Bueno... No lo sé, supuse que dormiríamos juntos a partir de hoy.

– ¿Dormir? Podemos ¿Tener sexo cada noche? No. –estaba acomodándome para darle la espalda y así finalizar la conversación cuando de repente brincó sobre la cama, me giró y se puso sobre mí. Empecé a forcejear y decirle que se quitara de encima.

– Tú dominaste en el jacuzzi, ahora es mi turno. –me besó intentando introducir su lengua en mi boca, seguí sacudiéndome para que me soltara. Sujetaba mis muñecas sobre la cabeza impidiendo que pudiera defenderme con golpes

– ¡Thomas! ¡Basta! ¡Thomas! ¡Mírame! –dejó de besarme para verme a los ojos–. Si me obligas a hacer algo que no quiero solo por un capricho tuyo vas a arruinar esto.

– ¿Eres virgen? –preguntó de repente tomándome por sorpresa.

– ¿Qué? –si le decía que no iba a querer tomarme aún más y si le decía que sí entonces iba a preguntar "¿Entonces cuál es el problema si ya lo has hecho con otros?", prosiguiendo con una violación.

– Es la única razón que explicaría por qué no quieres tener sexo.

– Quiero saber que puedes cambiar por mí.

– ¿Cambiar? –soltó una carcajada– ¡Si sabes que adoro escuchar los gritos y súplicas de las chicas de las que abuso! Es algo que me excita bastante durante el acto.

*

¿En serio creía que iba a dejar de hacer eso solo por ella?

– Lo sé –dijo–, podemos jugar a eso después. Pero lo que no quiero es que sigas abusando sexualmente de chicas, ya sea yo u otras.

– ¿Qué te digo? –me encogí de hombros–. Yo quiero coger.

– Pues acuéstate con una de las tantas chicas que trabajan aquí.

– ¿Cómo? –me tomó por sorpresa lo que dijo. Me incorporé soltando sus brazos pero manteniéndome sentado sobre sus caderas.

– Si tanto quieres estar con alguien, anda, pero que sea con su consentimiento, ¿de acuerdo? –Lokiia realmente era una chica diferente a todas las demás: estaba dispuesta a dominarme, tener un juego sexual de violación y dejarme follar a otras.

– ¿Hablas en serio? –pregunté para asegurarme.

– Sí –sé encogió de hombros restándole importancia–, de todas formas no es como que estemos en una relación o algo así.

– ¿Eso quiere decir que tú planeas acostarte con otros? –sentí como mi furia empezaba a arder dentro de mí.

– Bueno... Hay un chico muy lindo en la cocina que a veces me sonríe... –dijo en un intento de broma, debió ver que no me causó gracia pues agregó:– lo vas a matar, ¿cierto? –eso sí me dio risa así que asentí sonriendo.

– Después de violarlo, sí.

– ¡Oh! Es verdad, no recordaba que eres bisexual. Pero ya, en serio, no quiero que vuelvas a abusar de alguien más. Si están contigo es porque así lo desean, ¿de acuerdo? –moví la cabeza de arriba a abajo sin estar muy seguro de cuánto tiempo podría mantener esa promesa.

*

Una mañana después de hacer ejercicio regresé a la habitación para darme un baño y quitarme toda la ropa sudada. Al entrar vi a Thomas recostado boca arriba en mi cama con una chica sentada sobre su pelvis, gimiendo en un tono bastante alto y muy probablemente fingido. Sin hacer mucho ruido caminé hasta situarme frente al closet (a un lado de la cama) y lo abrí. De repente los gemidos se detuvieron, escuché un grito de sorpresa atrás de mí. Al girar mi cabeza vi a la chica intentando cubrir su cuerpo desnudo y bajar de la cama pero Thomas la tomó de la cintura con fuerza impidiéndoselo sin apartar los ojos de mí.

– Finjan que yo no estoy. –dije regresando la mirada a la ropa.

– Ella –escuché la voz de Thomas– me estaba ayudando a mover mi ropa aquí.

¿Mover? ¿Mi cuarto ahora sería también el suyo?

– Sí, se nota que te está ayudando mucho. –respondí sarcásticamente sin verlo.

– ¿Te gustaría unirte? –preguntó. Me reí mientras giraba 180 grados con ropa entre los brazos.

– Sé que siempre has tenido la fantasía de hacer un trío, pero te informo que no la cumplirás conmigo –me dirigí a la puerta para salir–. Me daré una ducha en tu baño para no incomodar a tu amiga.

Varios días pasaron. Thomas seguía insistiendo en que tuviéramos sexo pero yo me negaba suplicando internamente que no me obligara a hacerlo. Pero lo que pasaría después sería peor de lo que imaginaba.

Desperté con los brazos y pies estirados atados con cuerdas a la cama. Estaba completamente desnuda, segura de que aquel era el momento que tanto me había temido.

– Buenos días. –Thomas entró a la habitación con un cuchillo en la mano.

– No lo hagas, por favor –mis ojos se pusieron llorosos–, no me hagas esto.

– ¿A ti? –me miró fingiendo confusión–. No planeo hacerte nada a ti. –detrás de él entró una atractiva chica de color con el cabello afro por encima de los hombros, vestida con escasa ropa pero muy llamativa. Al verme la chica se giró hacia Thomas.

– Es más por ambos.

– ¡Oh! No te preocupes, ella sólo va a ver. Por favor, pégate a la pared y quítate la ropa. –la chica hizo exactamente lo que le pidió mirando a la plana superficie. Thomas le tocó las caderas y le besó la oreja antes de enredar sus dedos en el cabello de la chica y sujetarlo con fuerza para estrellar su cabeza contra la pared repetidas veces. Quería gritar pero ningún sonido salía de mi boca, solo podía tenerla abierta por la sorpresa y la impotencia que sentía en ese momento.

La pobre chica, en un intento desesperado, pegó las palmas de las manos a la pared para empujarse lejos de ésta pero el pelinegro aprovechó esto y le atravesó una de las manos con el cuchillo haciéndola soltar un horrible grito de dolor. Thomas la empujó para que la mitad superior de su cuerpo cayera sobre la cama, a un lado de mí. Como pude me alejé de ella (aunque en realidad solo me recorrí un par de centímetros limitada por las ataduras). Todo su rostro estaba manchado de sangre y su nariz probablemente rota. Thomas me miró mientras se desnudaba por completo. Negué la cabeza con desesperación, mis ojos picaba por las lágrimas. Se acomodó poniendo una rodilla sobre el piso para poder penetrarla fácilmente. Giré mi cabeza hacia el otro lado para evitar ver aquella situación. De repente la chica empezó a toser y sentí como me salpicaba un líquido tibio sobre mis pechos desnudos. La sangre sobre mi cuerpo hizo que los gemidos y embestidas de Thomas se escucharan cada vez más rápidos y fuertes, cerré los ojos con fuerza. No se cuánto tiempo pasó antes de que terminara.

Finalmente me soltó y, sin que me animara a abrir los ojos, me llevó al baño para ducharnos. Sí, sus manos recorrieron mi cuerpo tembloroso y desnudo pero no llegó más lejos. Al salir vi a la chica morena, su sangre había manchado la mitad de la cama y un charco se había formado al rededor de sus piernas que aún tocaban el suelo.

– Dame un par de horas para limpiar. –dijo mientras iba al closet para sacar algo de ropa limpia y que me cambiara.

Salí de la habitación y ahí me cambié, no quería estar cerca de aquella horrible escena del crimen. Fui corriendo a la alberca, me senté en uno de los camastros y lloré hasta quedarme dormida. Tuve varias pesadillas sobre la prostituta las cuales cambiaban conforme me despertaba. Me quedé ahí el resto del dia, no quería comer, no sabía si podría hacerlo sin vomitar así que no me arriesgué. Thomas apareció a mi lado cuando el sol empezaba a ocultarse.

– Hay que irnos –dijo–, hoy lloverá y ya sabes que aquí se pone feo. –Me percaté de que los cristales que rodeaban la alberca estaban ya tapados para protegerlos. Me puse de pie y salí del lugar sin siquiera mirarlo. Al entrar de nuevo a la casa me dirigí al sillón más largo ubicado frente a la chimenea. – ¿Qué haces? –preguntó.

– Ni creas que voy a dormir en esa cama, o si quiera cerca de ti. –sin agregar algo más me acosté en el sillón y fingí quedarme dormida al instante cuando en realidad tardé demasiado en conseguirlo. A altas horas de la noche sentí como Thomas me tapaba con una frazada para que evitara pasar frío.

Un sonido de golpe me despertó, me giré y vi a varias personas quitando los protectores de los ventanales justo cuando Thomas entraba seguido por un par de meseros cargando el desayuno.

– Buenos días –se sentó en el sillón más cercano esperando a que los meseros terminaran de colocar los platos y vasos en la mesa frente a mí. Sin decir nada volví a recostarme en el sillón, pero esta vez viendo hacia el respaldo, dándole la espalda a él–. Lokiia –suspiró molesto–, vamos a desayunar.

*

Pero no se movió. Me puse de pie, la tomé del brazo con fuerza y la giré obligándola a verme. Ignoré sus ojos de odio.

– Dije que vamos a desayunar –repetí. Sacudió su brazo intentando zafarce de mí sin éxito–. Sé que estabas acostumbrada a ignorar a Chris y dejarle de hablar por semanas, –acerqué mi rostro al suyo– pero yo no soy mi hermano y no voy a permitir que hagas este berrinche.

– ¿Berrinche? –soltó incorporándose un poco casi pegando su cara a la mía– ¿Crees que esto es un berrinche? –afirmé con la cabeza– ¡Mataste y violaste a una mujer frente a mí! –solté su brazo y me alejé un poco de ella.

– Era sólo una puta. –Me excusé pero esto solo sirvió para enfurecerla aún más.

– ¿Crees que cambia en algo si era una prostituta o no? –gritó.

– Sabía que su trabajo era riesgoso.

– ¡Pues no debería! ¡Si querías tener sexo solo le hubieras pagado y ya! ¡No tenías que matarla!

– Eras tú o ella.

– Tal vez preferiría haber sido yo. –dijo bajando un poco la voz. Me sorprendió su respuesta.

– ¿Estás diciendo que quieres que abuse de ti y te mate?

– No, idiota –apreté los dientes, odiaba que me llamara así–. Estoy diciendo que hubiese preferido que me mataras antes de ver lo que sucedió ayer. Ya muerta podrías hacer lo que te plazca conmigo, mientras no lo sienta.

No me encanta la necrofilia. Prefiero escuchar los gritos de dolor. Además, cuando mueren se enfrían muy rápido.

Solo... –suspiró sentándose en el sillón mientras yo hacía lo mismo en otro cerca de ella–. Te pedí que no volvieras a abusar de nadie ni matar a alguien inocente.

– ¿Inocente? –me llamó la atención ese adjetivo– ¿A qué te refieres con eso?

– Una cosa es matar a personas que no lo merecen, otra muy distinta es elegir a violadores, asesinos, pedofilos... –Me miró de arriba a abajo–. Básicamente a gente como tú.

Auch.

Entonces se me ocurrió una idea pero tenía que conseguir a la persona adecuada, alguien a quien Lokiia no pensaría dos veces en matar.

*

Unas semanas después estaba leyendo un libro en la habitación de Thomas (porque aún no podía dormir en la de la planta baja, donde había muerto la chica morena) cuando escuché una voz desconocida.

– Hola, preciosa. –dijo. Al bajar el libro vi a un hombre calvo de unos 40 años viéndome de manera asquerosa. Me senté alertada, preparándome para correr o gritar. Se acercó a mí a toda velocidad, intenté rodearlo pero me bloqueó. Le di un codazo en el hombro y otros más en la cabeza mientras me cargaba de regreso a la cama. Me aventó sobre ésta y se colocó arriba de mí poniendo mis manos sobre la cabeza. Intentaba empujarlo con mi cadera para quitarlo pero era muy pesado. Me levantó la blusa y empezó a lamerme los pechos. Me retorcí asqueada.

– ¡Thomas! ¡Ayúdame! ¡THOMAS! –lloré. De repente su peso desapareció y me percaté de que el pelinegro le había rodeado el cuello con su brazo y ambos estaban en el suelo forcejeando hasta que finalmente aquel hombre quedó inconsciente. Me levanté temblando.

– ¿Estás bien? –preguntó acercándose a mí.

– ¿Quién es él?

– No recuerdo su nombre. –dijo abriendo el closet y sacando un gran cuadro de plástico para acomodarlo en el piso, una vez hecho arrastró al hombre hasta que quedó en medio. Se volvió a acercar a mí y me extendió un cuchillo. Lo miré, después levanté la vista hacia sus azules ojos y a continuación observé a aquel asqueroso hombre que yacía en el suelo. Negué con la cabeza–. Pero dijiste que...

– Dije que no me molestaría si matabas a estas personas –lo miré de nuevo–, no que yo lo haría. Además no me fascina tu plan de dejar entrar a un violador para que abuse de mí y así quiera matarlo. –me crucé de brazos. Sonrió ligeramente antes de caminar hacia el hombre, ponerse de cuclillas, levantar el cuchillo sobre él, verme a los ojos y apuñalarlo repetidas veces. Quería desviar la vista pero al mismo tiempo no deseaba hacerlo.

No sólo quería la muerte de aquel hombre, también del que lo estaba asesinando pero eso no pasaría a menos que él decidiera suicidarse, pero yo sabía muy bien que Thomas no era de la clase de personas la cual suele pensar en autosuicidarse a sí mismo sin ayuda de nadie.


Era de noche. Miré al sillón en el cual había estado durmiendo, me dolía el cuello y los hombros por estar mal acomodada pero aún no podía dormir en la habitación en donde la chica había sido asesinada. Suspiré dirigiéndome a las escaleras para subir a la habitación de Thomas.

El pelinegro ya estaba debajo de las sábanas en cuanto entré, pensé en el hecho de que Montse y Roset habían muerto en aquella habitación; reconsideré volver a bajar pero ya era demasiado tarde, ya me había visto, no había vuelta atrás. Me acerqué a él y sin decir nada, se recorrió dándome espacio para acomodarme a su lado.

– ¿Sabes? –hablé después de un par de minutos en completo silencio–. Antes creía que tú y yo no duraríamos mucho tiempo solos, sin Christian manteniéndome lejos de ti –me miró esperando a que le explicara lo que quería decir–. Estaba segura de que abusarías de mí y me matarías a la primera oportunidad que tuvieses –se recostó de lado recargando su cabeza sobre una mano sin apartar los ojos de mí–, pero me sorprendí al darme cuenta de que estaba equivocada. No eres como te había imaginado cuando te escribí, osea, sí eres un asesino psicópata –se rió sin poder evitarlo– pero me doy cuenta de que David te cambió más de lo que creía.

*

Sentí como si alguien me oprimiera el pecho en cuanto pronunció su nombre. Me dolía pensar en él pero lo ocultaba con ira, ella lo sabía.

– Lo siento –dijo–. Lamento haberlo matado –sentí que no podía respirar. Jamás se lo perdonaría–. Te voy a confesar que en realidad me caía bien. Aún me da risa pensar cuando quería estar cerca de ti pero tú lo sentías como un grano en el trasero –sonrió un poco, yo hice lo mismo. Estaba seguro de que mis ojos se habían humedecido pero no quería que Lokiia me viera así, había llorado muy pocas veces en mi vida y está no sería una de ellas–. Pero después te encariñaste con él. Te gustó saber que alguien podía aceptarte tal y como eres. –miré hacia el techo y comencé a respirar por la boca, quería evitar a toda costa que alguna estúpida lágrimas se me escapara.

– ¿Entonces por qué lo hiciste? –pregunté cuando me tranquilicé un poco– ¿Por qué lo mataste?

– Yo... No quería, pero él no tenía espacio en tu vida –la miré apretando los dientes furioso.

– ¿Qué no tenía espacio en mi vida? Teníamos una casa para nosotros dos, Christian estaba embobado con su noviecita, yo tenía dinero suficiente para mantenernos de por vida, ¿y no había espacio en mi vida para David? –observó mi pecho desnudo por varios segundos sin decir nada, pensando en una respuesta.

– Él te hizo una persona diferente –volvió levantar sus ojos hacia mí–. Creo que le debo la vida. Sin él probablemente estaría muerta.

– Cada vez que pienso en que lo mataste me dan ganas de hacerte lo mismo. –volví a apretar los dientes con fuerza conteniéndome para no ahorcarla en ese mismo instante, para no rodear su pequeño cuello con mis manos hasta dejarla sin vida.

– Pero al mismo tiempo recuerdas que yo también podría aceptarte como el loco asesino que eres.

– Bueno, no te gusta que mate chicas, él estaba bien con eso. –me encogí de hombros. Sonrió ligeramente. – ¿Cómo crees que hubiera sido, si David no hubiese muerto? –pregunté tomándola por sorpresa. Tardó unos minutos en contestar.

– Me gusta pensar que poco a poco irías dejando a las chicas pues ya no las necesitarías teniéndolo a él. Probablemente hubieses sido muy feliz y se hubieran ido a algún lugar lejos de tu hermano, en donde los dos pudiesen estar juntos... Siempre creí, creímos –se corrigió para incluirme– que eras del tipo solitario, pero David nos demostró que no es así. Quieres a alguien a tu lado, Christian lo estuvo toda tu vida hasta que conoció a Lorena, pero entonces tuviste a David...


– Y me lo quitaste. –la interrumpí aunque mi nivel de ira iba bajando cada vez más.

– Después lo intentaste con Verónica y ahora estoy yo.

– ¿Cuánto tiempo crees que vivirás antes de que me harte y te asesine? –pregunté de broma.

– No lo sé, supongo que ya lo veremos porque no creo que esté entre tus planes el dejarme ir. –negué con la cabeza. Su sonrisa se desvaneció pero quería volver a verla. Era hermosa cuando sonreía.

– Oye, ¿recuerdas los primeros días cuando te secuestramos? –levantó una ceja como diciendo "¿En serio me preguntas eso?"– ¿Recuerdas que te dije que había matado a dos seres vivos para entrar a tu casa y llevarte, y que podían ser tus papás, tus perros o uno y uno? –asintió–. Te mentí. –su expresión cambió a una de horror.

– ¿Los mataste a todos? –sus ojos se llevaron de lágrimas.

– ¿Qué? ¡No! –fingí ofenderme– ¿Crees que sería capaz? –pregunté con sarcasmo riéndome de mi propio chiste. Al ver que ella no se reía me expliqué–. Les dimos comida con tranquilizantes a tus perros y también les inyectados algunos a tus padres –sus ojos brillaron y sus cejas empezaron a temblar–. No matamos a nadie. –una enorme sonrisa iluminó su rostro y varias lágrimas resbalaron de sus ojos. De repente me abrazó sorprendiendome. Se alejó antes de que me diera tiempo de corresponderle. Abrió la boca un par de veces como si quisiera disculparse pero no lo hizo. Se volvió a recostar boca arriba mirando al techo cruzando sus dedos sobre el abdomen notablemente incómoda, podía apostar que quería agradecerme por no haber matado a nadie pero no se atrevía a hacerlo.

Cómo vi que no agregó nada más (y yo tampoco iba a hacerlo) también me volví a recostar boca arriba mirando el techo pasando una mano por debajo de mi cabeza. Dudosa y temerosa Lokiia se acercó a mí y se recostó sobre mi pecho. Sorprendido toqué su barbilla con mi mano libre y moví su rostro para que volteara a verme. Cuando lo hizo me acerqué para besarla pero se alejó sin apartarse de mí.

– Vamos lento. –dijo. Sonreí antes de asentir con la cabeza. No sabía cuánto tiempo soportaría sin tener sexo con ella. Supongo que lo averiguaría después.

°°°°°°
Este cap lo dedico a todas y todos los que aman a Thomas y querían saber cómo nos hubiéramos llevado él y yo. He de confesar que realmente estaba segura de que me mataría como a las 100 palabras y que no pasaría mucho entre nosotros pero de la nada mis manos empezaron a escribir una historia completamente diferente a lo que creía que pasaría.

Espero que les guste y lo disfruten ❤️ Es de los capítulos más largos que he hecho.

Plox comenten qué les pareció, quiero saber lo que pensaron al leer este cap :3

PD: No sé por qué creo que también me pedirán un final con Christian, ya sé cómo son ustedes jajaja

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