Betty
Cuando me desperté seguía sintiéndome muy cansada por lo que tardé unos 3 minutos en poder sentarme en la cama, en ese momento Christian entró con un vaso lleno de un líquido entre rojo y rosado.
– ¿Estás bien? –se inclinó frente a mí y me extendió el vaso–. Por un segundo creí que no sobrevivirías, tu corazón latía muy lento. –tomé el vaso y me le quedé viendo sin estar muy segura de qué era, como si Chris leyese mi mente dijo:– Es jugo de betabel, para recomponer el hierro que perdiste, ten –me extendió unas pastillas–, esto también ayudará. –me tomé ambas cosas.
– ¿Qué pasó con William? –pregunté sintiendo como mis ojos rogaban por volver a cerrarse.
– Lo matamos. –respondió sentándose a lado de mí.
– ¿Cómo? No sabía que un humano podía matar a un vampiro...
– Nosotros tampoco. No fue fácil, eso te lo aseguro, pero también estaba algo débil porque acabar de beber tu sangre –me miró–. ¿Por qué mierdas inventaste a un vampiro y después lo mataste?
– Era necesario para otra historia, además, si supiera que a los que matara saldrían de mis libros nunca hubiese matado a nadie y menos a ustedes tres.
Por el resto del día me dieron de comer cosas que me ayudaran a recomponerme rápidamente. Mientras Thomas estaba en el baño y Christian cocinaba algo decidí prender el televisor. El primer canal que apareció fue de noticias.
~ Han pasado de tres meses desde la desaparición de... ~apareció una fotografía mía al mismo tiempo que decían mi nombre completo~. Al principio se sospechaba que había sido un secuestro porque ninguna de sus cosas personales desapareció, pero al no tener ninguna evidencia de lucha en la casa (además de que desapareció en la noche) y sin resultados de la búsqueda, las autoridades han decidido terminar con el caso y clasificarlo como "huida". Dicen que probablemente se fugó con algún chico para escapar de su vida. ~una imagen de mi madre con un micrófono cerca de la boca apareció. Sentí que iba a vomitar. Estaba viva, ella estaba viva. Lo que significaba que, o mi padre, o una de mis dos perritas también estaban vivos.
~ Mi hija jamás huiría de la casa ~dijo mi madre haciendo que mis ojos se llenaran de lágrimas~. Es una niña responsable que todo el tiempo me avisa en donde está. Ella no huyó, estoy segura~. No madre, no huí~. No tenía novio ni nadie que le interesase como para irse con él.
Empecé a llorar con fuerza, tanto como jamás lo había hecho. Christian apareció a mi lado y apagó la televisión. Me puse de pie.
– Te preparé algo. –dijo extendiéndome un plato con algo que ni siquiera me tomé el tiempo de mirar. Corrí a mi habitación para seguir llorando, lo cual hice el resto del día y la noche.
A la mañana siguiente mis ojos estaban tan hinchados que apenas los podía abrir. Me negué a desayunar, moría de hambre pero al mismo tiempo sabía que iba a vomitar si me metía algo en la boca.
Sigilosamente fui a la habitación de Betty. Al instante se preocupó de mi apariencia, ni siquiera me había cepillado el cabello.
– Are you okey? –me invadió con preguntas–. How are you? Why you didn't...?
– Do you have the key of your car? –la interrumpí bajando la voz para que Christian no me escuchara.
– What? Yes, why? –. Se mostró sorprendida.
– I need it, please –respondí. La mujer dudó por unos minutos, inventé una excusa de que necesitaba ir a comprar toallas sanitarias (lo cual estaba haciendo Thomas en ese momento y por eso no estaba en la casa) cuando finalmente aceptó sacó las llaves de su bolso y me las extendió–. Thank you so much.
Salí tan rápida y silenciosamente como pude de la casa. Mientras bajaba las escaleras hacia la cochera escuché que Christian me llamaba por mi nombre falso (María) pero su voz no sonaba como si supiese que estaba escapando, sino como si me estuviese llamando para comer. Sin detenerme llegué a la cochera, me subí al auto y revisé si era estándar o automático, por suerte era lo segundo, mucho más fácil de conducir. Al mirar por el retrovisor me di cuenta de que la puerta de la cochera estaba cerrada. Recordé que se abría de manera automática. En la parte del espejo del conductor había un pequeño cuadro que supuse servía para abrir la puerta pero no tenía idea de cómo funcionaba. Presioné el único botón circular que había, un ruido metálico se escuchó cuando las puertas se empezaron a abrir. Sin perder más tiempo intenté meter las llaves en el auto para encenderlo pero mis manos temblaban tanto que me era imposible. Empecé a desesperarme cada vez más. Por el rabillo del ojo vi que algo se movía a unos metros de mí. Christian estaba cerca del auto mirándome furioso. Aún temblando cerré el carro con seguro y me concentré de nuevo en prender el automóvil. Justo cuando lo hice mi puerta se abrió con violencia, miré a Christian presa del pánico.
Tenía una llave extra. Él sabía que la necesitaría en algún momento, cuando a mí se me ocurriera pedirle (o quitarle) las llaves a Betty para escapar.
Me sujetó por el cabello y me jaló hacia él. Como no me había puesto el cinturón de seguridad sacarme del carro le fue bastante sencillo.
– ¡No!–grité antes de que me pegara contra la ventana tapando mi boca.
– Maldita sea –dijo jalando aún más mi cabello. Estaba segura de que ya me había arrancado varios– ¿No puedes hacer nada bien? –empezó a ahorcarme. Llevé mis manos a las suyas rasguñándolo para que me dejase respirar otra vez. Cuando me soltó tosí tan fuerte que me dolieron las costillas–. Ahora, vamos a subir y tú mantendrás tu estúpida boca cerrada, ¿de acuerdo? –Asentí llevándome una mano al cuello, me dolía tanto que ardía tragar saliva. Me tomó por el brazo y me arrastró de nuevo al primer piso.
Cuando nos encontramos con Betty, Christian le dijo que yo era una alcohólica, que había intentado robar el auto para poder comprar cervezas y salir con mis otros amigos alcohólicos. Me quedé callada mientras lloraba a su lado mirando al suelo. Le dijo que él y yo íbamos a hablar muy seriamente en la habitación, que no se preocupara si escuchaba gritos porque no sería la primera vez que discutíamos por mis problemas con el alcohol.
Al entrar a la habitación me empujó pero logré mantener el equilibrio. Me giré para verlo. Se puso frente a mí dándome un puñetazo tan fuerte que me hizo soltar un pequeño grito. Me jaló el cabello para que mi rostro quedara frente al suyo.
– ¿Vas a comportarte o vas a terminar como William? –preguntó con sus labios rozando los míos.
– William esta muerto. –me di cuenta de lo que eso significaba.
– Eh sí... –me miró confundido–. Esa era la idea de la amenaza...
– No. William está muerto –repetí–. ¿No lo entiendes? Ustedes lo mataron, pero en mi historia no fue así, ni siquiera aparecieron en esa –sentí como su agarre disminuía hasta que me soltó, el cuero cabelludo me ardía, pero eso no importaba en aquel momento–. No es necesario que la misma persona mate a alguien en el libro y en la vida real, solo es necesario que esta sea un personaje.
– ¿A dónde quieres llegar? –aún no lo entendía.
– Puedes suicidarte –dije–. Eres un personaje ¡Si te matas probablemente regresarás al libro!
– Podría intentarlo, sí... –salió de la habitación y regresó con un cuchillo y un rollo de cinta gris.
– ¿Para qué es eso?
– Me has demostrado que no puedo confiar en ti... –se abalanzó sobre mí tirándome a la cama. Me acomodó de tal manera que mis manos quedaron atadas a la cabecera y al final tapó mi boca con un pedazo de cinta.
¡No puedes dejarme así! ¿Que pasará si mueres? ¿Me quedaré aquí hasta que yo también lo haga?
Me miró antes de cortarse por toda la parte interior del antebrazo. Sin moverme me limité a verlo desangrarse. Él me devolvió la mirada. De repente cayó de rodillas y a continuación se desplomó en el suelo.
Recordé que no estábamos solos, que Betty también estaba en la casa. Temía que le diera un paro cardíaco al verme atada y a Christian desangrado en el suelo, pero tenía que aprovechar esa oportunidad. Abrí un poco la boca como pude y empecé a pasar la lengua por la cinta quitando poco a poco el pegamento de esta hasta que la desprendí de mis labios.
– HELP! HELP ME! –grité. Betty apareció después de unos minutos. Se quedó paralizada al ver a Christian en el piso, rodeado por un charco de sangre.
– What happened? –no podía creer lo que sus ojos veían.
– I'm kidnapped! Christian is not my father, and Thomas is not my uncle, please help me! They lied to you! –se quedó mirando a Christian–. We don't have time!
– I need a knife. –finalmente la mujer se acercó a la cama.
– There's one! –miré al hombre en el suelo y el cuchillo que aún estaba en su mano. La seguí con la mirada mientras se inclinaba por el cuchillo, pero al momento de levantarse alcancé a divisar a Thomas detrás de ella antes de que el cuerpo de la mujer lo tapase.– ¡No! –la pobre anciana, antes de si quiera poder girarse para ver a su actual pareja, este puso una mano en la frente de la mujer y otra en su barbilla jalando en direcciones opuestas para romperle el cuello. Un horrible ruido, que llenó la habitación por un segundo, me dejó en claro que Betty ya estaba muerta para el momento en el que cayó al suelo, a lado del castaño.
– Es una lástima, me caía bien. Aunque era horrible en el sexo, te digo –me miró mientras se quitaba la camisa– que jamás tuve un orgasmo con ella, tenía que fingirlos, ¿sabes lo incómodo que es eso? –empecé a sacudirme con violencia, sabía lo que pasaría a continuación–. Me sorprende que lograras que Christian se suicidara. –se bajó los pantalones quedando en ropa interior. Abrió mis piernas metiendo su cuerpo entre estas y colocándose encima de mí.
– No, no, no, por favor, Thomas, no. –supliqué llorando. Levantó mi falda y con una sola mano arrancó mi ropa interior lastimándome, aunque eso no era lo más importante en ese momento.– ¡POR FAVOR NO! –sentí su miembro rozando mi zona íntima, estaba a punto de penetrarme cuando escuchamos una voz.
– Vaya, esa no era la forma de regresar al libro. –Thomas y yo nos quedamos inmóviles, lentamente ambos giramos la cabeza para mirar a Christian que apenas se había percatado de que Thomas estaba a punto de violarme. Nos quedamos así unos incómodos segundos.– ¿Por qué Betty está muerta? –. Se puso de pie, creí que Thomas haría lo mismo pero no fue así, ni siquiera se movió.
– Lokiia me obligó, hizo que Betty la viera así. La anciana estaba a punto de liberarla. –explicó el hermano mayor regresando su atención a mí y rozando sus labios contra mi mejilla.
– Ya veo. –fue lo único que dijo el hermano menor.
– ¡Christian! ¡Ayúdame! –supliqué.
– ¿Por qué lo haría? –se cruzó de brazos–. Intentaste robar el auto, y después le pediste ayuda a Betty.
– Necesitas ser castigada. –Thomas empezó a rozar su miembro por toda mi zona íntima.
– ¡No! ¡Prometo que no intentaré escapar de nuevo! –cerré los ojos asqueada de sentir lo excitado que el pelinegro estaba.
– Nada me puede asegurar que cumplirás esa promesa.
– Tengo una idea –habló el de ojos azules– si intentas escapar una vez más podré violarte, eliminando la condición que nos pusiste para ayudarnos.
– ¡Jamás! –abrí los ojos para mirarlo.
– Entonces –dijo Christian– que Thomas te viole aquí y ahora, para que entiendas lo que va a pasarte de ahora en adelante.
– ¡No! ¡Espera! –grité mirando al de ojos color avellana. Pensé un segundo. Si no aceptaba (no solo Thomas, probablemente también Christian) me violarían, no quería eso. Sentí un nudo en la garganta antes de abrir los labios–. Está bien. –Thomas brincó de la emoción alejándose de mí, convencido de que yo no tardaría mucho en intentar huir de nuevo.
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