CAPÍTULO 9
Avril Fray.
—..., la psicología inversa funciona sobre todo con personas que se caracterizan por una alta reactancia cognitiva, es decir, personas mayoritariamente rebeldes, impulsivas y poco calculadoras, así como...
La voz del señor Davis había conseguido dormirme incluso antes de comenzar a hablar, si eso era posible. Los pares de ojos que a mi alrededor lo tienen como único centro de atención, se cierran al menos cinco veces por minuto, y resulta divertido ver a tantos estudiantes universitarios luchar contra el sueño que provoca un hombre de sesenta años, de escasa cabellera, y envuelto en el mismo saco que le habíamos visto usar el primer año completo.
Dejo caer el rostro en el dorso de la mano y llevo la mirada hacia la puerta. El cabello castaño se desparrama en la mesa, y pienso si sería un horario prudente para visitar la oficina del rector. Probablemente no lo sea, pero estoy segura de que un minuto más escuchando al profesor Davis conseguirá dormirme de por vida.
Normalmente mi padre me acompañaría, pero tiene esta reunión importante en la cual yo no tengo el más mínimo interés, y ver los detalles de mi técnicamente segundo año universitario conviviendo con el EPOC, es algo que tengo que hacer por mi cuenta.
—..., en mi opinión personal, no lo recomiendo como técnica de comunicación ni de negociación...
El rector debe darme un horario especial, disminuir mis horas de clase, y establecer contacto con la enfermera de la Universidad para que, si en algún punto llego a necesitarlo, ella pueda asistirme. También, escuché a Leyla hablar sobre ajustar los horarios de mis medicamentos, para que no tenga que tomarlos al mismo tiempo en que estoy en la escuela.
—..., indispensable para ustedes el estudiarla y comprenderla al tiempo que..., ¿señorita Fray, le sucede algo?
—¿Eh?
Levanto la cabeza de inmediato. Me siento tan observada cuando todos los pares de ojos parecen reposar en mí, que me limito a fijar la mirada en la madera oscura de la mesa y a mordisquearme el labio con nerviosismo.
—¿Se encuentra bien? —indaga. Se inclina hacia adelante mientras se ajusta los lentes en el puente de la nariz.
Siento un rubor traicionero cubrirme las mejillas, pero tomo una respiración profunda e ignoro lo inquieta que me siento en este momento.
—Sí, señor Davis, me encuentro fenomenal y.... Esto, ¿me podría permitir la salida un momento? —El profesor parece estudiar cada una de mis palabras, y el sonido de mi voz rebotando por las paredes es lo único que rompe el silencio—. Me urge hablar con el señor rector. Ya sabe, por...
—Sí —me corta—, lo entiendo perfectamente. Adelante —insita señalando la puerta.
En circunstancias ajenas a mi situación, entendería perfectamente que el señor Davis se abstuviera de permitirme la salida, pero teniendo en cuenta que todos están enterados de mi condición, realmente la mayoría de ellos resultan tremendamente complacientes respecto a mis peticiones. Luce como si todos intentasen ayudar a la chica enferma, y aún no logro descifrar el porqué eso me molesta tanto.
Me inclino hacia adelante con una vena de ansiedad bombeando con fuerza, sin embargo me obligo a calmarme y me pongo de pie. Ignoro lo temblorosas que me siento las piernas cuando sostienen mi peso y me encamino hacia la puerta.
Una vez fuera, no hay ni siquiera una ligera brisa que consiga colarse por los agujeros de las ventanas cerradas. Me dirijo al extremo opuesto del deshabitado pasillo, localizando con la mirada las escaleras que me llevan a la planta baja. Mientras lo hago, la gruesa voz del señor Davis se siente cada vez más y más lejana.
Me siento un tanto más ligera al no tener que ser fuente de miradas curiosas, y en lo que mis pasos se dirigen al despacho del rector, ubicado en el edificio de enfrente, escucho un par de voces que se entremezclan.
Una es ruda y filosa, e intenta ser opacada por la otra voz que, dolorosamente familiar, no le deja oportunidad de decir más de dos frases completas.
—Estás siendo completamente irracional, Zayn. —La voz del rector Hardy se escucha implacable.
—¿Irracional? —replica Zayn, su voz rebosante de incredulidad—. No puedo creer que pienses que estoy siendo jodidamente irracional.
—Ese lenguaje —advierte el mayor, con voz de reprimenda.
—Ah..., mírate —dice, falsamente conmovido—, actuando como un verdadero padre.
—Para.
—Dime, ¿también pensabas como padre cuando me enviaste a Italia?
El resentimiento que sale a relucir tras sus palabras me pone los pelos de punta. Zayn se escucha incluso más mordaz que cuando habló con su hermano, y puesto a que eso despierta mi curiosidad, dirijo mis pasos un poco más cerca de donde el ruido de sus voces colisionan.
Están ambos frente a las escaleras, el rector ubicado en uno de los escalones, y tengo que ocultarme detrás de una de las columnas para conseguir que no me vean.
—Basta, Zayn. Soy tu padre, y exijo que me trates como tal.
La carcajada que aflora de sus labios rebota entre las paredes color crema del pasillo y resuena con mayor profundidad.
—¿Exiges? No estás en posición de exigir nada. Desde el momento en que decidiste enviarme a Italia, perdiste todo derecho sobre mí.
El corazón me martillea con fuerza en el pecho, y a pesar de no entender ni la mitad de las cosas que están hablando, sigo escuchando.
¿Por qué lo hago?
No tengo la menor idea.
Quizá tenga que ver con la imagen que Zayn proyecta de sí mismo: seguro, inquebrantable y fuerte. Como un león, o alguien demasiado seguro de sí mismo, y tal vez sea ese el motivo por el cual me resulta tan increíble esta conversación, aunque no en un sentido que disfrute.
—Tienes razón. —Mis ojos se abren con sorpresa, pero la voz del rector Hardy no muestra ni una pizca de emoción—. No debí haberte enviado a Italia, debí haberte enviado con tu madre.
Yo no sé dónde está la madre de Zayn. No sé el motivo por el cual fue enviado a Italia, y en realidad, no sé nada de su vida, pero el gruñido que le sale de los labios y las pisadas contundentes de su padre repiqueteando contra el suelo cuando se marcha, me dicen que su madre no puede estar en un buen lugar.
El primer pensamiento que me cruza la cabeza, por supuesto, es que pueda estar muerta, sin embargo se disipa de inmediato. A pesar de que sospecho que el rector Hardy no tiene todas las aptitudes para ser un buen padre, está claro que no es un asesino.
—¡Joder!
El grito de Zayn me hace temblar, y el ruidoso y súbito estruendo de un objeto golpeando contra el suelo, me deja paralizada.
Le escucho farfullar un montón de incoherencias y maldiciones por lo bajo, y entre gruñido y gruñido, un teléfono móvil con la pantalla completamente destrozada llega hasta mis pies.
Abro los ojos aturdida, la inquietud se adueña de cada rincón de mi cuerpo. Intento darme la vuelta, completamente consciente de que no puedo escaparme a ningún lugar sin ser vista en el acto, pero aún así lo intento.
Doy el primer paso. El segundo. El tercero, y cuando pienso que tal vez, y solo tal vez, mi ingenuo plan de escapar sin ser vista podría funcionar, una voz que de tan juguetona resulta macabra, me hace girar en seco, sobresaltada.
—Avril —comienza Zayn, su voz sale en tonos pausados—. ¿Acaso me estás espiando?
No contesto. Es como si mi cerebro hubiese olvidado como hablar. Estoy paralizada. ¡Sí, de nuevo! Ya es una costumbre, aunque no una que me guste. La buena noticia es que no estoy loca. Definitivamente Zayn no había sido una alucinación, la mala es que... bueno, precisamente esa, que Zayn no había sido una alucinación.
Cuando lo miro, tiene un codo apoyado en la columna que hace apenas unos pocos segundos usé como refugio, y su mano derecha sostiene los oscuros rizos enmarañados. Sus pies, envueltos en unas botas Timberland de color marrón, se cruzan frente a él.
El rostro luce una expresión impasible que me pone los pelos de punta y está examinándose las impecables uñas casi con aburrimiento. A su lado, varios rayitos de luz se cuelan por una de las ventanas. Sombras y siluetas se derraman sobre su cara y cuello, provocando que su mandíbula luzca aún más marcada y convirtiendo su piel en un remolino de contrastes.
Una risa gutural se le escapa de los labios, y en apenas un segundo, su expresión se contrae en una mueca burlona.
—Avril, si no vas a hablar —murmura inclinándose hacia adelante, los pies reproduciendo los ágiles y silenciosos movimientos de un gato—, puedo obligarte a hacerlo.
¿Me está amenazando?
Aunque así fuera, no tengo mucho tiempo para meditarlo. Cuando levanto los párpados, ya es demasiado tarde. El perfume de Zayn nos envuelve como una nube incorporea que huele a dulces, y a jabón. Los rizos le revolotean en el rostro, y bajo los efectos de los refulgentes rayos de luz zurcándole la piel, lus lunares en su rostro parecen adquirir un tono más oscuro.
Sin darle muchas vueltas, mis pies propinan un desmañado movimiento que me hace retroceder y alejarme de él. Me sonríe con superioridad desde su lugar, y su cuerpo desprende el mismo instinto depredador de un león que ha encontrado a la presa perfecta.
—No hace falta —hablo por primera vez, mi voz sintiéndose de alguna forma, lejana—. De todos modos ya me iba.
Vuelvo a girarme, esta vez soltando el aliento contenido. Las piernas aún me tiemblan como gelatina y los dedos entrelazados sobre mi regazo muestran una imagen tensa de mis hombros.
—¿Si sabes que el chiste de huir es que nadie te haya visto en primer lugar, verdad?—Su voz suena pacífica a mis espaldas, casi aburrida.
Aprieto los labios con frustración, dejándolos lucir como una delgada línea. Me doy la vuelta lentamente, los ojos azules de Zayn escrudiñan cada uno de mis movimientos. Desde la forma en que el cabello suelto me cae en el rostro producto al movimiento, hasta la forma en que mi labio inferior queda atrapado entre mis dientes.
—¿Qué quieres?
Zayn pone los ojos en blanco.
—¿Es que nadie te enseño que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?
No se que podría negar cuando está todo tan claro, pero aún así... me reuso a darle a Zayn la razón, así que me voy por la opción que sin duda es la que está más lejos de ser la correcta: hacerme la loca.
—No sé de que hablas.
Zayn sonríe. La ironía le colorea los labios y unas diminutas líneas le zurcan la piel allí donde los ojos se entrecierran ligeramente.
—¿No sabes?
—No.
—¿Por qué mientes?
Parpadeo varias veces.
—No estoy mintiendo.
—Sigues mintiendo —asegura sonriente—. ¿Por qué si no estarías aquí, en lugar de estar tomando tus clases?
Casi me hecho a reír cuando siento el abrasador rubor extendiéndose por mis mejillas. Me cruzo de brazos mientras le miro sonriente.
—Podría decir lo mismo de ti, ¿no crees?
—Por supuesto. Pero no era yo el que estaba escuchando conversaciones que no le incumben. ¿No crees?
Me muerdo el interior de la mejilla. La irritante sonrisa triunfante en su rostro no se debilita ni siquiera cuando se inclina súbitamente hacia adelante, en un movimiento tan grácil y uniforme que me hace recordar a la forma en que las ramas de los árboles son dobladas por el viento. El suéter de rayas blancas y negras se descorre ligeramente en la zona de los hombros; muestra la piel que queda justo encima del corazón al tiempo que las enmarañadas líneas negras que lo marcan relucen con oscura brillantez.
—Quizás... —continúa—, mi vida resulta más interesante que tu clase de Aprendizaje y Conducta Adaptativa. No te culpo, sin embargo, se que puedo llegar a ser muy atrayente para...
—Para algún descerebrado. Sí. Lo entiendo perfectamente.
Zayn se detiene, aunque sonriendo satisfechamente.
—Avril —Mi nombre sale de sus labios como una oleada suave y ligera, como el viento en una tarde de primavera, o el manso oleaje de los mares en las mañanas—, que llames descerebradas a las personas que se interesan por mí y que estuvieras hace diez minutos espiándome, no habla muy bien de ti... ¿No te parece?
—¡Que no te estaba espiando!
—¡Que va! Si ya no me importa. —El muchacho muestra una jovialidad que, de no ser por la forma tensa en que torna la comisura de los labios, o que las pequeñas arrugitas que se le forman en los costados de los ojos no aparecen, puede llegar a ser confundida con una real—. Estoy totalmente de acuerdo con que una desconocida conozca de mis mierdas familiares. Es lo que más me gusta en el mundo.
—¿Es que tienes que ser sarcástico respecto a todo?
Su sonrisa se ensancha y mi irritación no hace más que incrementar. Pensé, que tal y como habían terminado las cosas la última vez me trataría un poco mejor. Pero claro, luego llegó Sean y todo...
Se fue a la mierda, Avril, dilo con propiedad.
Sí. Todo se fue a la mierda.
—Si crees que ahora estoy siendo sarcástico, deberías escuchar las cosas que no digo —responde.
Cómo por instinto, pongo los ojos en blanco. Me aproximo con pasos que son vagamente arrastrados por el suelo hasta la pared, y justo frente a la columna donde Zayn reposa en un costado, dejo caer mi cuerpo.
—Sabes, una vez leí que el sarcasmo es el refugio de los que tienen la imaginación en bancarrota.
Le escucho soltar una risa. La voz se siente divertida y ligeramente ronca. Diviso la forma en que sus rizos se mueven cuando niega con la cabeza. Lucen más alborotados que de costumbre.
—Ya...—La voz con matices misteriosos en ella se deja apagar lentamente. El muchacho se desliza desde el costado de la columna y ocupa el lugar frente a mí, con unos pocos pasos de distancia separando su cuerpo del mío—. Y de casualidad, cuando leíste eso, ¿no decía nada sobre las personas y sus comentarios estúpidos?
—Hmm...no. —Mis labios se curvan en una sonrisa que intento ocultar a toda costa—. Estoy bastante segura de que solo hablaba de las personas sarcásticas y su humilde capacidad imaginativa.
—Muy conveniente —comenta Zayn—. De todos modos, no tienes de qué preocuparte. No soy una persona rencorosa.
Eso parece un tanto improbable teniendo en cuenta la relación que tiene con su hermano, que es tan tensa y tirante como las cuerdas de un violín. Si se tocan las notas correctas en el orden preciso, puede llegar a nacer una obra de arte manifestada en dulces y agudas notas, pero si los dedos son colocados en el sitio equivocado..., no quiero ni pensar en la clase de sonido que pueden llegar a proferir.
—No tendría de qué preocuparme incluso aunque fueras una persona rencorosa.
Zayn enarca una ceja en un movimiento tan rápido y fugaz que es como si nunca hubiese existido. Sostiene una mirada vagamente interesada, y sus ojos recorren el torpe movimiento de mis dedos retirándome los cabellos rebeldes de los ojos.
—¿Segura?
Resoplo. La irritación comienza a abrirse paso, obnubilando por completo el resto de mis emociones, que son tan confusas y volátiles como una montaña rusa.
—Agh, está bien. Estaba de camino a la oficina del rector, y de casualidad los encontré a los dos en las escaleras discutiendo y...
—Y decidiste que era una buena idea quedarte y escuchar toda la conversación, ¿no es así?
A pesar de que sus palabras son rociadas por una dureza que se siente un tanto lejana, sus facciones no manifiestan esa severidad en absoluto.
—Solo tenía curiosidad —refunfuño, completamente convencida de que mis palabras, por más enérgicas que sean, no pueden hacerle cambiar de opinión—. ¿Es que tú no sientes curiosidad respecto a nada? Es de lo más normal.
El sonríe, y lejos de contestar, da un paso hacia adelante, corto y cauteloso, como temiendo que al hacer un movimiento demasiado brusco pudiera escapar en cualquier momento.
Sus ojos azules resplandecen al ser tocados por un haz de luz, provocando un centelleante destello plateado que me roba la respiración. Me recuerda a la forma en que el Sol acaricia el agua del mar, y crea refulgentes puntos blancos en la superficie que dan la sensación de ser diamantes, o estrellas.
Dios.
Está cerca. Demasiado cerca. A esta distancia, puedo contar todos los lunares que tiene en el rostro. Si no se aleja, comenzaré a hacerlo pronto. Haré cualquier cosa si eso consigue aliviar lo inquieta que estoy debido a la intensidad de su mirada.
Estoy planteándome seriamente el pedirle que se aleje, pero entonces él separa los labios, sonríe ligeramente, y dice:
—La diferencia, hermosa Avril, es que yo no me intereso por cualquier cosa.
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¿QUÉ?
¿Que les pareció esta interacción entre Avril y Zayn? Tendrán que esperar al próximo capítulo para ver como termina buajajaja
PD: Ya inicie la operación ”reclutamiento de lectores” (sí, el nombre no es para nada creativo) y creo que vamos bastante bien. Se que por ahora somos muy pocos (tres gatos :) ) pero espero que en el futuro se unan más personas.
PD2: Si votan y comentan me ayudarían mucho <3
Ig: feel.in_purple
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