Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 44

Avril Fray.

—¿Cuántas veces te he dicho que tienes que cuidarte, Avril? —La voz de Leyla resuena en las paredes de la habitación del hospital, llegando a mis oídos en forma de un gruñido malhumorado.

Me tumbo sobre la cama acariciándome un mechón de cabello. El tubo delgado y flexible se mantiene pegado a mi mano gracias al esparadrapo, y el vendaje que Leyla había colocado sobre el catéter ha comenzado a deshacerse hará cosa de una hora.

—Probablemente, más de las que soy capaz de recordar —comento juguetona.

—Por Dios. No puedes preocupar a tu padre de esa forma.

Sonrío involuntariamente mientras abrazo la almohada contra mi pecho. Las estrellas fluorescentes en el techo llaman mi atención por un momento, antes de que mis ojos sigan al cuerpo femenino que se balancea mientras camina de un lado a otro.

—¿Solo a mi padre? —le pregunto, enarcando una ceja traviesa—. No lo sé, Leyla, pero yo diría que suenas bastante preocupada por mí.

Ella me lanza una mirada mientras pone los ojos en blanco. Por primera vez desde que entró a mi habitación hace treinta minutos, se queda quieta frente a la cama, observándome... con algo que no logro descifrar. Unas pequeñas arrugas surcan su frente conforme su ceño fruncido se intensifica, y mientras se peina la desaliñada coleta con las manos, suelta unos profundos suspiros que llenan el lugar.

—Tu salud no es una broma —me advierte en tono autoritario.

—Pues mis pulmones parecen estárselo pasando de maravilla jugando conmigo. Un día bien, otro no, uno bien, otro no, uno...

—Ya basta —me detiene con impaciencia—. Me recuerdas a Will.

—¿Y eso es algo malo?

—Lo es si no actúas como tú misma, o si solo tomas su irritable sarcasmo.

—¿Irritable sarcasmo? Pensé que te agradaba Will. Va a estar tan decepcionado cuando sepa que...

—Estoy hablando en serio, Avril —me interrumpe nuevamente, la desesperación tan visible en cada poro de su piel como un millón de luciérnagas en medio de una pradera sombría—. Esta no eres tú. ¿Qué está sucediendo?

Intento sonreír despreocupadamente, pero la intensidad de su mirada provoca una grave interferencia entre mi cerebro y mis músculos, así que lo único que sale es una mueca muy torcida.

—¿De qué hablas, Leyla? Estoy perfectamente...

—No, cariño. No lo estás. Y no hablo solo de tu salud.

Su mirada se suaviza en cuanto propina el primero de varios pasos que la traen hasta mi cama. En un abrir y cerrar de ojos se sienta con cuidado frente a mí, tomándome de la mano mientras acaricia el catéter en la otra. Permanece inclinada hacia adelante, sus ojos preocupados logrando atravesar mi sarcasmo y el látex de sus guantes provocándome cosquillas en la piel. Sus labios se separan entonces con lentitud, y aunque luce lo más serena posible, puedo notar como intenta contener el huracán de palabras que amenaza con salir a borbotones.

—Fuiste a la Universidad aún sabiendo que no te encontrabas bien —me recuerda, y aunque el tono es aterciopelado y prácticamente está murmurando, hay una gota de inquietud que no tarda en aparecer y mezclarse aún más todavía en mis ya confusos pensamientos—. Un compañero tuvo que llevarte a casa, cariño. ¿No ves la gravedad de eso? Puede que sea un simple resfriado, pero tienes que entender que tus pulmones son más débiles y menos capaces de defenderse de infecciones que los de otras personas.

Las comisuras de mis labios se levantan sin muchas ganas.

—¿Esa es la explicación larga para "defectuosos"?

—¡No! —Se apresura a decir, abriendo los ojos con estupefacción mientras se atraganta con sus propias palabras—. Tus pulmones no son... defectuosos. Solo son...

—Lo entiendo, Leyla —la corto. Su respiración luce más agitada que de costumbre—. Sé que gracias a mi enfermedad un simple resfriado podría convertirse en algo mucho peor. Has hecho un buen trabajo enseñándome como cuidarme, ¿sabes? —reconozco—. Simplemente... Pensé que estaría bien. No creí que fuera nada grave.

—Y no lo es —aclara—. Al menos, no por ahora. Más tarde tendremos que hacerte un par de exámenes más para descartar la presencia de alguna bacteria secundaria, pero por lo demás creemos que...

—¿Lo ves? Esto... Esto es lo que intento evitar. —replico, y aunque hago movimientos con las manos que van desde su cuerpo al mío repetitivamente, ella no parece tener la menor idea de a que me refiero.

Me observa con los ojos entrecerrados, intentando descifrarme.

—No entiendo, Avril. ¿De qué estás hablando?

—Estoy hablando de mi padre, Leyla. De ti. De lo mucho que se preocupan por mí. De todo... todo lo que hacen para que yo mejore...

—¡Por supuesto que haré de todo para que mejores! —Se exalta durante un momento, permitiendo que sus emociones más primitivas salgan a flote, sin embargo, le toma menos de un segundo el volver a su estado anterior—. Soy tu doctora, Avril, precisamente "eso" que intentas evitar es mi trabajo.

—No intento evitar tu trabajo, solo... la parte que viene después.

Un brillo diferente cruza por sus pupilas mientras me observa con los ojos bien abiertos.

—Ojalá pudiera cambiarla —murmuro, y aunque lo abatido de mi tono pudiese ser fácilmente confundido con resignación, se trata más bien de que la realidad me ha pegado tan fuertemente en la cara que no estoy tan segura de saber cómo lidiar con ella.

—De que estás... —Su expresión se retuerce en un gesto de dolor cuando se detiene, como si alguien la hubiese apuñalado en el pecho.

—De que ya no sé durante cuánto tiempo más pueda fingir que no me afecta el saber que soy una carga para ustedes. Que no me afecta el saber que... que llegará un día en el que... en el que yo...

No puedo continuar hablando. Un nudo de sentimientos y palabras que llevaba tiempo guardando parecen acumularse en mi garganta, y de la misma forma en que una piedra si es lo suficientemente grande puede bloquear el flujo de un río que tiene un caudal muy bajo, mis emociones se las arreglan para construir un muro en el que mis palabras simplemente rebotan y nunca consiguen llegar al otro lado. Por suerte, Leyla nunca necesitó más que un gesto o una mirada para entenderme, así que cuando se inclina para rodearme con los brazos, y su aroma a látex y alcohol me envuelve, me permito cerrar los ojos y relajarme.

—Cariño... —Apoya la cabeza sobre la mía y mi mejilla queda incrustada en su pecho. Sus dedos me acarician el cabello mientras su respiración vuelve a la normalidad—. No puedes pensar en ese tipo de cosas...

—Sí puedo... —murmuro casi sin fuerza en la voz.

—No, Avy... No es así.

Abro los ojos con asombro, totalmente sorprendida de escuchar ese nombre salir de sus labios.

—Así solía llamarte ella, ¿recuerdas?

Niego con la cabeza lentamente. La profunda nostalgia que siento en su tono me oprime el corazón mientras una pequeña risa se cuela en el silencio de la habitación, haciéndolo pedazos.

—Por supuesto que no te acuerdas... Eras solo una niña...

Sus dedos se escurren a través de mi cabello y me acarician la mejilla.

—¿Sabes? Ella solía decir algo sobre la muerte...

Muerte.

La simple mención de esa palabra me hace tragar saliva con dificultad.

—¿Qué era...? ¡Ah! Sí. Ella decía que la muerte era como caminar por una carretera llena de autos con los ojos vendados.

Hace una pequeña pausa para alejarme de su pecho. Sus manos enfundadas en el látex de los guantes sostienen las mías como si se le fuera la vida en ello.

—Decía que ibas a ciegas, sin saber realmente a lo que te sometías salvo por el pensamiento de que estabas en el peligro, y ese peligro era el único que sabía cómo y cuándo sería tu final. Creía que cualquier momento era bueno para morir, y que por eso necesitábamos vivir plenamente.

Leyla no suele hablar mucho sobre mi madre. De hecho, creo que durante todos estos años no me ha contado más que un par de historias sobre ella, sin embargo... puedo entender el por qué. Su expresión se ensombreció drásticamente solo con mencionar algo que ella solía decir, así que no cabe duda que mi madre fue una persona muy importante en su vida.

—Nunca serás un problema para nosotros, cariño —asegura, envolviéndome nuevamente entre sus brazos—. ¿Cómo es posible que teniendo diecinueve años aún no lo entiendas? Amar no es tan sencillo. No es solo sentir afecto o apego por alguien, Avril. A veces, cosas malas pasan. Y cuando esas cosas malas pasan, tienes la opción de quedarte o de irte. El lío de amar a alguien, y que algo le suceda a esa persona, es que no tienes opción de irte. Y no porque no puedas, sino porque no quieres. Porque esa opción desapareció en el momento en el que supiste que amabas a esa persona, así que todo lo que quieres hacer es permanecer a su lado.

Escuchar a Leyla hablar de esa forma me hace pensar si, además de mi padre y yo, tendrá a alguien importante en su vida que la haga sentir de esa forma tan especial que ella justo acaba de describir. Ella nunca tuvo hijos, y por lo que tengo entendido tampoco se casó. Papá una vez me habló sobre un novio que tuvo en su juventud, pero según él las cosas no funcionaron y terminaron rompiendo tras dos años y medio de relación. Sin embargo, para una persona que aparentemente nunca formó una "familia", Leyla sabe mucho sobre el amor.

—Avril... —Me llama con voz dulce, así que levanto la cabeza ligeramente.

—¿Mhm?

—No importa... —Se aclara la garganta tras una pequeña pausa, sus ojos rojizos amenazan con derramar un par de lágrimas que encajan perfectamente con lo quebrada que se siente su voz—. No importa lo que suceda en un futuro. Amarte..., y cuidarte, siempre será lo mejor que nos ha pasado en la vida. A los dos. No vuelvas a olvidarlo, por favor.

—Está bien —murmuro, ignorando el latir de un corazón que amenaza con romperse aún más.

Percibo la pequeña sonrisa que se forma en los labios de Leyla cuando me besa en la cabeza, sin embargo, los sollozos silenciosos que intenta ocultar me rompen el alma una, y otra, y otra vez.

Desconocido: Hola.

Pego un brinco al reconocer el número de Zayn brillando en la pantalla que trae un poco de luz a una habitación completamente oscura. Mi corazón late furioso, y las alas de las mariposas que baten con furia provocan que mi sonrisa se ensanche. ¿Es normal que un mensaje de texto consiga alegrarme tanto? ¿Incluso cuando estoy enojada con él?

El teléfono vuelve a vibrar antes de tener tiempo siquiera de pensar si responderle o no.

Zayn: ¿Estás despierta?

Tomo una respiración profunda antes de sostener el teléfono entre mis manos temblorosas. Leyla ha retirado el catéter hace al menos dos horas atrás, así que tengo toda la movilidad que necesito en el brazo. Aunque, claro, tampoco es que necesite mucha para teclear un par de palabras... o en este caso, tres letras.

Yo: Sip.

Tres minutos pasan hasta que Zayn escribe de nuevo. Los tres minutos más largos de mi vida, debo añadir.

Zayn: ¿Estás mejor?

Yo: Sip.

Vale, no son las mejores (ni más comunicativas) respuestas del mundo, pero estoy tan nerviosa y sorprendida que escribir un mensaje más largo terminaría conmigo divagando en temas sin sentido... o confesándole todo a Zayn, lo cual, para mi total y absoluto horror, es una de las cosas que más me aterran en el mundo.

Zayn: ¿Fuiste al hospital?

Suspiro mientras llevo la vista a la ventana entreabierta por la que se vislumbra una Luna brillante y redonda. Tecleo el mensaje sin siquiera mirar la pantalla.

Yo: Todavía no.

No sé muy bien cuando fue el momento en que decidí que Zayn no sabría nada sobre mi enfermedad, sin embargo, no puedo evitar preguntarme que sentiría si lo supiera. ¿Estaría triste, o por el contrario le daría igual? ¿Me culparía por no haberle dicho antes, o simplemente se alejaría de mí? ¿Pensaría... Pensaría en el futuro que se nos ha sido arrebatado? No es que él quiera tener un futuro conmigo, pero... No lo sé, a mí me persiguen cada día tantos momentos, que a veces me da por pensar que a él también le pasa lo mismo.

Me pregunto que estará haciendo en estos momentos. Tal vez esté tirado en su cama, con el cabello revuelto y la oscuridad de su habitación absorbiéndolo todo. Quizá esté mirando la pantalla del celular, debatiéndose entre lo que debería escribir, o jugando con Hero y sonriendo porque ella no para de lamerle la cara. Ojalá esté escuchando Let it be, o Yellow, o Somewhere over the rainbow, y pensando que esas canciones se han vuelto un poco nuestras.

Muchas imágenes vienen a mi cabeza, y todas ellas me sacan una sonrisa.

Entonces el teléfono vuelve a vibrar.

Zayn: Joder, ¿puedo llamarte? Si vas a darme respuestas de mierda al menos déjame escuchar tu voz.

Suelto una risa, pero no tardo en marcar su número.

Él contesta al segundo timbre.

—¿Avril? —Su voz es ronca y atrayente.

—Hola.

Puedo oírle respirar desde el otro lado de la línea.

—¿Estás bien? —pregunta. Su cabeza genera una pequeña fricción con la almohada cuando al parecer se mueve.

—Sí —contesto, pero entonces recuerdo su mensaje acerca de mis respuestas de mierda, así que añado: —De verdad. Ha sido solo un susto.

—¿Segura? —La duda en su voz no es tan sutil como probablemente él hubiese esperado—. No creo que haya sido solo un susto. Te veías más enferma de lo normal...

Percibo como mi propia respiración se vuelve temblorosa al tiempo que la suya aumenta su ritmo. Abro los ojos de la sorpresa, y Zayn se detiene abruptamente al ser consciente de lo que ha dicho.

—Mierda. No quise decir eso.

—¿Más de lo normal? —pregunto, ignorándolo—. ¿Es que acaso luzco enferma todos los días?

—No, joder. No. De verdad que no quise decir eso. Yo solo... —La frustración parece adueñarse de su ser, y casi puedo verlo moviendo los ojos y toqueteándose el pelo desesperado—. Lo siento. Parece que últimamente no hago otra cosa más que cagarla.

El resoplido de exasperación que suelta me hace fruncir el ceño.

—De vez en cuando está bien meter la pata —convengo, apretujando la almohada con mi mano libre.

Él bufa antes de echarse a reír sin ganas.

—Sí. De vez en cuando está bien, pero cuando se vuelve una costumbre no pasa demasiado tiempo hasta que empieza a tocarte los cojones.

Ahogo un grito antes de que las risas me broten por la garganta. Supongo que a estas alturas ya debería estar acostumbrada al lenguaje tan obsceno de Zayn, sin embargo, cuando te crías en una casa en la que carajo es considerada una palabrota..., te toma un poco más de tiempo el adaptarte a escucharlas.

—Debería lavarte la boca con jabón —comento juguetona—. Peeero, ya que gracias a tus meteduras de pata he tenido la oportunidad de escucharte disculpándote varias veces en una misma semana... Lo dejaré pasar.

Me acurruco un poco más entre las sábanas mientras clavo los ojos en las estrellas fluorescentes. La respiración de Zayn se tranquiliza conforme transcurren los segundos.

—¿Lo dejarás pasar? —La diversión en su tono casi iguala su incredulidad—. ¿Eso significa que ya no estás molesta conmigo?

—Nunca dije eso.

—¿Pero lo estás? —insiste.

Eso, Avril. ¿Lo estás?

Ni siquiera tengo claro que sepa cómo responder a esa pregunta.

—No... No lo sé —acepto.

—¿No sabes? ¿Cómo es posible que no lo sepas?

Tomo una respiración profunda antes de hablar. Escucharle me pone de los nervios..., y no en un mal sentido.

—Es que... Hiciste algo horrible, Zayn —murmuro.

—Lo sé.

—Sabías que mi relación con Sean no estaba en el mejor momento, y te aprovechaste de eso.

—Tal vez —admite.

—Eso es un poco rastrero —acuso.

Esta vez él no dice nada, y mientras la calma reina entre la oscuridad de nuestras habitaciones, un pensamiento tan bochornoso como aterrador me cruza por la cabeza.

—¿Fue todo para lastimarlo? —pregunto en un hilo de voz.

Por el sonido que dejan escapar sus labios, no tengo muy claro que haya entendido mi pregunta.

—¿Lastimarlo? ¿De qué hablas?

—A Sean. Solo te acercaste a mi porque sabías que eso iba a molestarlo, ¿verdad?

Zayn no contesta de inmediato, y eso da paso a que nos sumerjamos en un profundo silencio. Es un tanto incómodo, he de admitir, permanecer callada estando él del otro lado de la línea. Lo único que puedo escuchar es su respiración, y aunque es casi tan bueno como escucharle hablar, la incertidumbre de esperar y no saber que estará sintiendo me está volviendo loca.

—Sí —responde finalmente, y su voz se siente a penas cercana—. Pero, Av, te juro que eso fue antes de llegar a conocerte. Te lo puto prometo.

—¿Aquella vez en la fiesta..., cuando nos conocimos por primera vez? —Hablar nunca ha sido una tarea tan complicada como lo es ahora—. ¿Ya sabías quién era?

—Mierda, no. —Se apresura a decir—. No tenía ni idea. Solo vi a una chica que estaba siendo molestada por un imbécil y quise ayudarla.

—Te dije que hubiese estado perfectamente bien por mi cuenta —replico, abrazando un pensamiento aún más aterrador que el hecho de que Zayn me estuviese utilizando.

¿Por-qué-demonios-no-estoy-molesta?

—Tampoco sabía quién eras aquella vez en el Luna Park hasta que Sean llegó y nos vio juntos —confiesa; el remordimiento que desprende su voz me cala los huesos—. Te juro que no fue algo que hubiese planeado, Av. Yo solo... No lo sé, joder. Parecía que el Universo se había puesto de acuerdo para que nos encontráramos a cada minuto, y, ¿te digo algo? Mi vida dejó de ser tan miserable en cuanto eso pasó.

Hace una pequeña pausa en la que inhala aire con fuerza, y yo me doy cuenta de que estoy completamente callada, perdida en las ganas que tengo de abofetearlo. O de besarlo. Ya no lo tengo claro.

—Tal vez no me creas —murmura con voz queda—, pero encontrarme contigo se convirtió en la mejor parte de mi día.

Separo los labios lentamente... pero no digo nada. De hecho, no creo que Zayn quiera que diga nada, así que le dejo seguir hablando, y yo solo escucho.

—El momento en el que me di cuenta que Sean estaba enamorado de ti...

—Espera —lo interrumpo, a pesar de mi reciente decisión de dejarle hablar solo a él—. ¿Lo sabías?

—Cualquiera que tuviera ojos en la cara se habría dado cuenta, Avril. La única que parecía no notarlo eras... —Se detiene en seco, dejando la frase en el aire—. Un momento. ¿Tú lo sabías?

Luce tan sorprendido de que lo sepa como yo de que fuese tan evidente que Sean sentía algo por mí. Me siento humillada, y, lamentablemente, también un poco tonta.

—Sí —respondo finalmente.

—¿Desde cuándo lo sabes? —indaga con actitud demandante—. No. Más bien, ¿cuándo fue? ¿Cuándo se confesó?

—¿Es tan necesario que responda esa preg...?

—Sí —dice sin dubitar.

Suspiro profundamente, aliviando solo por un instante la pesada carga en mis hombros antes de decir por primera vez lo que llevaba ya unas semanas correteando por mi mente.

—Sucedió el día que nos vio juntos —comienzo, omitiendo la parte del casi beso—. Cuando fui tras de él, estaba muy enojado. Aun así, se las arregló para hablar conmigo y...., bueno, ya sabes.

—Se confesó —susurra, con voz de quien acaba de hacer el mayor descubrimiento de su vida—. No puedo creerlo.

—¿Continuarás con tu historia? No creo que hablar sobre Sean sea lo...

—¿Puedo preguntar que dijiste? —Su voz es tan débil al hablar que a penas alcanzo a escucharla—. ¿Cuál fue tu respuesta?

—¿No eres capaz de imaginar la respuesta por ti mismo? —espeto, tal vez un poco más arisca de lo que pretendía, pero enfundándome en esa actitud de todas formas—. ¿O solo quieres tener la satisfacción de escuchar como la chica que usaste para lastimar a tu hermano lo rechaza?

En cuanto esas palabras salen de mi boca, no puedo imaginar nada más allá que el rostro de Zayn, y me culpo por eso. No debería ser ese rostro el que se dibuje en mi cabeza, sino el de mi mejor amigo. El de su hermano. El del chico que está sufriendo solo porque tuve que enamorarme de la persona equivocada.

—Perdón si demuestro tanto interés, Avril —gruñe—, pero lejos de sentir cualquier satisfacción porque hayas rechazado a mi hermano, me jodería la vida saber que tú también sientes algo por él después de que casi nos besáramos.

Hielo. Sus palabras son hielo que corta, quema, y se queda encajado en mi piel en forma de pedazos invisibles.

—Nosotros no...

—Hemos estado a punto de besarnos más de una vez, Avril. Y, joder, atrévete a negarlo y te juro que iré hasta dónde estás solo para comprobar si tus labios de verdad son tan suaves como parecen.

Casi me atraganto con mi propia saliva al escucharlo. Sus palabras salen cargadas de una furia y un deseo que no había sentido antes, y por su forma de hablar, estoy segura de que si lo tiento demasiado estaría dispuesto a cumplir su promesa. Aunque, claro, por muy suculento que suene, estoy segura que se va a llevar la decepción de su vida en cuanto se dé cuenta de que su hermano no es el mayor de los impedimentos, y de que le he estado mintiendo desde que lo conocí, y de que en este momento no estoy en mi habitación como él supone, sino en un hospital donde intentan hacer a mis pulmones funcionar correctamente... al menos por unos pocos años más.

—Pensar que podía usarte para lastimar a Sean fue una estupidez, Avril —asegura, calmando lo agitado de su respiración—. Y no tiene nada que ver contigo, sino con nosotros y.... toda la mierda que hemos cargado durante todos estos años.

Me quedo callada por un momento, sintiendo como los párpados comienzan a pesarme. Demasiadas... Demasiadas emociones por un solo día.

—¿Algún día me contarás? —pregunto en un murmuro, aunque es más como una petición.

Le escucho suspirar.

—Algún día te contaré muchas cosas, Av.

Entierro la cabeza en la almohada cuando me pongo de costado. Cierro los ojos con fuerza, concentrándome en el eco de su respiración en mi oreja. Podría dormir solo con ese sonido, y lo recordaría cada noche en la que tuviera insomnio.

—Me gusta que me llames de esa forma —admito con voz somnolienta.

—¿En serio? —Suena extrañado—. Pensé que lo odiabas. Siempre te quejas cuando te llamo así.

—Mentía. En verdad me encanta. Nadie más me llama así. Solo tú.

Percibo la sombra de una risita abandonar sus labios, y luego el movimiento de su cuerpo sobre la cama.

—Entonces supongo que será algo nuestro, ¿verdad, Av?

Pero esta vez no contesto, porque mi lengua no responde las órdenes de mi cerebro, y mi cuerpo se siente tan bien envuelto entre las sábanas que, tras un "Buenas noches" que creo escucharle susurrar, pierdo noción de todo a mi alrededor.

-------------------------------------------------------------
¡Hola, hola! ¿Cómo están? Yo feliz porque estamos a punto de llegar al momento que todos estamos esperando.... ,y otras cositas más que estoy segura (o eso espero) que los van a dejar boquiabiertos ;) Por ahora espero que hayan disfrutado tanto el capítulo como yo. Ojalá poder publicar el siguiente lo más rápido posible y no perderme por semanas😣.

PD: Los tqm <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro