Avril Fray.

Esta mañana está lejos de ser perfecta, y no es precisamente debido a la sensación de vacío que me invade desde el viernes. Mis pasos por los pasillos repletos de universitarios ruidosos son débiles y cortos, y si no fuese porque aún sigo de pie, juraría que intentan mandarme de vuelta a la cama (o al hospital).

En ocasiones, cuando me resulta imposible contener la tos y mis piernas flaquean lo suficiente como para hacerme caer, tengo que sostenerme de alguna pared cercana para no caer. Y aunque me encantaría decir que eso es lo peor de todo, no lo es.

Las miradas de lástima que me dedican me hacen sentir desnuda de alguna forma, y aunque ya debería estar acostumbrada a recibirlas, la verdad es que no creo poder adaptarme nunca a algo como eso. Ni a las ojeras, ni a la palidez enfermiza, ni a la tos que parecía robarme el aliento cada vez que le permitía salir. Este es el tipo de días que me recuerda lo vulnerable que soy y lo expuesta que estoy. El tipo de momentos en los que permito al miedo asomar la cabeza solo un poco más, porque irremediablemente, me dan la sensación de estar preparándome para algo. Algo para lo que nadie, nunca, estaría preparado.

Me froto el rostro con las manos temblorosas mientras una oleada de pensamientos me invade al avanzar lentamente. Intento salir ilesa de ese cantar incesante, sin embargo, lo único que lo hace desaparecer es su perfume rodeándome el cuerpo, y uno de sus dedos sosteniendo con cuidado mis cabellos para llamar mi atención.

—Av. —Su voz suena cansada a mis espaldas.

Me doy la vuelta con cuidado mientras mis hebras castañas se deshacen en su tacto.

—Hola. —Saluda, acomodando la mochila en su hombro y con su típico ladeo de cabeza. Comienzo a pensar que es una costumbre, o tal vez un acto inconsciente.

—Hola —respondo un tanto inquieta.

Creo que es la primera vez que ambos parecemos incómodos por la presencia del otro. O al menos..., la primera vez en mucho tiempo.

—He estado llamándote —recrimina, aunque en el tono más suave posible—. ¿Por qué no me has contestado?

—Necesitaba tiempo —confieso. La cabeza comienza a darme vueltas de repente.

—¿Tiempo para qué? —pregunta frunciendo el ceño.

Luce un poco ansioso, y sin duda eso no hace más que sorprenderme.

—Para pensar —respondo finalmente en voz queda.

—¿Pensar en qué, Avril? Vale, sé que la cagué. Pero..., joder. Mi intención nunca fue lastimarte...

—¿Ah no? —le interrumpo, conteniendo una tos. Mi máscara de tranquilidad comienza a caerse a pedazos—. ¿Entonces, Zayn, cuál fue tu intención?

—¡Lastimarlo a él, joder! —ruge, pero al instante parece notar que se ha exaltado y toma una respiración profunda, cerrando los ojos por un momento—. Yo nunca haría nada para lastimarte, Avril... Por Dios..., ¿cómo puedes no saberlo?

Se escucha abatido, y yo siento que el corazón se me contrae con tanta fuerza que temo que explote en cualquier momento.

Estamos ambos parados en medio del pasillo. Las personas pasan a nuestro alrededor, pero no presto atención a ninguna de ellas. Cuesta creer que realmente tengan una vida. Parecían secundarios, personas que están solo por estar, para rellenar espacios vacíos.

Supongo que ellos pensarán lo mismo de mí.

—Es de tu hermano de quien estás hablando, Zayn. Para empezar, ni siquiera tendrías que querer lastimarlo. Es... Es ilógico —murmuro antes de comenzar a toser.

Me inclino sobre mis rodillas intentando recuperar un poco el aire que se escapa de mi cuerpo, pero de inmediato siento las manos de Zayn trayéndome de vuelta a mi posición anterior.

—¿Estás bien? —La preocupación en sus ojos me deja de piedra.

Está cerca de mí, sosteniéndome con tanta fuerza que estoy segura de que sus dedos se quedarán marcados en mi piel.

—Sí... —intento formular una oración, pero vuelvo a toser.

—No pareces estarlo —asevera, observándome con suspicacia.

Su mirada parece querer descifrar todo lo que estoy ocultando.

—Sin embargo, lo estoy.

Y otra más. Él no parece querer ignorarlas.

—No me tomes por imbécil, Avril —gruñe—. Estás enferma.

—No es nada grave —aseguro y me encojo de hombros, restándole importancia.

Sus ojos se ponen en blanco mientras niega con la cabeza.

—¿Qué mierda haces aquí? Deberías estar en casa. Descansando.

—Prefiero estar aquí. De todas formas, voy a estar enferma en casa igual.

—Yaaa. Pero allí tendrás alguien que cuide de ti.

No contesto. Solo lo miro, aprendiéndome su rostro hasta donde soy capaz, detallando cada curva, cada lunar, y olvidándome por un momento de que probablemente para él solo soy un daño colateral en medio de una guerra que no tiene nada que ver conmigo.

La tos está de vuelta tras unos segundos de fugaz paz. Esta vez es más fuerte, y trae consigo nauseas que me hacen querer volverme un ovillo en el suelo.

Mis ojos están llorosos y me impiden ver con toda la claridad que me gustaría, sin embargo, soy capaz de divisar a un chico ubicado a unos cuantos pasos detrás de Zayn. Se trata de uno rubio, de camiseta azul holgada y vaqueros color crema. Mi cuerpo comienza a temblar, y mientras yo intento volver a respirar con normalidad, él está acercándose con expresión preocupada.

—Llévame a casa —le ruego a Zayn de repente, sosteniendo con fuerza su antebrazo—. Por favor.

Él no duda ni un segundo, ni siquiera cuando me muestro tan indecisa. Tan enredada, tan" ahora sí, ahora no". Sus ojos son decisión, preocupación. Me toma de la muñeca y tira de mí con cuidado antes de comenzar a caminar. Entonces, el chico de cabello rubio queda atrás, y con él, su oportunidad de destruir la visión de la única persona que me ve como Avril, y no como mi enfermedad.

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¡Nuevo capítulo! Ya se, ya se. Está corto, peeeeeero, ya estoy trabajando en el siguiente, yyyyyy, como diría cualquier cantante de reguetón, se vienen cositas 😼.

PD: ¿Qué piensan de nuestro niño rogando por el perdón de Avril y preocupándose por ella?😭

PD2: Los tqm ❤️