CAPÍTULO 40
Avril Fray.
—Voy a dejarme de rodeos y lo preguntaré directamente —El tono de voz de Kat es seguro y definitivo.
Sus manos en mis hombros me sostienen con fuerza, y me obligan a no apartar la mirada mientras aspira una cantidad imposible de aire y pregunta:
—¿Están saliendo?
Trago saliva con fuerza. Su escrutante mirada parece querer descifrar todo lo que he estado ocultando durante estas últimas semanas, pero al ver que no digo nada, me suelta despacio y cruza los brazos sobre su pecho.
—Tú y Zayn, Avril —especifica, creyendo que no la he entendido—. Ya sabes, ese chico tan sexy de ojos azules con un humor de perros y que casualmente es el hermano de tu mejor amigo Un mejor amigo, debo añadir, que parece no soportarlo.
—No sé de qué estás hablando —repongo nerviosa, deslizando los ojos sobre el aburrido césped bajo nuestros pies.
Siendo completamente honesta, me he vuelto una experta en ocultar lo máximo posible todo lo relacionado con Zayn. No es ninguna sorpresa que haya sido una tarea sencilla si tenemos en cuenta lo diferentes que somos el uno del otro. Sin embargo, mentir directamente en la cara de Kat es algo completamente distinto, sobre todo porque ella nos vio a punto de besarnos en casa de Sean, y aunque aquella noche aseguró que no contaría nada, eso no significa que no tenga preguntas que hacerme.
—Tal vez puedas ocultárselo a todos, Avril. Pero no a mí —asegura. La determinación que veo en sus ojos me hace temblar.
—¿Ocultar qué? —pregunto, y aunque estoy totalmente segura de su respuesta, me cuesta un montón mantenerme serena.
Porque Kat me conoce. Porque es mi mejor amiga. Porque es imposible...
—Que sientes algo por él.
Sus palabras me hacen tragar saliva, y cada centímetro de mi cuerpo se estremece ante su afirmación. Aun así, no soy capaz de admitirlo. No en voz alta. No todavía. No si va a juzgarme, a decirme que es una locura, que...
—Eso es absurdo, Kat —aseguro, interrumpiendo mis pensamientos.
Mi amiga suspira con fuerza y pone los ojos en blanco, tensando la mandíbula. Luce irritada, y estoy segura de que no tiene nada que ver con el remolino de estudiantes ruidosos se aglomera a nuestro alrededor.
—¿Por qué sería tan absurdo? —cuestiona—. No sé si lo has olvidado, pero los encontré en una situación bastante comprometedora la otra noche.
—Kat...
—Estaban a punto de besarse, Avril —susurra, acercándose a mí como si aquello fuese un secreto del cual nadie debe jamás enterarse.
«En parte, lo es.»
—Solo somos amigos —miento, encogiéndome de hombros.
Mi situación con Zayn es tan complicada, que ni siquiera estoy segura de que esa etiqueta sea la adecuada para nosotros.
—¿Amigos? —Kat frunce el ceño, liberando una emoción que nunca había visto en ella—. ¿Crees que no me he dado cuenta, Avril? ¿Cuánto tiempo más debo fingir que no sé nada?
—¿De qué hablas?
—De todo lo que pasa entre Zayn y tú. —Se cruza de brazos, y cuando su voz suena cansada, sé que mi castillo de mentiras comienza a caerse a pedazos.
—¿A qué te refieres?
Kat parece dubitar por un segundo en el que una intensa batalla se desata en sus ojos. Suspira fuertemente, observándome con ruego. Está esperando a que hable, a que sea yo quien confiese todo.
Pero eso no va a suceder, y ella lo descubre en el momento en el que bajo la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada.
—La primera vez que lo vimos en el Luna Park, simplemente pensé que era el hermano idiota de Sean —comienza a hablar, derrotada—. Me sorprendí muchísimo cuando los encontramos juntos, pero luego me contaste sobre aquella fiesta y como se conocieron y... No lo sé, pensé que no sería nada importante. Que él no sería importante, pero ese mismo día los vi juntos en el pasillo de la Universidad y...
—¿Nos viste? —la interrumpo, más desconcertada de lo que en realidad me gustaría.
Ella asiente mientras sus mejillas se tiñen de un tímido rosa.
—El señor Davis me envió a buscarte. Pensó que tardabas demasiado y que tal vez te habría sucedido algo, así que yo...
—¿Por qué no dijiste nada? —indago con cautela.
—Estaba esperando que me lo contaras. Pensé que lo harías, pero los días pasaban y tú... Tú no decías nada —comenta bajando la cabeza. Hay un matiz de tristeza pintando su voz—. Yo solo... No lo sé, te veías tan cómoda a su alrededor..., hasta que llegó Sean y vi como reaccionó. Imaginé que estarías triste y necesitarías alguien con quien desahogarte, así que esperé que me buscaras, pero ese día nunca llegó.
—Kat...
—Está bien, no pasa nada —asegura, dándome una sonrisa que podría interpretar como verdadera si no fuese por el hecho de que la conozco demasiado bien—. Entiendo que a veces hay cosas que guardamos para nosotros mismos. Yo misma tengo secretos que nunca te he contado, así que no puedo enojarme porque tu hayas hecho lo mismo conmigo.
—Eso no es... —intento acercarme, pero da un paso atrás y niega con la cabeza.
—Después los vi en el jardín el día que el director los castigó. Pasaba de casualidad, pero te escuché reír y... Fue solo un momento pero... Dios, Avril. Nunca te había visto mirar a nadie de la forma en que lo mirabas a él. Y me sentí feliz por ti.
》¿Recuerdas cuando fuimos a verte al hospital? Sean no estaba, y tu no parecías sorprendida por eso. Imaginé que habrían vuelto a discutir por culpa de Zayn, así que supuse que lo resolverían tarde o temprano. Y aunque así fue, comencé a preocuparme. Tú nunca discutías con él, y desde que Zayn había aparecido parecían no dejar de hacerlo. Pero aún así, tampoco parecía importarte. Seguías acercándote a Zayn incluso cuando sabías que podía traerte problemas. Sé que intentabas que no nos enterásemos, Avril, pero eres mi mejor amiga y... Madre mía, ¿de verdad creías que no iba a notarlo? Por Dios, si siempre has sido tan obvia... —comenta mientras sonríe—. ¿De verdad crees que aquella vez que te invité a salir y me dijiste que tenías que ir a la biblioteca a ponerte al día con las materias no sabía que ibas a verlo a él?
—¿Qué? —La observo con perplejidad mientras intento que las palabras encuentren una forma de salir—. ¿Cómo...?
—¿Cómo supe? —me interrumpe, ayudándome a completar una oración que me cuesta horrores pronunciar—. Tuve una corazonada. Así que te seguí.
Hay un instante de silencio, o tal vez soy yo que estoy tan aturdida que mis oídos ya han dejado de escuchar.
—¿Me... Me seguiste?
—Sí —asiente rápidamente, instalando una expresión de triunfo en su rostro—. Creo que está de más decir que los vi juntos. Y el resto..., bueno, creo que ya lo sabes.
Decir que estoy perpleja es poco. Siento una mezcla de vergüenza, estupefacción y desconcierto que me provoca ganas de vomitar. Entonces..., ¿lo supo todo este tiempo? ¿Qué Zayn y yo...? ¿Qué él y yo...?
—¿No vas a decir nada? —pregunta.
—No... No sé que decir. Estoy tan...
—¿Sorprendida?
Asiento.
—Demasiada información —repongo.
—Ya... Dímelo a mí —comenta mirando al piso y jugueteando con una piedrecita bajo sus pies.
—¿Por qué nunca dijiste nada? —indago.
—Ya te lo dije. Esperaba el día que fueras tú quien me lo dijera.
Me muerdo el labio inferior con fuerza. Por un segundo me dan ganas de correr y esconderme en un lugar donde los ojos de Kat no puedan encontrarme. Un lugar donde fui una buena amiga y no oculté tantas cosas.
—No estoy enojada, Avril. Si eso es lo que estás pensando. —Se acerca y me toma de las manos, que se muestran firmes y decididas al envolver las mías—. Tuviste tus motivos. Jamás podría juzgarte por eso.
Se inclina hacia adelante, y soltando mis manos me abraza suavemente. De inmediato se me forma un nudo en la garganta, pero la abrazo de vuelta.
—No tenemos que hablar de eso si no te sientes preparada. Solo quiero que sepas que estoy aquí, ¿vale? —Hace una pequeña pausa mientras suspira. Su abrazo se siente tan cálido que me hace cerrar los ojos—. Que siempre voy a estar.
He estado semanas intentando que no me descubran, y Kat lo ha sabido todo desde el principio.
¿Debería haberme dado cuenta antes? Probablemente. Ella es mi mejor amiga desde hace años, es lógico que iba a notar que algunas cosas habían cambiado, pero no pensé que fuese a notarlo tan rápido. Tal vez debí de haber tomado como una señal que aquella noche en casa de Sean cuando nos atrapó a mi y a Zayn a punto de besarnos se mostró tremendamente tranquila, pero estaba tan preocupada de que también Sean se enterase, o de lo que la misma Kat pudiese llegar a pensar, que no me molesté en añadir a mi cabeza otra preocupación más.
De todas formas, es un alivio. Compartir la carga es un alivio. Y Kat... Aún cuando todo el tiempo lo supo, nunca dijo nada. Esperó pacientemente a que yo le contase, y aún cuando no lo hice, no se enojó conmigo. Porque es una buena amiga, o al menos, una mucho mejor de lo que yo he sido.
Sonrío y sigo caminando a través del campus de la Universidad. Faltan cuarenta minutos para mi próximamente clase y ninguno de mis amigos está disponible para acompañarme, así que mientras me dirijo a la cafetería me dedico a examinar los alrededores. Es mediodía, así que el Sol está en el punto más alto del cielo y sus rayos iluminan todo desde arriba. A mi alrededor no hay muchas personas, así que no se me dificulta vislumbrar la imagen de una pareja que se da el lote detrás de una de las columnas, ni la de un chico recostado al tronco de un árbol, luciendo completamente relajado y estirando las piernas sobre el césped. Está completamente vestido de negro, a excepción de una camisa de cuadros rojos y negros qué está amarrada a su cintura. El aire bate sobre los despeinados rizos oscuros y entonces...
Oh...
No es un chico cualquiera. No es uno más entre el montón, ni la clase de persona que pasa por tu lado y tu solo ignoras porque van y vienen por montones, viviendo una vida lejana a la tuya.
No puedo evitar sonreír por la extraña familiaridad con la que me reciben sus facciones cuando encamino mis pasos hacia él. Me acerco con cuidado, dejándome llevar por el hilo invisible que me ata hasta él, que me arrastra hasta su calma. O hasta su tormenta.
Cuando estoy justo en frente me dejo caer a su lado y la sonrisa se me borra de la cara al instante. Tiene el labio roto, moretones en sus mejillas que se extienden por todo su rostro, y en la mano derecha una venda que se ha ensuciado de tierra y polvo.
Los rizos que caen como cascada le tapan los ojos cerrados, así que se los aparto. Su cabello se siente suave y sedoso entre mis dedos, sin embargo, ahogo un grito en cuanto percibo el color violeta que pinta su parpado izquierdo.
Santo cielo. ¿Qué habrá sucedido? ¿Quién pudo haberlo dejado en ese estado? ¿Cuándo sucedió? ¿Le dolerá mucho?
Un remolino de preguntas sin respuestas se acumula en mi cabeza, y yo en lo único que puedo pensar realmente es en limpiarle la sangre que comienza a mancharle la vendita que tiene en un costado de su frente. No me toma por sorpresa que en cuanto lo rozo con mis dedos emita un gruñido de dolor, pero aun así ese simple acto es suficiente para despertar mis alarmas y hacerme ponerme en pie. Siento como Zayn se remueve a mi lado en cuanto me doy la vuelta, y justo cuando pienso que puedo irme sin ser vista, unos dedos cálidos y suaves se me enroscan en la muñeca, deteniéndome.
—Es un poco espeluznante observar a una persona mientras duerme, ¿no lo crees, Av?
Volteo la cabeza de inmediato y me encuentro con esos ojos color cielo mirándome aún adormilado.
Mierda.
Su voz ronca provoca escalofríos en cada parte de mi cuerpo, y si a eso sumamos que me está observando como un lobo a un corderito cuando sabe que no tiene escapatoria, la combinación es letal.
—No estaba observándote —niego descaradamente mientras carraspeo con nerviosismo, y no solo por la pésima mentira que acabo de soltar, sino porque con cada segundo que pasa el agarre de su mano en mi muñeca se hace cada vez más presente, más real.
Su tacto es cálido, acogedor, y las yemas de sus dedos son suaves y delicadas, casi como si no se tratase de un chico.
—¿Por qué insistes en mentir si sabes que eres terrible para eso? —Cuestiona mientras sonríe ligeramente, y a mi mente vienen primaveras y tardes de café hablando sin parar, si eso tiene algún sentido.
Zayn no tiene sentido para nada.
—Yo...
—Olvídalo. —Hace un gesto con la mano que me indica callar y me suelta—. No quiero oír tus excusas. Mejor siéntate a mi lado y hazme compañía.
Enseguida vuelve a recostarse en el tronco del árbol, y la forma en que los rayos del Sol perfilan su mandíbula mientras espera a que me siente, consiguen distraerme durante todo el segundo que tardo en tomar lugar junto a él. Cruzo las piernas de inmediato y me dejo caer hacia atrás; siento como algunas irregularidades de la madera consiguen clavarse por toda mi espalda pero no dejo que eso sea un problema.
Zayn a mi lado vuelve a mostrarse tremendamente tranquilo, tanto que si no lo estuviese viendo en este momento podría jurar que no está ahí.
—¿Qué estás haciendo aquí solo? —indago.
Hay un silencio que dura varios segundos y que solo se ve interrumpido por el ritmo constante de su respiración. Nuestros hombros además están rozándose, pero al parecer ambos hemos acordado fingir que no somos conscientes de ello.
—Estos días... Te busqué por toda la Universidad, pero no pude encontrarte —confieso. ¿El motivo? No tengo la menor idea—. ¿Has estado bien? Pensé que... No lo sé, tal vez había sucedido algo y...
—¿Por qué no me llamaste? —me interrumpe.
—¿Dis... Disculpa?
—Has dicho que estabas buscándome. —Su voz es tan afilada que podría cortar el aire si quisiera, aunque estoy segura de que su intención no es ser grosero—. Tienes mi número, ¿no? Podrías haberme llamado.
Ah... Cierto...
Su número sigue guardado en mi registro de llamadas, camuflado entre las cientos de veces que se repite el de mi padre y las otras cien que le he marcado para luego colgar antes del primer timbre.
—Pensé que podría molestarte —me excuso.
No pasa mucho tiempo cuando escucho una risa incrédula escaparse de sus labios.
—¿Molestarme? —Su voz se tiñe de diversión, y luego voltea la cabeza para posar sus ojos en mí—. Eres la última persona de este mundo que podría hacer algo para molestarme, Avril.
Abro los labios debido a la sorpresa mientras que la sonrisa de Zayn parece ensancharse a medida que aumenta mi confusión. No creo que pueda acostumbrarme nunca a escucharle decir ese tipo de cosas, sobre todo no cuando está tan cerca que puedo aspirar su perfume y sentir su aliento chocar contra mis mejillas.
—Por supuesto, cuando no estás siendo un grano en el culo o causando peleas en bares me gustas mucho más —añade, y mi corazón se detiene al instante.
¿Qué ha dicho?
—A veces puedes comportarte como una verdadera chica mala, Av —continúa, incapaz de percibir que me he quedado paralizada. De nuevo.
¿Zayn Hardy ha dicho que le gusto? Es imposible. Él puede decir que soy hermosa, que mataría a cualquiera que se atreva a ponerme un dedo encima (tal vez solo estaba siendo amable), o incluso que quiere besarme (aunque no lo diga directamente), pero nunca podría decir que le gusto. ¿Por qué? Sencillamente porque Zayn no es así. No es del tipo que simplemente le gusta una chica. Es más bien del tipo que les gusta a las chicas, y hay una diferencia muy grande entre eso.
—Sigues llamándome de esa forma... —murmuro. Soy incapaz de decir nada en voz alta en este momento.
Él me mira con el ceño fruncido, y no consigo descifrar si se debe a que no me ha oído o al brusco cambio de tema.
—¿Cómo?
—Av —repito, esta vez un poco más alto—. Sigues llamándome Av.
—¿Te molesta? —pregunta elevando las cejas. Luce sorprendido.
—No... No es eso...
—¿Entonces? —inquiere. Su rostro está más cerca de lo que me gustaría, así que no puedo pensar con claridad.
Definitivamente Zayn me afecta más de lo que creía.
—No me molesta. Solo me da curiosidad que de repente comenzaras a llamarme Av. Eso es todo.
Sus labios se juntan para dar nacimiento a una sonrisa. Una sonrisa, debo añadir, que me roba un poco el aliento.
—Tal vez pienso que Avril es demasiado complicado.
Esta vez soy yo la que no puede contener una pequeña carcajada.
—¿En qué mundo Avril es un nombre complicado?
—En el mío —asegura divertido—. ¿Te sorprende?
—Para nada.
—Ya aprendes a conocerme.
—Siempre recurres al camino fácil, ¿verdad, Zayn?
Su expresión se suaviza y su sonrisa parece querer gritar algo que no consigo entender.
—No siempre. A veces me gustan los riesgos.
Su voz es suave al hablar, casi como una brisa que me acaricia la cara. O tal vez se trate de su aliento mentolado, que me roza el cuello cuando se inclina hacia adelante y me deja totalmente estupefacta.
Casi como un golpe de realidad, el color purpura de sus heridas se cruza en mi campo visual con la velocidad de un rayo.
—¿Qué sucedió? —Me atrevo a preguntar, y mi voz sale en tonos tan débiles que no me sorprendería que no me hubiese escuchado.
—¿Esto? —Su rostro muestra un profundo desinterés cuando se toca cuidadosamente los moretones y niega con la cabeza—. No puedo contarte. Si lo hiciera tendría que matarte después.
Permanezco en silencio hasta que su risa me llena los oídos. Respiro hondo y me obligo a controlar los nervios.
—Hablo en serio —replico con suavidad.
—¿Y quién dijo que yo no? —cuestiona burlón, pero al ver la expresión en mi cara suspira derrotado—. Fue solo una pelea tonta. Nada de lo que tengas que preocuparte.
Pero me preocupo. Me preocupo porque no le creo absolutamente nada. Sé con seguridad que Zayn no se metería en una pelea si no fuese por algo realmente importante, y el hecho de que me lo esté ocultando me resulta todavía más preocupante, sin embargo, por el momento lo dejo estar. No quiero presionarlo para que me diga algo que no quiere.
—¿Te duele? —pregunto en su lugar.
—Ni un poco —asegura, pero se pasa la lengua por el labio y un diente traicionero le roza la herida.
—Uh... Estás...
No termino de hablar cuando acerco los dedos al lugar donde la sangre ha comenzado a brotar y acaricio la pequeña grieta con las yemas. Contengo el aliento cuando sus ojos parecen querer brillar mientras se deslizan desde el césped hasta mis labios. Casi sin quererlo, me transporto a una noche de estrellas ocultas que solo nosotros éramos capaces de ver.
—El labio te...—Trago saliva con fuerza, sintiéndome pequeña ante la intensidad de su mirada—. Te sangra...
El resto de la frase queda en el aire junto con mi sentido común, porque en el segundo en el que la punta de su nariz roza con la mía, sé que estoy perdida.
—¿Qué haces?
No contesta y en su lugar parpadea lentamente, sonriendo de medio lado mientras me aparta un mechón de cabello. He notado que al parecer le gusta hacer eso. No es la primera vez que siento el cálido tacto de sus dedos surfear contra la superficie de mi oreja, y sin duda alguna tampoco quiero que sea la última
—Zayn —pronuncio su nombre en un susurro ligero.
—Estoy tomando riesgos —murmura.
Su mano se traslada entonces hasta mi mejilla, y yo olvido que estamos en la Universidad, y que tal vez haya cientos de ojos extraños siendo testigos de este momento.
Me da igual, lo único que me importa ahora mismo es él.
Respiro hondo intentando calmar el ritmo tan furioso con el que late mi corazón, pero me dejo llevar en el mismo instante en el que la yema de su dedo pulgar se desliza despacio sobre mi labio inferior.
—Esta vez no hay nadie que lo interrumpa —dice. Una revolución se desata en mi estómago, porque va a hacerlo. Va a besarme.
Zayn va a besarme.
—Si no quieres... Este es el momento perfecto para alejarte —advierte, y por primera vez no parece seguro de sí mismo.
¿Es que tiene miedo de que lo rechace?
—No quiero alejarme —susurro.
Juro que por un momento casi lo escucho soltar un suspiro de alivio, sin embargo, lo olvido cuando me toma de la mandíbula para levantarme el rostro. Mis ojos chocan finalmente con los suyos, y la felicidad que me llena el pecho ahora mismo me asusta.
—Llevo mucho tiempo queriendo hacer esto, ¿sabes? —murmura inclinándose para que nuestros labios se rocen—. Mucho tiempo preguntándome como...
—¿Qué mierda...?
Una voz masculina llega hasta mis oídos como un jadeo ahogado. Zayn se detiene a milímetros de mí, y por la forma en la que gira su rostro lentamente, sé perfectamente que también sabe de quien se trata.
—¿Qué cojones estás haciendo? —pregunta lentamente, la rabia extendiéndose por su voz cuando emite la pregunta—. ¿Qué cojones, Avril?
Volteo la cabeza ante la mención de mi nombre. La imagen del rostro furioso de mi amigo es todo lo que soy capaz de ver, sin embargo... hay algo más... Algo más que...
No.
No puede ser.
—Sean, ella no... —interviene Zayn.
—Cállate —espeta Sean—. Joder, cállate. Y tú... —Vuelve a dirigirse a mí, observándome con los ojos inyectados en rabia—. Tú...
Hace una pausa, desviando el rostro y frotándoselo con frustración mientras niega con la cabeza. Cuando sus manos entonces vuelven a caer a ambos lados de su cuerpo, puedo detallar con más precisión los múltiples moretones que, al igual que en Zayn, manchan lo blanco de su piel. De inmediato le dirijo una mirada de reproche a este último, pero su atención está tan puesta en su hermano que no puede ver la forma en la que mi corazón comienza a romperse.
—Sean, por favor... —Vuelvo a concentrar mi atención en él, poniéndome de pie para acercarme—. Déjame explicarte...
—¿Explicarme? —gruñe—. ¿Qué coño quieres explicarme?
—Por favor... —Mi voz se quiebra antes de poder terminar cualquier oración—. Solo déjame...
—¡Te advertí sobre él! ¡Te dije como era, joder! Y tú..., ¿te lías con él? ¿En serio, Avril?
Soy una tonta.
—No... Nosotros no...
—¿Qué? ¿Ahora vas a negarlo? —Bufa—. ¿Incluso después de que estuvieran juntos la otra noche?
¿Qué?
Me quedo completamente paralizada ante sus palabras, que se sienten como un balde de agua fría, o una venda haciéndose pedazos. Miro a Zayn por el rabillo del ojo, pero él no se atreve a mirarme.
—¿Qué...? ¿De qué estás hablando?
Sean no contesta, y en su lugar mira a su hermano. Sus ojos resguardan múltiples emociones, pero sin duda el amor fraternal no es una de ellas.
—Si quieres saber puedes preguntarle a Zayn —escupe mirándolo—. Él sabe mejor que yo de lo que estoy hablando, ¿verdad, hermanito?
—Hijo de puta —masculla este poniéndose de pie—. Te juro que...
—Zayn —Mi voz flaquea cuando lo interrumpo—. ¿De qué está hablando?
Pero él sigue sin mirarme, y los ojos que hasta hace un minuto parecían llenos de vida ahora solo lucen vacíos y rotos.
—Zayn —Vuelvo a pronunciar su nombre—¿De qué est...?
Y en ese momento es cuando veo su rostro, y la culpabilidad que encuentro es la única respuesta que necesito.
Me siento mareada por un instante, como si todo comenzara a dar vueltas de repente. La imagen de Sean comienza a difuminarse ante mis ojos, y creo que Zayn me está llamando... No lo sé. Esta vez soy yo quien se frota el rostro buscando una claridad que parece haberme abandonado, y casi como si mi alma hubiese sido arrancada de mi cuerpo, me escucho murmurar un:" ¿Cómo pudiste?" antes de correr detrás de un Sean que camina lo más rápido que puede, y todo para alejarse de mí.
-------------------------------------------------------------
¡Hola! Ha pasado tanto tiempo desde la última actualización que incluso he olvidado como decir algo (no me maten, por favor😭) He estado atravesado por un proceso de muchos cambios y por un bloqueo HORRIBLE. Ni siquiera ahora estoy conforme con el resultado de este capítulo, pero me obligué a publicarlo porque les debía la continuación de la historia de Avril y Zayn, y porque como les prometí, no voy a parar. Justo ahora estoy publicando este capítulo y corriendo a escribir el siguiente, así que... nada, espero que lo disfruten, se enojen, griten, y demás.
PD: No es por spoilear, pero está cerca el momento que sé que están esperando😼.
PD2: Los tqm <3. Tengan bonita noche. Muak.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro