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CAPÍTULO 32

Avril Fray.

Una pincelada de luz colorea el suelo del oscuro pasillo y se cuela por la rendija creada entre la puerta y el marco para bañar la pared junto a la ventana. Se las arregla para crear un triángulo perfecto, sin embargo no es eso lo que llama mi atención, sino el sollozo que rebota entre las paredes. Es suave, y por algún motivo la palabra «contención» se me viene a la mente, porque es como si no quisiera ser escuchado, descubierto.

Cierro los ojos, y antes de poder preguntarme a mí misma que demonios estoy haciendo, mis pies actúan por sí solos. Encaminan los silenciosos pasos hasta la puerta, intentando al igual que el dueño del sollozo, no ser atrapada, así que me pego a la pared e inclino la cabeza solo un poco hacia adelante.

Suspiro lentamente para luego echar una fugaz ojeada a la puerta cerrada del cuarto de Sean. Ni siquiera entiendo que estoy haciendo aquí; solo sé que no podía dormir, y que tomar un vaso de leche mientras veía las estrellas en el jardín junto a la cocina me pareció la mejor idea del mundo.

Ahora me doy cuenta de que tal vez no fuese tan increíble como me lo parecía, porque además de estar realmente confundida, siento que estoy invadiendo por completo un momento que no me pertenece; la privacidad de una persona que no tiene nada que ver conmigo. Niego varias veces con la cabeza antes de darme la vuelta, decidida a regresar a la comodidad de la cama, pero entonces los acordes de Let it be se las arreglan para escabullirse de la habitación y llegar hasta mis oídos, dejándome totalmente inmovilizada.

He escuchado esa canción más veces de las que puedo recordar. Me atrevería a decir que es incluso tan familiar para mí como Somewhere over the rainbow; la única diferencia es que la letra nunca antes había sido opacada por sollozos pertenecientes a algún desconocido, y que esta vez no es el viejo reproductor de mi padre el que le está dando vida a la melodía y a la voz.

Intento no voltearme y solo seguir mi camino, pero me resulta imposible. Hay algo... algo que me está llamando; tal vez la curiosidad, tal vez el pensamiento de que pueda tratarse de Zayn. Muy en el fondo lo dudo, ya que soy fiel creyente de que él preferiría encerrarse en un búnker en Suiza antes de dejar que alguien le vea llorar, pero aún así siento esta extraña necesidad de comprobar que no es él. De comprobar que está bien.

Muy a mi pesar, vuelvo a acercarme lentamente a la puerta de madera caoba y dejo que mis sentidos hagan el resto. Mis ojos consiguen vislumbrar a través de la abertura la imagen de una planta marchita y la esquina de lo que parece ser un estante repleto de libros  impecablemente acomodados por color. En el suelo y sobre la alfombra de lana, hay decenas de bolas de papel arrugadas que forman un camino torcido hasta un escritorio de madera, y en él, con una de sus manos convertidas en un puño bajo su mandíbula y la otra atrapando entre sus dedos la esquina de lo que parece una foto, está Cassian Hardy.

Sus facciones se contorsionan en un gesto de aflicción, y las lágrimas que mojan su rostro al pasar le salpican también el puño de la camisa de lino. No deja de llorar, y cuando las yemas de sus dedos se clavan en el papel de la foto con tanta fuerza que temo que llegue a romperla, pienso que solo he visto unos ojos tan caóticos como los suyos, y esos son los de su hijo.

¿Qué estará mirando que habrá conseguido ponerle en ese estado? ¿Será una foto familiar? Tal vez se trate de una que se tomaron todos juntos, antes de la traición, de las mentiras..., de que Zayn se marchase. Antes de todo lo que sucedió y de lo que yo aún no tengo ni la menor idea, pero que sin duda no pudo haber sido sencillo, porque el anhelo que reflejan esos ojos... Es un anhelo casi palpable, tangible.

¿Será una foto de su esposa? ¿Tal vez una de ellos juntos? ¿O quizás sea...?

Una mano se envuelve en mi antebrazo, y antes de tener el tiempo de reaccionar tira de mí hacia atrás con una brusquedad arrolladora, obligándome a darme la vuelta.

Las pequeñas estelas de luz que deja la Luna tras de sí consiguen colarse por la ventana, y a pesar de que el pasillo está bastante oscuro, no es ni de cerca suficiente para camuflar el color de esos ojos, ni la rabia que desprenden.

—¿Qué carajos estás haciendo? —Su voz se escucha agitada.

Me clava las yemas de los dedos en la piel descubierta, y conforme transcurren los segundos en los que yo no digo nada, su agarre no hace más que intensificarse.

—Te lo preguntaré una vez más, Avril, y juro por Dios que no habrá una siguiente—murmura—. ¿Qué carajos estás haciendo?

A nuestras espaldas, Let it be se reproduce en un bucle infinito. ¿Y si me concentro en la letra y me olvido de Zayn? No creo que funcione; no si me está mirando de ese modo.

—Joder, Avril. Estoy intentando calmarme pero me lo estás poniendo muy difícil —insiste pasandose la mano libre por el rostro—. ¿Me quieres decir que mierda estabas haciendo?

Trago saliva despacio.

—Te lo diré si me sueltas.

Abre los ojos con sorpresa, pero entonces sus labios se curvan en una sonrisa maliciosa.

—¿No crees que no estás en posición de exigir nada?

Me encojo de hombros con desinterés. Dios. Soy realmente buena ocultando mis emociones.

—Eres tú el que quiere saber. A mí no me cuesta nada quedarme callada.

Su escrutante mirada parece calarme los huesos, y a pesar de que es evidente lo tenso y enojado que está, cumple mi petición y me libera de su agarre en medio de un gruñido.

—Listo. ¿Me dirás ahora?

—No hay mucho que decir en realidad —aseguro—. Iba a la cocina a por un vaso de leche y escuché a alguien llorando. Solo quería saber si...

«Solo quería saber si se trataba de ti.»

No. No puedo decir eso, sobre todo porque no se lo merece.

—¿Solo querías saber si...?

—Nada. No quería saber nada. —Ladeo la cabeza—. No vi mucho, en realidad. Así que si me disculpas, me encantaría regresar a dorm...

—No te creo nada —asegura, frunciendo el ceño.

—¿Ah no? —Bufo.

—No. —Niega con la cabeza—. Ya son muchas veces, ¿no crees? Primero en la Universidad, y ahora, en mi jodida casa.

—Simples casualidades. Existen, ¿sabes?

—Sí, lo sé. Como también sé que tienes una extraña obsesión por mi puta familia.

—¿Qué?

—¿Es eso?

—No puedes estar hablando en serio...

—Pues sí, lo estoy.

—Vete a la mierda, Zayn.

Intento pasar por su lado dando pisotones enfurecidos, pero su mano se envuelve en mi muñeca y me hace retroceder.

—No, joder. No huirás esta vez. No lo harás.

—Tampoco lo hice la primera. Suéltame.

—Lo intentaste.

—Ya. —Resoplo—. Pero tú no me dejaste, y ahora, suéltame.

No me escucha. Se da la vuelta rápidamente y comienza a arrastrarme por el pasillo.

—Zayn, suéltame.

—No.

—Zayn...

—Ya te dije que no.

En otras circunstancias, haría un poema mental sobre como sus dedos parecen encajar a la perfección con la forma de mi muñeca, o sobre como Let it be nos envuelve a ambos con sus notas, o sobre como el latido de mi corazón casi parece un acorde más. Esta vez no. Esta vez él está furioso, y yo confundida. Porque no le entiendo. Porque es un nudo demasiado enredado, y al parecer yo tengo los ojos vendados

—No voy a dejar que te vayas. Tu y yo vamos a hablar. Quieras o no.

Suelto una risa estrangulada, sarcástica, para nada propia de mi.

—¿Hablar? ¿En serio quieres hablar?

—¿No fue eso lo que dije? —gruñe.

—¿Para qué? ¿Eh? ¿Para que puedas decirme las cosas horribles que me dijiste la otra vez? ¿Para que puedas comportarte como un imbécil de nuevo? —A estas alturas ya ni siquiera me importa que alguien pueda escucharnos—. Dejame decirte que no es necesario. ¡Ya sé que eres un idiota! No necesito una conversación para eso.

—Maldita sea, Avril —susurra, volteando la cabeza para mirarme pero sin dejar de caminar—. ¿Quieres hablar más bajo? Todo el mundo está durmiendo, incluyendo tu adorado Sean. ¿Es que quieres que nos vea juntos?

—No lo metas a él en esto.

—Pues entonces no grites.

Resoplo fuertemente cuando sus pasos se detienen en el descanso de la escalera y entonces él se da la vuelta, quedando frente a mí y liberándome de su particular prisión. Noto que está usando unos pantalones de pijama y una camiseta blanca con un agujero en el cuello. Su cabello está completamente alborotado, y lo despeina aún más cuando se enreda los dedos entre los mechones y lo sacude fuertemente con frustración.

—Escúchame, ¿sí? Por favor.

Mis ojos se abren de la sorpresa. ¿Acaba de decir... «Por favor»? ¿Zayn si quiera sabe que significan esas dos palabras juntas? Aparentemente sí, y debo decir que no puedo estar más sorprendida.

—Mira, si quieres hablar de lo que acaba de pasar de verdad que no fue m...

—¿Qué? No. No quiero hablar de eso. No me interesa. Yo... —Se detiene un momento en el que carraspea con incomodidad—. No debí tratarte de esa forma. No cuando no era tu culpa.

Frunzo el ceño con confusión.

—¿De qué hablas?

Él pone los ojos en blanco.

No me puedo creer lo volátil que es. ¿Cómo puede cambiar de una emoción a otra que es totalmente opuesta y no perderse en el proceso?

—¿De qué voy a estar hablando, Avril? De lo que sucedió la otra noche. Tú misma lo dijiste. Te dije cosas horribles.

Espera. ¿Acaso quiere disculparse?

No mentí cuando dije que Elías es un imbécil. Lo es. Incluso peor que Tyler. Y verte con él... No lo sé. Todo lo que podía pensar en ese momento era en estamparle la cara contra el suelo y golpearlo hasta que se me olvidara que es un hijo de puta. ¿Eso tiene sentido?

—No. Creo que estás loco —bromeo.

—¿Qué quieres que te diga? Es la verdad. Pero tú no tenías forma de saberlo, y yo simplemente... me deje llevar, supongo.

Inspiro hondo y aparto la vista del manto de sombras que es su rostro.

—Ya, entiendo. Pero.... ¿Por qué?

Esta vez es él quien frunce el ceño.

—¿Por qué qué?

—¿Por qué es un imbécil?

Le siento tragar saliva súbitamente.

—¿Cómo?

—Dices que es un imbécil —susurro—. Un capullo que solo saldrá conmigo, me follará y me dejara tirada. ¿No fue eso lo que me dijiste aquella noche? Quiero saber exactamente por qué.

—Avril...

—Quiero saberlo. No puede ser tan difícil, ¿verdad?

—¿Por qué quieres saberlo?

—Curiosidad.

Espero pacientemente una respuesta, pero vuelvo el rostro con lentitud hacia él en cuanto percibo una risa escaparse de sus labios.

—No puede ser...

Su mandíbula está en tensión, y antes de que pueda preguntarle a que se refiere, se aleja de mí y comienza a propinar pasos desmañados que no tienen destino alguno.

—No es solo curiosidad, ¿verdad? Te gusta—asegura, sus ojos parecen querer atravesarme—. ¿Es eso? ¿Te has enamorado de ese tipo?

—¿Qué? ¡No! ¿De dónde rayos sacas eso?

—¡Vamos, no me jodas!

—¡Ni siquiera lo conozco, Zayn! —grito.

—¿No? ¿Entonces por qué si quiera tendría que explicarte todos los motivos por los cuales no es bueno para ti? ¿Por qué si quiera tendría que interesarte?

Tomo aire intentando calmarme y enderezo los hombros. Es evidente que Zayn no será el que ponga los frenos, y es solo cuestión de tiempo que nuestros gritos acaben por despertar a todo el mundo. Y Sean... No, él no puede si quiera sospechar que estuve a menos de un metro de distancia de Zayn.

—Esta conversación es una estupidez, ¿no te parece? —inquiero—. Ni siquiera sé por qué estamos discutiendo sobre esto. Es una tontería que...

—¿Vas a llamarle? —interrumpe.

—¿Perdón?

—Me escuchaste perfectamente, Avril. ¿Es eso? ¿Vas a llamarle?

Cierro los ojos e inspiro profundamente. Solo necesito calmarme. Solo necesito...

—Respondeme —demanda en tono autoritario.

—Zayn...

—Respondeme. ¿Vas a llamarle?

—Por favor, es una tontería que estemos disc...

—Joder, es que está clarísimo. Es obvio que tú...

—¡Para ya! —chillo; su rostro se crispa con asombro—. ¿Por qué si quiera te interesa? ¡Es mi vida!

—¿Qué por qué me interesa? ¡Porque intento cuidarte! ¿Es que no lo ves?

—¿Cuidarme? ¿¡Cuidarme de quién!?

—¡De él! ¡Joder, de él!

Contengo el aliento. Siento la calidez que desprende su cuerpo cuando se acerca a mí, y casi por instinto doy un paso atrás. Intentando protegerme. Intentando no sentir.

—¿Cuál es la diferencia, Zayn?

—¿Qué?

No me entiende.

—Entre tú y él. ¿Cuál es la diferencia entre los dos? —Él parpadea varias veces—. Hablas de Elías, pero el día de la fiesta dejaste tirada a aquella chica, ¿verdad? Como si ella no importara. Sean no para de decirme que eres una mala persona, que no debo acercame a ti. Y yo aún así lo hago. Tu padre parece odiarte. He escuchado las cosas terribles que él te ha dicho, pero también he escuchado las cosas horribles que le has dicho a él. Y aún así sigo acercándome a ti. Sin conocerte y sin saber con que pueda encontrarme. Entonces, Zayn, ¿qué es lo que te diferencia de él?

No dice nada, ni siquiera separa los labios que tiene fruncidos en una línea. Todo su cuerpo está tenso, y aunque tengo miedo de lo que pueda decir si abre la boca, el silencio resulta tan aplastante que tengo ganas de salir corriendo.

Temblando, y ya completamente segura de que no dirá nada, me deslizo por su lado. Él me retiene del brazo antes de que pueda dar otro paso y me da la vuelta lentamente, como si tuviese miedo de que en cualquier momento pudiese escapar.

—No somos iguales.

—¿Ah no?

—No joder... No. No es lo mismo. Es diferente. Somos diferentes.

Tira de mí para que me acerque a él, pero cuando tropiezo en el camino y termino prácticamente estrellada contra su pecho, él lejos de alejarme me toma por la cintura.

—¿Cuál es la diferencia, entonces? —pregunto en un susurro.

Puedo sentir su corazón latir frenéticamente contra su pecho. ¿Está nervioso? No tengo idea, porque de repente luce más tranquilo.

—¿Cuál es la diferencia, Zayn? —repito.

Entonces él suspira, y su aliento me hace cosquillas en la frente. Eso me da a entender que ha bajado la cabeza, y el solo hecho de pensar que sus labios están tan cerca provoca que un terremoto se desate en mi estómago.

—La diferencia es que yo no me grabé follando con una chica, y luego lo publiqué en el puto internet para que medio mundo lo viera.

Me quedo perpleja ante su confesión, pero creo que lo que más me impacta es su forma de decirlo; tan suave, tan calmada. La mano que antes me aprisionaba el brazo ahora se traslada a mi cabello y comienza a acariciarlo como si estuviese intentando consolarme.

—Eso es horrible... —murmuro.

—Lo es. Por eso no te quería cerca suyo.

Separo la cabeza para mirarle. Sus dos cielos, en este momento, están en calma. No queda rastro de la tormenta que se desató en ellos hace tan solo unos minutos, ni del caos, ni del huracán. Ahora solo son azules... y hermosos.

—Sabes que nunca me fijaría en un tipo como él, ¿verdad?

Niega con la cabeza.

—No. No lo sé.

—Pues no lo haría —aseguro, atrapando los bordes de su camiseta entre mis puños—. Jamás.

Él sonríe con cautela, pero al menos es una sonrisa sincera.

—Es bueno saberlo —murmura, y entonces se inclina hacia adelante.

Siento el calor que desprenden sus labios acariciando los míos, la forma en que su mano derecha se aferra a mi cintura, como nuestros cuerpos parecen entenderse a la perfección, saber como colocarse..., como sentirse. Es la segunda vez que le tengo así de cerca, pero esta vez no hay cines, ni autos, ni ojos extraños. Esta vez solo somos nosotros envueltos en una oscuridad que esconde más secretos de los que me gustaría; los suyos, y los míos. ¿Va a besarme?

Se me descoloca el mundo cuando me encuentro deseando que lo haga.

—Lo siento —dice, y la forma en que su aliento se desliza por mi rostro me obliga a cerrar los ojos—. No debí gritarte. No debí...

Shh... —le interrumpo—. Está bien. No pasa nada.

¿Quién es esta chica y donde está Avril?

No lo sé, pero me olvido de todo cuando su mano acoge mi mejilla con delicadeza. Me obliga a levantar un poco más el rostro, y estoy segura de que nuestros labios están a escasos centímetros.

—Abre los ojos, Avril.

Lo hago, y la imagen que veo me deja sin aliento. Sus ojos. Sus lunares. Su rostro. «ÉL». Recuerdo haberlo visto por primera vez y contener el aliento, pensar que estaba viendo el cielo en sus ojos a pesar de que era de noche. Aún ahora tengo esa misma sensación, como si nunca se hubiese ido del todo.

Me pregunto a que sabrán sus labios. ¿Besará despacio? ¿Con los ojos cerrados? Solo necesita acercarse un poco más... Sostenerme de la nuca, o tal vez seguir acunándome la mejilla. De todas formas, nadie podría vernos. Sería un beso que se quedaría oculto en el tiempo, bailando al ritmo de Let it be entre cuatro paredes que guardarían el secreto para siempre. Sería...

Sería un vaso roto, y Zayn separándose de mi.

De repente, estoy completamente desconcertada, perdida. Él tiene los ojos abiertos, clavados en un lugar más allá de mi.

—¿Qué pas...?

—Yo... Lamento haber interrumpido.

Conozco esa voz dulce, femenina. Me giro de inmediato, con el corazón en la garganta y el cuerpo temblando. Zayn a mis espaldas está completamente quieto, sin si quiera pestañear.

—Kat...

—Tranquila. —Ella me sonríe, tal vez intentando calmarme, tal vez intentando calmarse—. No diré nada. Lo prometo.

Y se da la vuelta para adentrarse nuevamente en la habitación.

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Kheeeeeeeeee.

Te amo Kat, pero te odio por interrumpir este momento -_-

Finalmente pude terminar de editar el capítulo. Gracias a Dios mi novio no tenía nada grave, así que pudimos volver a casita felices y temprano😼

PD: No es la versión de The Beatles de Let it be, pero es hermosa de todas formas.

PD2: Díganme sus opiniones del capítulo. ¿Les gustó? ¿No les gustó? ¿Que piensan del casi-beso-arruinado-por-Kat entre Zayn y Avril?

PD3: Los tqm<3

Ig: feel.in_purple

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