CAPÍTULO 14
Avril Fray.
—¿Crees que Dimitri dimitió porque mi padre es un dolor en el culo?
Pongo los ojos en blanco a pesar de que Zayn no puede verme. Cuando me volteo para mirarlo, está de espaldas. Sus músculos se tensan cuando levanta los brazos y sostiene entre sus manos dos ramas entrecruzadas de un árbol.
—¿Sabes, Zayn? Tu padre y tú no son el centro del universo —mascullo.
Me dirijo dando pisotones incómodos hacia el lugar donde la manguera de agua descansa en el suelo. La tomo entre mis dedos y la coloco en forma de espiral alrededor mi brazo.
—En el mundo, hay personas reales con problemas reales. No todo tiene que ver contigo —continúo, aclarándome la garganta—. O con tu padre.
Escucho el sonido de las tijeras podadoras, y a continuación, el ruido que provoca una rama al estrellarse contra el suelo.
—¿Sabes, Avril? Estoy comenzando a pensar que no te agrado del todo.
Su voz deja traslucir un deje divertido. Suelto un suspiro y me encamino hasta una fila de arbustos para regarlos.
—¿Eso crees? —inquiero sarcástica, echándole una ojeada—. ¿Podrías abrir el grifo, por favor?
Me observa atentamente antes de dirigirse hasta el grifo. Deja las tijeras a un lado, y sus pasos lucen tan firmes y seguros en esas horribles botas que resulta un tanto irritante, porque mientras yo avanzo a trompicones, él parece tenerlo completamente dominado.
—Listo —anuncia, y automáticamente el agua comienza a salir por la boquilla de la manguera.
Me doy la vuelta para dirigir el chorro hasta el primer arbusto. Bueno, más bien es un rosal; el primero de muchos. Las rosas rojas, del color exacto de la sangre, o de la pasión, florecen con los pétalos acorazonados apuntando directamente al cielo.
—¿Eso es todo? —Pregunta Zayn con dramatismo—. ¿No hay un «Gracias, Zayn» o un «Muy amable de tu parte, Zayn»?
Ruedo los ojos, pero evito mirarlo mientras continuo esparciendo agua por el rosal.
—Es lo mínimo que podías hacer —repongo, en un tono un tanto brusco—. Después de todo, estamos en esta situación por tu culpa.
Lo observo por el rabillo del ojo cuando abre la boca para hablar. Su rostro es lienzo de una expresión de desconcierto, pero enseguida sus comisuras se levantan en una sonrisa.
—¿Y por qué exactamente es mi culpa?
¿Y encima tiene el descaro de preguntar?
—¿Por qué más va a ser? —respondo irritada. Si algo sabe Zayn a la perfección, es hacerme enojar—. Pues porque tú...ya sabes...
Zayn ladea la cabeza, sonriendo.
—No, me parece que no sé
Bufo, aunque estoy segura de que él nota lo inquieta que estoy.
—Ya sabes. Que tú...
Me rasco la cabeza exhalando lentamente, mis palabras perdiéndose bajo el sonido del agua golpeando la tierra.
Admitir la culpabilidad de Zayn en el hecho de que el rector Hardy nos castigase a ambos por "conducta inapropiada", es exactamente lo mismo que reconocer lo cerca que Zayn había estado de mí. Que había sentido su aliento en mi rostro, su perfume prácticamente invadiéndome por completo.
Significa admitir que me había llamado hermosa.
Por supuesto, no es algo que tenga pensando hacer. Al menos, ya sabes, no en voz alta.
Me limito a mirarlo, intentando disimular el sonrojo que me tiñe las mejillas. Tiene varios arañazos en la mano, y uno de los tirantes del horripilante overol verde que el rector nos había proporcionado a ambos le cae descuidado en un costado y le roza el antebrazo.
—¿Me dirás por qué es mi culpa, o tengo que seguir esperando? —pregunta, agachándose para tomar nuevamente las tijeras.
Yo me quedo callada, y al parecer él interpreta mi silencio como una victoria, porque sonríe con superioridad antes de dirigirse nuevamente al árbol que estaba podando.
Viéndolo, pienso que el rector Hardy es realmente creativo con sus castigos, y al mismo tiempo, también un poco oportunista. Mira que aprovecharse de nosotros para hacer el trabajo de Dimitri... Y lo que aún no me queda claro por más que lo pienso, es por qué si estaba tan enojado por el asunto del pasillo del otro día, no lo demostró en ese momento. ¿Por qué ahora, y no entonces?
¿Tal vez tenga que ver con el hecho de que Zayn sea su hijo? Quizá no quería propinarle un regaño en público, pero aún así...
—No es por desanimarte, pero lo estás haciendo mal.
La voz de Zayn interrumpe mis pensamientos, así que volteo la cabeza para mirarlo.
—¿Disculpa?
Niega con la cabeza, y en menos de un pestañeo, atraviesa los metros que nos separan y se coloca a mi lado. Me observa seriamente, con sus ojos azules dando la sensación de poder leer hasta mis pensamientos más oscuros.
—Lo estás haciendo mal —repite, con un deje de acusación en su voz.
Estira los dedos con intención de asirlos a la manguera, pero en cuanto doy un paso atrás, me mira con el ceño fruncido.
—¿Qué haces? —pregunto.
Él gruñe. Su nuez sube y baja, y me está mirando como si hubiese acabado de asesinar a cachorritos inocentes con nada más que un bisturí y una bolsa de basura.
—El agua siempre va directamente sobre la tierra, ¿entiendes? Sobre la raíz —Su voz suena firme. Decidida.
—¿Qué?
Se coloca detrás de mí, tomándome por sorpresa cuando su mano se envuelve alrededor de la mía. Esta vez no se siente cálida como aquella vez en la playa. Ahora se siente un poco más fría y húmeda, manchada de tierra y de pequeñas piedritas que encontraron la manera de incrustarse en sus palmas, sin embargo, aún consigue conservar un poco de calor.
—Las hojas mojadas se pueden convertir en hojas enfermas —explica, conduciendo el chorro de agua directamente hasta las raíces—. Si están húmedas durante la noche, pueden generar moho, y durante el día, si la luz del Sol incide directamente sobre el agua que está en las hojas, pueden quemarse, y entonces le saldrían manchas.
Cuando termina de hablar lo miro boquiabierta, con la confusión desencajandome por completo. ¿Cómo es que sabe eso? No tengo la menor idea, pero lo que sí me queda claro es que Zayn es una caja de sorpresas, así que para cuando abro la boca, lo único que sale de ella es:
—¿En serio?
Suelta una risita juguetona y voltea el rostro entre leves asentimientos. Tiene una pequeña sonrisa que se ensancha a medida que pasan los segundos, y aunque estoy segura de que no se ha dado ni cuenta, sus dedos comienzan a aferrarse con más fuerza a los míos.
—Por supuesto. ¿De verdad no sabías? —pregunta. Sus ojos se achican como intentando analizarme.
Niego con la cabeza, llevando mi mirada al rosal. Por algún motivo, su contacto no me molesta tanto como creí que lo haría.
—Sabía que las plantas absorben el agua por las raíces, pero no pensé que echarla en las hojas les fuera a hacer algún daño —reflexiono—. Todo lo contrario, de hecho. Siempre pensé que era algo bueno.
Y ahora aquí estoy, con un chico al que prometí no volver a acercarme demostrándome que he estado equivocada toda mi vida.
—No te preocupes, todos los días se aprende algo nuevo —destaca, y aunque su voz suena divertida, no me pasa desapercibido ese ligero toque de arrogancia.
Suelto una pequeña risa, no dispuesta a dejarme provocar. Me dirijo hacia el siguiente rosal alejándome por completo de Zayn, y esta vez, apunto el chorro de agua directamente en la raíz.
Lo observo sonriente mientras él se recuesta a un árbol cercano. Saca del bolsillo del overol una caja de cigarrillos y se lleva uno a sus labios. No tarda más de dos segundos en encenderlo, y el humo que este desprende consigue colarse por mis fosas nasales a pesar de la distancia.
Ruedo los ojos.
—¿Es que siempre tienes que tener uno en la boca?
Me mira con una sonrisita pícara extendiéndose por sus labios.
—¿Qué te puedo decir? Es placentero.
Da otra calada al cigarrillo, y la expresión poética en su rostro refleja una profunda satisfacción.
—No sé que placer puede haber en llenar tus pulmones de humo.
Arrugo la nariz.
—No lo entenderías —murmura llevando la vista al cielo dramáticamente—. Además, es una adicción. No es fácil dejarlo, ¿sabes?
Paso al siguiente rosal sin despegar la mirada de Zayn, que se divierte dando vueltas al mechero entre sus dedos.
—Entonces, ¿eres adicto? —Es extraño pensar en Zayn como un adicto a la nicotina.
Se encoje de hombros, desinteresado
—Quién sabe —cuestiona juguetón—. Quizás solo lo hago porque las chicas piensan que soy sexy con un cigarrillo en la boca.
Intento no sonreír. Fracaso estrepitosamente.
—No veo donde está lo sexy en eso —refuto entre pequeñas risas.
Sin embargo, si que entiendo por qué las chicas pueden llegar a considerarlo sexy. Cuando iba a tercero de preparatoria, tenía esta amiga que tenía esa obsesión gigante por los chicos que inspiran un aura peligrosa. Esos chicos cubiertos en tatuajes, que tienen esta horrible costumbre de romper las reglas solo porque sí, y a los cuales ningún plan les parece más tentador que saltarse las clases para ir a los baños a fumar a escondidas de los profesores. Ya sabes, los chicos a los cuales las chicas consideran «sexys», pero yo solo considero idiotas.
Esa clase de chicos, es exactamente la clase de chico a la que Zayn pertenece.
—Venga ya. No puedes decirme que no te parece sexy, Avril —comenta, y el tono jovial en su voz me roba una sonrisa gigante—. ¿Qué clase de chica eres?
Tiene una ceja enarcada cuando pregunta, y el pie derecho apoyado en el tronco del árbol.
Las chicas piensan que es sexy...
No me extraña, después de todo...
—¡Cuidado!
Levanto la mirada, cada vez un poco más. Hay un chico frente a mí, con las manos en la cabeza y la boca muy abierta. El terror golpea su rostro como una ola, y solo soy realmente consciente de lo que está sucediendo cuando un objeto redondo y firme, se estrella contra mi abdomen.
¿De dónde salió eso?
Se me doblan las piernas, y caigo al piso sin poder sostenerme en pie. Creo que Zayn corre hasta mi lado, ¿tal vez grita mi nombre? No estoy segura, porque lo único que soy capaz de ver es verde. El verde del pasto, de las hojas de los árboles, de las hierbas que crecen junto a los rosales...
Todo verde.
Una horrible sensación de nausea me invade por completo, y siento que mi cabeza se ha vuelto mucho más pesada.
No puedo respirar....
No puedo...
—¡Avril! —La voz de Zayn me pide que levante la mirada. No puedo hacerlo.
Inspiro y expiro con fuerza, intentando que el aire me llegue a los pulmones. No está funcionando. Me llevo las manos al pecho, atrapando entre mis dedos la tela del overol y la blusa debajo de él. Los alejo de mi piel, como si de esa forma el aire pudiera llegar más fácilmente.
No lo hace.
Estoy segura de que la desesperación es visible en cada poro de mi piel. ¿Es esto lo que siente uno al morir?
Una tos descontrolada me obliga a doblarme más, y mi necesidad de aire es más fuerte cada segundo que pasa. Recuerdo las palabras de Leyla cuando tuve mi primera falta de aire. Me dijo que me controlara y repitiera constantemente cosas como ”Estaré bien, no voy a morir”, ”Tan solo respira, estaré perfectamente cuando me calme”, y un montón de otras frases y mensajes tranquilizadores que en este momento no me están sirviendo de nada.
—¡Ten más cuidado imbécil! —La voz de Zayn se siente como un susurro lejano, a pesar de tener la absoluta certeza de que está gritando.
No voy a morir, solo tengo que tomar más oxígeno.
El aire no encuentra forma de entrar a mis pulmones. Los ojos me comienzan a lagrimear cuando me asusto de verdad, cuando veo que hay una pequeña posibilidad de que este sea mi final.
¿En serio voy a morir así, en el patio de una universidad y siendo golpeada por un balón que se le escapó a algún imbécil? Es gracioso, porque desde que me diagnosticaron no hago más que pensar en ese momento, en lo que sucederá cuando ocurra, y en todo lo que sucederá después, y no puede ser más diferente a esto. Imaginaba estar con mi padre, sosteniendo su mano y escuchando las palabras que se que nunca se ha atrevido a decirme. Yo le sonreiría, fingiría que no estoy asustada para no lastimarlo más, y sostendría su mano hasta que...
—¿Avril? —Zayn se arrodilla, y por primera vez veo una pisca de preocupación en sus gélidos ojos azules—. ¿Avril, estás bien? ¿Qué te sucede?
Da pequeños golpecitos en mis mejillas como si intentara hacerme despertar, pero yo solo arrastro las manos por el césped sin tener idea del porqué.
No me voy a ahogar, es solo ansiedad.
—Avril, respira. —Sus manos acurrucando mis mejillas me obligan a mirarlo. La repentina paz que encuentro en sus ojos es tan única que siento envidia—. Respira... Estarás bien, solo tienes que calmarte. Tú puedes... Respira.
Su voz se convierte en un susurro, un susurro que no para de repetir ”Respira” mientras inhala y exhala conmigo, como si estuviese ayudándome a recordar como hacer algo para lo que estamos biológicamente programados.
—Eso es... —murmura mostrando una pequeña sonrisa.
El alivio que siento es indescriptible cuando el aire me golpea en el rostro y comienza a llegar hasta mis pulmones. Mis manos aún se mantienen pegadas al césped, y él me sostiene el rostro con las suyas mientras mi corazón no para de latir desbocado.
Consigo calmarme un poco, y mientras robo todas las bocanadas de aire que soy capaz, levanto el rostro para mirar al cielo. El Sol me acaricia las pestañas cuando cierro los ojos, y los dedos de Zayn se deslizan descuidados por mis mejillas. Su toque, suave y seguro, me causa cosquillas bajo las yemas de sus dedos.
Sonrío mientras lo miro, él también me está sonriendo. Aún queda rastro de esa preocupación anterior en sus ojos, y de repente, entro en pánico cuando pienso que hubiera sido de mí si él no hubiera estado ahí.
Sentir la falta de aire me había desesperado totalmente, y había sido él, quien con su mirada y su voz pacífica me había calmado. Me transmitió la paz que tan desesperadamente buscaba. Me hizo sentir «nada» por un momento. Apagó mis emociones, las dejó dormir, y cuando no pude escuchar nada más que mi respiración, supe que estaba viva.
Esa fue la paz que vi en los ojos de Zayn.
Quiero decir algo, cualquier cosa. Agradecerle, explicarle. Soy consciente de que en cualquier momento alguien avisará a la enfermera del anterior alboroto, pero naturalmente las únicas palabras que salen de mis labios son las más inesperadas:
—Aún no te considero sexy.
El comienza a reír y niega con la cabeza, soltando un suspiro de alivio entre las carcajadas. Se pone de pie, extendiendo su mano para que la agarre y pueda levantarme. Las piernas todavía me tiemblan, y tengo que aguantar su mano un poco más fuerte para no caer mientras mis rodillas se estabilizan y se vuelven capaces de sostenerme nuevamente.
Estoy a punto de agradecerle, y esta vez de verdad, cuando nuestras manos se separan súbitamente, y Zayn, que estaba frente a mí, es lanzado hacia un costado, cayendo al suelo con la velocidad de un leopardo.
Miro a mi alrededor completamente desconcertada, y la figura que veo observándome con la furia nublandole el rostro, es la que menos esperaba.
—Creí decirte que te mantuvieras alejado de ella —Los ojos de Sean son dos llamas implacables.
Miro a mi amigo con una expresión de total horror en el rostro, y cuando trato de ir hasta Zayn, él me lo impide.
—¡Solo me estaba ayudando!
Zayn se pone de pie a nuestro lado sin siquiera tambalear, y la sonrisa torcida que nace en sus labios me causa terror.
¿Es que no puedo tener un segundo de tranquilidad?
—¿Qué pasa, hermanito? —Sus pasos son silenciosos cuando camina—. Los celos no son algo que presumir.
Sean pone los ojos en blanco.
—¿Qué quieres, Zayn? ¿Qué es lo que pretendes acercándote a Avril?
Su pregunta me sorprende, y al mismo tiempo me enoja que me tomen como excusa para dejar aflorar los resentimientos que ambos poseen hacia el otro.
—No pretendo nada en absoluto. —Se encoje de hombros desinteresado—. Solo me divierto.
Frunzo el ceño una vez me recupero totalmente de la sorpresa, y miro a Zayn con ojos recriminatorios.
—Avril no es alguien con quien puedas divertirte —gruñe Sean, acercándose peligrosamente a su hermano.
—¿Ah, no? —Sus cejas se enarcan con diversión—. Nunca me pareció una persona aburrida.
La mandíbula de Sean se tensa, y yo estoy de lo más incómoda encontrándome en medio de estos dos otra vez.
¿Por qué diablos se odiarán tanto?
—Hablo en serio —masculla mi amigo.
—Yo también lo hago. —Se apresura a decir Zayn, con transparente mezcla de rudeza y determinación —. No voy a permitir que me ordenen que hacer otra vez. Esta es mi jodida vida, Sean. Siempre he hecho lo que he querido, cuando he querido y con quien he querido —Esto último lo pronuncia mientras gira sus ojos hacia mí—. Más vale que lo recuerdes, porque pareces haberlo olvidado.
-----------------------------------------------------------
¡Capítulo nuevo! Yeiii
Bueno, les diré que estoy de fiesta por llegamos a 1k de lecturas😭😭😭 Y si, puede que no sea lo más grande del mundo, pero lo es para mí así que soporten😼.
PD: Hoy habrá doble actualización pues... pues porque sí -_-
PD2: Voten y comenten, no sean malos -_-
Ig: feel.in_purple
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro