♡| Más allá de la muerte
17 de marzo del 2033
Yoongi
Las yemas de mis dedos recorrían de manera rigurosa cada rincón de aquella casa, como si en mis huellas dactilares fuese a permanecer impregnado cada recuerdo o situación vivida entre esas cuatro paredes, lo cual era imposible, pero mi mente seguía reacia a la idea de abandonar el único lugar que había conseguido llamarlo y sentirlo como un hogar.
Todo a mi alrededor me llenaba de nostalgia, desde los muebles vacíos que serían transportados en un camión de mudanza, hasta el sonido de la cinta adhesiva que estaba utilizando mi esposa para sellar las cajas con artículos importantes o frágiles.
Sin duda, nuestras vidas habían cambiado demasiado, pasando de ser un matrimonio como cualquier otro, a estar a la espera de nuestro segundo hijo y aunque eso me llenaba de felicidad, también me hizo darme cuenta de la realidad, de la necesidad de un nuevo lugar para vivir y dónde seguir formando una familia estable.
Amaba Daegu, amaba mi casa, amaba los buenos recuerdos, pero mudarnos a un sitio más espacioso era lo que mis hijos necesitarían en un futuro no muy lejano.
Solo que la despedida era más difícil de lo que alguna vez hubiese imaginado.
— Yoon, ¿Vas a quedarte ahí parado o vas a ayudar a esta pobre mujer embarazada? —preguntó mi esposa, ganando mi completa atención, consiguiendo que abandonara todos esos pensamientos melancólicos y de reflexión, para regresarme a la realidad, esa misma que me obligaba a poner mis pies sobre la tierra.
Con una pequeña sonrisa, me fui acercando hacia donde estaba ella parada, cruzada de brazos, mirándome con una ceja alzada, pero con un semblante bastante comprensible que me hizo relajarme un poco.
Estando a una distancia prudente, planté un beso en su frente, mientras una de mis manos comenzaba a acariciar su abultado vientre, llenándome de una paz inexplicable.
— Lo siento, Ahn... —murmuré, separándome apenas unos centímetros para mirarla a los ojos y poder ver su rostro a la perfección, el cual demostraba confusión ante mi elección de palabras—, No sé en dónde tengo la cabeza últimamente
— Tranquilo, lo entiendo, sé lo complicado que es esto para ti —contestó, utilizando ese tono de voz que conseguía aplacar cada una de mis emociones, mientras sus delgados dedos se paseaban por todo mi pecho, formando pequeños círculos invisibles por sobre la tela de mi camiseta—. Jungkook también está inconforme con la idea y ni se diga del bebé, ha estado muy inquieto
— Deberías ir a descansar, yo terminaré de empacar y revisar las cajas del ático —propuse, hablando suavemente para no romper con el cómodo ambiente que se había formado a nuestro alrededor.
— ¿Estás seguro? —cuestionó dudosa, sabiendo que la mayoría de las veces solía ser algo torpe, pero no podía darme el lujo de verla bajando y subiendo unas escaleras inestables, con un montón de cajas pesadas que solo terminarían por lastimarla.
— Tendré todo listo para partir mañana temprano, así que no te preocupes por eso —insistí, esta vez tomándola por los hombros, haciendo que su cuerpo diera media vuelta—. Anda, ve a dormir, yo cuidaré de Kookie
Ahn pareció pensarlo un poco, ya que no hizo ningún movimiento ni dijo nada al respecto, hasta que escuché un sonoro suspiro de su parte, dándome a entender que finalmente había cedido.
— De acuerdo, Min Yoongi, te tomaré la palabra —respondió derrotada, comenzando a caminar hacia la subida de la segunda planta, no sin antes dedicarme una última mirada—. Avísame si necesitas ayuda y procura no consentir a Jungkook más de lo debido
— No prometo nada, sus ojitos me hipnotizan —confesé, alzando las comisuras de mis labios en una sonrisa divertida, sabiendo que a ella no le parecía correcto mimar demasiado a un niño, esto para no crear un mal hábito o posibles berrinches por cosas sin sentido.
— Por eso mismo te hago la advertencia. Él te tiene dominado por completo —Dijo de manera burlesca, mientras rodaba sus ojos para complementar su expresión.
Me quedé observando la silueta de mi esposa por unos segundos, hasta que lo último que vi fue su largo cabello castaño desaparecer al dar la vuelta en el pasillo del segundo piso, el cual daba a las habitaciones principales. Por mi parte, empecé a caminar en sentido contrario, dejando atrás la sala y el comedor para dirigirme hacia el patio trasero, dónde se supone debería estar mi hijo jugando con Yeontan, su perro.
Faltaban aproximadamente unos tres metros para llegar a las afueras de la casa, cuando un pequeño grito me puso en alerta, seguido de un fuerte llanto que me preocupó aún más. Avancé más rápido por el corredor y estando lo suficientemente cerca de la puerta de vidrio que separaba el interior del exterior, pude divisar a Jungkook corriendo hacia mi dirección, seguido de su peluda mascota; ambos demasiado asustados como para notar mi presencia.
Pronto, el cuerpecito tembloroso de mi hijo, chocó contra mis piernas, asustandolo todavía más.
— Hey, ¿Qué pasó? ¿Por qué lloras, Koo? —pregunté de inmediato, poniéndome a su altura para observarlo mejor, dándome cuenta del estado en el que se encontraba. Sus ojitos cristalinos se esforzaron por mirarme y aunque su vista estuviese un poco nublada, no tardó en lanzarse sobre mí, aferrándose a mi cuello.
— H-Hay u-una araña... E-En el p-patio... —explicó con dificultad, haciendo a mi corazón estrujarse por lo quebradiza que se escuchaba su voz.
— Shh, tranquilo, ya pasó —susurré cerca de su oído, mientras dejaba un besito tronado en su mejilla y acariciaba con paciencia su espalda, dando suaves palmaditas a la misma—, ¿Qué tal un poco de helado y galletas para aliviar el susto?
— ¿Y m-mamá?
— Será nuestro secreto, ¿De acuerdo?
Solo recibí un asentimiento de su parte, sintiendo como su cabeza se recargaba en mi hombro, en busca de que lo cargara y así lo hice, lo levanté del suelo para llevarlo nuevamente hacia la sala de estar, dejándolo sentado sobre el sillón más grande, justo al frente de la pantalla plasma.
Acaricié los cabellos azabaches de mi pequeño, dedicándole una sonrisa que fue devuelta con el mismo cariño, solo que con unos dientitos menos.
Dándome la vuelta, me dirigí hacia la cocina, más específicamente al frigorífico, dónde mi esposa escondía muy bien los botes de helado, poniéndolos hasta el fondo de la nevera para que Jungkook no tuviera la oportunidad de alcanzarlos ni subiéndose a uno de sus banquitos; así que tomando el de sabor chocolate, un paquete de galletas y una cuchara, regresé al salón principal.
Los pies de mi hijo se movían con alegría, mientras le era entregado todo lo que antes le había prometido y sin esperar más, comenzó a abrir la envoltura de las galletas junto al bote de nieve, pero sabía que no estaría completamente entretenido hasta que le pusiera alguno de sus programas favoritos.
Así que picando alguna parte del vidrio de la pantalla, esta se encendió de inmediato, dándome la oportunidad de ver el catálogo de aplicaciones y carpetas especiales, seleccioné una al azar, logrando que una caricatura comenzara a reproducirse.
Estando satisfecho con la reacción de Koo y sabiendo que se quedaría ahí por un buen rato, recordé lo que tenía que hacer en un principio, así que regresé al pasillo que me llevaría directo a la escotilla del ático y cuando la divisé claramente en el techo, presioné un botón que estaba colocado en la pared derecha, haciendo que unas escaleras descendieran hasta tocar el piso de madera. Asegurandome de que todo estuviera en orden, comencé a subir los escalones con calma, llegando a un punto en el que ya no veía nada más debido a la oscuridad del lugar.
Tocando las frías paredes, busqué el interruptor de la luz, encontrandolo segundos después cerca de un montón de cajas; cuando lo encendí, pude darme cuenta de las condiciones en las que se encontraba, absolutamente todo estaba cubierto de polvo y eso me hacía ponerme inquieto, por la cantidad de telarañas que pudiese haber.
Suspirando, inicié con mi tarea de limpieza, la cual consistía en guardar todas las cosas que valiera la pena conservar y lo demás iría directo a la basura. No tuve problema al revisar las primeras cajas, estás se encontraban regadas por el piso, además, no tenían nada que fuese necesario llevarnos, por lo que terminé desechando la mayoría de cosas que contenían.
Todo se complicó aún más cuando llegué a la sección de objetos apilados, sabía que podía ocasionar un accidente si no tenía cuidado alguno, por lo que coloqué una pequeña silla que había encontrado por ahí y subiendo a esta, busqué el equilibrio necesario para no terminar cayendo, pero no sirvió de mucho, ya que terminé recargandome de más en las cajas, ocasionando que todo se me viniera encima; por mera suerte, conseguí salvar la mayoría de cosas, pero eso no evitó que otras se estrellaran en el suelo, entre ellas unas figuras de porcelana y un pequeño baúl de madera que, por la caída, había terminado abriéndose, regando su contenido.
Fotos, pequeños objetos, papeles y demás, acabaron esparcidos por todo el lugar, haciéndome suspirar nuevamente por el desastre que estaba haciendo. Me bajé de la silla sin muchas ganas de seguir ahí arriba y colocándome en cuclillas, comencé a recoger todo.
Tomé el pequeño baúl para ir metiendo las cosas que este contenía, pero algo grabado en el, captó rápidamente mi atención, logrando que detuviera todos mis movimientos para observarlo con detenimiento.
En una de las esquinas, tallado con tinta negra, se hallaba inscrita una fecha y un nombre que conocía a la perfección.
Min Yoongi - 09/03/2007
Esta caja me la habían obsequiado mis padres en mi cumpleaños número catorce.
— Mi baúl de los recuerdos... —murmuré para mí mismo, trayendo a la memoria ese preciso momento cuando, sin muchas expectativas, rompí la envoltura de aquel regalo, encontrándome con el mismo objeto que ahora descansaba entre mis manos.
No podía creerlo, después de tantos años seguía prácticamente intacto y aún llevaba consigo todos esos recuerdos que en su momento yo consideré importantes. Dejé la caja de madera sobre mis piernas, dispuesto a revisar todo lo que había guardado.
Solo tenía fotografías de mi graduación, cuando estaba bebé y una que otra con personas que no lograba reconocer, sin contar las cartas o figuras de papel que había recibido por parte de varias chicas en la secundaria. Nada demasiado relevante.
Aún me faltaba mucho por hacer, así que empecé a poner todo devuelta en su lugar y hubiese continuado sino fuera porque una carta, una entre tantas, llamó mi atención. Esta no se encontraba decorada con corazones, ni era colorida como las otras, solo era un sobre blanco con un sello.
Con cierta curiosidad, lo tomé y revisé la fecha en que fue escrito.
02/12/2018
Alcé una de mis cejas, sintiéndome confundido de repente, ya que no lograba recordar a nadie que me hubiera escrito una carta en esa época. Hace tan solo unos días había cumplido cuarenta años, por lo que me estaba costando hilar acontecimientos y dar con esa persona.
Le di la vuelta al sobre, encontrando un nombre inscrito justo en el medio.
Kim Seokjin
Entonces, todo en mi cerebro colapsó, porque solo bastaron esas simples dos palabras para que mi respiración se detuviera por unos segundos y un sudor frío comenzara a recorrer todo mi cuerpo.
Esto debe ser una broma. Me decía una y otra vez, sin poder asimilar que ese nombre volviese a invadir mis pensamientos de una manera tan caótica que, incluso mi estómago se revolvió, sabiendo lo que esa persona había significado en mi vida.
Cerrando mis ojos, me armé de valor para abrir y leer nuevamente el contenido de aquella carta. Esa última carta.
Con manos temblorosas, sujeté con firmeza el papel que yacía entre mis dedos y con algo de desesperación, enfoqué mi vista lo más posible para comenzar con la lectura.
Si estás leyendo esto, bueno, tal vez sea porque por fin he dejado de luchar.
Y no me malinterpretes, quiero vivir.
Quiero vivir, porque tú me diste un motivo para hacerlo.
Simplemente eres tú.
Sentía mi labio inferior temblar y mis ojos picar al estar leyendo esto por segunda vez, mientras me golpeaba mentalmente por haberlo olvidado, por haber olvidado esto que mi corazón estaba sintiendo.
Desde que nos conocimos, supe que serías alguien fundamental en mi vida, eso sí, nunca esperé que terminarías siendo el dueño de mi corazón y de prácticamente, todo mi mundo.
Min Yoongi, te convertiste en el amor de mi vida y ya no me da miedo reconocerlo.
Porque me enseñaste que para amar de verdad, no se necesitan miles de regalos, sino la confortación que esa persona logra transmitirte en los momentos más difíciles.
Tú me acompañaste, incluso cuando aquel doctor entró a la habitación y le pedí que te explicara la gravedad de mi situación. Lo hice para que entraras en razón, te fueras y evitarás sufrir con una persona que no tiene futuro.
Pero aún sabiendolo todo, te quedaste.
Mis ojos picaban, rogando por ser ese medio que tanto necesitaba mi alma para poder liberar todo el dolor que la estaba oprimiendo, un dolor tan agudo que se formaba en mi pecho.
Te quedaste y después de tantas peleas, te dejé hacerlo, porque en el fondo sabía que te necesitaba. Más bien te necesito.
Necesito verte cada mañana.
Necesito escuchar tu risa cuando te cuento algún mal chiste (por cierto, gracias por soportarlos todos los días).
Necesito tus palabras de aliento, las cuales siempre llegan a mí como miel a mis hotcakes.
Pero sobretodo, necesito de ti.
De ese lado tuyo que no me muestras tan seguido, tal vez para no preocuparme más de lo debido, pero que al fin y al cabo lo demuestras con tus acciones.
Necesito eso, necesito al Yoongi sensible que ruega por un abrazo y unos minutos de mimos. Ese Yoongi que se recuesta a mi lado en la camilla y llora conmigo. Ese mismo que se esconde en mi pecho, mientras dormimos juntos a costa de las enfermeras. Sí, ese hombre que parece un niño indefenso, hablando dormido, rogando porque nadie me aparte de tu lado.
Créeme, nada me apartará de tu lado.
Jamás.
Mis lágrimas comenzaron a descender lentamente, rodando por mis mejillas hasta encontrarse con la piel de mi mano, la cual me ayudaba a reprimir los sollozos que tanto necesitaba soltar.
Porque así como tú te quedaste conmigo a esperar mi segundo transplante de corazón, yo estoy dispuesto a quedarme a tu lado eternamente.
Es una promesa, porque decidí amarte más allá de la muerte.
Decidí escogerte por sobre todas las cosas y ahora, estoy listo para unirme a ti de una manera diferente, tal vez ya no seremos un "presente", pero sí un "más allá".
Mi amor está preparado para ir más allá de lo que alguna vez pude demostrarte en vida, porque no necesito opciones, tú eres el único hombre para mí y lo serás para siempre.
Te amo, Min Yoongi y antes de despedirme, quiero hacerte una pregunta:
¿Recuerdas como nos conocimos?
Y entonces, mi mente viajó a ese día, el día en que vi a Seokjin por primera vez.
14 de febrero del 2014
Tras un bostezo, llevé una de mis manos hacia mi boca para cubrirla, intentando disimular lo más que podía mi aburrimiento y fingiendo que estaba poniendo atención a todo lo que decía el chico a mi lado, el cual me pidió una cita para demostrarme que él era el indicado.
San Valentín podía ser el dichoso día de los enamorados, pero también era el día de los corazones rotos o el de revelación para algunos, porque muchos se darán cuenta de que jamás podrán salir de la friendzone.
Este sería el caso de Jimin, el chico bonito del salón que podría fácilmente tener a cualquiera, pero que decidió escogerme a mí como su siguiente conquista.
Vaya porquería.
— Yoonie, ¿Me estás escuchando?
No, había mejores cosas en las cuales pensar.
— Por supuesto, continúa —contesté, dedicándole una sonrisa sin ganas, pero que por obvias razones no notó, porque estaba más ocupado hablando de si mismo.
Nos dirigíamos hacia el parque más grande de Daegu, un lugar hermoso que estaba lleno de parejas en días "especiales" como estos y aunque eso me fastidiaba, por cortesía, solo rogaba internamente que nuestra cita terminara lo más pronto posible.
Caminamos alrededor de unos minutos, conversando de cosas triviales o más bien, Jimin conversaba. Me encontraba distraído observando el lugar, nunca había tenido la oportunidad de venir y era realmente bonito, pero pronto mi vista se enfocó en una persona en específico.
Kim Seokjin, mi compañero en clase de cocina.
Parecía que se encontraba llorando o eso era lo que podía distinguir desde donde me encontraba. Por mera curiosidad, me detuve abruptamente, haciendo que mi acompañante también se detuviera.
— ¿Qué ocurre?
Ignoré por completo la pregunta del más bajito y comencé a alejarme de él.
— ¡Min Yoongi!
Escuchaba los gritos de Jimin a la distancia, pero aún así no me detuve, seguía caminando en dirección hacia ese chico, no tenía idea del porque, solo sentía que eso era lo correcto.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude escuchar con claridad unos sollozos y el oso de peluche que estaba tirado en el suelo, solo terminaba por confirmar mis sospechas.
— Hey, ¿Te encuentras bien? —pregunté con suavidad, mientras mi mano tocaba su hombro, quién al sentir mi contacto se sobresaltó y rápidamente comenzó a limpiar sus lágrimas con las mangas largas de su camiseta.
— S-Sí... —respondió con la voz entrecortada, mirándome con una ceja alzada y un rostro que solo expresaba confusión—, ¿Q-Quién e-eres?
— ¿No me reconoces? Soy Min Yoongi, vamos juntos a la clase extracurricular de cocina
Pareció pensar un poco, para finalmente dedicarme una pequeña y rota sonrisa que, extrañamente, terminó por transmitirme el dolor que estaba sintiendo.
Sin pedirle ninguna clase de permiso, me senté a su lado, mientras pasaba cuidadosamente mi brazo por sobre sus hombros, acercándolo hacia mí y aunque era algo extraño, Seokjin no se negó, por el contrario, recostó su cabeza en mi pecho, comenzando a llorar todavía más fuerte.
— N-Nadie me q-quiere, ¿Soy t-tan feo?
No respondí, tal vez por el hecho de que me avergonzaba admitir la belleza única que Jin poseía, pero también por el hecho de que deseaba escucharlo, porque lo único que él necesitaba era hacerlo y no iba a interrumpir su relato dramático, por más cursi que fuese.
Me quedé ahí sentado a su lado, mientras asentía a todo lo que me decía, solo para confirmarle que estaba poniendo atención.
Porque había algo diferente entre escuchar la melodiosa voz de Jin y la fastidiosa voz de Jimin. Sí, tal vez yo había sido escogido para ser la conquista de alguien más.
Pero muy en el fondo, mi corazón ya había escogido a aquel chico chillón que me contaba con toda libertad todas sus historias de desamor.
Mi corazón había escogido a Seokjin.
¿Qué si lo recordaba? Ahora lo recordaba a la perfección y eso solo consiguió que mi llanto incrementara, como si hubiesen abierto nuevamente aquella herida que estaba seguro de haber cerrado hace años.
Nos conocimos de la manera más extraña, pero no cambiaría nuestro primer encuentro por nada del mundo.
Fue, es y seguirá siendo lo más hermoso que pudo pasarme.
Aquel catorce de febrero me habían roto el corazón, rechazandome precisamente por no tener uno propio.
Mi condición les aterraba a todos los chicos que conocía, así que ese día deseaba que todo fuese diferente y de alguna manera lo fue, porque tuve la oportunidad de conocer a fondo al verdadero cocinero estrella de la clase.
Me aceptaste aún sabiendo que mi vida podría acabarse en cualquier momento.
Me aceptaste aún sabiendo sobre la horrible cicatriz que se extendía por gran parte de mi pecho.
Y sobretodo, porque aceptaste mi amor, dejándome formar parte de tu historia.
Muchas gracias, Yoon, por todo. Esto solo será un hasta pronto, te lo prometo.
Te ama, eternamente, Kim Seokjin.
Me encontraba destruido, de todas las maneras posibles y no podía explicarme las razones por las que había olvidado una etapa tan importante en mi vida, no podía entender como había olvidado a la única persona que me había hecho experimentar verdaderamente lo que era el amor.
¿Cómo había olvidado al hombre que se convirtió en el amor de mi vida?
Doblé la carta una vez más, dispuesto a guardarla nuevamente en su sobre para no olvidarla nunca más, pero al estar listo para meterla una vez más en su lugar, pude ver que dentro del sobre, habían unas fotografías.
No tenía idea de lo mucho que había llorado en tan solo cuestión de minutos, pero al ver su rostro una vez más, no pude evitar soltar un sollozo lastimero, mientras llevaba las fotos hacia mi pecho y las abrazaba con cierta necesidad que solo conseguía aumentar el profundo dolor que había estado guardando durante todos estos años.
— No sé si mi amor puede llegar a ser tan grande como el que tú me profesaste, Jinnie, pero nunca más voy a olvidarte...
Porque el amor trasciende y hoy decidí amarte, más allá de la muerte.
Ah, hola florecitas, como pueden ver este OS es para un concurso, la verdad es que vengo publicandolo tarde, pero espero me lo acepten:(
Acá en dónde vivo sigue siendo miércoles, así que no estamos tan mal 😔👊
¡Enserio perdón por la tardanza! En todo el norte del país hubo un apagón masivo y no he tenido un internet estable estos días, espero que me acepten el OS, sino lloro.
Okno, bueno sin más que decir, espero disfruten esta cosa que acabo de escribir. Bai, mil beso, mil besitos ♥️🥺
ACLARACIÓN: Todo lo que está escrito de lado. Así. Es la carta de Seokjin. Lo demás, en letra normal, es lo que comenta Yoongi.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro